Repaso
Hemos estado hablando sobre objetos convencionales, que son cosas que pueden ser válidamente conocidas como esto o aquello: como un maestro, un estudiante, una actividad dada, tal como aprender o enseñar; un objeto dado, tal como una mesa o una silla, y también un adjetivo, como largo o corto.
Hemos estado considerando la pregunta: ¿cómo explicas el hecho de que convencionalmente hay cosas tales y que puedes conocerlas válidamente? Después de todo, si no hay cosas tales como maestros y no hay cosas tales como aprender, ¿qué estamos haciendo aquí? Si no hay cosa tal como el budismo y no hay cosas tales como cualquiera de las enseñanzas ¿qué estamos estudiando, qué estamos realmente haciendo? Este no es tan solo un tema abstracto teórico. Tiene que ver con cómo manejamos nuestra realidad convencional.
Si no hay tal cosa como el budismo ¿entonces qué estoy estudiando? ¿Qué es lo que quiero aprender? Si no hay tal cosa como aprender ¿qué puedo hacer? ¿qué estoy haciendo? Si no hay tal cosa como maestros ¿de quién puedo aprender? o ¿cómo puede alguien decir que es maestro? Estas son preguntas esenciales en término de cómo manejamos nuestra vida.
Los objetos válidamente conocibles no son autoestablecidos
Hemos preguntado: ¿Qué establece que haya estas cosas? ¿Qué da cuenta del hecho de que haya estas cosas? ¿Qué explica el hecho de que haya estas cosas? ¿Son tan solo autoestablecidas por sí mismas, o surgen en dependencia de otros factores?
Hemos visto que es imposible que sean autoestablecidas. No hemos revisado todos los razonamientos lógicos para demostrarlo, pero es una faceta importante del estudio de la vacuidad. Necesitamos convencernos lógicamente de que hay ciertas maneras de establecer las cosas que son simplemente imposibles, y una de ellas es que sean autoestablecidas por su propio poder, independientemente de cualquier influencia de algo fuera de ellas mismas. La total ausencia de una realidad que corresponda a una existencia autoestablecida, eso es vacuidad, vacío.
También vimos que todo tiene dos naturalezas esenciales.
- La superficial es lo que parecen ser, convencionalmente esto o aquello, y su apariencia engañosa de estar establecida por una naturaleza autoestablecida, a pesar de que no hay tal cosa.
- Su naturaleza esencial más profunda es la total ausencia de una forma válida real de establecer su existencia convencional que corresponda a esta apariencia engañosa.
Cuando decimos que algo parece estar establecido de forma imposible, creo que podemos entenderlo más fácilmente como una experiencia subjetiva – se siente así, parece así. Estamos hablando sobre cómo se experimentan las cosas. Se siente como si hubiera algo sólido dentro del objeto o del fenómeno que hace que este sea inherentemente bueno y aquel inherentemente malo, por ejemplo.
Como, por ejemplo, cuando estamos de mal humor, ¿cómo se siente? Se siente como si un enorme y sólido mal humor estuviera sentado dentro de mí, estableciendo que estoy de mal humor. Hacemos algo sólido de nuestro mal humor, y luego actuamos con base en eso: “No me molestes, estoy de mal humor”. Como un perro, le ladramos a cualquiera que se nos acerque.
Pero no hay tal mal humor autoestablecido sentado dentro de nosotros, como un tipo de monstruo ¿o sí? El mal humor surge en dependencia de otros factores: lo que nos pasó en el trabajo, lo que nos está pasando físicamente –tenemos dolor de cabeza, no dormimos lo suficiente– quizá tenemos problemas familiares, nuestra historia psicológica, todo tipo de cosas.
Refutación insuficiente y refutación excesiva como los dos extremos
No es que no estemos de mal humor, convencionalmente estamos de mal humor, así que no queremos irnos al extremo nihilista de tan solo ignorarlo y no hacer nada al respecto. Esto sería refutar excesivamente: no solo refutamos al monstruo sentado dentro de nosotros que establece este mal humor, sino que lo atamos con la verdad convencional de que estoy de mal humor y me deshago de ambos. Al hacer esto, no estamos manejando el hecho de que convencionalmente estamos de mal humor. No aplicamos ninguna fuerza oponente para cambiar el estado en el que estamos. Es una negación burda.
