Cognición inferencial, cognición subsecuente y cognición no determinante

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Repaso

Hemos estado hablando de las diversas formas en que conocemos las cosas. En nuestra meditación y formas de entender aspectos de nuestra vida y, especialmente, en términos de nuestras interacciones con los demás, es muy importante saber si lo que conocemos es válido o no. Válido significa nuevo, de tal forma que nos mantengamos actualizados y en el momento con el estado de ánimo cambiante de la otra persona y nuestras propias emociones cambiantes en cualquier interacción. Lo que sabemos también debe ser preciso y decisivo en términos de lo que entendemos y lo que estamos diciendo para ser de ayuda. Estos modos de conocer son muy útiles en todas estas áreas.

Para que la cognición sea válida, necesita ser nueva, precisa y decisiva; pero, aunque no sea nueva, al menos queremos la aprehensión correcta de un objeto, es decir, una cognición decisiva y precisa. Cuando aprehendemos algo, puede ser explícitamente, como cuando aparece algo que conocemos, y también puede haber algo implícito que entendemos sobre ello. Por ejemplo, aprehendemos de forma precisa y decisiva que esta persona es María y no Susana. No-Susana no aparece, pero lo aprehendemos de forma precisa y decisiva. Otro ejemplo es que algo es útil y no dañino. Podemos conocer que es útil, pero implícitamente queremos estar seguros de que tampoco es dañino.

También vimos que podemos tener modos válidos de conocer y aprehensiones, ya sea conceptualmente o no conceptualmente. Conceptualmente significa a través de alguna categoría, como una caja mental en la que encajamos todo lo que conocemos. En cierto sentido, lo sobreponemos al objeto. Estas pueden ser categorías de audio que tienen que ver con los sonidos de las palabras y cómo entendemos el lenguaje; o pueden ser categorías de objetos de lo que algo es. Estas son todas manzanas o todas personas, o esta es la misma persona que vimos ayer o alguien más. También hay categorías de significado, que se refieren al significado de la palabra "manzana". El término que se utiliza para categoría de significado y categoría de objeto es la misma palabra y tiene ambas connotaciones. La cognición no conceptual no se hace con la intermediación de una categoría.

También vimos que la actividad mental tiene que ver con la actividad del surgimiento de un holograma mental y, describiendo esa actividad desde otro punto de vista, un involucramiento cognitivo. Solo que eso está sucediendo en el sentido de que no hay un "yo" separado que observe o controle esta actividad mental. Y no hay una mente separada que se pueda encontrar, una cosa concreta que realmente esté produciendo la actividad.

Como una imputación sobre todo el continuo de actividad mental momento a momento, está el “yo”. Esa persona, “yo”, es una parte objetiva del continuo. Estoy conociendo cosas diferentes en cada momento, no alguien más ni nadie. Pero ese “yo” es meramente una imputación sobre el continuo de toda la colección o entramado de agregados, todos interactuando entre sí y conformando cada momento de nuestra experiencia. En cada momento, cada elemento del grupo o entramado de factores y objetos que componen cada momento de la experiencia, está cambiando a un ritmo diferente. En cierto sentido, el "yo" o la persona es una síntesis de todos estos factores agregados siempre cambiantes.

También analizamos la cognición desnuda, el primero de los siete modos de conocer. La cognición desnuda es una cognición nueva, no fraudulenta, libre de engaños y causas para el engaño. Existe la cognición desnuda sensorial, la cognición desnuda mental, la cognición desnuda del darse cuenta reflexivo, como el dispositivo de registro afirmado por el Sautrántika, y la cognición desnuda yóguica, es decir, con un par unido de shámata y vipáshyana. Los cuatro tipos de cognición desnuda son no conceptuales. Esta es una revisión de lo que hemos cubierto hasta ahora.

Tres fases de la cognición desnuda

Antes de que discutamos los siguientes tres modos de conocer, necesitamos completar algunos detalles más sobre la cognición desnuda. Cuando vemos o escuchamos algo, nuestra cognición desnuda sensorial pasa por tres fases.

  • Existe la fase de cognición desnuda válida cuando existe el diminuto momento inicial de cognición desnuda que es nuevo.
  • Después de eso, verlo se convierte en cognición desnuda subsecuente: ya no es nuevo, pero aún aprehendemos el objeto.
  • La secuencia termina con un pequeño momento de cognición desnuda no determinante. Es entonces cuando ya no somos decisivos sobre el objeto, porque nuestra cognición sensorial está a punto de cambiar a la cognición mental.

Esta secuencia es seguida por un pequeño momento de cognición desnuda mental, que es necesaria para que nuestra cognición de un objeto haga la transición de la esfera sensorial a la mental. Esa cognición desnuda mental tampoco es determinante, porque dura solo un minúsculo microsegundo, que no es tiempo suficiente para establecer la decisión. Después de eso, nuestra cognición del objeto se convierte en cognición mental conceptual.

