Desarrollar una actitud positiva acerca de nuestro “yo”

Actividad mental y cómo existe el “yo”

Empezamos nuestra explicación del desarrollo saludable del yo mediante las etapas graduales del lam-rim. Y vimos que necesitamos diferenciar de forma bastante clara entre el yo convencional y el yo falso (el yo que tiene que ser refutado). Cuando hablamos del sí mismo o del “yo”, nos referimos a lo que puede ser etiquetado sobre cada momento de nuestra experiencia y todos los diferentes factores, los cinco agregados, que conforman cada momento de nuestra experiencia. Cada momento es la experiencia de alguna actividad mental (en otras palabras, lo que sucede) y con esa actividad mental tiene contenido. Hay un objeto que surge como un holograma mental, y hay cierto tipo de cognición de ese objeto en función de la luz, las vibraciones del aire, etcétera, que pasan a través de las células sensibles a la luz y el sonido que tiene el cuerpo. Y el cerebro, el sistema nervioso y todo eso, transforman esas señales, esa información, en una especie de holograma mental, y eso es lo que percibimos. Así que eso es la actividad mental; eso es conocer algo. Es la creación de un holograma mental y eso es una cognición de algo.

Ya sea un pensamiento o una percepción sensorial, se trata del mismo tipo de mecanismo. Y la cognición de ello está acompañada de algún tipo de conciencia (conciencia mental o conciencia sensorial, respectivamente). Esos son unos de los agregados que están involucrados. Y experimentarlo significa que eso es experimentado con algún grado de felicidad o infelicidad: ese es otro agregado. Y para tener una cognición de algo hay que ser capaz de distinguir entre varias cosas que hay en todo un campo sensorial. De otra forma, por ejemplo, la vista sería solo una masa de píxeles; y no son píxeles lo que vemos, ¿verdad? Tenemos que distinguir objetos dentro de ese campo. Y hay muchos tipos de emociones que acompañan esto y mecanismos mentales como la concentración, el interés, la atención, etc.

Todo esto está sucediendo momento a momento. Cada aspecto de todo ese conjunto de cosas cambia momento a momento a un ritmo diferente. Y en cada momento podemos etiquetar un “yo” sobre ello; es decir, que yo estoy experimentando eso. No es que esté experimentando eso otra persona, sino que yo lo estoy experimentando. Bueno, podríamos entrar en toda una explicación de cómo existe ese “yo”, pero el “yo” es simplemente lo que se puede etiquetar sobre todo eso. Existe la palabra “yo”; podría haber también un nombre asociado a ello, en mi caso, “Alex”. Pero yo no soy sólo una palabra, la palabra “yo”. No soy sólo un nombre, obviamente. Pero ese nombre o la palabra “yo” pueden usarse para referirse a esta experiencia; la experiencia de, debería decir, esta actividad. Y ese “yo” se refiere a alguien. ¿A quién se refiere? Se refiere a “mí”. No se refiere a “ti”, no se refiere a la mesa; se refiere a “mí”. Bueno, eso es el “yo” convencional. Realmente existe.

La forma en que existe y todo eso, bueno, se vuelve un poco complicado. Pero existe. Funciona: yo hago cosas, yo experimento cosas, etc. Y cuando pensamos en “yo”, pensamos en “yo” a través de la categoría “yo”, porque cada vez, en cada momento, lo que experimentamos es diferente y, por lo tanto, la llamada base de etiquetado es diferente. Así que, aunque la palabra sea la misma (“yo”) o el nombre sea el mismo, y la categoría “yo” sea la misma, en realidad, el “yo” convencional es diferente en cada momento en función de lo que se esté experimentando.

Por ejemplo, es como en una película. Está el título de la película, ¿verdad? Pero la película no es sólo su título. Cada momento de la película es diferente, pero todos esos momentos son esa película. El nombre de la película se refiere a todos esos momentos. Ahora está esa escena de la película, y después está esa otra escena de la película, y otra escena, y otra, y otra; por lo tanto, está cambiando momento a momento. Toda la película no se reproduce en un momento, ¿verdad? Así que tenemos este “yo” convencional. El nombre de la película, el título de la película (“yo”) se refiere a la película “yo”. Hay una película que se está reproduciendo (la película del “yo”), por lo tanto, el “yo” se refiere a algo: el “yo” convencional. Existe un “yo”.

Así que eso es el “yo” convencional, y si vivimos nuestras vidas con ese sentido del “yo” y pensamos en nosotros y funcionamos con este concepto de “yo”, eso es un yo saludable. Sobre esa base, yo soy responsable de lo que hago. Yo experimento los resultados de lo que hago. Es sobre esa base que ponemos nuestro esfuerzo y fuerza de voluntad para realmente hacer algo, como salir de la cama por la mañana. Necesito levantarme para trabajar o para cuidar de mis hijos. Ese es un sentido convencional, un sentido saludable del “yo”. Por favor, tomemos un momento para afirmar nuestra comprensión del “yo” convencional: nosotros sí existimos.

