Consejos para estudiar la vacuidad

La vacuidad (vacío) es uno de los temas más importantes de las enseñanzas budistas y, al mismo tiempo, uno de los más difíciles de entender. Sin embargo, no debemos tener miedo de la vacuidad. Como explica el gran maestro indio Shantideva en su texto Involucrarse enel comportamiento del bodisatva, si vamos a tener miedo de algo, debe ser de nuestra ignorancia, de nuestra falta de darnos cuenta, que es lo que nos está causando todos los problemas. No debemos tener miedo de esa cosa que, cuando la entendamos, se deshará de las causas de nuestros problemas. Es como si en lugar de temerles a los enemigos como los ladrones, los bandidos y los asesinos en la calle, le tuviéramos miedo a nuestro guardaespaldas. Y aunque la vacuidad no es fácil de entender, eso es algo natural. ¿Por qué debemos esperar que sea fácil de entender? Si lo fuera, entonces todo el mundo la entendería y nadie tendría ningún problema nunca más.

Lanecesidad de acumular suficiente fuerza positiva (mérito) para comprender la vacuidad

Para comprenderla vacuidad o la realidad, necesitamos acumular una gran cantidad de fuerza positiva, generalmente llamada “mérito”. Esto es algo que no puede enfatizarse lo suficiente. Básicamente, la fuerza positiva se acumula al restringirnos de cometer acciones destructivas. Ahora, podríamos decir, por ejemplo: “yo no voy a cazar ni a pescar”, así que ¿cómo es que no participar en esas actividades sirve para acumular fuerza positiva? El punto es actuar de manera diferente en situaciones comunes, como cuando un mosquito está zumbando alrededor de nuestro brazo o nuestra cara: necesitamos refrenarnos de matarlo y encontrar maneras más pacíficas, no violentas, de lidiar con el mosquito; obviamente, esto es mucho más difícil, y es precisamente refrenarnos de actuar en forma destructiva cuando queremos actuar de esa manera lo que desarrolla fuerza positiva.

También podemos desarrollar una gran cantidad de fuerza positiva participando de hecho en actos constructivos como asistir a enseñanzas de Dharma, reflexionar y meditar en ellas, y tratar de entenderlas tanto como sea posible. También desarrollamos una gran cantidad de fuerza positiva al ayudar a los demás tanto como podamos, a pesar de que en nuestro estado mental actual a menudo no sabemos muy bien qué será de más ayuda. Además, necesitamos hacer las prácticas de purificación para deshacernos lo más posible de todas las fuerzas o potenciales negativos. Todo esto nos ayuda a estar más abiertos y a que nuestra mente esté más clara y tenga mayor entendimiento; porque si nuestra mente está cerrada y oscurecida por la confusión, y si en lugar de actuar de manera constructiva estamos siempre actuando de manera destructiva, ¿cómo podremos entender algo tan difícil como la vacuidad?

Igualmente, si llegamos a las enseñanzas, nos sentamos y empezamos inmediatamente a escuchar y a tratar de entenderlas sin ninguna preparación, puede ser difícil hacer la transición de una mente ocupada en los asuntos de la vida cotidiana a una mente más clara y abierta. Para evitar este problema, primero recitamos muchas veces el mantra de Manjushri “OM ARA-PATSANA DHIH” y luego repetimos tantas veces como sea posible en una exhalación la sílaba semilla del mantra de Manjushri “DHIH-DHIH, DHIH-DHIH, DHIH-DHIH”; la mayoría de los tibetanos lo hacen. Sin embargo, es esencial que lo repitamos con la firme intención de que nuestra mente se vuelva más clara. En un nivel más avanzado, podemos agregar visualizaciones gráficas para ayudar a que nuestra mente se aclare. En la etapa inicial, si no podemos visualizar con facilidad, no hay que presionarse, es suficiente con sólo repetir el mantra.