Cuando entendemos que el mal humor ha surgido de todo tipo de causas y condiciones –no hay nada sólido ahí– entonces podemos ir más allá y darnos cuenta de que, si cambiamos las causas y las condiciones, si cambiamos lo que está sucediendo, eso afectará nuestro estado de ánimo. Así que tomamos pasos para manejar y alterar el mal humor aplicando nuestro entendimiento de la causalidad y del surgimiento dependiente.
El otro extremo al que podríamos irnos sería hacer una refutación insuficiente: “Estoy de este horrible y sólido mal humor, pero ha surgido de causas y condiciones, y es dependiente de otras cosas: pero igual aquí está, sólidamente sentado dentro de mí”. Este es el extremo del absolutismo. Así que lo refutamos solo un poco, refutamos que está ahí por sí mismo, pero concluimos: “Bueno, surgió de causas y condiciones, pero de cualquier forma hay algo sólido ahí”. Si no refutamos lo suficiente y concluimos de esa manera, nos quedamos con la conclusión de que no hay nada que podamos hacer al respecto. Refutar excesivamente es que no tengo nada que hacer, que no existe. Refutar insuficientemente es que, de cualquier forma, no hay nada que pueda hacer para cambiar este estado de ánimo, porque, aunque haya surgido de causas y condiciones, sigue siendo algo sólido.
Esta es la idea general de la importancia de este tema: el surgimiento dependiente, el entendimiento de la vacuidad y el entendimiento de la vacuidad como implicando el surgimiento dependiente, en realidad es algo muy práctico en términos de cómo manejamos cualquier cosa en nuestra vida.
Dediquemos unos minutos a digerir esto y ver si realmente entendemos esta idea más general, incluso de manera más general de lo que hasta el momento la hemos discutido.
Examinémonos a nosotros mismos. ¿Cómo explicamos el estar de mal humor? Es solo que: “Bueno, así son las cosas, estoy de mal humor”, o ¿ha surgido de causas y condiciones? ¿Esas causas y condiciones solo produjeron ese mal humor en el que estamos y ahora estamos real y sólidamente encerrados en este mal humor, o no hay nada sólido que lo sostenga y podemos afectar el cómo nos sentimos alterando las causas y condiciones que lo afectan? Si pensamos de esta última forma, entonces, sin negar que estamos de mal humor, hacemos algo para cambiar las causas y condiciones que afectan el cómo nos sentimos. Para cambiar nuestra actitud, podemos tratar de salir y respirar aire fresco, o tomar una siesta, o cualquier otra cosa. Simplemente no nos identificamos con este sólido: “Ay, estoy de un mal humor terrible” y sencillamente le ladramos a cualquiera que se nos acerque.
Pensemos en esto durante unos minutos y reflexionemos en cómo es que manejamos el estar de mal humor. Estoy seguro de que todos hemos experimentado malos humores. Como Tsongkapa lo enfatizó, necesitamos reconocer el objeto a ser refutado, así que es esa sensación de que ahí hay un mal humor sólido que nos invade, como si estuviera autoestablecido, solo ahí sentado.
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Reventar el globo de nuestras falsas proyecciones
Una vez que reconocemos este objeto a ser refutado, este mal humor sólido, que parece ser un mal humor sólido establecido por su propio poder dentro de nosotros, y que entendemos que eso es imposible, que no hay tal cosa, entonces lo vemos como si fuera un globo que se ha inflado alrededor de esta situación, alrededor de este mal humor, convirtiéndolo en una cosa sólida. Y ahora, nuestro entendimiento de que no hay tal cosa, de que eso es algo imposible, revienta a ese globo. Esta es una manera de imaginarnos este entendimiento de la vacuidad. Simplemente no hay tal cosa y esta fantasía se ha ido. Pero no lo hacemos en una forma dualista de un “yo” separado con un alfiler que revienta el globo. Solo: “¡pum!”, no hay tal cosa.