Y recuerden que si están teniendo dificultades con todo este concepto de etiquetar (hicimos ese ejercicio ayer) intenten pensar en ustedes mismos. Descubrimos que no se puede pensar en “yo” sin una base, algo que representa ese “yo” en nuestros pensamientos, ya sea simplemente el sonido de la palabra “yo” (pensamos: “yo”) o un holograma mental del aspecto que tenemos, una sensación o algo. Y etiquetamos ese “yo” (a eso lo llamamos “yo”, para decirlo en un lenguaje más sencillo), pero yo no soy la palabra “yo”. Yo no soy la base, no soy el holograma mental. Existe un “yo”. Así que esto es de lo que se trata el acto de etiquetado mental; se etiqueta sobre la base de lo que representa el “yo” cuando pensamos en “yo”.

¿Lo entienden? En el budismo hablamos muchísimo del acto de etiquetado mental, pero no es tan fácil de entender realmente. Quizás esto lo haga un poco más fácil.

Todo el mundo parece terriblemente serio ahora, pero tienen que pensar en algo para poder pensar en el “yo”. Lo que sea que piensen no es el “yo”; es sólo algo que representa ese “yo”. Así que el “yo” es etiquetado; lo llamamos “yo”. Así, el “yo” se etiqueta sobre eso. Esa etiqueta se refiere a algo, pero yo no soy el sonido mental de la palabra “yo”, por supuesto que no. Eso es tonto.

Bueno, ahora, ¿cómo existe ese “yo”? Hay una forma real en la cual existe, y hay otra forma imposible en la que podríamos imaginar que existimos. Pero esa segunda forma del “yo” no podría existir de esa forma, porque es imposible. Ayer puse este ejemplo:

  • “Soy uno de los siete billones de personas y no hay nada especial en mí y tengo que interactuar y vivir con todo el mundo”; esto es correcto.
  • “Soy la persona más especial en el universo y siempre debería salirme con la mía y siempre tengo razón y todo eso”; esto es imposible.

¿Qué es lo que estamos considerando aquí? Consideramos el “yo” convencional que sí existe. Y consideramos cómo existe: una es la forma real, la otra es imposible. Por lo tanto, la forma posible, la forma que es real, que es “realidad”, se refiere a lo que realmente existe: una forma de existencia que realmente es como nuestra realidad. Esa forma imposible de existencia no se refiere a nada de ninguna forma de existencia que sea real. Son nuestras proyecciones, una fantasía de que “yo soy el centro del universo”, que cualquiera podría ser el más importante en el mundo y siempre debería tener razón y siempre debería salirse con la suya. No se refiere a ninguna forma de existencia que podría suceder.

Por lo tanto, hay dos maneras de considerar la forma de existencia de esa misma base, el “yo” convencional. Y sobre el “yo” falso; lo que es falso, de hecho, no es el “yo”. Lo que es falso y tiene que ser refutado es la forma en la cual imaginamos que existe ese “yo”. Cuando decimos el “yo” falso, no existe semejante “yo”. Se trata de juntar el paquete del “yo” convencional que sí existe y esta forma imposible de existencia. Se juntan estas cosas como si fueran un paquete y después se le llama “el ‘yo’ falso”, que no existe. No existe una persona así.

Pero si lo observamos de forma un poco más precisa, lo que realmente queremos refutar es esa forma imposible de existencia del “yo” convencional. Si entendemos esto y hacemos esta sutil distinción, entonces no surgirán preguntas como las que surgieron ayer. Ya sabes, la pregunta fue “¿quién experimenta la enfermedad física del cuerpo, el ‘yo’ convencional o el ‘yo’ falso?”. Bueno, no existe el “yo” falso, así que esa pregunta no es realmente precisa en términos del marco conceptual, no es formulada con precisión. Yo experimento la enfermedad; yo experimento el dolor. No lo hace otra persona. Este es el “yo” convencional. No puede ser otra persona.

El único tema es: ¿cómo me concibo yo, que soy quien está experimentando la enfermedad? Pensamos en nuestro “yo” en términos de, “bueno, no soy el único que ha experimentado alguna vez la enfermedad; hay un montón de otras personas que la han experimentado. Ha surgido de causas y condiciones, por lo tanto, va a cambiar momento a momento porque las causas y condiciones que la generaron están cambiando momento a momento. Como no hay nada que nuevamente genere la enfermedad momento a momento, ya que surge de causas y condiciones cambiantes, [en algún momento] se terminará”. Por lo tanto, sobre esa base, tengo paciencia, etc., para lidiar con ello de forma saludable.

Si no, consideren la proyección exagerada de cómo yo existo: “soy la única persona en el universo que ha tenido esto”; “pobre de mí, soy la víctima; todo el mundo debería sentir lástima por mí”; “todo el mundo debería prestarme atención porque soy tan miserable”; etc. Bueno, ¿cuál es la causa de eso? Quiero decir, eso es pensar en términos de una forma imposible de existencia. Aún es el “yo” convencional quien está experimentando la enfermedad. No es otra persona.

Miren, es muy importante que, cuando explicamos este tema del “yo” convencional en contraposición al “yo” falso, no los concibamos como el “yo” bueno y el “yo” malo. Ya saben, este es el “yo” malo y es estúpido, no sirve para nada. Y este es el “yo” bueno, el convencional. Si empezamos a pensar de esa forma nos confundiremos; tendremos ideas equivocadas en términos de cómo lidiaremos con este tema, de cómo superamos el sufrimiento.