Todas estas preparaciones son muy necesarias, pero adicionalmente debemos haber desarrollado algún grado del anhelo de la bodichita de alcanzar la iluminación para poder ser del mayor beneficio para todos. Si nos falta una motivación firme o una emoción positiva detrás de “¿por qué quiero entender esto?” y “¿qué es lo que quiero hacer con este conocimiento?”, entonces no vamos a poner mucha energía constructiva en nuestros esfuerzos y no obtendremos un gran resultado. Es indispensable una poderosa motivación. Cuanto más abierto esté nuestro corazón a todo el mundo (no sólo a los seres humanos, sino a todos, incluidos los insectos), y mientras más abierto esté nuestro corazón a la iluminación (la omnisciencia de un buda, que es muy amplia) nuestra mente será más receptiva y podrá entender la vacuidad. Debemos apartar las creencias estrechas y limitadas que podamos haber tenido hasta ahora, tales como: “soy incapaz de entender esto, no soy lo suficientemente bueno”. Necesitamos abrir nuestra mente a mayores posibilidades, lo cual puede lograrse mediante desarrollar fuerza positiva con el anhelo de la bodichita y recitar el mantra. Con el tiempo, todo esto nos permitirá entender la vacuidad; sin ello, será extremadamente difícil.

La fuerza positiva o mérito funciona proporcionando la energía para romper nuestros bloqueos mentales. Nuestra comprensión se profundizará progresivamente y todo lo que hemos aprendido formará un entramado, y veremos poco a poco cómo todo encaja en una visión holística. Una analogía de la física puede ayudarnos a entender cómo hacemos un avance: si tenemos un trozo de hielo y le aplicamos cada vez más calor (energía calórica), pasará por una fase de transición y luego se convertirá en agua; si seguimos aplicando más energía, se transformará en vapor. El progreso de nuestra práctica es similar, podemos quedarnos en un nivel por algún tiempo y para avanzar al siguiente nivel, necesitamos una gran cantidad de energía adicional; con la energía de la suficiente fuerza positiva, nuestro continuum mental y el entendimiento que éste contiene atravesarán una fase de transición. Así, súbitamente entenderemos a un nivel más profundo.

También es muy importante no estar nunca satisfechos con nuestro nivel actual de entendimiento. Hasta que estemos muy avanzados en el camino -y podemos estar seguros de que aún no estamos en ese nivel- no habremos entendido completamente ni con la suficiente profundidad. Siempre podemos revisar y mejorar nuestro entendimiento para hacerlo cada vez más preciso, sin importar nuestra edad o los años que llevemos estudiando el Dharma. Por supuesto, eso implica que estudiemos y meditemos aún más, y que nos adentremos con mayor profundidad. A medida que vayamos superando el miedo a las implicaciones de la vacuidad y nuestra mente esté más abierta, podremos comprender explicaciones más complejas y profundas.

Requisitos adicionales

Para avanzar en este camino necesitamos estar totalmente convencidos de la importancia y la necesidad de entender la vacuidad. Además, necesitamos estar convencidos de que es algo que no sólo puede ser conocido, sino que puede ser conocido plenamente. Aún más importante es estar convencidos de que “yo puedo entenderlo completamente, soy capaz”. Si tenemos baja autoestima, como es el caso de muchos de nosotros en Occidente, esto puede ser un gran obstáculo. Para superarla, debemos trabajar en las enseñanzas sobre la naturaleza búdica: los factores que cada uno de nosotros poseemos y que nos permiten alcanzar la budeidad.

Además, si no tenemos al menos cierto nivel funcional de buena concentración, aunque no sea perfecto, nunca seremos capaces de comprender la vacuidad. Nuestra concentración no necesita ser perfecta, pero si nuestra mente está constantemente divagando, embotada o somnolienta, no hay forma de que podamos aprender, ya no decir comprender la vacuidad. ¿Cómo podemos aprender si ni siquiera podemos leer una página sin cansarnos o vagabundear mentalmente?