Una vez que reventamos el globo, podemos entonces enfocarnos en el surgimiento dependiente, que el mal humor ha surgido de causas y condiciones que pueden ser cambiadas y demás. Pero primero necesitamos reconocer el globo fantasioso que hemos proyectado y sentido y creído que está ahí, y luego necesitamos que nuestro entendimiento lo reviente. El globo necesita ser reventado antes de enfocarnos en el surgimiento dependiente; de lo contrario, tendríamos la refutación insuficiente de que el globo sigue ahí y que tan solo estamos aceptando que proviene de causas y condiciones y nuestro entendimiento no va más allá.
Esto también indica un poco el por qué prefiero usar en inglés la palabra “voidness”, que significa “vacuidad” en español, en lugar de “emptiness”, que se traduce como “vacío”. Vacío podría implicar en esta imagen que todavía tenemos el globo pero que no tiene nada dentro, que está vacío. Pero no se refiere a eso; queremos reventar el globo, pero no hay tal cosa como ese globo. Por eso prefiero “vacuidad” a “vacío”. No es que la realidad convencional esté aquí sentada: “¡aquí está!”, pero sin contener nada dentro de ella. Y esta palabra “vacuidad” no niega la realidad convencional, de que hay esto y aquello, ni de que estoy de mal humor. No hay nada sólido ahí, no es que haya algo sólido ahí que no tenga nada dentro que lo sostenga.
Es por esto que el Madyámaka, el “camino medio”, es tan difícil de entender correctamente; es realmente muy sutil evitar estos dos extremos: que hay una realidad convencional sólida que no tiene nada dentro –el extremo absolutista– o que no hay realidad convencional –el extremo nihilista–. Queremos evitar los dos extremos; y no se trata de que desde un punto de vista sea uno y desde otro punto de vista sea otro. O que no sea ninguno: que es algo trascendental, que si nos deshacemos de todo esto y vemos todo como un mándala puro, entonces trascendemos todo y nos escapamos a algún reino puro; ese tampoco es el caso.
Los cuatro extremos
Estos son los llamados “cuatro extremos”: ni esto, ni aquello, ni ambos (solo desde un punto de vista es esto y desde otro punto de vista es aquello), y tampoco ninguno, que significa que, de alguna forma, existe una alternativa.
Es muy interesante, no estoy seguro si vale la pena profundizar en esto, pero creo que es relevante. Tsongkapa señala la diferencia entre “esto/o lo otro” y “ni esto/ni lo otro”. Son muy diferentes. Cuando digo: “Esta es una mesa o una silla”, tiene que ser una u otra; no hay otra posibilidad. Pero si digo: “Esto no es ni un gato ni un perro”, entonces eso deja abierta la posibilidad de que sea una mesa. “Ni esto ni lo otro” implica una alternativa. “Esto o lo otro” no implica una alternativa; son bastante diferentes.
Pensemos en un ejemplo en la física, es hermoso si pensamos al respecto: una onda o una partícula. ¿Qué son las cosas? No es que solo sea una onda y que eso sea lo que verdaderamente es, porque en otras situaciones es una partícula. No es que verdaderamente sea una partícula, porque en otras situaciones es una onda. Y no es verdaderamente ambas, sino solo vista desde este punto o este otro. Y tampoco es ninguna, que querría decir que tendría que ser algo más. Y tampoco es nada. Entonces llegamos al surgimiento dependiente de una forma Madyámaka mucho más sofisticada.
Convencionalmente, si lo medimos con equipos limitados, como nuestros cuerpos y mentes limitadas, entonces surge bien como una onda o bien como una partícula, así que convencionalmente es así, y otros estarían de acuerdo si lo vieran con el mismo tipo de instrumentos. Y tal parece como si realmente solo fuera uno de estos dos, autoestablecido, pero no lo es. Es dependiente del equipo que sea eso o aquello –surgimiento dependiente.
Con ese ejemplo, lo aplicamos entonces a cosas que son relevantes en nuestra vida. ¿Soy madre? ¿o soy científica? ¿solo soy madre? ¿solo soy científica? Soy verdaderamente madre cuando estoy en casa, y cuando estoy en la oficina soy verdaderamente científica; eso es “esto o lo otro”. No soy ninguna de esas, ¿entonces soy algo más? ¿soy nada? ¿Cómo es que convencionalmente soy madre y también científica? ¿Qué establece eso? Si vas a tratar de lidiar con estos dos roles, necesitas entender cómo están establecidos, de otra manera parecen estar en conflicto o simplemente no sabes cómo manejarlo. Así que este tema es, realmente, muy práctico. Vas a la oficina; “¡Oh, pero soy madre!” y te identificas con uno o con otro, y te sientes frustrada, pensando que las cosas son autoestablecidas. Ese es un problema, porque así es como se siente.