Examinemos esta secuencia con más detalle. Cuando vemos algo, no es solo una nada o solo formas de colores. Es un objeto válidamente conocible que se extiende a otros sentidos como el olfato, la sensación física, etc. Además, no dura solo un momento; también se extiende en el tiempo. El objeto es una “síntesis de colección” de todos estos diferentes tipos de información sensorial que se extienden a lo largo del tiempo. El objeto es también objetivamente un cierto tipo de objeto. Objetivamente, es lo que correctamente se puede llamar una “flor”. No es un perro ni una puerta. Es lo que llamamos un “objeto de sentido común”.

Pero, cuando lo vemos, no sabemos que es una flor o cómo se llama. Sin embargo, estamos percibiendo objetivamente una flor y esa cognición es correcta, decisiva y precisa. No estamos viendo algo borroso. Al momento siguiente, sin embargo, nuestra cognición de ella no es nueva. Se ha convertido en una breve secuencia de momentos de cognición subsecuente. Entonces, cuando queremos ser capaces de identificarlo y encajarlo en una caja mental de lo que es y aplicarle un nombre, "flor", experimentamos -después de esta cognición subsecuente- un pequeño momento de cognición desnuda no determinante, aún sensorial, seguido de un pequeño momento de cognición desnuda mental en el que cambia el tipo de conciencia involucrada con el objeto. Luego sigue la cognición mental conceptual de la flor en la que el siguiente momento del holograma mental que surgió cuando vimos la flor ahora sirve como el holograma mental que representa la categoría. La categoría es la categoría de objeto “flor”.

También podemos agregar a nuestra cognición conceptual una categoría de audio del sonido de la palabra “flor” que designamos a esa categoría y representar ese sonido con el llamado sonido mental de la palabra, pero esto es opcional. No necesitamos decir “flor” en nuestra mente cuando vemos una y la conocemos conceptualmente como una flor. Sería realmente horrible si en cada momento tuviéramos que decir en nuestra mente los nombres de todo lo que percibimos. Eso sería horrible. A veces, sin embargo, hacemos eso cuando leemos. Vocalizamos los sonidos de las palabras en nuestra mente cuando encajamos las formas de colores que vemos en el papel o la pantalla en las categorías de palabras y sus significados. Sin embargo, cuando leemos rápido, no lo hacemos, lo cual indica que podemos saber qué significan las palabras que leemos sin tener que vocalizarlas mentalmente.

Esta es la secuencia. Según la explicación Sautrántika, el darse cuenta reflexivo acompaña cada momento de eso. La cognición del darse cuente reflexivo siempre va a ser no conceptual. Puede ser una cognición de darse cuenta reflexivo subsecuente o una cognición de darse cuenta reflexivo no determinante, según el tipo de cognición que acompañe. El darse cuenta reflexivo también acompaña a nuestra cognición mental; pero, incluso cuando acompaña a la cognición mental conceptual, sigue siendo no conceptual. Simplemente registra lo que está pasando. Esta es la secuencia que sucede y obviamente sería muy difícil de identificar en nuestra propia experiencia a menos que realmente disminuyamos la velocidad.

De acuerdo con la explicación Prasánguika, las categorías parecen ser verdaderamente existentes y, por lo tanto, los objetos que encajamos conceptualmente en categorías parecen estar verdaderamente establecidos como si encajaran en estas categorías. "Esto verdaderamente es una flor". Esto es, por supuesto, una apariencia falsa, porque el universo y todo lo que hay en él no existe verdaderamente establecido en cajas como se describe en las entradas de un diccionario. Sin embargo, una vez que hemos identificado algún objeto que conocemos al acomodarlo conceptualmente en una categoría, nuestro aferramiento a que esté verdaderamente establecido como existente en esa caja y las emociones perturbadoras que surgen basadas en ese aferramiento, se trasladan a cualquier cognición desnuda del objeto que tengamos posteriormente. Podemos ver esta silla, por ejemplo, con apego a que está verdaderamente establecida como nuestra y sin darnos cuenta de que esto es falso. Pero esa ignorancia y apego han surgido a causa de la cognición conceptual.

Es por eso que la cognición conceptual se considera un verdadero alborotador. Sin embargo, es un alborotador útil porque sin él no entenderíamos el lenguaje. Solo alguien como un buda sería capaz de entender el lenguaje sin tener que encajar los sonidos en categorías.

La cognición desnuda yóguica, según el Sautrántika, también tiene esta secuencia de momentos nuevos y subsecuentes, pero nunca es no determinante. Incluso el último momento de ella será una aprehensión de su objeto. La cognición desnuda yóguica solo la experimentan los aryas, aquellos que tienen una cognición no conceptual básicamente de las cuatro verdades nobles. Cuando se enfocan en la falta de un “yo” imposible, es una falta de un “yo” imposible que experimente las cuatro verdades nobles. ¿Quién está experimentando sufrimiento? ¿Quién está experimentando las emociones perturbadoras? ¿Quién va a experimentar la verdadera detención de ellos y quién va a experimentar la comprensión que se deshace de estas verdaderas causas y demás? Solo cuando entremos en el Mahayana también nos enfocaremos en la vacuidad del continuo mental en el que ocurre todo eso, y que es el lugar del "yo" que experimenta las cuatro verdades nobles. Nuestro continuo mental, o mente, entonces, es el foco de las refutaciones que queremos hacer de la existencia verdaderamente establecida para alcanzar la iluminación.