El tema realmente es qué pensamos de nuestro yo; cómo imaginamos que existe. Este es el tema. El tema no es el “yo”. Hay un “yo”. ¿De acuerdo? Piensen sobre esto. Pero se trata de nuestra actitud. Quiero decir, si piensas que el problema es un “yo” falso que tienes que expulsar de tu cabeza, eso es bastante extraño. Algo como un invasor espacial que está dentro de tu cabeza, un monstruo que tienes que expulsar. No estamos hablando de eso. Hablamos de cambiar nuestra actitud. Cambias tu actitud sobre ti mismo mediante la comprensión. Esto es de lo que se trata todo el budismo.

Para usar una terminología diferente: piensas que el problema es tener un ego, y así es como concibes un “yo” falso. “Bueno, simplemente tengo que deshacerme de mi ego, de otra forma, estoy en un viaje del ego”. Así que ese es realmente el problema, tener un gran ego. Y ahora tenemos esta campaña para deshacernos del ego. Esta es una idea completamente equivocada del camino budista. No es de lo que estamos hablando. Así que, por favor, piensen sobre esto porque creo que la mayoría de nosotros, al provenir de un entorno occidental con cierto entendimiento de psicología según las teorías occidentales, sobre-imponemos eso en el budismo y pensamos que es de lo que estamos hablando: deshacerse del ego. No es eso. Nos deshacemos de una actitud, una comprensión equivocada de cómo existimos. Así que no piensen en términos de esa terminología (ego, no ego y todo este tipo de cosas), porque eso sólo los confundirá.

Por favor, digieran esto. Es mucha comida para digerir.

Pasar de un marco conceptual occidental a uno budista

Bueno, creo que tardaremos un poco en des-condicionarnos de analizar y pensar en términos de un marco conceptual occidental. ¿Cómo nos acercamos a las enseñanzas budistas y qué hemos aprendido en nuestra vida de antemano? Tenemos un marco conceptual occidental en términos de, por ejemplo, la psicología, o podría tratarse de una religión occidental; existen muchos tipos diferentes de marcos conceptuales que hemos adquirido a lo largo de nuestras vidas antes de estudiar budismo. Así que, naturalmente, intentamos dar sentido a lo que escuchamos (el proceso de escucha, el proceso de escucha del Dharma) en términos del marco conceptual con el que ya estamos familiarizados. Esto nos conduce a una comprensión equivocada.

Necesitamos aprender el marco conceptual budista. Por esta razón, el estudio de las enseñanzas budistas y todas esas listas (los cincuenta y un factores mentales, los cinco agregados y todas esas cosas) no son información inútil. Proporcionan el marco conceptual dentro del cual podemos analizar y comprender los aspectos más profundos de las enseñanzas budistas. Intentar entender las enseñanzas budistas fuera de ese marco conceptual, en términos de un marco conceptual diferente, simplemente no encaja.

Pero tampoco es que empecemos nuestro estudio con un marco conceptual totalmente nuevo, obviamente. Por lo tanto, la mejor actitud que se puede tener, la actitud óptima que hay que tener, es aceptar que mi comprensión inicial de las enseñanzas budistas mediante mi marco conceptual occidental es simplemente provisional. Deberé revisarlo según vaya profundizando en mis estudios y no me apegaré a él. Para revisarlo, no hay que estar apegados, de otra forma nos aferramos a ello e insistimos en que esa es la única manera de comprenderlo.

Cada uno de los marcos conceptuales puede ser válido. No estamos diciendo que los marcos conceptuales occidentales para el análisis, tales como la psicología, etc., sean estúpidos o inválidos. Son válidos, pero puede haber muchos marcos conceptuales para la comprensión del mismo fenómeno, el cual es básicamente nuestra experiencia de la vida. Así que, si queremos realmente beneficiarnos de las enseñanzas budistas de forma óptima, necesitamos acercarnos a ellas, a un nivel más y más profundo, lo cual nos conducirá a comprensiones progresivamente más y más profundas. El marco conceptual es simplemente una herramienta útil; pero elijan los correctos, elijan los apropiados.

¿De acuerdo? Ahora, el “yo” convencional existe. Eso es a lo que se refiere la etiqueta “yo” sobre la base de los momentos siempre cambiantes de nuestra experiencia personal. Y vimos que, independientemente de nuestro marco conceptual previo, en términos de desde hace cuánto tiempo existe el yo, cuando lo analizamos realmente de forma seria, pensamos en términos de un yo eterno, como en el ejemplo de “estoy muerto”. Bueno, ¿cómo puedes estar muerto si no eres nada? Si no eres nada, ni siquiera puedes conceptualizar: “yo estoy muerto”, porque no hay un “yo” que esté muerto, ¿verdad? Así que quizás no tengamos claro que nos concebimos de esa manera, como si fuéramos eternos, pero bueno, en realidad eso es lo que pensamos.