Ahora se torna aún más sofisticado, porque ahora, si convencionalmente eres madre y convencionalmente también eres científica, necesitas conciencia profunda de la individualidad. “En una situación soy madre y en otra soy científica. Si estoy con mis hijos, es inapropiado estar con ellos y seguir siendo científica y considerarlos como un experimento. Pero, por otro lado, estos dos roles no existen separados por grandes paredes. Aún soy racional con mis hijos, aún me preocupo por todos en la oficina, pero no soy madre de mis compañeros de trabajo”. ¿Cómo equilibrar estos roles diferentes sin hacerlos autoestablecidos? Revienta el globo.
¿Son tus hijos un experimento? ¿Eres madre en la oficina y tienes que hacer el café para todos y asegurarte de que tengan un buen lugar para sentarse y ese tipo de cosas? ¿Les limpias la nariz? ¿Qué vas a hacer?
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Preguntas sobre estar de mal humor
Si estamos de mal humor, ¿verdad que es útil reconocer bajo la influencia de qué emoción perturbadoras estamos; si del apego, aversión/enojo, o ignorancia/ingenuidad?
Sí, cuando estamos de mal humor, por supuesto que necesitamos tratar de reconocer cuáles son sus causas, cómo ha surgido y demás. El mal humor podría estar mezclado con una de estas emociones perturbadoras o no. La emoción perturbadora podría simplemente ser la ingenuidad de pensar: “Estoy real y sólidamente de mal humor”. Pero podría ser un mal humor mezclado con enojo, o un mal humor mezclado con apego: “Extraño tanto a alguien”, así que estoy de mal humor. O podemos estar de mal humor, simplemente porque no nos sentimos bien. Al analizarlo, tendremos una idea en torno a qué trabajar.
Cuando estoy de mal humor me cuesta trabajo identificar la causa del problema. No es por el entorno, no es por algún problema específico con mi relación o en mi trabajo. Si pudiera identificar la causa de mi mal humor, podría entonces manejarlo. Pero, aunque no haya problemas y todo esté bien, aún estoy de mal humor ¿cómo puedo lidiar con eso?
Esta es una pregunta importante. En algunas situaciones en las que estamos de mal humor, podemos identificar el disparador que lo causó: algún comentario de alguien, o algo que sucedió en el trabajo o que no dormimos lo suficiente, lo que sea que pudo haber sido. Pero en otras situaciones, el mal humor parece haber surgido sin causa particular alguna, como decimos en inglés: “Me levanté del lado equivocado de la cama”.
¿Qué es el mal humor? Esta es la primera pregunta. Me parece que su característica primordial es el sentirnos infelices. Felicidad e infelicidad ¿cómo se definen? Son definidas como formas en las que experimentamos la maduración de nuestro karma; más específicamente, la maduración de nuestros potenciales kármicos. Lo que experimentamos durante el día, como estar en esta o en aquella situación, es algo que está madurando de potenciales kármicos, además de muchas otras causas. Lo que madura de potenciales kármicos es nuestro experimentar algo.
Por ejemplo, si alguien nos grita, nuestro potencial kármico maduró en experimentar que alguien nos grita. No maduró en causar que la otra persona nos gritara, eso provino de su propia historia, de sus emociones perturbadoras y todo eso. Nuestro potencial solo madura en lo que nosotros experimentamos. Entonces, ¿cómo experimentamos que suceda esta maduración? - eso es con felicidad o con infelicidad, en algún lugar del espectro.
Por ejemplo: Desayuno lo mismo todos los días. Eso viene de cierto tipo de tendencia, siempre como muesli en el desayuno. Algunas veces experimento felicidad mientras como el muesli y en otras ocasiones no estoy feliz mientras lo como. ¿Cómo experimento la maduración de esa tendencia de siempre desayunar lo mismo? Si lo experimento con infelicidad, podría describir la experiencia como estar de mal humor.