Vemos entonces que si realmente deseamos alcanzar la liberación y la iluminación para ayudar a otros a alcanzarlas también, necesitamos mucha preparación. Cuando entendemos que tomará mucho tiempo y que tenemos que avanzar lentamente, paso a paso, entonces tendremos la paciencia para hacer este gran esfuerzo. Necesitamos ser realistas acerca del camino budista y, en particular, acerca de tratar de desarrollar un sincero anhelo de la bodichita, el cual es extremadamente avanzado y difícil de desarrollar. Es importante no trivializar la aspiración de ayudar a todos los seres limitados, al pensar que es poco importante o reduciéndola a la mera repetición de las palabras: “estoy practicando por el bien de todos los seres sintientes”. En la mayoría de los casos, estas palabras están desprovistas de un profundo sentimiento y no tienen ningún sentido. Debemos tomar muy en serio a la bodichita.

Cuando escuchemos enseñanzas acerca de la bodichita o de la vacuidad que suenen muy fáciles, por favor estemos conscientes de que esto indica indudablemente que se están simplificando; el problema no es que se estén simplificando, sino la arrogancia y el engreimiento que surgen en nosotros al pensar que son temas muy fáciles. Es necesario escuchar inicialmente presentaciones simplificadas para luego poder comprender a un nivel más profundo lo que estamos buscando. De otra forma, sólo estamos aspirando alguna cosa misteriosa que no tenemos ni idea de lo que realmente es, por lo que perdemos interés. O perdemos nuestro camino porque no tenemos al menos alguna idea de cuál es nuestro objetivo.

Cuando escuchamos enseñanzas de un nivel más complejo del que ahora somos capaces de entender, también necesitamos tener una actitud apropiada hacia ellas. Una actitud apropiada y útil es reconocer: “tal vez yo no puedo entender esta enseñanza ahora, pero hay otras personas presentes en la sala que tal vez puedan entenderla un poco más profundamente”, y nos regocijamos por eso. Todo el mundo va a entender en un nivel diferente, así que cualquier cosa que entendamos está bien, siempre habrá cosas que no entendamos. Esa es la realidad y la aceptamos. Esto es ser realista y no tenemos por qué desanimarnos o avergonzarnos del nivel actual de nuestro entendimiento.

Es importante no caer en la trampa de convencernos de que somos estúpidos, esto sólo sirve para cerrar aún más nuestra mente. En lugar de ello, simplemente entendemos que “todavía no estoy en ese nivel, pues aún soy muy joven en mis estudios”. Al adoptar esta actitud, escuchar explicaciones más complejas puede ser inspirador más que deprimente. También puede ser una fuente de inspiración reconocer que hay personas que pueden entender ahora las enseñanzas. En lugar de sentir envidia o celos, podemos sentirnos inspirados y motivados a trabajar más duro para que también nosotros podamos entender un poco más.

A menos que hayamos construido una increíble cantidad de fuerza positiva o mérito en vidas anteriores, no vamos a entender estas enseñanzas la primera vez que las escuchemos. No estamos al nivel de Su Santidad el Dalái Lama; mi maestro Serkong Rinpoche fue uno de los maestros de Su Santidad y lo acompañó a todas las clases con sus otros maestros. Rinpoche me dijo que sólo tenían que explicarle algo a Su Santidad una vez e inmediatamente lo entendía. No sólo entendía todo a la primera, lo recordaba desde la primera vez y nunca se lo tenían que repetir; recordaba perfectamente todo lo que oía y estudiaba. Para tener una mente capaz de eso se requiere una enorme cantidad de fuerza positiva o mérito.

Pero todavía no estamos en ese nivel ¿cierto? Sin embargo, si Su Santidad pudo acumular suficiente fuerza positiva, nosotros podemos hacer lo mismo. La actividad mental es sólo actividad mental, no importa de quién sea, y no hay nada especial en ningún continuum mental individual. Lo único que hace la diferencia es la cantidad de fuerza positiva y negativa acumulada en ese continuum mental que afecta la calidad de su actividad mental. Por lo tanto, si acumulamos fuerza positiva entrenándonos ahora, será cada vez más y más fácil progresar espiritualmente, no sólo en esta vida, sino también en las vidas futuras. Pero sólo nos entrenaremos si tenemos la fuerte motivación positiva de querer hacerlo, basados en la comprensión de la gran necesidad de hacerlo.