Las enseñanzas del lam-rim

Bueno, ahora observemos las enseñanzas del lam-rim. El “yo” convencional que es eterno, ¿cómo trabajamos con ello? ¿Cómo lo desarrollamos de una forma saludable, para que podamos realmente superar nuestros problemas? Esto de lo que se trata el budismo, ¿no es verdad? Deshacernos del sufrimiento. Así que, para deshacernos del sufrimiento y lidiar con él, tenemos que tener un sentido saludable del yo, de un yo convencional. Si necesitamos un sentido saludable del yo que se responsabilice de nuestra vida y que tenga cierta fuerza de voluntad para dirigir lo que hacemos, (vimos que, si no tenemos eso, no podemos ni siquiera levantarnos de la cama por la mañana para cuidar a los niños o ir al trabajo) si ese es el caso, ¿cuánto más necesitamos un sentido saludable del yo para recorrer el camino espiritual hacia la liberación y la iluminación?

La preciosa vida humana

Empezamos con la preciosa vida humana. Si tenemos un sentido eterno del yo, entonces lo que tenemos ahora, esta oportunidad de la preciosa vida humana es muy, muy valiosa. Es increíble, fantástica; tenemos que usarla. Por lo tanto, con los pensamientos sobre el precioso renacimiento humano y su apreciación, ¿qué es lo que desarrollamos? Desarrollamos una actitud constructiva hacia nosotros mismos. “Qué afortunado soy, qué increíble que esté experimentando esto: estoy experimentando un renacimiento humano”. Así que, empezamos a tener una actitud positiva hacia nosotros.

Un amigo mío que es maestro budista hace que sus estudiantes realicen un tipo de ejercicio muy potente para apreciar la preciosa vida humana que tienen. Hace que sus estudiantes lleven una venda de color negro opaca en los ojos durante todo un día y pasan todo el día como una persona ciega. Después, al quitársela, valoran cuánto aprecian el hecho de poder ver. Se trata de un ejercicio realmente potente.

Quizás lo tengan aquí, pero en Berlín tenemos algo que se llama “restaurantes ciegos”, en los cuales entras y todo está 100% oscuro, y tienes que comerte la comida de esa forma. Intentas comer en la oscuridad total. También había una exposición museográfica en la que todo estaba en la más negra oscuridad; había un mercado y se tenía que intentar hacer la compra a ciegas. Entonces empiezas a apreciar lo que tienes, simplemente una cosa tan sencilla como la vista. O con unos auriculares o tapones para los oídos muy aislantes, se puede ser sordo durante un día. O, ¿qué me dicen de estar en una silla de ruedas durante un día? Estas cosas son para nosotros una demostración muy potente de cuán afortunados somos al tener un respiro, tenemos una libertad temporal de tales situaciones.

Esto no significa que las personas ciegas o sordas no puedan seguir el Dharma y mejorarse. Hoy en día es posible. Pero es mucho más difícil. Así que, si no tenemos ese desafío, somos mucho más afortunados. Y si somos ciegos o sordos, pensemos qué afortunados somos de no tener desafíos más grandes. Así que no tenemos que experimentar los reinos inferiores y ese tipo de cosas; simplemente imaginemos que tuviéramos parálisis cerebral y nuestra cabeza se estuviera tambaleando todo el rato. ¿Cómo seríamos capaces de leer? Es increíble que no nos pase eso, si no lo tenemos. O síndrome de Down, o que no podamos entender nada. O si no hubiera oportunidades para la educación: que toda la sociedad fuera bárbara, o que no hubiera en absoluto maestros espirituales, que no hubiera ningún apoyo para el interés espiritual.

Para aquellos de ustedes que sean lo suficientemente mayores, comparen las oportunidades que tuvieron durante el periodo soviético y las oportunidades que tienen ahora. Por lo tanto, al pensar así nos damos cuenta de cuán afortunados somos. Estamos hablando de nuestro “yo” convencional. Esta es una manera muy positiva de observarnos. Pensemos en ello. Ahí es donde empezamos en la instrucción budista a desarrollar un sentido saludable del “yo”, al empezar a apreciar cuán afortunados somos. Y qué oportunidad tenemos para hacer algo positivo con nuestra vida, especialmente en vista del hecho de que continuaremos para siempre.

Darse cuenta que discrimina y confiarnos a nosotros mismos

Bueno, ahora debería decir, supongo, ¿cómo se puede realmente pensar en esto? ¿Cómo se medita en esto? Pensamos en el “yo”, el “yo” convencional, ¿recuerdan? Y después había algo que representaba el “yo”. Entonces podríamos tener una imagen mental de nosotros, cualquiera que quieran tener. No importa. Podría ser simplemente el sonido de la palabra mental “yo”. Bueno, ahora, ¿cómo existimos? Recuerden que este es el tema: lo que es correcto y lo que es imposible o incorrecto. Aquí hablamos de lo incorrecto, porque podría ser posible. Así que usamos lo que se llama “darse cuenta que discrimina”, para discriminar entre lo que es correcto y lo que es incorrecto.

Lo que es correcto aquí es que no estamos ciegos, por ejemplo. Estamos libres de ser ciegos (temporalmente, porque podríamos perder la vista al envejecer) y tenemos vista. Lo que está ausente y lo que está presente. Puedo ver; no estoy ciego. Soy libre; no estoy en la cárcel. Una cosa así. Ahora, podríamos traer a colación las dos actitudes principales que tenemos en las enseñanzas en torno a cómo confiarnos a un maestro espiritual. ¿Cuáles son las dos actitudes? Una de las actitudes es una firme convicción en las buenas cualidades del maestro. Así que ahora hablamos de una convicción sólida en el hecho de que tenemos estas libertades increíbles. Tengo vista; no estoy ciego. Estoy libre; no estoy en una cárcel. Y hay una larga lista en las enseñanzas sobre el precioso renacimiento humano.

