Diferentes tipos de surgimiento dependiente

Hemos estado hablado sobre el surgimiento dependiente, y hemos visto que encaja con el tema de la vacuidad -no hay tal cosa como una naturaleza autoestablecida que, por su propio poder, establezca la existencia convencional de los objetos y lo que convencionalmente son. Su existencia y lo que convencionalmente son, surge en dependencia de factores distintos de ellos mismos.

Así como las cosas no son establecidas por algo encontrable dentro de ellas, estos otros factores de los cuales surgen en dependencia, también están desprovistos de naturalezas autoestablecidas. Necesitamos ver al surgimiento dependiente en un sentido más amplio, con un entendimiento más amplio. 

El surgimiento dependiente en un sentido relativo

El surgimiento dependiente es un hecho en muchos, muchos niveles diferentes. Hemos hablado sobre cómo las cosas son relativas, que corto y largo, bueno y malo y demás, solo pueden establecerse relativamente, en comparación con algo. Algo no es solo largo o corto en sí mismo, como nuestro dedo anular. Hemos visto que maestro y estudiante son dependientes el uno del otro, no podemos ser maestro sin estudiantes, ni ser padres sin hijos, estas cosas surgen en dependencia una con otra. 

Aquí, el extremo absolutista sería considerarnos bajos de estatura en un sentido absoluto, sin tener en cuenta el hecho de que hay personas más bajas que nosotras. El extremo nihilista sería el no aceptar el hecho de que somos demasiado bajos como para calificar para las fuerzas militares. Otro conjunto de ejemplos sería considerarnos maestros cuando no tenemos estudiantes o el no aceptar las responsabilidades de ser un padre cuando tenemos un hijo. 

Surgimiento dependiente por desempeñar una función

También hemos visto que ser un maestro depende de enseñar. En otras palabras, ser algo, es dependiente de desempeñar la función de ese algo. Ser un estudiante depende de estudiar y aprender algo. La imagen de una computadora no es una computadora porque no puede funcionar ni operar como una computadora.

El extremo absolutista sería considerarnos un practicante budista consumado cuando ni siquiera podemos llevarnos bien con nuestros padres. El extremo nihilista sería negar que nos equivocamos cuando cometemos un error.

Surgimiento dependiente en términos de causa y efecto

Causa y efecto también dependen uno del otro. Un mal humor no puede surgir independientemente de causas. Algo no es una causa a menos que produzca un efecto.

El extremo absolutista sería pensar que usar endulzante artificial sin calorías en nuestro café (cuando tomamos café y pastel en cada receso del trabajo), nos va a hacer perder peso. El extremo nihilista sería fumar y pensar que no afecta nuestra salud.  

Surgimiento dependiente de un todo y sus partes

Además, aunque no hemos entrado en detalles al respecto, un todo no puede existir independientemente de sus partes. Un mal humor, como un todo, es dependiente de muchas partes, muchos factores mentales, tales como infelicidad, falta de atención, sopor mental y demás. También se extiende a lo largo del tiempo, y no nos sentimos exactamente igual a cada momento. Entonces, el todo depende de sus partes.

El extremo absolutista sería seguir considerándonos parte de un matrimonio una vez que nuestro cónyuge ha fallecido y por eso no querer conocer a otras personas solteras. El extremo nihilista sería no tomar en serio el ser miembro de un equipo de trabajo y actuar independientemente sin consultar a los demás miembros del equipo.

Imputación, etiquetado mental y designación

Otro nivel de surgimiento dependiente que me gustaría platicar con ustedes es el surgimiento dependiente en términos del etiquetado mental, pero primero necesitamos entender lo que es el etiquetado mental.

El etiquetado mental es algo que involucra categorías. Tenemos la categoría de “un maestro”, o tenemos la categoría de “un mal humor”. En occidente, diríamos que tenemos una idea de lo que es un maestro, o de lo que es un mal humor. Entonces, esa idea se define de cierta manera: lo que es un maestro y lo que es un mal humor. Designamos la categoría, o idea, con una palabra, que es justo una combinación de sonidos acordados por una sociedad para llamar a esa categoría. 

Entonces, a medida que experimentamos diversas cosas en nuestra vida, las etiquetamos mentalmente como miembros de esta categoría o de aquella otra. Aquí está esta persona, y la acomodamos en la categoría de “un maestro”. Y la palabra o nombre que le damos a la categoría es “maestro”, y ahora designamos a la persona con ese nombre.

