La medida de haberse entrenado

Punto 5

El punto cinco es la medida de haber limpiado y entrenado nuestras actitudes.

Si toda mi práctica de Dharma se reúne en una intención;

Esa intención es eliminar la actitud autocentrada. Todos los diversos aspectos de esta literatura de los siete puntos, así como todos los demás textos de lojong, están dirigidos a superar el egoísmo y la actitud autocentrada. Sabemos que vamos en la dirección correcta y que nuestra práctica es exitosa con esta única intención: reducir nuestra actitud autocentrada. Si está disminuyendo quiere decir que vamos progresando.

Pero, ¿qué queremos decir con “progreso”? Cuando hablamos de progreso en el camino, tenemos que entender que no hablamos de algo lineal. Somos seres orgánicos que viven en un mundo orgánico y las cosas no ocurren de manera lineal, como al pensar que las cosas siempre mejorarán día con día. Tenemos una presentación sistemática con las etapas del camino, los cinco caminos, las diez etapas del bodisatva y demás, por lo que podemos tener la impresión de que nuestro progreso será de esa forma. Por supuesto, progresamos de una etapa a la otra, pero no es que tengamos un progreso cotidiano estable. Algunos días nuestra práctica irá bien y otros días no. Es bueno saber que esto es completamente normal, por lo que no deberíamos desanimarnos ni tener expectativas irreales. Esto se enfatiza en todas las instrucciones de meditación. Estamos buscando tendencias a largo plazo, lo cual significa que, a lo largo del tiempo, cualquier práctica que hagamos reducirá nuestro egoísmo, incluso si tiene altibajos de un día al otro. Esta es una señal de que estamos haciendo nuestra práctica de forma correcta.

Así, nuestra principal aspiración cuando hacemos nuestra práctica regular necesita ser superar la preocupación autocentrada y el egoísmo. Si estamos haciendo la práctica de shámata para desarrollar un estado mental estable, necesita ser con el propósito de obtener concentración y presencia mental para no ser egoístas. El objetivo no es solo enfocarnos en la respiración y tener concentración perfecta. Generalmente, los no budistas practican el shámata así y, si bien tiene muchos beneficios adicionales, el principal es que seamos capaces de tener presencia mental de nuestra atención de tal forma que, cuando divaguemos con pensamientos de “yo, yo, yo”, regresemos a enfocarnos en los demás.

Esto es claro a partir de la estructura de Involucrarse en la conducta del bodisatva, (sct. Bodhisattvacharya-avatara), de Shantideva, en donde las enseñanzas sobre cambiar nuestras actitudes acerca de nosotros y los demás se incluyen en el capítulo de la concentración meditativa. La concentración meditativa se traduciría mejor como una “mente que es estable en la bodichita y en valorar a los demás”, porque para eso es que necesitamos concentración. Todos sabemos si estamos haciendo nuestra práctica de shámata de manera apropiada si la aplicamos a nuestra vida cotidiana – en otras palabras, si somos cada vez más conscientes de los demás. Podemos aplicar este principio a todas nuestras prácticas. Si la auto-transformación en estas prácticas está dirigida a que seamos menos auto-centrados y más enfocados en ayudar a los demás, entonces lo estamos haciendo bien.
El texto continúa:

Si, de los dos testigos, tomo el principal;

Los dos testigos que tenemos, para saber si estamos avanzado o no, son las demás personas y nosotros mismos. El principal que usamos somos nosotros mismos. De hecho, no necesitamos preguntarles a nuestros maestros o a las personas que nos rodean si estamos practicando de forma apropiada. Nosotros lo sabemos porque podemos notarlo a partir de los signos internos, así que los comentarios hablan de ser nuestros propios testigos para ver si hemos alcanzado los cinco signos de grandeza.

El primer signo de grandeza es tener un gran corazón, lo cual generalmente se traduce como tener una “gran mente”, pero se refiere al corazón. La palabra sánscrita es mahasattva, la cual encontramos en El sutra del corazón. ¿Somos alguien que piensa principalmente en los demás y no solo en nosotros mismos? Esa es una persona con un gran corazón. Los demás realmente no pueden decir qué es lo que está pasando dentro de nosotros, así que tenemos que revisar por nosotros mismos si pensamos principalmente en los demás o no. Si hay un buen pastel para el postre, ¿estamos pensando cuán maravilloso sería que otras personas en la habitación lo disfrutaran, o estamos pensando cuánto amamos ese pastel, esperando que a nadie más le guste? Cuando hay una larga fila en la tienda o en el cine, ¿estamos esperando que las personas delante de nosotros consigan buenos asientos, o deseamos llegar al frente para ganarlos nosotros? ¡Alcanzar este gran corazón no es fácil en absoluto! No debemos engañarnos, sino ser honestos con respecto al lugar en el que nos encontramos ahora.