Así que, “sí, realmente estoy libre, por lo menos por ahora, de estos impedimentos, de esta discapacidad. Y realmente tengo la oportunidad de lo que está disponible, la facultad de la visión. Sí, realmente tengo esa oportunidad”. Tenemos que estar muy convencidos de ello. Esta es una parte de nuestra actitud cuando pensamos en el “yo”. La otra parte de una actitud apropiada cuando te confías a un maestro espiritual es valorar la bondad del maestro. Y aquí no apreciamos tanto la bondad, sino el beneficio que tenemos gracias a estar libres de esa discapacidad; nuestra vida está enriquecida con oportunidades. Por lo tanto, apreciamos esto. Para ponerlo en un lenguaje sencillo: ¡Es fantástico! “Realmente tengo esta oportunidad y es maravilloso”. Esta es la forma en la que nos enfocamos en el “yo” que tiene este precioso renacimiento humano. “Realmente lo tengo. ¡Vaya! Es increíble, fantástico. Realmente lo aprecio”. Pensemos así por un momento. Y recordemos que la cualidad más importante que tenemos es que no somos de mente cerrada en lo que respecta al Dharma, sobre el camino espiritual; somos de mente abierta. Esto es lo más importante que tenemos.

Bien. Así que, empezamos a contrarrestar esta actitud de “pobre de mí” con la cual pensamos en nosotros mismos como si existiéramos de esa forma imposible, esa forma incorrecta que se llama “yo falso”. “Pobre de mí, no puedo hacer nada”, etc. Es realmente muy interesante examinar esta actitud de “pobre de mí”. “Pobre de mí, no tengo novia”, “no tengo novio”, “no tengo hijos”; “pobre de mí, no gano suficiente dinero”. Pensamos en todas estas cualidades que convierten mi “yo” en un “pobre yo”. ¿Qué provoca eso? Hace que seamos miserables cuando pensamos en ello, ¿verdad? Mientras que, si pensamos en términos de “qué fantástico que no esté ciego, que no esté paralizado, que no sea totalmente cerrado de mente; ¡vaya, es genial!”. Entonces tenemos una actitud mucho más positiva hacia el “yo” convencional. Y se empieza a crear un sentido saludable del “yo”.

Introducir la bondad, la gratitud, el amor y la compasión

Ahora introduzcamos otro factor de las enseñanzas del Dharma. Ya saben, el arte de estudiar el Dharma es que, cuanto más estudiamos, más capaces somos de juntar las diferentes partes del Dharma de muchas, muchas más formas creativas y beneficiosas. Así que, introduzcamos ahora algún consejo de las enseñanzas sobre la meditación en siete partes de causa y efecto para el cultivo de la bodichita. ¿Cómo se hace esto? Pensábamos en valorar la bondad del maestro espiritual. Así que apreciamos la bondad y la oportunidad y cuán fantástico es tener esta preciosa vida humana. Ahora, en nuestro motor de búsqueda interno ponemos “bondad” y hacemos clic, y vemos las enseñanzas que hablan de la bondad: “Ah, todo el mundo ha sido mi madre, qué bondadosos fueron conmigo cuando fueron mi madre”. Y ahora vemos cómo estas dos cosas encajan la una con la otra. Así es como se juntan las piezas del Dharma mediante nuestro motor de búsqueda interno.

En esa meditación de causa y efecto en siete partes, vemos que el paso posterior a recordar la bondad del amor maternal es que tenemos esta sensación de, como se traduce a menudo, querer “repagar esa bondad”, pero eso suena a que estoy en deuda y soy culpable si no repago esa deuda y demás. Esa es una idea equivocada. Realmente la actitud es de “eres tan bondadoso conmigo, estoy tan agradecido”. Es gratitud. Y dado que te sientes muy agradecido, te gustaría ser bondadoso. Pero el estado mental de eso no es tener una deuda; el estado mental es la gratitud. “Aprecio que tengo esta vida humana, estoy agradecido”. Y, ¿qué es lo que automáticamente surge cuando sentimos esta gran gratitud y apreciación, en el contexto de reconocer a todo el mundo como nuestra madre en alguna vida pasada, y recordar la bondad del amor maternal que hemos recibido? El amor reconfortante, que cuando ves a alguien simplemente reconforta tu corazón. “Ah, que maravilloso es verles; sería realmente terrible si algo malo les ocurriera”.

De la misma manera, si aplicamos esto a la meditación sobre la preciosa vida humana y pensamos en términos de “vaya, son tan fantásticas estas oportunidades que tengo”, entonces estamos agradecidos por ello, lo valoramos, y cuando pensamos en nosotros mismos tenemos una actitud positiva. Nos sentimos bien con nosotros mismos. Esto es muy importante.