Cognición inferencial

Pero basta de distraernos de nuestro tema. El segundo de los dos modos válidos de conocer es la cognición inferencial, la cual siempre es conceptual. La definición de cognición inferencial es una cognición conceptual válida de un objeto o hecho oscuro o extremadamente oscuro, a través de apoyarse en una línea correcta de razonamiento como su base.

Necesitamos completar, aquí, que los objetos válidamente conocibles se pueden dividir en objetos que son:

  • Obvios (mngon-‘gyur)
  • Oscuros (lkog-‘gyur)
  • Extremadamente oscuros (shin-tu lkog-‘gyur).

En la cognición desnuda sensorial, la entidad objetiva que es el objeto que aparece es un objeto obvio. De hecho, podemos verlo. Pongamos un ejemplo: la sensación física de sentirse enfermo. Podemos saberlo de manera no conceptual a través de la cognición desnuda sensorial al apoyarnos solo en nuestros sensores cognitivos sensoriales. Sabemos que nos sentimos terriblemente con la conciencia corporal. Podemos mirarnos en el espejo y ver que estamos pálidos y demás. Necesitamos ser capaces de diferenciar entre estar realmente enfermos y simplemente ser hipocondríacos e imaginar que estamos enfermos. En este ejemplo, es algo obvio. Nos sentimos terriblemente. Ese es un objeto obvio.

Un objeto oscuro sería la enfermedad que tenemos. ¿Qué nos hace sentir terriblemente? Eso es oscuro porque en realidad no podemos verlo. Solo podemos saber tales cosas confiando en una línea de razonamiento válida, como cuando un médico diagnostica una enfermedad que tenemos, con base en la información obtenida de un examen exhaustivo y datos suficientes de otros pacientes. Si hay tal o cual síntoma, es tal o cual enfermedad. Por supuesto, no todos los diagnósticos son correctos, pero los diagnósticos se hacen sobre la base de la inferencia. La enfermedad que tenemos es un objeto oscuro.

Una entidad u objeto extremadamente oscuro sería como el nombre de la persona que encontró la cura para la enfermedad que tenemos. Solo podemos saberlo confiando en una fuente válida de información. Eso no es algo que podamos razonar mediante una línea de razonamiento. Es extremadamente oscuro. Por supuesto, esa fuente de información tiene que ser autorizada y necesitamos una línea de razonamiento válida para inferir eso. ¿Es Wikipedia, por ejemplo, una fuente de información válida para el nombre de esta persona? No podemos estar muy seguros de que podamos confiar en esa página como fuente, porque cualquier persona puede subir información a Wikipedia. En realidad, hay mucha información en Internet en la que realmente no podemos confiar.

Este es un ejemplo muy útil, en realidad, porque a menudo pensamos que, si algo está escrito en un libro, debe ser correcto. Cualquiera que haya escrito un libro y lo haya publicado sabe que esto es absolutamente falso. Cualquier cosa se puede publicar y podemos poner cualquier cosa en Internet. Incluso en Wikipedia, cuando hay edición por parte de los llamados expertos, ¿cómo tienen expertos en absolutamente todo para verificar todo? Eso también es problemático.

En el caso del Buda, inferimos que es una fuente válida de información basándonos en el siguiente razonamiento. Si lo que el Buda explicó sobre fenómenos oscuros como la vacuidad puede ser corroborado por la lógica y la experiencia, y si el único motivo de su logro de la iluminación fue la compasión para beneficiar a los demás, entonces lo que dijo sobre fenómenos extremadamente oscuros como el karma también es confiable. Es confiable porque no hay ninguna razón por la que mienta o lo invente para engañarnos.

Tres tipos de cognición inferencial válida

Inferencia basada en la fuerza de la realidad de los fenómenos, o lógica deductiva

Hay tres tipos de cognición inferencial válida. El primer tipo es la inferencia basada en la fuerza de la realidad de los fenómenos, o lógica deductiva. Esto es como la inferencia involucrada en el diagnóstico de una enfermedad. Tenemos la evidencia de los datos, que conocemos a través de la cognición desnuda cuando examinamos a un paciente, y luego, si usamos una lógica impecable, podemos deducir qué enfermedad es.

En el sistema de educación monástica tibetana, después de estudiar los modos de conocer, lorig (blo-rig), los estudiantes estudian tagrig (rtags-rigs), modos de razonamiento lógico. Aprenden a diferenciar entre líneas de razonamiento correctas que prueban algo y líneas de razonamiento incorrectas o no determinantes que no dan ninguna certeza a ninguna conclusión extraída con base en ellas. Necesitamos confiar en una lógica impecable para llegar a una conclusión correcta sobre algo oscuro.