Si tomamos en serio las vidas futuras, incluso si no entendemos completamente cómo funciona el renacimiento o cuáles son exactamente las enseñanzas budistas sobre el mismo, conforme envejezcamos tendremos una razón y una fuerte motivación para no dejar el estudio y la práctica. Desearemos continuar entrenando a nuestra mente para acumular aún más fuerza positiva. Nos entrenaremos incluso con más ahínco para desarrollar hábitos positivos, porque nos daremos cuenta de que los fuertes hábitos positivos van a afectar nuestras vidas futuras de una manera positiva.

A menos que tengamos la enfermedad de Alzheimer u otra dificultad, siempre podremos aprender más y progresar un poco más cada vez. Tengo una estudiante en Berlín que tiene más de ochenta años de edad, pero no se rinde: a pesar de que camina con bastón y se le dificulta desplazarse, asiste a las clases, se esfuerza, viene y trata de entender; esto es muy inspirador para todos los presentes.

Por lo tanto, sobre todo si son jóvenes, no se rindan: tienen la posibilidad de una gran cantidad de trabajo por delante. La vida es complicada, por lo que no deben pensar que el camino budista no lo será. A menudo, los profesores dicen que si nos sentimos atraídos por un camino que es fácil, en el sentido de que no exige mucho trabajo y es rápido, esta es una indicación de nuestra pereza.

La necesidad de tener paciencia

Antes de llegar hasta el objeto de estudio, la vacuidad, permítanme señalar algunos aspectos generales sobre el estudio de la vacuidad que pueden servir de base para la revisión de este seminario en el futuro, para trabajar con él y profundizar en los puntos que deseo resaltar.

El objetivo principal de las visitas de los maestros es enseñar material nuevo o explicar lo que ya han estudiado, pero tal vez de una forma más avanzada o desde otro ángulo. Los maestros visitantes están sólo por un corto tiempo, por lo que no hay posibilidad de revisar cada punto a detalle para que todos entiendan; no hay tiempo para eso. Un maestro visitante sólo puede presentar un resumen; esto ocurre incluso cuando Su Santidad el Dalái Lama enseña ante grandes grupos. Lo más importante que podemos hacer la mayoría de nosotros es reunir el material y más tarde trabajar con él para agregar los detalles y descubrir sus implicaciones. Así que tengan paciencia. Lo que sea que puedan entender en la primera sesión es muy bueno, y lo que no puedan entender también es muy bueno porque pueden trabajar en ello más tarde, solos o con sus maestros, y así tener mayor información y más profunda. Lograr comprender la vacuidad lleva tiempo. En Berlín, por ejemplo, he estado enseñando una vez a la semana durante dos años y medio el noveno capítulo del libro de Shantideva, Involucrarse enel comportamiento del bodisatva, que es sobre el vacío, ¡y estamos sólo a un tercio del camino!

Problemas con el idioma

También necesitamos tener en cuenta el problema con el idioma. El sánscrito original y el tibetano son increíblemente precisos en la definición de los términos de los diferentes aspectos de la vacuidad. No es fácil encontrar equivalentes en los idiomas occidentales; esto se vuelve aún más difícil cuando tenemos traducciones engañosas basadas en traducciones de los términos que fueron hechas hace cincuenta o cien años. En aquellos días, los traductores no tenían mucho material disponible que les ayudara a tomar las mejores decisiones en cuanto a la terminología. La dificultad se agrava aún más cuando estamos traduciendo del inglés, que en sí mismo carece de los términos precisos, al español o a cualquier otro idioma.

Si realmente tomamos en serio las enseñanzas y queremos entenderlas, entonces, en este momento de la historia de la difusión del budismo, tenemos que aprender los idiomas asiáticos originales. Como estudiantes y practicantes, a menos que seamos muy talentosos, no es necesario que aprendamos el idioma en forma completa ni que nos convirtamos en traductores; pero lo que es esencial es aprender los términos técnicos en sus formas originales. La mayoría de los traductores, si son amables, proporcionarán al menos un glosario de los términos que están traduciendo, o como hago yo, incluirán en cada artículo los términos originales en tibetano y en sánscrito. Esto ayuda al lector a saber a qué se refiere el artículo.