Para diferenciar estos dos procesos, me parece que es útil usar diferentes términos para ellos: “etiquetado mental” es con categorías, “designación” es con palabras. Al ser el etiquetado mental con categorías, es con un concepto de lo que constituye dichas categorías, nuestro concepto de lo que es un maestro, nuestro concepto de lo que es “bueno” o es “malo”. Estas son ideas fijas de lo que significa la categoría. Nuestras ideas fijas de lo que significan podrían ser reemplazadas con otras ideas fijas sobre ellas, pero las ideas no crecen orgánicamente como las flores; son entidades estáticas, desde el punto de visa del análisis budista. Tanto el etiquetado mental -con una idea o un concepto o categoría de algo- como la designación con una palabra, entonces, son procesos conceptuales. 

Solo para tenerlo claro -porque a menudo esta diferenciación es omitida- uso el término “imputación” para algo diferente. Por ejemplo, imputamos un todo sobre las partes; imputamos movimiento al ver un objeto ubicado progresivamente en lugares consecutivos, ligeramente diferentes. Este tipo de cosas que son imputadas pueden conocerse no conceptualmente, no solo conceptualmente. Podemos ver una mesa completa o pensar en una; y podemos ver el movimiento de una pelota lanzada o recordarlo. Pero una categoría o una idea de algo solo puede ser conocida conceptualmente. Y también una palabra designada a una categoría puede solo ser conocida conceptualmente. Podemos escuchar no conceptualmente el sonido de alguien al decir una palabra, pero solo conocemos ese sonido como el sonido de una palabra al empatarlo con la categoría de audio que abarca el sonido de cada voz diciendo la palabra en cada acento y cada nivel de volumen, y la categoría de significado de lo que significa. 

En sánscrito y tibetano, solo hay una palabra que abarca estos tres significados: etiquetado mental, designación e imputación. Eso es así porque, lo que los tres tienen en común, desde el punto de vista no prasánguika, es la afirmación de que la característica definitoria de lo que es mentalmente etiquetado, designado o imputado, es encontrable desde el lado de su base para el etiquetado, base para la designación o base para la imputación. De acuerdo con la visión prasánguika, esto es un extremo absolutista: las características definitorias no son encontrables desde el lado de la base en los tres casos. A pesar de este punto en común, es importante distinguirlos entre sí para evitar malentendidos.

La imputación, el etiquetado mental y la designación “yo”

Consideremos, por ejemplo, a una persona: yo. La persona, yo, es una imputación sobre todos los diferentes momentos que conforman mi experiencia. Cuando veo una foto de mí mismo, puedo decir: “ese soy yo”. Puedo ver que ese soy yo, no es solo conceptual. Pero tener alguna idea de mí mismo, de quién soy, eso es etiquetado mental de un concepto o una idea. O podemos ver diferentes fotografías de nosotros en diferentes momentos de nuestra vida, todas se ven muy diferentes, pero con cada una podemos decir: “Ese soy yo”. ¿Cómo es esto posible? Es posible porque tenemos una categoría, una idea fija, un concepto de “yo” y empatamos todas estas fotografías con esa categoría. Eso es etiquetado mental, y llamarles a todas “yo” es designación. Pero “yo” es una imputación en la forma de la persona que vemos ahí - el cuerpo. 

Estas son distinciones muy finas, pero a menos que las entendamos, podemos confundirnos terriblemente con todo el tema del etiquetado mental. “Yo” como persona, es muy diferente a la idea fija del “yo” que yo mismo o cualquiera que me conozca tiene. También es diferente a la palabra “yo”. 

La analogía de ver solo parte de un cuarto a estar viendo el cuarto

Convencionalmente, yo existo como una persona individual. Está ese “yo”, pero ese “yo” surge en dependencia, en relación con un cuerpo, una mente, emociones y demás. Nadie tiene que imputar “yo” sobre este cuerpo, mente y emociones para que “yo” exista y sea válidamente conocible como una imputación sobre la base de estos. La relación de “yo” con un cuerpo, una mente y emociones, es muy similar, aunque no precisamente igual, a la relación entre el todo y las partes. 

