En el Ejercicio 2, nos apoyamos en una línea de razonamiento para generar uno de los ingredientes de la sensibilidad equilibrada. En el Ejercicio 3, imaginamos que nuestra actividad mental contenía todas las cualidades necesarias. En el Ejercicio 4, entramos al nivel base de algunas de estas cualidades, a través de recuerdos de haber experimentado un cierto grado de cada una. Ahora estamos listos para trabajar con otra fuente de los elementos de una sensibilidad equilibrada.
Los Ejercicios 7 y 8 nos han dado los antecedentes. El primero nos acostumbró a las características generales de la actividad mental, mientras que el segundo nos familiarizó con las cualidades de su naturaleza de luz clara. Para obtener los ingredientes de una sensibilidad equilibrada, ahora podemos aprovechar los talentos naturales de nuestra mente y nuestro corazón.
Talentos de la luz clara
De acuerdo con la explicación del vacío de otro, la luz clara de la mente resplandece de manera natural con todas las cualidades iluminadoras. Éstas incluyen los dos ingredientes principales de la sensibilidad equilibrada: la atención y la respuesta. El hecho de que nuestra actividad mental se involucra con su objeto a cada momento, significa que cierto nivel de atención siempre está operando, pues de otra forma el involucramiento mental sería imposible. Poner atención a algo significa tomarlo como su objeto de enfoque, ya sea a través de verlo, escucharlo, pensarlo, sentirlo, etc. Por lo tanto, tenemos el primer prerrequisito para la sensibilidad equilibrada: la atención. Esta actividad básica es el marco de referencia en el que fijamos otros factores que se requieren, tales como la consideración y la concentración.
Además, el hecho de que a cada momento nuestra actividad mental produce la apariencia de su objeto, ya sea algo visible, audible, pensable o sentible, significa que existe algún nivel de respuesta como parte de esa actividad. En otras palabras, parte de la actividad natural que ocurre como respuesta al mirar la cara de alguien, por ejemplo, es producir la visión de aquello que vemos. Ya que estamos respondiendo a nuestro encuentro, por lo menos de esta manera refleja, automáticamente tenemos el segundo prerrequisito para la sensibilidad equilibrada: la respuesta. Le podemos adicionar otras cualidades esenciales, como calidez y comprensión.
El interés natural por cuidar a alguien
La luz clara de nuestra mente también está naturalmente dotada de otras cualidades que la sensibilidad equilibrada requiere. Entre otras, una digna de ser notada es el interés por cuidar a alguien. Posiblemente no esté funcionando en este momento en su nivel más alto como actividad mental. Nuestro interés, acompañado por el egoísmo y la ambición, puede estar dirigido primordialmente hacia nosotros mismos. Además, cuando está acompañado de baja autoestima, es posible que nuestro interés por nosotros mismos no sea particularmente cálido, y sin embargo, el interés se encuentra presente. De otra forma, no haríamos nada para procurar nuestros intereses egoístas.
Cuando removemos la confusión de la actividad mental básica del interés, descubrimos que los sentimientos de calidez e interés irradian hacia todos de manera natural. La preocupación egoísta y el interés altruista son formas diferentes de la misma actividad mental.
Relación entre el interés y las apariencias
Desde el punto de vista de la biología, los instintos de conservación y supervivencia de las especies conducen automáticamente a varias actividades para sustentar la vida. El sistema dzogchen describe el mismo fenómeno al explicar que el interés natural de la mente, conduce de forma automática a la actividad de producir apariencias.
Las apariencias que surgen del interés por cuidar a alguien pueden ser lo visible, sonidos, olores, gustos, sensaciones físicas o táctiles, pensamientos o sentimientos y emociones. Específicamente, son apariencias de nosotros mismos involucrándonos en diferentes actividades físicas, verbales y mentales. Además, el interés cálido no sólo da surgimiento a lo visible, al sonido o al sentimiento de esas actividades, sino también a las acciones mismas.
Estos puntos están relacionados con el desarrollo de una sensibilidad equilibrada. Cuando dirigimos nuestro interés primordialmente hacia nosotros mismos y lo mezclamos con presunción, no funciona a su nivel más alto. Sin embargo, cuando liberamos a nuestro interés del egoísmo, se traduce de manera natural en la aparición de palabras y acciones equilibradas y sensibles.