El mayor problema con los estudios de Dharma en el Occidente y en el Asia moderna, y en particular con respecto a la vacuidad, es que cada libro traduce las palabras de forma diferente, lo que dificulta unificar las diversas presentaciones. La única manera de salir de esta dificultad es aprendiendo los términos originales. Así, cuando haya maestros visitantes con suficiente entrenamiento y ustedes no entiendan de lo que están hablando, pueden preguntarles a que término se refieren. Este es un gran problema al que nos enfrentamos hoy en día y, a pesar de que implica una gran cantidad de trabajo, no veo otra solución. Nunca vamos a conseguir que todos los traductores coincidan en la traducción de los términos.

La vacuidad en el contexto de Las Cuatro Verdades Nobles

Siempre es útil poner las enseñanzas en perspectiva y, en este caso, podemos acercarnos a la vacuidad desde la perspectiva de Las Cuatro Verdades Nobles.

  • La Primera Verdad Noble habla del sufrimiento verdadero, de forma más importante, del sufrimiento que todo lo impregna, el hecho de que nuestros agregados manchados (el cuerpo, la mente, las emociones) provienen de y son acompañados por la falta de darse cuenta de la realidad. Debido a que son así, nuestros agregados manchados continúan perpetuándose con el renacimiento incontrolablemente recurrente (samsara). El ciclo continuará para siempre si no hacemos nada para detenerlo.
  • La causa del ciclo de renacimientos que se perpetúan de esa forma, que provienen de la falta de darse cuenta, que son acompañados por la falta de darse cuenta y que perpetúan aún más falta de darse cuenta, es obvia. La causa es la falta de darse cuenta de la realidad, es decir, la falta de darse cuenta de la vacuidad. Esa es la Segunda Verdad Noble, la verdadera causa que provoca este sufrimiento básico que todo lo impregna.
  • La Tercera Verdad Noble se refiere a las verdaderas cesaciones. ¿De qué queremos una verdadera cesación? Queremos una verdadera cesación de esta falta de darse cuenta de la realidad, la falta de darse cuenta de la vacuidad.
  • ¿Qué nos liberará de nuestra falta de darnos cuenta de modo que nunca se repita? La verdadera vía de la mente que comprende la vacuidad de forma no conceptual y que, por lo tanto, nos libera de esta falta de darse cuenta para siempre. De este modo, esta vía de la mente también nos libera para siempre del sufrimiento verdadero. Esa es la Cuarta Verdad Noble, una vía de la mente verdadera que comprende la vacuidad.

Así podemos ver cómo Las Cuatro Verdades Nobles son todas acerca de la vacuidad; describen lo que sucede cuando no la entendemos y lo que sucede cuando sí la entendemos.

Falta de darse cuenta

Entonces, ¿qué es la falta de darse cuenta? Para entender esto, tenemos que volver a la pregunta: ¿qué es la actividad mental? Podemos describir la actividad mental como la fabricación mental de un holograma de algo. Hacer un holograma mental es equivalente a conocer ese objeto, ya sea viéndolo, escuchándolo, pensándolo, etc. Después de todo, lo único que está sucediendo cuando vemos algo es que la luz de un objeto llega a las células fotosensibles de nuestros ojos, lo que se traduce en impulsos eléctricos y procesos químicos, lo que produce la experiencia subjetiva del individuo de darse cuenta de un holograma mental que representa al objeto.

Esto es todo lo que es la actividad mental. No existe un “yo” separado de todo este proceso, que haga que esto suceda y que utilice una máquina llamada “mente” para hacerlo. Tampoco hay un “yo” sentado en algún lugar de nuestra cabeza, separado de la actividad mental, observándola mientras ocurre. La actividad mental individual y subjetiva simplemente está aconteciendo. Sin embargo, debido a nuestros hábitos de la falta de darnos cuenta de la realidad, nuestra actividad mental produce hologramas mentales de cosas que no existen, como por ejemplo, que hay un “yo” que existe independientemente de la actividad mental, que está viendo o pensando algo, y lo peor de todo es que también se siente así: se siente como si hubiera un “yo” que existe por separado.