Por ejemplo, supongamos que nuestro vecino está haciendo mucho ruido y nos molestamos e impacientamos, porque no es obvio que el sonido sea transitorio. Al haber tenido vecinos muy ruidosos, puedo apreciar este ejemplo. Nos molestamos porque el ruido es muy fuerte y nos impide conciliar el sueño. ¿Cómo podemos justificar ser pacientes con eso, cuando no es obvio que terminará? Parece que va a continuar toda la noche, y tal vez así sea. Necesitamos confiar en la fuerza de la evidencia de otros ejemplos. Podemos probarnos a nosotros mismos que este ruido pasará, simplemente porque está hecho por el hombre y surge de causas y condiciones. Para ello, nos apoyamos en la siguiente línea de razonamiento:

  • Este ruido fue hecho por un ser humano.
  • Todo lo hecho por el hombre ha pasado, como los hechos históricos. En esta forma de lógica, siempre tenemos que dar un ejemplo.
  • Nada que dure para siempre, como nuestro continuo mental, ha sido creado por el hombre.
  • Por lo tanto, podemos estar seguros de que este ruido también pasará, porque fue hecho por el hombre.

En otras palabras:

  • Todo lo hecho por el hombre pasará.
  • Este ruido es hecho por el hombre.
  • Nada que dure para siempre fue hecho por el hombre. No hay una posible excepción a la regla.
  • Por lo tanto, esto también pasará porque fue hecho por humanos. En algún momento se cansarán y se detendrán. En algún momento, tienen que irse a dormir, porque son humanos.

Razonar lógicamente así nos ayuda a ser capaces de controlar nuestra ira. Esta es una inferencia basada en la fuerza de la evidencia, apoyándose en la línea de razonamiento de tres puntos que usamos en la lógica budista:

  • Este ruido es hecho por el hombre.
  • Todo lo hecho por el hombre ha pasado.
  • Nada que dure para siempre está hecho por el hombre.

Con estos tres puntos concluimos que este ruido también pasará.

Inferencia basada en lo que es bien conocido

Luego está la inferencia a través de la fuerza de lo que es bien conocido. A través de esto, entendemos el lenguaje, por ejemplo. Escuchamos algunos sonidos emitidos por la boca de un cuerpo que vemos frente a nosotros o algunos sonidos emitidos por un dispositivo digital como un teléfono celular. La persona que hace los sonidos es una imputación sobre estos sonidos y así escuchamos a alguien haciendo sonidos.

Por otro lado, es bastante interesante: ¿cómo sabemos que es una persona hablando cuando escuchamos sonidos provenientes de un rectángulo negro que tenemos cerca de la oreja? Solo estamos escuchando vibraciones y ¿quién sabe qué hay dentro del rectángulo haciendo un sonido? Solo se basa en evidencia previa que inferimos que es una persona que habla, e inferimos correctamente quién es.

En cualquier caso, ¿cómo encajamos correctamente estos sonidos en las categorías de audio precisas de las palabras que son y en las categorías de significado precisas de lo que significan? Tales cosas son oscuras, por lo que debemos confiar en la inferencia basada en el renombre. Aquí está la línea de razonamiento:

  • Lo que escuché es tal y tal sonido.
  • Es bien sabido que los sonidos así encajan en tal y tal categoría de audio de tal y tal palabra y en la categoría de significado de tal y tal significado.
  • No hay sonidos como ese que no encajen en esas categorías. Esto es complicado, porque puede haber sonidos que son los sonidos de diferentes palabras en diferentes idiomas, pero que son todos el mismo sonido. E incluso en un idioma hay homónimos: dos o más palabras que se pronuncian igual. Entonces, tendríamos que especificar que no hay sonidos como ese en este idioma y este contexto que no encajen en esas categorías. Y, por supuesto, primero tendríamos que inferir correctamente de qué idioma son estas palabras y cuál es el contexto. ¡Entender el lenguaje es realmente complejo! Sin embargo, con base en esa línea de razonamiento basada en el renombre, podemos concluir:
  • El sonido que escuché es el sonido de tal y tal palabra y tiene tal y tal significado.

Hacemos lo mismo con el lenguaje escrito. Después de todo, lo que vemos en una hoja de papel, un monitor o una pantalla son solo líneas rectas y curvas. No tienen un significado autoestablecido, inherentemente desde su propio lado, como diríamos en el Prasánguika. Sin embargo, no importa en qué fuente o tamaño esté escrito, de qué color de tinta, o de quién sea la letra, inferimos a través del renombre que estas líneas son esta y aquella palabra y tienen este y aquel significado.

Otro maravilloso ejemplo es el papel moneda. ¿Qué demonios es eso? Objetivamente, un billete de banco es simplemente una hoja de papel multicolor con formas multicolores y líneas rectas y curvas. Eso es todo lo que es, ¿no es cierto? Sin embargo, basados en el renombre, lo que significa basados en la convención, inferimos que es dinero y tiene un significado y un valor. El hecho de que sea dinero es oscuro, no obvio, ¿cierto? Un bebé no sabe eso. Un perro no sabe eso.