En las meditaciones para desarrollar bodichita, lo siguiente es el amor: el deseo de que los demás sean felices y tengan las causas de la felicidad; y la compasión: el deseo de que estén libres del sufrimiento y las causas del sufrimiento. Igualmente, debido a tener esa actitud reconfortante hacia nosotros mismos, porque apreciamos muchísimo esta libertad que tenemos, estas oportunidades, eso conduce a estar más interesados por “realmente tengo ganas de ser feliz y tener las causas de la felicidad y estar libre del sufrimiento y las causas del sufrimiento”. Así que ese interés conduce a una responsabilidad sobre estas cosas. ¿Pueden seguirlo?

Tener presencia mental de la muerte

Ahora, por supuesto que la situación que tenemos, estas oportunidades que tenemos, no durarán. Vamos a morir, esta es la realidad, así que vamos a perder esta oportunidad. Tenemos que aprovecharla mientras la tengamos. Es como cuando estás en la cafetería y cierra a las dos en punto, y más te vale que te comas la comida antes de las dos porque más tarde estará cerrado y no habrá comida disponible. Aprovechas esta oportunidad que tienes, esa ventana de oportunidad, antes de que se cierre. Es bastante claro.

Y aquí ni siquiera tenemos que pensar exclusivamente en la muerte. ¿Qué me dicen de la vejez? Necesitamos aprovechar esta oportunidad antes de que empecemos a perder la memoria, antes de que la vista empeore, de que el oído empeore y tengamos menos energía para hacer cualquier cosa, etc. Existe ese sufrimiento de la vejez y de la enfermedad, no solamente el sufrimiento de la muerte. Cuando tienes veinte o treinta años, la vejez parece muy lejana, pero cuando tienes mi edad (ahora tengo sesenta y ocho) empiezas a tomarte muy seriamente la pregunta de cuántos años de vida productiva te quedan. Nunca sabes lo que va a pasar.

Así que, desarrollamos un sentido de interesarnos por lo que nos sucede y lo que experimentamos, no sólo ahora, sino también en el futuro. Esto es muy, muy importante en términos del desarrollo de un sentido saludable del yo. Tenemos una actitud positiva hacia nosotros porque apreciamos lo que tenemos y “me gustaría ser feliz; pero no solamente feliz ahora, sino también en el futuro, porque me interesa lo que pasará. Estas oportunidades que tengo ahora no durarán.” Así que, mientras la cafetería esté abierta, desearemos comer tanta comida como podamos, ¿verdad? Almacenarla para el futuro porque quizás no vuelva a abrir.

En la época soviética era así, ¿no? Una tienda podía tener algún bien; ahora es el café.

Tienes que esperar en la cola durante media hora para tener una taza de café.

Correcto, así que ahora está disponible y por esto te gustaría comprarlo y tener tanto como puedas, porque nunca se sabe cuándo volverá a estar disponible otra vez, sea el bien que sea. ¿Cuál sería un buen ejemplo?

La carne.

La carne, este es un buen ejemplo. Bueno, la muerte puede venir en cualquier momento.

Traer a colación lo que sucede después de la muerte

¿Qué hay después de la muerte? Si creemos en el budismo o el hinduismo, cualquiera de estos sistemas que creen en el renacimiento, es bastante posible que tengamos un peor renacimiento en el cual no tendríamos estas oportunidades otra vez. Esto da bastante miedo, si realmente nos tomamos en serio cómo sería renacer como una cucaracha, por ejemplo, y que cualquiera que nos vea quiera darnos un pisotón, no es muy agradable. O si creemos en las religiones occidentales o del Medio Oriente, podríamos ser condenados para siempre en el infierno, el cual no es un pensamiento muy lindo. O si pensamos que podemos convertirnos en nada (“ahora estoy muerto, no soy nada”) da bastante miedo para muchas personas porque es como caer en lo desconocido. Como dije, ¿cómo será “no ser nada”? “Ahora no soy nada”. Bueno, todavía hay un yo. Así que es bastante atemorizante, de hecho.

O como dije, también podemos pensar en términos de las generaciones futuras, que las personas tengan malos recuerdos sobre nosotros o que dejemos todo tipo de problemas a las generaciones futuras. Esto tampoco es demasiado bueno. A ninguno de nosotros le gustaría ser recordado como una persona horrible, ¿verdad?

Así que esta meditación en términos de los peores renacimientos después de la muerte puede ser muy, muy útil para, de nuevo, desarrollar este sentido saludable del “yo”, que realmente nos gustaría evitar eso. Si estamos agradecidos por las oportunidades que tenemos, tenemos esa sensación reconfortante hacia nosotros mismos, de que queremos ser felices. Como resultado de eso, naturalmente nos gustaría evitar, de ser posible, que nos suceda algo horrible después de la muerte. Así que queremos hacer algo para evitarlo.

Si nos sentimos desamparados y sin esperanza, eso no nos conduce a un sentido saludable del “yo”. En lugar de eso, podemos responsabilizarnos de lo que nos sucede, y aquí es donde el refugio, lo que yo llamo “dirección segura” entra en juego. No es desesperanzador, no es inútil. Se puede hacer algo, podemos hacer algo para evitar, no solamente perder esta oportunidad, sino también para evitar no volver a obtenerla. Sin embargo, dejemos esta explicación de la dirección segura y de lo que podríamos hacer para evitar los peores renacimientos o un futuro peor para nuestra siguiente sesión. Con el poco tiempo que queda recibiremos preguntas, si es que tienen alguna.