Cuando miramos frente a nosotros, ¿qué vemos? Tendríamos que decir que vemos un cuarto. ¿Vemos todo el cuarto? No, no vemos lo que está detrás de nosotros. Vemos parte de un cuarto. Parte de un cuarto no es lo mismo que el cuarto completo. Pero la imputación de un cuarto sobre sus partes se extiende sobre todas sus partes como la base para la imputación. Así que se extiende sobre la parte del cuarto que vemos. 

Cuando vemos solo esta parte del cuarto, convencionalmente decimos que vemos el cuarto. Estamos empatando la parte que vemos dentro del concepto o la idea de todo el cuarto, o, en lenguaje técnico, estamos mentalmente etiquetándola con la categoría “cuarto”. Y dado que designamos a esa categoría con la palabra “cuarto”, designamos la parte del cuarto que vemos como: “Veo el cuarto”. Esto es válido convencionalmente. No es que no veamos nada - esa sería una posición nihilista. Estamos viendo un cuarto, pero un cuarto es diferente a la categoría o concepto de un cuarto e igualmente diferente de la palabra “cuarto”. 

De manera similar, “yo”, es una imputación sobre un cuerpo, una mente, emociones y demás, y se extiende en el tiempo. Pero cuando vemos una fotografía de nuestro cuerpo, podemos válidamente etiquetarla mentalmente con la categoría “yo” y válidamente llamarla una fotografía de “mi”. “Yo” como imputación de toda la persona sobre el continuo de un cuerpo, una mente y emociones se extiende, también, sobre la representación de un momento de mi cuerpo. Así que esta imputación “yo” es un miembro válido de la categoría “yo”. 

Cuando veo la fotografía y la reconozco como “yo”, definitivamente no estoy viendo la totalidad de mí mismo como persona. Sin embargo, como con el ejemplo del cuarto y parte del cuarto, la reconozco como “yo” porque la empato con el concepto o categoría “yo” que tengo de mí mismo. Y debido a que designo la idea de mí mismo con la palabra “yo”, puedo válidamente decir: “ese soy yo” cuando veo la fotografía. ¿Se entiende la diferencia?

Cuando veo una parte del cuarto, puedo válidamente decir que estoy viendo el cuarto, aunque solo vea parte del mismo. Esto es porque todo el cuarto es una imputación sobre las partes y las partes conforman uno de los miembros del conjunto que pertenece a la categoría “este cuarto”. De la misma manera, cuando hablamos con alguien por nuestro celular, todo lo que escuchamos son sonidos. Sin embargo, es válido decir que estamos hablando con esa persona, porque una persona es una imputación de una persona sobre la base de las partes, y lo que escuchamos es una de las partes que entra en la categoría “esta persona”. Y ni siquiera es realmente su voz lo que escuchamos, es un tipo de representación electrónica, y aun así podemos válidamente llamar a eso “estoy hablando con esta persona, estoy escuchándola”. Es increíble ¿no?

Así que, tenemos una idea fija de la persona y de todas las asociaciones y todas las emociones que van con ella y demás. Eso es etiquetado mental, con una idea, un concepto, una categoría. ¿Es muy diferente de a quién estoy escuchando? Estoy escuchando a Denis, no estoy escuchando a Mary. Convencionalmente es Denis, no es Mary. Eso es muy diferente a mi idea de Denis, y de toda la asociación emocional que tengo con eso. Cada vez que lo veo, lo etiqueto mentalmente con esa idea fija, ese concepto. 

Pensemos en esto por unos momentos. Esto es terriblemente sutil, pero en verdad muy importante. Se sale un poco de nuestro tema, pero esa diferencia entre imputación, etiquetado mental y designación no se hace a menudo. Está el “yo”. Soy una persona, no solo el concepto de una persona. Estoy yo y el concepto de “yo”, yo y la idea de mí mismo, yo y lo que otras personas piensan sobre mí, sobre ese “yo”. Son cosas muy diferentes. Pero la pregunta que nos haremos es: ¿hay un verdadero yo, encontrable dentro de mí, que me hace ser “yo” y no tú?

Tomemos unos momentos para pensar sobre todo esto.

[pausa]

Surgimiento dependiente en términos del etiquetado mental

Con esto como antecedente, ya podemos entrar al corazón del asunto. Permítanme usar la analogía de un cortador de galletas. ¿Saben a qué me refiero cuando digo cortador de galletas? Tienes la masa extendida y con un cortador de galletas puedes cortar una porción para hacer una galleta. Esa es la analogía.