Otro ejemplo es cuando escuchamos “uno más uno”, inferimos por renombre que esto significa dos. Eso es inferencia, ¿no es cierto? No es obvio que uno más uno signifique dos; no lo sabríamos solo por el sonido de las palabras. Además, cuando escuchamos “el mejor amigo del hombre”, inferimos por renombre que significa perro. Esa es una inferencia; ciertamente no es obvio a partir de las palabras "el mejor amigo del hombre". Todos estos son ejemplos de inferencias basadas en el renombre.

Inferencia basada en la convicción

Luego tenemos la inferencia basada en la convicción. Así es como conocemos algo sumamente oscuro como nuestro cumpleaños, el clásico ejemplo que se da. Para saber la fecha en la que nacimos necesitamos apoyarnos en una fuente de información válida como es nuestra madre. Entonces podemos inferir por la línea de razonamiento:

  • Mi madre es una fuente válida de información sobre mi cumpleaños porque estuvo presente cuando nací.
  • A menos que estuviera inconsciente o no tenga buenos recuerdos de ello, la fecha de mi cumpleaños que me dice es correcta.

La madre sentada en la parte de atrás de la habitación aquí con un bebé asiente con la cabeza. Definitivamente recuerda el día en que nació su bebé. Si cuando tu bebé crezca te pregunta, obtendrá una respuesta correcta; pero, si ella me pregunta, no tengo ni idea. No soy una fuente válida de información sobre cuándo nació su hija. Pero, ¿cómo es que esta madre conoce este hecho tan oscuro? Es porque ella estaba allí cuando nació su bebé.

Esos son los tres tipos de cognición inferencial. De nuevo:

  • El primero se basa en la fuerza de la realidad de los fenómenos, como el diagnóstico de una enfermedad.
  • Luego está la inferencia que se apoya en una línea de razonamiento basada en lo que es bien conocido, como saber que ciertos sonidos son los sonidos de ciertas palabras y tienen ciertos significados.
  • Por último, la inferencia basada en la convicción de algo extremadamente oscuro, como cuando confiamos en la convicción de que nuestra madre es una fuente válida de información sobre cuándo es nuestro cumpleaños.

Por favor revisen eso en su mente. Estos son los tres tipos de cognición inferencial válida: cognición conceptual que se basa en una línea de razonamiento válida y es precisa, decisiva y nueva. Es útil encontrar ejemplos en su propia vida para darse cuenta de que usamos la inferencia todo el tiempo. ¿Lo que inferimos es siempre exacto? ¿Es siempre decisivo? Piénsenlo.

El ejemplo que me viene a la mente es cuando llamamos a alguien a su celular y no contesta, nos pasa al contestador automático. ¿Qué podemos inferir de eso? Podemos inferir que la persona no tiene su teléfono con ella o que su teléfono está apagado, o que no quería contestarlo. La persona pudo haber dejado su teléfono en casa, o no querer contestar porque estaba ocupada o simplemente no quería, o se quedó sin batería. En esta situación, cualquier conclusión que saquemos a través de la inferencia basada en la evidencia de que no respondió, es no decisiva. Podríamos concluir que no responde porque está siendo mala, desagradable y no nos ama, pero en realidad no lo sabemos. Fácilmente podría ser que se olvidó de llevarlo con ella, o se agotó la batería, o por alguna otra razón. Cuando entendemos que la línea de razonamiento que estamos usando –cualquiera que no conteste su teléfono lo hace porque no ama a la persona que llama– no prueba la conclusión de que nuestro amigo no nos ama. Nuestra inferencia no era válida.

Otros ejemplos son conocer a un monje tibetano y asumir que, si es un monje tibetano, debe ser una fuente válida de información sobre el budismo y un ejemplo válido de las enseñanzas budistas. Al pensar así, a menudo nos decepcionamos. También puede funcionar a la inversa. Nos encontramos con un monje que es un mal ejemplo del budismo y concluimos que el budismo no es bueno y que todos los monjes son malos ejemplos. Otro ejemplo es cuando vamos a una clase de yoga y hay un indio enseñándola. Podríamos inferir falsamente que lo que enseña debe ser auténtico y debe ser un maestro consumado porque es indio.

Cognición subsecuente

El siguiente modo de conocer, la cognición subsecuente, es un darse cuenta no válido que aprehende lo que ya ha sido aprehendido. En otras palabras, es preciso y decisivo, pero no es una forma válida de conocer porque no es nueva. Eso significa que depende de la cognición inmediatamente precedente del mismo objeto como su condición inmediata. La cognición subsecuente no es nueva porque no establece su frescura o aprehensión por su propio poder. Tiene que apoyarse en el poder del momento previo de cognición para hacer eso. No es como el momento nuevo de “¡wow, esa es María!” que, por su propio poder, se establece a sí mismo y su aprehensión de María.

El Prasánguika, por supuesto, refutará que cualquier cosa puede establecerse a sí misma por su propio poder. Pero, aquí el Sautrántika dice que la cognición desnuda válida se establece a sí misma y a su capacidad para aprehender su objeto por su propio poder. Entonces, el momento siguiente, la cognición subsecuente, no hace esto por su propio poder. Tiene que apoyarse en el poder de la cognición desnuda válida en el momento anterior para obtener su precisión y decisión.