Esta infelicidad que experimento mientras como mi desayuno no es autoestablecida –no viene de la nada. Es la maduración de un potencial kármico, así que hay ciertas causas que la provocan. Es muy difícil entender realmente el por qué, durante esta maduración kármica específica en la forma de mi experiencia al desayunar, madura algo más, mi sentimiento de infelicidad. ¿Cómo se unieron estas dos, cómo es que una desencadena a la otra? ¿O es el desayunar solo el contexto para la maduración de un mal humor, y hay muchas otras circunstancias y condiciones que están disparando la maduración de diferentes potenciales kármicos en mi experiencia de estar de mal humor? Eso es algo bastante difícil de determinar. Solo un buda omnisciente conoce todos los detalles de las causas y efectos kármicos.
El asunto es ¿cómo lidiar con la infelicidad que parece haber venido de la nada? Necesitamos entender que la infelicidad que experimentamos de estar de mal humor es la maduración de algún comportamiento destructivo del pasado, ya sea de esta vida o de vidas anteriores. Pero esto es el samsara, y la naturaleza del samsara es que tiene altibajos; a veces nos sentimos felices y a veces nos sentimos infelices, no hay nada especial en eso, así que ¿qué más da? No es que ignoremos el sentirnos infelices, pero no lo vemos como algo especial y solo seguimos desayunando: “Soy infeliz ¿y qué más da?”.
Lo reconocemos, no es el extremo del nihilismo. Nos damos cuenta que no es: “Oh no, todo mi día va a ser terrible”, nos damos cuenta de que puede cambiar. Aquí viene el entendimiento de la impermanencia. Impermanencia no significa que las cosas siempre van a ser peores, también pueden mejorar; especialmente cuando hablamos sobre felicidad e infelicidad –hay altibajos. Nuevamente, reventamos ese globo de: “¡Oh, soy infeliz, estoy de mal humor, ahora todo mi día va a ser algo terrible!”.
También es muy interesante si lo analizamos muy profundamente, cuando estoy de mal humor, ¿hay ahí algún tipo de emoción perturbadora sutil o de grado bajo: “estoy molesto por algo” o “extraño a alguien” y pienso “pobre de mí” o algo por el estilo? Porque, cuando tenemos una emoción perturbadora, no estamos realmente felices, es perturbador. Podemos verlo de esa manera para darnos una idea de en qué trabajar. Aunque no podamos identificar por qué nos sentimos molestos, estamos molestos -estoy seguro de que todos hemos experimentado eso. O bien: “quiero algo” - “no sé qué quiero, pero quiero algo”. Entonces pensamos, “¿qué puedo comer?” o “¿qué puedo encontrar en el internet, o qué canción quiero escuchar?”, sea lo que sea a lo que recurramos. “Solo quiero algo” o “estoy molesto por algo” o “estoy aburrido” -que significa que quiero algo interesante, alguna satisfacción. Interesante, no interesante, insatisfacción, dopamina – de la forma que queramos analizarlo.
Al entender el surgimiento dependiente, entendemos que los efectos no existen independientemente de las causas y las circunstancias. Así que vemos las causas: si las emociones perturbadoras son la circunstancia para el surgimiento de la infelicidad, entonces trabajamos en nuestras emociones perturbadoras. Si nos damos cuenta que la infelicidad surge de repercusiones kármicas de nuestro comportamiento destructivo como la llamada “causa obtentora” -son aquellas de las cuales obtenemos el resultado- entonces trabajamos para deshacernos de cualquier otro comportamiento destructivo, y actuar constructivamente tanto como podamos. El comportamiento destructivo es motivado por las emociones perturbadoras, así que todo está conectado. Si no quiero estar de mal humor todo el tiempo, trato de involucrarme en comportamientos constructivos y de trabajar con mis emociones perturbadoras.
Luego encontramos ejemplos de personas como Su Santidad El Dalái Lama, con todas las protestas y los chinos, y todas esas otras cosas, y siempre está feliz y riéndose. ¿Cómo es posible eso? ¿Es algo autoestablecido? ¿O es el resultado de una enorme cantidad de trabajo consigo mismo, a lo largo de muchas, muchas vidas? Y es posible llegar a ser así, o aún más, llegar a ser un buda. Pero para la mayoría de nosotros, con llegar a ser como Su Santidad ¡estaríamos más que satisfechos!