La falta de darse cuenta es un factor mental perturbador; es uno de los factores mentales incluidos en los agregados que acompaña la fabricación de un holograma mental. Más precisamente, la falta de darse cuenta acompaña nuestra cognición del holograma mental y es una cierta forma de tomar cognitivamente este holograma, una cierta forma de conocerlo.

Podemos entender en dos niveles la forma en la que la falta de darse cuenta toma cognitivamente un objeto. El primer nivel es que la falta de darse cuenta simplemente no sabe que lo que aparece ante ella no corresponde con nada real; simplemente no sabe que lo que aparece es algo imposible. El nivel de comprensión más profundo, el nivel de entendimiento prasánguika, es que la falta de darse cuenta conoce su objeto en forma inversa, en otras palabras, toma su objeto como algo que corresponde a algo real, que es lo contrario de lo que es correcto; no sólo no sabe que lo que aparece es imposible, sino que la falta de darse cuenta realmente lo toma como posible.

Fenómenos de negación

Cuando sabemos que lo que aparece no corresponde con lo que es real, que simplemente no es posible (que es lo que necesitamos saber cuando conocemos la vacuidad) estamos lidiando con un fenómeno de negación. En la discusión de lo que existe y lo que no, lo que existe es todo aquello que puede ser conocido válidamente, lo que no existe puede ser conocido, por ejemplo, algo imposible, como invasores de la quinta dimensión, pero eso no puede ser válidamente conocido.

Lo que existe – lo que puede ser conocido válidamente- puede dividirse de muchas formas: una es la división en cosas que son estáticas y cosas que son no estáticas, pero también existe otra forma de partir este pastel. Nuestro pastel de lo que existe, de lo que puede ser conocido válidamente, también puede dividirse en fenómenos de afirmación (sgrub-pa) y fenómenos de negación (dgag-pa): fenómenos que son afirmaciones y fenómenos que son negaciones. Piensen que las cosas estáticas y no estáticas dividen el pastel horizontalmente y la afirmación y la negación lo dividen verticalmente.

Debemos tener cuidado en este punto, porque no estamos hablando de positivo y negativo, como algo que es constructivo o destructivo. Un ejemplo de un fenómeno de afirmación es “un vaso” y un fenómeno de negación es “no vaso”. Cuando vemos un objeto, podemos conocer válidamente “este es un vaso” y también podemos conocer válidamente “esto no es un vaso”. Cuando conocemos un fenómeno de afirmación, sólo estamos afirmando “esto es un vaso”; no necesitamos saber nada más para conocer “vaso”, mientras que para conocer válidamente “no vaso”, primero tenemos que conocer “vaso” antes de que podamos conocer “no vaso”.

Esta es una discusión fascinante en la que nos podríamos pasar mucho tiempo, porque podríamos entrar en la discusión de cómo aprende un bebé. Un bebé primero piensa que todo es comida y pone todo en su boca, pero luego tiene que aprender “no comida”, ¿no es cierto?

Existen dos tipos de fenómenos de negación: uno de ellos es “esto no es una manzana”, el segundo tipo es “no hay manzanas”. En términos técnicos, me gusta llamarlas negaciones implicativas (ma-yin dgag) y negaciones no implicativas (med-dgag). Algunos otros traductores las llaman negaciones afirmativas y negaciones no afirmativas.

No es necesario entrar en los detalles técnicos de este punto. “Esto no es una manzana” y “no hay manzanas” son dos fenómenos de negación, pero son diferentes, ¿no es cierto? En el primero de ellos, “esto no es una manzana”, después de negar “manzana”, queda el “esto”; en otras palabras, nos quedamos con un “esto”, a pesar de que “esto” no sea una manzana. Es otra cosa, diferente de una manzana. Mientras que “no hay manzanas” no deja nada después de negar “manzanas”, simplemente no hay manzanas; esa es la diferencia.

El segundo tipo de fenómeno de negación también tiene dos clases: “no hay manzanas” y “no hay invasores de la quinta dimensión”. En el primero “no hay algo que podríaestar allí, pero no está”, y el segundo es “no hay algo que es imposible y que nunca podría estar allí”. La vacuidad es el segundo tipo de fenómeno de negación. No hay tal cosa como un objeto de referencia de este holograma mental de algo imposible; otra forma de decirlo es que la vacuidad es una ausencia total: una total ausencia de un objeto de referencia que corresponda con el holograma mental.