Tres tipos de cognición subsecuente

Hay tres tipos de cognición subsecuente que surgen en el flujo de continuidad de aprehensión de un objeto involucrado. Tenemos los cuatro tipos de cognición desnuda válida: sensorial, mental, reflexiva y yóguica. Cada uno de ellos tiene un primer momento válido y luego cada uno de ellos es seguido por una secuencia de cognición subsecuente. Entonces, el primer tipo de cognición subsecuente es la cognición desnuda subsecuente y siempre es no conceptual.

El segundo tipo es la cognición inferencial subsecuente. Con una cognición inferencial válida, llegamos a una conclusión sobre la base de una nueva línea de razonamiento. Los siguientes momentos de cognición de esta conclusión se basan en los momentos previos de cognición inferencial válida para su comprensión. No se apoyan directamente en la línea de razonamiento. Son cogniciones subsecuentes y ya no son nuevas. Al igual que la cognición inferencial válida, la cognición inferencial subsecuente también es conceptual.

El tercer tipo, la cognición subsecuente que no es ninguna de estas dos, es, por ejemplo, la cognición conceptual de recordar algo correctamente que fue válidamente conocido antes. Cuando recordamos algo que aprendimos, nuestra cognición se basa en la primera vez que lo aprendimos. Incluso el primer momento de recordar algo no es nuevo y, por lo tanto, no es válido, incluso si es preciso y decisivo. Algunos ejemplos son recordar el nombre de alguien o recordar haber conocido a alguien antes, así como recordar que uno más uno es igual a dos.

Análisis de no recordar el nombre de alguien

La memoria es un tema fascinante, especialmente a medida que envejecemos. No podemos recordar los nombres de las personas muy fácilmente o, incluso si los recordamos, no podemos recordarlos instantáneamente. Analicémoslo. ¿Cómo los recordamos realmente cuando el poder de nuestra memoria no es muy fuerte o rápido? ¿Cómo analizaríamos eso? ¿Cómo es que después de conocer a alguien y aprender su nombre, en ciertos momentos podemos recordarlo y en otros no? Según lo que hemos aprendido hasta ahora, ¿cómo analizaríamos eso? ¿Por qué no podemos recordar su nombre? ¿Cuál es la falla en nuestra cognición?
En primer lugar, ¿cómo reconoceríamos que es la misma persona que conocimos antes?

Los metemos en una caja mental.

Correcto; los reconocemos conceptualmente como acomodados en una caja mental específica. Pero, ¿cómo sabemos en qué caja acomodarlos?

Es por cómo se ven.

Entonces, es por inferencia basada en la evidencia. Si la persona se ve así, encaja en esta caja mental. Esa es una línea de razonamiento; pero para que sea válido para nosotros, tenemos que haber visto a la persona antes. ¿La caja tiene un nombre asociado? Si es la caja mental de una persona, entonces tendría que tener un nombre asociado; pero esa es otra inferencia. Si la persona encaja en esta caja y si esta caja tiene este nombre asociado con ella, entonces esta persona tiene este nombre. Dejemos de lado el ejemplo de los gemelos idénticos que se ven exactamente iguales. En cualquier caso, para conocer ese nombre, tendríamos que haberlo aprendido antes.

Entonces, al haber visto a la persona antes y luego volverla a ver, para encajar ambas en la misma caja mental con un nombre asociado, ambas deben tener la misma característica distintiva que podamos reconocer. Eso es muy difícil. Por ejemplo, fui a mi cuadragésima reunión de la escuela secundaria y vi a muchos de mis compañeros de clase que conocí hace cuarenta años. Pero ahora, cuarenta años después, no podía reconocer a la mayoría de ellos. No se parecían en nada a las personas que eran cuando eran adolescentes.

Es fascinante: cuando conocemos a alguien y han pasado cuarenta años de cuando vimos a esa persona por última vez, ahora la vemos como una persona mayor. Es muy raro, créanme. No podemos relacionarnos con ella como una persona mayor. Aunque nos diga quién es, seguimos pensando en ella con todas las características de una adolescente. “¿Cómo puede ser mi amiga adolescente esta anciana, una abuela que me muestra fotos de sus nietos?”; es algo difícil de procesar.

En cualquier caso, algo tiene que distinguir a esta anciana, para que podamos inferir quién es y ponerla en la misma caja mental que nuestra amiga adolescente de hace cuarenta años. Entonces necesitamos tener una inferencia adicional de que, si ella encaja en esa caja mental, tiene tal o cual nombre. Si no hay forma de recordar eso, como la tarjeta de identificación que lleva puesta en la blusa, tenemos que usar otro recurso. El recurso que uso personalmente es el alfabeto. Al repasar el alfabeto en mi cabeza, muy a menudo encuentro que, si llego a "M", por ejemplo, y su nombre en realidad comienza con "M", eso me suena familiar. Activa la inferencia de que su nombre comienza con una "M". Así que primero encajo su nombre en la caja mental de nombres que comienzan con "M". Luego reviso los nombres de mujer más comunes que comienzan con “M” y cuando llego a María, me parece correcto. Recuerdo que su nombre es María. Pero, por supuesto, podría estar equivocado. Para estar seguro, tendría que intentar llamarla María y, si no me corrige, puedo inferir que mi inferencia fue correcta.