Calidez y alegría naturales
El sistema sakya del vacío de otro, se enfoca en el “gozo natural” de la mente más sutil de la luz clara y llama a esta dicha la “juventud de la mente”. Tal gozo es el de que este nivel se encuentre libre de pensamientos conceptuales y emociones perturbadoras. Específicamente, es la alegría dichosa de estar libre de la actividad de estos niveles burdos. Esa actividad es la de fabricar ideas caprichosas y papeles imposibles que nos sentimos obligados a cumplir. Cuando nuestra actividad mental deja de tejer redes de preconcepciones, experimentamos que nuestra mente y nuestro corazón se llenan naturalmente de alivio y alegría.
Los pensamientos conceptuales y las emociones perturbadoras atan nuestra energía más profunda manifestándose como tensión y nerviosismo. En el nivel más sutil de la luz clara, esta energía fluye libremente. Cuando alcanzamos este nivel, en cierto sentido recuperamos la juventud olvidada de nuestra mente. La claridad, la frescura y la alegría que siempre estuvieron ahí, se traducen de manera natural en atención sensible y respuesta cálida.
Muchos simpatizantes sakya del vacío de sí mismo, también hablan del gozo natural como una fuente para las apariencias que manifestamos. Sin embargo, estos maestros se enfocan en la alegría dichosa que caracteriza la comprensión de que la luz clara de la mente está naturalmente libre de todos los modos absurdos de existencia.
Esta presentación del gozo natural también es apropiada para obtener una sensibilidad equilibrada. Muchas personas sufren de baja autoestima y algunas incluso se sienten culpables si son felices. Tal autodesprecio bloquea la sensibilidad a sus propias y verdaderas cualidades y evita la atención a las cualidades de los demás. Sin embargo, no existimos de la forma condenatoria que proyecta nuestra confusión. Por lo tanto, no hay razón para sentirnos culpables por estar a gusto y felices con nosotros mismos. De hecho, la felicidad es el estado natural de la mente. Cuando comprendemos este punto, automáticamente nos sentimos aliviados y alegres. Sentirnos bien con nosotros mismos de manera natural nos conduce a sentirnos a gusto con otros, a ser sensibles ante su situación y a sentirnos seguros para ayudar en lo que pueda necesitarse.
Ejercicio 9: Acceder a los talentos naturales de nuestra mente y nuestro corazón
La primera fase de este ejercicio comienza mirando una fotografía o simplemente pensando en alguien con quien tengamos una relación cercana. Puede ser un amigo, un familiar o un colega del trabajo. Tratamos de relajar nuestra tensión muscular y de silenciar a nuestra mente de pensamientos verbales e imágenes, usando el método de la respiración de soltar y la imagen de escribir en el agua.
Entonces tratamos de tomar conciencia de las preconcepciones que tenemos sobre la persona, sobre nuestra relación y sobre nosotros mismos. Tratamos de traer a nuestra mente cualquier juicio asociado que hacemos como: “eres tan perezoso y desconsiderado”, “no te comprometes con nuestra relación” o “siempre tengo la razón”. Al darnos cuenta de que nadie permanece igual por siempre (los contenidos de la experiencia siempre están cambiando), tratamos de soltar estas preconcepciones y juicios. Imaginamos que nos abandonan lentamente con nuestra respiración mientras exhalamos con suavidad. Alternativa o adicionalmente, podemos imaginar que se disuelven automáticamente como si escribiéramos en el agua.
A continuación, tratamos de tomar conciencia de los papeles que sentimos que cada uno debe representar hacia el otro. Estos pueden incluir: “tú tienes que ser la secretaria eficiente”, o “yo tengo que ser la madre perfecta para ti”. También tratamos de darnos cuenta de las expectativas que tenemos, como: “siempre tienes que estar disponible para mí”, o “siempre tengo que limpiar lo que ensucias”. Luego nos recordamos a nosotros mismos que estar a la altura de un rol inalterable es imposible. Nadie existe simplemente en términos de un rol, pues todos somos solamente seres humanos. Al darnos cuenta de esto, tratamos de liberar a esta persona y a nosotros mismos de estos roles proyectados y de las expectativas asociadas. Hacemos esto una vez más, tanto tratando de exhalarlos o dejando que se disuelvan naturalmente, como escribiendo en el agua. Durante este proceso, tratamos de sentir que se liberan niveles cada vez más profundos de tensión física, mental y emocional, y que niveles cada vez más sutiles de estrés se disipan lentamente. Entramos en un estado de alivio profundo y tranquilo.
Por último, tratamos de notar cómo nos sentimos naturalmente en este estado que se aproxima a uno de luz clara. Si hemos llevado exitosamente a la superficie nuestras principales preconcepciones y, por lo menos, las hemos liberado de forma parcial, automáticamente nos sentimos cálidos, alegres y abiertos hacia la persona. Estamos naturalmente atentos e interesados, y no sentimos dudas ni ansiedad al responder con cualquier palabra o acción que parezca apropiada. Tratamos de disfrutar este estado por varios minutos. Los maestros tibetanos lo llaman “el lugar de descanso de los yoguis”.