Preguntas

Situaciones difíciles de prevención del sufrimiento

Al hablar del sufrimiento de los demás y la forma de aliviar este sufrimiento, si, por ejemplo, nos encontramos delante de una situación en la cual la única forma de aliviar el sufrimiento de un pájaro hambriento es alimentarlo con un gusano, ¿cómo percibimos eso?

Esta no es una situación fácil, obviamente. Cuando se da el caso de que, o salvo la vida de mi hijo o salvo a los gusanos parasitarios del estómago del hijo, está claro que salvamos la vida del hijo porque el niño puede hacer mucho más para beneficiar a los demás en el renacimiento humano que lo que puede hacer esa continuidad mental que ahora se encuentra en la forma de un gusano. Así que está bastante claro cómo se hace la distinción. Pero cuando se trata del ejemplo de una araña o una mosca, o como decías, de un pájaro y el gusano, ya no está tan claro lo que deberíamos hacer, cómo elegiríamos, ¿verdad?

Observemos unos ejemplos de la literatura budista. ¿Cómo abordó el Buda esta situación en una vida pasada? En una vida pasada, el Buda se encontró con una tigresa hambrienta con sus cachorros hambrientos. Y, ¿qué hizo el Buda? El Buda se dio de comer a la tigresa hambrienta. O Asangha se cortó un trozo de su pierna para dar de comer a los perros, etc. Estos son los ejemplos de grandes bodisatvas. Y, entonces, examinamos: “¿estoy a un nivel en que pueda hacer eso?”. Si piensas en términos de lo que puedes hacer, considera su efecto kármico: por un lado, salvar la vida de un gusano o una mosca y, además, evitar que la araña o el pájaro creen el karma negativo de matar. Estas son dos cosas positivas en términos del karma, ¿verdad? Y si no hacemos nada cuando se puede hacer algo, bueno, entonces la mosca pierde su vida o el gusano pierde su vida, y el pájaro o la araña crean el karma negativo. Así que, ¿hay algo positivo que podamos hacer? Bueno, evitar que la araña o el pájaro se mueran de hambre; podrían encontrar algún otro tipo de comida en otro lugar.

Así es como se analiza. Si tienes una pregunta como esta, necesitas ser capaz de analizar. Esto es lo que estoy diciendo: si tienes el marco conceptual del budismo para ser capaz de analizarlo, puedes averiguar qué hacer. Y aquí lo que usamos son las enseñanzas sobre las consecuencias kármicas, causa y efecto. Es decir, ¿cuál sería la consecuencia kármica de una elección frente a otra elección? Y después discriminas entre las dos cosas: cuál es de karma más negativo, cuál es de karma más positivo. Así se decide. Piensa en esto.

Egocentrismo y un sentido saludable del yo

Con relación al momento en que más o menos pensamos en los beneficios de un precioso renacimiento humano y después desarrollamos esa sensación amorosa reconfortante hacia nosotros, y entonces empezamos a estar preocupados por nuestro bienestar, ¿eso no va en la dirección del egocentrismo?

Si, definitivamente va en la dirección del egocentrismo, pero no es un error. Cuando trabajamos con un yo saludable (un sentido de yo saludable frente a un sentido exagerado del yo no saludable) tienes que crear primero el sentido saludable antes de deconstruir el sentido no saludable. Por eso siempre se recomienda no enseñar el vacío a niños o jóvenes adolescentes, quienes todavía no han establecido realmente un sentido saludable del yo. Igualmente, no se enseña a personas que estén seriamente perturbadas emocionalmente y no tengan un sentido saludable del yo. Esto es porque, si desde el principio empiezas a deconstruir cualquier sentido del yo, cuando estas personas no tienen un sentido saludable y constructivo del yo convencional, se quedan sin nada y esto es muy dañino.

Así que, aunque cuando recorres el lam-rim como principiante formas este egocentrismo, estás construyendo un fuerte sentido del “yo” y todo eso, eso está bien porque en etapas posteriores deconstruirás cualquier exageración que se arroje sobre eso. Pero tendrás una base, una base saludable que sigue ahí. Porque recuerda, tal y como dije, esa base saludable es el “yo” convencional. Así que es nuestra actitud hacia el “yo” convencional lo que tenemos que trabajar. Primero, tienes que afirmar que tienes un “yo” convencional y tienes una actitud positiva hacia él, antes de que empieces a deshacerte de la forma incorrecta de considerarlo.

Por esta razón, decía que existen dos niveles de recorrer el lam-rim. Uno es como principiante (no se tiene la visión budista de la vacuidad, etc.); y después está el segundo tipo en el cual se vuelve con la visión budista: has pasado por todo el entrenamiento, así que ahora, con una visión Mahayana y cierta comprensión del vacío, regresas y entonces recorres todo el proceso otra vez. Y lo haces una y otra vez, y otra, y otra. Profundizas cada vez más.

La mayoría de nosotros en realidad nos aproximamos al lam-rim como Dharma-light; sinceramente, no se piensa en las vidas futuras ni se cree en ellas. Por lo tanto, es sólo para beneficiar esta vida presente. Está bien. Puede ser útil recorrer el lam-rim con esa perspectiva. Esto se ubica dentro del ámbito de la ciencia budista, de la filosofía budista; está bien. No nos metemos en una religión que piensa en términos de vidas futuras. Está bien.