Además, también podría ser que no podamos recordar el nombre de alguien porque teníamos una cognición desatenta cuando lo aprendimos y eso fue acompañado por un darse cuenta reflexivo desatento. Simplemente no prestamos atención cuando la persona nos dijo su nombre antes. Prestar atención se ve afectado por si estábamos realmente interesados. Por ejemplo, vamos a una conferencia y todos los que se presentan nos dan su tarjeta. ¿Realmente nos importaba cuáles eran todos sus nombres? No estábamos interesados en recordar sus nombres, así que tiramos las tarjetas y no las recordamos más tarde. Nuestro darse cuenta reflexivo estaba desatento y, por lo tanto, nuestra memoria es débil. Todos estos factores están presentes en el análisis.

Cuando las personas tienen que memorizar una lista larga, a veces hacen algún tipo de representación pictórica de los elementos que contiene o usan algún otro recurso mnemotécnico, como una historia que contiene todos los elementos, o inventan una palabra a partir de la primera letra de los elementos de la lista. Si podemos llegar a eso inteligentemente, entonces actúa como un recurso para ayudarnos a recordar. Todo eso es inferencia.

Pero debo mencionar, ya que yo mismo lo experimento, que cuando envejecemos y nuestra memoria a corto plazo se vuelve pobre, el principal problema es nuestra falta de atención a las pequeñas cosas que no consideramos importantes y que no nos importan. Entonces, no importa cuánto tratemos de recordar lo que dijo alguien con quien estuvimos ayer, no podemos recordar. Además, cuando te haces mayor, a menudo te lleva más tiempo recordar una palabra o un nombre, aunque sabes que lo sabes. No frustrarse por eso requiere mucha paciencia. El poder de tus sensores cognitivos se debilita cuando llegas a la vejez. En muchos casos, un rato después lo recuerdas.

¿Qué pasa si recordamos mal? Estamos seguros, por ejemplo, que el nombre de María es Ana.

En ese ejemplo, la encajamos en la caja mental equivocada. Podemos recordar que es la misma persona que la mujer que conocimos antes, pero inferimos incorrectamente que si encaja en esta caja mental, tiene este nombre y es el nombre equivocado. Podemos ser muy decididos sobre algo totalmente incorrecto y ser muy tercos insistiendo en que estamos en lo correcto. ¿Cómo sabemos que es correcto o incorrecto? Tenemos que preguntarle a ella o a alguien que la conozca y sea una fuente válida de información de cuál es su nombre. Necesitamos basar nuestra inferencia de cuál es su nombre en más evidencia.

Basar nuestras inferencias en la mayor cantidad de evidencia posible es realmente muy importante en nuestra vida diaria, especialmente en nuestras interacciones con los demás. Cuando estamos hablando con alguien, debemos tomar en consideración tantos factores como sea posible y no sacar conclusiones apresuradas basadas en una sola evidencia o evidencia insuficiente. Por ejemplo, una persona puede hablarnos con un tono de voz muy agresivo. Con base en esa evidencia, inferimos que está enojada. Pero tal vez esta es solo su forma natural de hablar o tal vez tomó demasiado café justo antes de nuestro encuentro. Nuestra inferencia de que está enojada podría ser completamente incorrecta.

Necesitamos obtener más información, más evidencia, para que podamos hacer la inferencia correcta basándonos en ella. Si hacemos eso, podemos evitar responder inmediatamente de una forma que no sea apropiada para la situación. Cuanta más información podamos obtener, más capaces seremos de interpretar lo que dicen y cómo se comportan, y no solo basar nuestra respuesta en las palabras que dicen o en su tono de voz. Por eso es tan importante la sensibilidad al lenguaje corporal y al aspecto de una persona cuando está enferma o cansada. A cuanta más información seamos sensibles, más apropiada será nuestra respuesta. Cuando estamos hablando con alguien, podemos realmente ver cómo se ve si le prestamos atención. Podemos inferir de la evidencia de lo que vemos que la persona está cansada. Pero es posible que no prestemos atención a cómo se ve y eso podría deberse a que ni siquiera estamos interesados. Todos estos factores, como la atención y el interés, deben ajustarse en nuestras interacciones.

Cognición no determinante

El cuarto de los siete modos de conocer es la cognición no determinante, un modo de conocer en el que, cuando una entidad objetiva aparece claramente ante uno de los tipos de conciencia primaria, el objeto involucrado no se determina. Esto significa que no hay decisión acerca de nuestra cognición del objeto. Debido a que el objeto involucrado debe ser una entidad objetiva, la cognición no determinante ocurre solo con la cognición no conceptual.