La aproximación aquí es sin culpa o juicio. No pensamos: “Estoy actuando de forma egoísta, así que soy una mala persona”, o “no lo estoy haciendo bien, soy tan tonto”. No hay juicio moral ni nadie que diga que deberíamos pensar en los demás y no en nosotros. No hay un concepto de “debería” en el budismo. Simplemente es más beneficioso pensar en los demás; causa menos problemas y sufrimiento, tan simple como eso.

En las etapas que atravesamos antes de llegar a la práctica de tonglen, contemplamos las desventajas de solo valorarse a uno mismo y las ventajas de valorar a los demás. Esto se basa en la comprensión plena de que actuar de forma egoísta solo nos va a causar más problemas. Cuando estamos deprimidos y nos sentimos muy mal por nosotros mismos, eso solo magnifica nuestro sufrimiento. Por otro lado, si llamáramos a alguien o tratáramos de ayudar a los demás, eso definitivamente nos haría sentir mejor. Es un simple asunto de ver las ventajas y las desventajas y decidir cuál queremos. Cuando estamos entrenando nuestras actitudes, una de las cosas de las que necesitamos deshacernos es de la culpa y el juicio moral; de lo contrario, todo el proceso se puede volver muy distorsionado. Este es el primer signo de grandeza.

El segundo signo de grandeza es entrenarnos en la conducta constructiva. De nuevo, nosotros mismos podemos decir si estamos actuando en alguna de las formas destructivas. Necesitamos tener una comprensión muy amplia de las diez acciones destructivas; no se refiere solo a salir y asesinar gente, incluso pensar en cualquier forma de ser física o verbalmente rudos con otras personas, es destructivo. Caminar demasiado rápido con una persona anciana de tal forma que no pueda seguirnos el paso, es una acción destructiva basada en pensar solamente en nosotros mismos y no en la otra persona. Una señal de progreso es actuar constructivamente y evitar lastimar a otros.

La tercera grandeza es ser capaces de soportar dificultades, especialmente aquellas que surgen cuando estamos tratando de superar emociones perturbadoras. Nosotros sabemos mejor que nadie cómo nos va con esto. ¿Realmente estamos trabajando duro, atravesando todas las dificultades y no estamos actuando bajo la influencia del enojo y la codicia? Cuando actuamos bajo la influencia de estos venenos mentales, estamos pensando en nosotros mismos y no en los demás. Si realmente queremos pensar en los demás, entonces realmente necesitamos trabajar duro para superar las actitudes perturbadoras.

El cuarto tipo de grandeza es el gran sustentador de la disciplina, lo cual se refiere a mantener nuestros votos. Están los diversos votos de liberación individual o pratimoksha que se toman, ya sea como persona monástica o laica, los cuales nos piden que nos refrenemos de tomar la vida de otros, robar, mentir, involucrarnos en conducta sexual inapropiada y tomar alcohol y otros intoxicantes. Después tenemos los votos del bodisatva, los cuales nos hacen refrenarnos de diferentes conductas que nos impiden ayudar a los demás. Finalmente, tenemos los votos tántricos para refrenarnos de conductas que crean obstáculos para alcanzar la iluminación a través del camino tántrico. Es importante entender esta intención, porque no hay un Dios que diga: “No harás esto”, de tal forma que solo tengamos que obedecerlo sin hacer preguntas. Eso no es budismo. No hay obligación de tomar ningún voto. Pero, si queremos ser capaces de alcanzar la iluminación en beneficio de los demás, entonces tenemos estas acciones constructivas que nos ayudan a hacerlo. Significa que necesitamos pensar en estas acciones destructivas y en cómo nos impedirían ayudar a los demás. Así, si tomamos votos, necesitamos ser nuestros propios testigos para ver si los estamos manteniendo.

El quinto tipo de grandeza es el gran yogui, o alguien que está totalmente unido a la bodichita. Es alguien cuya mente, corazón y conducta están completamente unidos con la bodichita. Solo nosotros podemos saber si somos así. Necesitamos ser particularmente cuidadosos de no llenarnos de orgullo mientras entrenamos, pensando: “Estoy ayudando a los demás. Estoy pasando mucho tiempo en el hospital, ¡soy todo un bodisatva!”. Pensar que ayudar a los demás se debe a cuán grandiosos somos, es un claro signo de que no lo estamos haciendo de la manera correcta. Realmente es debido a la inspiración de nuestros maestros y a las grandes figuras del linaje, pero eso tampoco significa que pensemos: “Bueno, no soy nada, soy solo un gusano”. Necesitamos tener un equilibrio. Esforzarnos de manera equilibrada, sin orgullo, es un signo de progreso.