Consideremos ahora el hecho de que hay muchas cosas diferentes que hacemos como personas que están cambiando todo el tiempo; esas son como la masa. Y luego tenemos el cortador de galletas conceptual del etiquetado mental. De todas estas cosas diferentes que estamos haciendo, cortamos una galleta y le damos una definición y un nombre, por ejemplo “aprender” o “enseñar”. Pero, en realidad, solo las cortamos y las separamos de todas las diferentes cosas que hacemos ¿verdad? Convencionalmente ustedes están aprendiendo y convencionalmente yo estoy enseñando. Negar eso sería el extremo nihilista. Imaginar que eso es todo lo que hacemos en este momento –y que no estamos también sentados, respirando, etc.– o bien que aprender y enseñar es todo lo que hacemos, sería el extremo absolutista. ¿De acuerdo?

Ahora, ¿qué establece que estemos estudiando o enseñando? Bueno, es este cortador de galletas de un concepto. La existencia de lo que están haciendo como “aprender” surge en dependencia del etiquetado mental de la categoría “aprender” etiquetada sobre lo que están haciendo. Si no hubiera tal cosa como una categoría que la gente definiera y a la que asignara la palabra “aprender”, de cualquier forma, ustedes estarían aquí aprendiendo. Negarlo sería el extremo nihilista. “No están sin hacer nada”, están haciendo algo: están aprendiendo.

Pero lo que lo establece como aprender es la frontera que ponemos a su alrededor al insertarlo en la categoría “aprender”; lo cortamos de la masa de todo lo que hacemos y lo llamamos con el sonido de una palabra. Aparece como si lo que hacemos fuera autoestablecido como “aprender”, pero en realidad solo existe como aprender en dependencia del etiquetado mental con una categoría y designación con una palabra que se define de cierta manera, acordada por convención. ¿Y qué es “aprender”? Es solo a lo que la palabra y el concepto “aprender” se refiere, sobre la base de sentarse aquí y escuchar mis palabras. 

Nuevamente, no es que no estén haciendo nada, están aprendiendo. Y no tienen que pensar activamente: “estoy aprendiendo”, o decir: “estoy aprendiendo” para que sea correcto y válido que están aprendiendo algo. Etiquetarlo mentalmente no crea el hecho de que estén aprendiendo. La naturaleza esencial superficial de lo que están haciendo aquí es aprender –no es jugar fútbol– y nos parece que “aprender” es una actividad que está autoestablecida como la actividad de “aprender”, completamente por su propio poder. Parece como si hubiera una frontera alrededor de esta actividad que la establece como una entidad sólida, encapsulada en plástico y separada de todas las otras actividades. Pero eso no corresponde con lo que en realidad la establece como una actividad específica y como “aprender”. Surge como “aprender” solamente en dependencia del hecho de que hay un concepto convencionalmente acordado, una categoría, “aprender” que, como un cortador de galletas, aísla algo específico de la totalidad de lo que están haciendo. Pero esa totalidad tampoco está ahí puesta como un gran trozo de masa. 

Cuando tenemos el concepto de algo, una idea de algo, en cierto sentido, nuestra mente lo aísla de todo lo demás. Por eso es que aparece como si fuera autoestablecido. Por eso decimos que una naturaleza convencional aparece como autoestablecida, pero no lo es; surge en dependencia del etiquetado mental, ya sea con un nombre o sin él. Esto es válido hasta para un gusano, aunque el gusano no le dé un nombre a nada. De todas las cosas que ve un gusano, está la categoría comida; etiquetado mental, pero sin palabra. 

A esto es a lo que nos referimos cuando decimos que la existencia de las cosas solo puede ser establecida como aquello a lo que se refiere una categoría, un concepto, una etiqueta mental, sobre la base de una “base para el etiquetado”. 

Aplicación práctica del entendimiento del surgimiento dependiente en términos del etiquetado mental

Ahora tratemos de pensar en aplicaciones prácticas para esto. Algo que me viene a la mente es ¿podemos ser tanto padres como amigos para nuestros hijos? O bien ¿jefes y amigos para nuestros empleados? De cada momento en cada interacción que tenemos con nuestros hijos ¿qué partes de esas interacciones vamos a separar con el cortador de galletas y llamarlas interactuar como “padres o madres” y cuáles vamos a cortar y llamar interactuar como “amigos”? ¿Están totalmente separadas una de la otra? ¿o se empalman? ¿Cómo lo percibe nuestro hijo?