Los ejemplos más comunes ocurren cuando están involucradas dos facultades cognitivas. Una puede ser una aprehensión precisa y decisiva de su objeto involucrado, mientras que la otra es no determinante sobre su objeto involucrado. Por ejemplo, estamos viendo nuestros teléfonos celulares y estamos tan concentrados en lo que vemos que no escuchamos lo que alguien nos habla. En realidad, en este caso, tenemos cognición desnuda de audio no determinante de los sonidos de su voz. Los sonidos son entidades objetivas; aparecen claramente ante nuestra conciencia de audio y, por lo tanto, son sus objetos involucrados. Pero nuestro oído carece de decisión alguna acerca de estos objetos involucrados.

La cognición no determinante, sin embargo, no incluye conocer dos elementos diferentes en el mismo campo cognitivo, uno de forma decisiva y el otro de forma no decisiva. Una cognición individual solo puede ser decisiva o no decisiva. Dentro de un campo cognitivo, la vista, por ejemplo, cuando estamos prestando atención a un elemento en él, como los avisos que vemos en nuestro teléfono celular mientras cruzamos la calle, la visión de un automóvil que se acerca también es parte de nuestro campo sensorial visual. Es una entidad objetiva, pero no el objeto involucrado de nuestra cognición visual y, por lo tanto, no aparece claramente ante nuestra conciencia visual. No todo lo que aparece en un campo sensorial es un objeto involucrado de la cognición sensorial de ese campo. No darse cuenta de que viene el automóvil, entonces, no es un ejemplo de cognición no determinante. Es simplemente una cuestión de lo que tomamos como nuestro objeto involucrado en un campo sensorial específico y al que prestamos atención.

Además, recordemos, la cognición no determinante es exclusivamente no conceptual. Consideren el ejemplo de leer las palabras de una recitación tántrica y no hacer sonar las palabras en nuestra cabeza. Vemos lo visible de las palabras en la página con una cognición desnuda visual válida, pero en realidad estamos pensando conceptualmente en algo completamente diferente de sus significados. No estamos encajando las palabras en ninguna categoría de significado, por lo que tener nuestros ojos de un lado a otro sobre las palabras en la página no tiene mucho efecto. Este no es un ejemplo de cognición mental no determinante porque, en este caso, nuestra cognición mental de divagación mental es conceptual. Lo que aparece en la cognición conceptual, una representación mental del sonido de las palabras de nuestra divagación mental, no aparece con claridad porque las conocemos a través de categorías. Lo que experimentamos es meramente un ejemplo de divagación mental.

Tres tipos de cognición no determinante

Cognición desnuda sensorial no determinante

Hay tres tipos de cognición no determinante. El primero es la cognición desnuda sensorial no determinante. Una variedad de esto siempre ocurre al final de una secuencia de cognición desnuda sensorial de algo. Estamos viendo algo y el primer momento es válido; es nuevo. A esto le sigue una fase de cognición desnuda sensorial subsecuente, que sigue siendo decisiva, pero luego de cognición desnuda sensorial indeterminada en la que no somos decisivos en absoluto acerca del objeto involucrado. El objeto involucrado aún aparece claramente, pero no hay decisión al respecto porque la cognición sensorial está a punto de cambiar a la cognición mental.

La otra variedad de cognición desnuda sensorial no determinante es la que acabamos de discutir. Si bien tenemos una cognición desnuda visual de algo que aparece claramente como nuestro objeto involucrado, nuestra cognición desnuda auditiva puede no ser determinante sobre los sonidos que aparecen claramente como sus objetos involucrados.

Cognición desnuda mental no determinante

Luego está la cognición desnuda mental no determinante, que ocurre, por ejemplo, al final de una secuencia de cognición desnuda extrasensorial de la mente de alguien y la cognición subsecuente extrasensorial de la misma.

El diminuto momento de cognición desnuda mental que ocurre después de un diminuto momento de cognición desnuda sensorial no determinante de un objeto justo antes de la cognición mental conceptual del mismo, tampoco es determinante.

Cognición desnuda no determinante de darse cuenta reflexivo

La cognición desnuda no determinante del darse cuenta reflexivo es el momento más pequeño del darse cuenta reflexivo que acompaña a una cognición desnuda sensorial o mental. El darse cuenta reflexivo no puede registrar instantáneamente lo que sucede con los componentes cognitivos de la cognición a la que acompaña.

En la mayoría de los casos, cada momento de cognición desnuda por darse cuenta reflexivo es no determinante, pero una secuencia de ellos será lo suficientemente decisivo para recordar. Es interesante cuando hay publicidad subliminal, por ejemplo, “bebe Coca Cola” aparece solo un instante en la pantalla de cine. ¿Es el tiempo suficiente para que recordemos haberlo visto? Si es demasiado corto, no podemos recordar; nuestro darse cuenta reflexivo no registra la cognición porque es indeterminada. No tuvo tiempo suficiente para ser decisivo sobre su objeto. No sé científicamente si eso es preciso o no. Pero, de todos modos, esta es la discusión budista de la publicidad subliminal.

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