También hay muchos otros signos de progreso. Uno proviene de la contemplación de nuestra preciosa vida humana, y sentir que sería un desastre desperdiciar esta oportunidad de ayudar a los demás. De la misma forma, cuando no nos sentimos muy atraídos por la persecución de riqueza y posesiones en esta vida, sino que buscamos circunstancias para hacer que nuestras vidas futuras sean conducentes para ayudar a los demás, ese es un buen signo. Por supuesto, necesitamos un cierto nivel de bienestar material y circunstancias favorables en esta vida para ser capaces de ayudar a los demás, pero jamás debemos verlos como fines en sí mismos. Necesitamos tener una visión a largo plazo, contemplando todas las vidas que conducirán a la iluminación. A lo largo de todas ellas, necesitaremos circunstancias apropiadas si queremos ser capaces de ayudar a los demás. Nuestro objetivo debería estar entrelazado con el pensamiento de ayudar a los demás, como tener suficiente dinero para ayudar a los pobres, o tener una casa lo suficientemente grande para ofrecer lugares para quedarse a personas que lo necesiten.

Si realmente no estamos interesados en las persecuciones materiales y nuestra meta principal es alcanzar la liberación de las emociones perturbadoras, eso sin duda es un buen signo. Significa que realmente no estamos apegados a vivir en un cierto lugar o a estar con ciertas personas, porque vemos que, donde sea que estemos o con quien sea que estemos, todo es lo mismo en términos de tener ventajas y desventajas. No importa en dónde estemos o con quién estemos, porque siempre existe el peligro de quedar atrapados en el apego y la repulsión, lo cual nos impide realmente ayudar a los demás. Esto no quiere decir que no tengamos ninguna conexión con las personas o con nuestro entorno, solo significa que nuestra conexión está basada en torno a cómo poder ayudarlos, en lugar de qué podemos nosotros obtener de ellos.

De hecho, ver que nadie es especial nos permite ver que todos son especiales – nadie es mejor que nadie más. Esto nos ayuda a tener una actitud equilibrada, ecuanimidad, de tal forma que, donde sea que estemos o con quien sea que estemos, podamos poner toda nuestra energía en ayudar a esa persona. Podemos ver con algunos de los grandes lamas cómo la persona con la que están parece convertirse en su mejor amigo en ese momento; tratan a los demás con un corazón abierto y pleno y, sin embargo, nadie es especial de forma única. Este es otro signo de que las enseñanzas se están arraigando en nosotros.

Es un buen signo sentir que no tenemos nada de qué avergonzarnos frente a nuestros lamas cuando nos ven. Significa que somos sinceros y estamos relajados por dentro. En general, si nuestro estado de ánimo es bueno y no siempre tiene altibajos, ese es un muy buen signo. Esto no significa que no respondamos a los demás. Si necesitamos responder de una cierta forma emocional, por supuesto que no deberíamos quedarnos con rostro congelado y en silencio. Con respecto a esto, siempre recuerdo un incidente con mi hermana, quien siempre ha sido de mucha ayuda. Yo había estado en la India durante algunos años, regresé a los Estados Unidos y pasé un tiempo con ella. Después de un rato, su comentario fue: “Estás tan calmado que podría vomitar”. El hecho de estar solo calmados y realmente no responder, no es la forma apropiada de practicar. Es importante ser entusiastas y estar vívidamente con los demás, no solo estar como una estatua. La calma es interior.

El texto continúa:

Si puedo confiar continuamente en que mi mente solamente sea feliz;

Esta línea significa que, aun cuando nos encontremos con situaciones difíciles, en lugar de deprimirnos, podemos transformar nuestra actitud a una en la que tengamos paz y felicidad mental. Si podemos hacer esto – con nosotros como el testigo para saber si podemos o no – entonces estamos practicando correctamente.

Los tibetanos adoran los ejemplos concretos y aterrizados, así que dicen que, cuando no consigues té en la noche, en lugar de molestarte, ¡puedes estar feliz porque no tendrás que levantarte a hacer pipí a mitad de la noche! Podemos usar estos trucos para ver las cosas desde el lado positivo, en lugar de verlas desde el lado negativo. Así no estaremos tan molestos cuando las cosas no salgan a nuestro modo. Es un buen signo cuando somos capaces de hacer esto de forma simplemente natural.

Luego, el punto final de la sección es:

Y aún distraído sigo siendo capaz; entonces me he entrenado.

Un ejemplo de esto es que es fácil manejar un auto cuando estamos concentrados, pero si podemos manejar cuando estamos completamente distraídos, entonces estamos bien entrenados. De la misma forma, puede ser fácil abandonar la actitud autocentrada y pensar en los demás cuando estamos enfocados y la situación es tranquila y fácil. Ayudar a alguien a subir al tren cuando no hay multitudes y tenemos mucho tiempo es una cosa, pero ¿qué tal si el silbato empieza a sonar, el tren está a punto de irse y todavía falta mucha gente por abordar? ¿Aún estamos interesados en asegurarnos de que todos suban al tren, o solo estamos empujando a los demás para entrar nosotros? Incluso en estas situaciones distractoras, ¿nuestro interés principal aún son los demás y no nosotros? Si es así, entonces realmente hemos cambiado nuestras actitudes. Ese es el quinto punto.

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