Pero, si empezamos a pensar en todo el tema de las vidas futuras, lo revisamos y vemos qué sucede. “Quiero una preciosa vida humana en el futuro porque quiero ser capaz de continuar este camino”. Muy bien; pero ¿cómo estamos pensando esto? Lo pensamos en términos de “quiero estar otra vez con mis maestros” y “quiero estar otra vez con mis amigos”; existe todo este apego. Ya sabes, todos nos imaginamos siendo un tulku (un lama reencarnado), y “van a encontrarme otra vez, y me reuniré con todos mis amigos y mis maestros y voy a seguir este camino”. Bueno, ciertamente no es así; pero ese es nuestro nivel inicial. Hay una gran dosis de apego y egocentrismo en la forma en que imaginamos la obtención de esta preciosa vida humana otra vez. Así que, de forma provisional, está bien; porque, por lo menos, pensamos en términos de hacer las cosas para evitar peores renacimientos.

Es sólo en el nivel intermedio que se empieza a pensar: “bueno, incluso si estoy con mis antiguos amigos otra vez y con mi maestro y todo eso, seguirá habiendo problemas”. Así que tenemos que desarrollar una renuncia de eso. Este es el siguiente paso. Y es solo cuando hemos recorrido todo el desarrollo de lam-rim y volvemos al principio, que podemos empezar a desarrollar el deseo de evitar peores renacimientos y obtener renacimientos mejores, no debido al apego a nuestra vieja casa, nuestros amigos, nuestras posesiones y todo eso; sino de forma más pura: “Toma mucho tiempo alcanzar la liberación y la iluminación, así que necesito muchos renacimientos humanos, preciosos renacimientos humanos, para acumular toda la fuerza positiva y toda la comprensión”. Esto es otro nivel. Por lo tanto, ahí no estamos pensando en términos de beneficiar al “yo” por egocentrismo, pero eso es cuando atravesamos todo este desarrollo a un nivel más avanzado.

Tener una motivación sincera

Creo que uno de los problemas ciertamente es que somos introducidos a este material de forma mucho más rápida. Ya hemos escuchado eso de “bueno, necesitas deshacerte del egocentrismo”. Hemos escuchado un poco sobre el vacío; hemos escuchado un poco sobre estas cosas. Pero hemos descuidado el hecho de trabajar realmente en este nivel inicial tan básico de recorrer el lam-rim y sentir con sinceridad estas motivaciones. Es muy, muy difícil sentir con sinceridad estas motivaciones. Podemos decir las palabras, pero esto no conmueve realmente nuestro corazón.

Por lo tanto, creo que es un poco más estable, un poco más realista, desarrollarnos en términos de un sentido saludable del yo. De acuerdo, irá acompañado de egocentrismo, si alguna vez llegamos al punto de pensar con sinceridad en beneficiar nuestras vidas futuras. Bueno, “sí, quiero una preciosa vida humana para que ‘pueda yo estar siempre protegido por mis maestros’” y todo eso. Después, cuando nos hayamos desarrollado más, aplicaremos el entendimiento del vacío. No intenten aplicarlo al principio porque hay un gran peligro de caer en el nihilismo.

Mientras entendamos que este nivel de trabajo para las vidas futuras que está acompañado por egocentrismo y apego es provisional, eso estará bien. No lo tomamos como la cosa definitiva; pero decir que es provisional y que está bien que sea un paso provisional nos permite sentirlo más fácilmente con sinceridad. Y creo que esto es realmente muy importante, trabajar sinceramente para las vidas futuras. Estoy haciendo algo al respecto. Entonces podemos pensar en cómo existiremos en las vidas futuras y todo eso, y podremos refinarlo.

Permítanme que les ponga un ejemplo de mi propia vida. Estoy haciendo este sitio web gigantesco, studybuddhism.com, y realmente espero que, debido al enorme trabajo que le estoy dedicando, en mi vida futura sea un ser humano precioso y lo encuentre en internet muy, muy rápidamente, cuando sea muy joven, y sea realmente atraído hacia él. Y todo es para mí, para mi beneficio. Otras personas se benefician de él; maravilloso. Pero realmente me preocupa encontrarlo muy rápida y fácilmente y entonces seré capaz de continuarlo, y quizás trabajar en él otra vez, hacerlo crecer. Claro que ahí hay apego, pero me permite creer esto de forma muy sincera, para que al final pueda empezar a pensar: “bueno, quizás estoy a un cierto nivel del alcance de la motivación inicial a un nivel sincero”.

Así que lo que estoy diciendo es que, intentar que estas motivaciones sean sinceras es realmente el primer paso, y el paso más importante. Después podemos refinar nuestra comprensión de la realidad del yo y demás, en término de eso. Pero si no es sincero, el solo trabajar en refinar, ¿qué estamos refinando? Nos quedamos sin nada. Pensamos: “no debería tener egocentrismo porque no existe un “yo”. Así que, si no existe un ‘yo’, ¿por qué debería hacer nada para intentar obtener renacimientos humanos para el “yo”?” Entonces, te quedas sin nada.

Así que estos son puntos importantes. Por favor, digiéranlos. Tomen un momento para hacerlo.

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