A continuación repetimos el ejercicio mientras miramos la fotografía de un extraño que encontramos en una revista, o mientras miramos la fotografía o pensamos en alguien a quien apenas conozcamos. Tratamos de hacernos conscientes y luego de desechar la imagen pública que nos sentimos obligados a mantener, especialmente cuando nos encontramos con alguien por primera vez. También tratamos de soltar nuestras preconcepciones acerca de los extranjeros o los extraños. Tratamos de descansar en la sensibilidad naturalmente equilibrada que este proceso relajante produce de manera automática. Luego, seguimos el mismo procedimiento mientras nos enfocamos en alguien que nos disgusta.
Practicamos la segunda fase del ejercicio, primero, mientras nos sentamos en círculo con el grupo. Al enfocarnos en las personas que están dentro de nuestro campo visual, tratamos de soltar todos los conceptos y la tensión que podamos tener por estar con personas en general. Luego, repetimos el procedimiento frente a una sucesión de compañeros. Tratamos de soltar las múltiples preconcepciones, censuras, papeles a representar y expectativas que sean específicas a la relación que tengamos con cada uno de ellos. Es importante practicar con la variedad más amplia posible de gente. Lo mejor es trabajar con personas de cada sexo de tres generaciones: la nuestra, una menor y otra mayor. Para cada categoría, tratamos de practicar con alguien que tenga los mismos antecedentes sociales, nacionalidad o raza que nosotros, y luego con alguien diferente. Aún más, dentro de cada sub-categoría, tratamos de trabajar primero con alguien que conocemos y luego con un extraño. Incluso podemos practicar con un perro o con un gato. Tenemos que sacudirnos bien todas las ideas fijas. Si no contamos con tal diversidad de personas en nuestro grupo, podemos usar fotografías de revistas.
Durante la tercera fase dirigimos la práctica hacia nosotros mismos, primero mirándonos en un espejo y luego sin espejo. En este momento, es crucial tratar de llevar a la superficie las preconcepciones y expectativas que tenemos hacia nosotros mismos, y los roles y juegos que llevamos a cabo en nuestra vida. Necesitamos soltarlos todos. Concluimos enfocándonos en la serie de fotografías de nosotros mismos. Cuando dejamos los juicios, encontramos que somos naturalmente más cálidos, abiertos y sensibles hacia nosotros como éramos en el pasado, como somos ahora y como podríamos ser en el futuro.
Esquema de Ejercicio 9: Acceder a los talentos naturales de nuestra mente y corazón
I. Mientras te enfocas en la fotografía o en la imagen mental de alguien
1. Elige a alguien con quien tengas una relación cercana
- Relaja la tensión muscular
- Aquieta tu mente de imágenes y pensamientos verbales, imaginando que los sueltas con la respiración o que desaparecen automáticamente, como al escribir sobre el agua.
- Trae a tu mente y después suelta las preconcepciones y los juicios no verbales, utilizando los mismos métodos.
- Trae a tu mente y después libera, tanto a la persona como a ti mismo, de los roles proyectados y expectativas asociadas con ellos, utilizando los mismos métodos.
- Siente cómo se sueltan a sí mismos los niveles más profundos de tensión física, mental y emocional, y cómo se elevan lentamente los niveles más sutiles de estrés.
- Entra en un estado de alivio profundo y tranquilo.
- Nota cómo te sientes naturalmente en ese estado.
- Cálido, gozoso y abierto a la persona.
- Naturalmente atento e interesado.
- Sin vacilación ni ansiedad al responder con cualesquiera palabras o acciones parezcan apropiadas.
- Reposa varios minutos en ese estado.
2. Repite el procedimiento con un extraño o con alguien que apenas conozcas, y asegúrate de deshacerte de la imagen pública que te sientes obligado a mantener cuando conoces a alguien por primera vez
3. Repite el procedimiento con alguien que te desagrade
II. Mientras te enfocas en alguien en persona
1. Repite el procedimiento mientras estás sentado en círculo con el grupo, enfocándote en las personas que abarcan tu campo visual
2. Repite el procedimiento mientras estás frente a una serie de compañeros
III. Mientras te enfocas en ti mismo
1. Repite el procedimiento mientras te ves en un espejo
2. Repite el procedimiento sin espejo
3. Repite el procedimiento mientras ves fotografías de diferentes periodos de tu vida