Esto se pone realmente muy interesante. Si podemos ser tanto padres y madres como amigos para nuestro hijo, ¿cómo lo manejamos sin que sea completamente difícil y problemático para nosotros y para los hijos? ¿Tenemos que solo ser uno de ellos? ¿Y qué es lo que en realidad significa ser padres o ser amigos? Mucho depende de cómo definamos a un amigo ¿verdad? Si definimos amigo como “ambos lados son iguales” y “así como escucho los problemas de mi hijo, yo también le cuento mis problemas y dificultades, porque esa es mi idea de lo que es una amistad”, entonces eso es inapropiado. Pero podría haber partes de lo que implica una amistad que sean apropiadas, como jugar juntos a la pelota. Todas estas cuestiones son muy relevantes en términos de los roles que desempeñamos unos con otros. Después de todo, es un papel que desempeñamos, son solo cosas separadas por un cortador de galletas. 

Si tenemos ideas fijas sobre: “soy un padre o soy una madre”, y “así es verdaderamente como un padre (una madre) se define” y “siempre tengo que ser así”, entonces nos volvemos totalmente inflexibles. Estaríamos convirtiendo un concepto en algo sólido, de la categoría “padre” o “madre”. Hay todo tipo de complicaciones que surgen de malentender todo este punto del etiquetado mental, conceptos y categorías.

Se vuelve particularmente complejo y difícil cuando desempeñamos múltiples roles con otros. Yo lo sé, es mi experiencia con algunas personas. Soy su maestro, su jefe (porque los empleo, les pago) y su amigo. Bueno, a veces estoy hablando como amigo, pero desde su lado me están etiquetando como jefe y piensan: “¿Por qué me está hablando mi jefe como amigo? Tendría que actuar como jefe”. En una relación interpersonal, se vuelve muy confuso y difícil cuando desempañamos diversos roles.

Una solución es solo desempeñar un rol, esa es la solución fácil. Pero desempeñar roles múltiples en los que ambas partes no se confundan, es mucho más complicado. Pero, de hecho, en la vida tenemos muchos roles diferentes que desempeñamos con las personas. Así que, esta idea de que ningún rol está autoestablecido y que solo se estable por convención es útil. Esto es algo en lo que tenemos que trabajar, no solo algo que se puede resolver con detalle aquí. Pero podemos conseguir las herramientas para comenzar a pensar en ello, comenzar a analizarlo. Un rol es un concepto, una categoría, como un cortador de galletas. Aparece como si fuera autoestablecido, aislado de todo lo demás, pero no es así. 

Daré un ejemplo más y luego tenemos que terminar. Cuando Su Santidad el Dalái Lama da enseñanzas, dice: “Solo soy un ser humano como todos los demás”. Cuando da una iniciación, se sienta en un trono alto y dice: “Ahora, por favor, véanme como maestro tántrico”, y ese es un rol completamente diferente. Así que, ayuda a la gente en términos de decirles en qué rol considerarlo. Esa es una clave, si desempeñamos múltiples roles con alguien y se torna confuso, podemos dar un tipo de indicación: “Ahora te estoy hablando como amigo” o “ahora te estoy hablando como tu padre” o “ahora te estoy hablando como mujer” o “ahora te estoy hablando como hombre”. 

El Dalái Lama no está verdaderamente establecido como uno u otro, pero convencionalmente puede ser esto o aquello. Así que esto nos da una idea de cómo trabajar con este material. Al entender el surgimiento dependiente en términos del etiquetado mental, podemos evitar el extremo del absolutismo, que solo desempeñamos un rol como nuestro “verdadero” rol en la vida, así como el extremo del nihilismo, que convencionalmente no desempeñamos ningún rol en la vida de nadie. 

Dedicatoria

Terminemos con una dedicatoria. Pensemos que cualquier entendimiento, cualquier fuerza positiva que haya surgido de esto, pueda profundizar más y actuar como causa para que todos superemos la confusión acerca de cómo existen las cosas, cómo nos explicamos las cosas, y alcancemos el estado iluminado de un buda en beneficio de todos. Gracias. 

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