Por ejemplo, un niño tiene el holograma mental de un monstruo debajo de su cama, y le teme; pero no hay tal cosa como un monstruo, el holograma mental no corresponde con nada real. El miedo del niño no se basa en oír o escuchar un monstruo real debajo de la cama, y en que después la mente fabrique un holograma mental a partir de ello. Hay una total ausencia de un monstruo debajo de la cama, el holograma mental de uno surge simplemente por el temor del niño. Este es un ejemplo de una negación no implicativa de un objeto que no corresponde con la realidad.

Sin embargo, la vacuidad es una negación no implicativa de un modo de existencia que no corresponde con la realidad, por ejemplo, que un gato exista como un monstruo. Cuando un niño se imagina que el gato debajo de la cama es un monstruo, el holograma mental no proviene de un monstruo real debajo de la cama, sino de proyectar una forma imposible de existencia sobre el gato que realmente está allí. Así, la vacuidad es una ausencia total de un modo de existencia referente que corresponda al modo de existencia que aparece en el holograma mental. Nada existe como un monstruo, ese es un modo imposible de existencia, porque no existe tal cosa como un monstruo.

Nuestros hologramas mentales de cosas imposibles y de formas imposibles de existencia son sólo creaciones de los hábitos de nuestra falta de darnos cuenta. No provienen de la cognición válida de lo que realmente existe, como cuando vemos o escuchamos válidamente algo y demás, mediante un holograma mental preciso de ello. Sin embargo, debido a los hábitos de la paranoia, por ejemplo, nuestra mente fabrica hologramas mentales de que todo el mundo está en nuestra contra, pero eso es imposible. Tal vez haya una o dos personas en nuestra contra, pero no todos los que han existido nos odian. Sin embargo, la persona con paranoia así lo siente y lo cree, para esta persona es real, pero de hecho no es real. Percibir este holograma mental de algo imposible realmente perturba a la persona, pero no corresponde con nada real.

Nuevamente, para conocer “esto no es una manzana” necesitamos conocer “manzana”. Por lo tanto, para conocer que “no existe nada como esta cosa imposible” necesitamos conocer “esta cosa imposible”. Sin embargo, no podemos conocer válidamente algo que es imposible, porque es inexistente. Entonces, ¿cómo conocemos válidamente algo que es imposible con el fin de saber que no existe tal cosa? La solución es que podemos conocer válidamente la apariencia de algo imposible, a pesar de que no podemos conocer válidamente la cosa imposible misma. Dado que podemos conocer válidamente lo que es imposible de esta forma indirecta, Tsongkapa, el fundador de la tradición guelug, hace hincapié en “conocer el objeto a ser refutado”. Necesitamos conocer lo que será negado para saber que no existe tal cosa. Si no podemos identificar correctamente lo que es imposible en los hologramas mentales que nuestra actividad mental nos hace aparecer, nunca seremos capaces de refutarlos ni seremos libres de creer en ellos.

Diferentes niveles de formas imposibles de existencia

En términos de las apariencias de lo que es imposible, tenemos proyecciones de muchos niveles diferentes de formas imposibles de existencia; no es solamente la proyección de un modo imposible. El estudio de las diferentes posiciones filosóficas budistas indias, los llamados sistemas filosóficos, es extremadamente útil, pues nos ayuda a entender en forma gradual y ordenada lo que es imposible.

Empezamos desde el nivel más burdo, y una vez que lo hemos refutado y hemos dejado de creer en él, seguimos refutando niveles más sutiles de proyección de algo imposible. Al estudiar estas escuelas de forma gradual, reconocemos todas las proyecciones más sutiles hasta que, con el tiempo, nos liberamos de la proyección más sutil de formas imposibles de existencia. Sin embargo, sólo cuando nos hemos liberado del primer nivel de proyección, es claro para nosotros cuáles modos imposibles de existencia más profundos son dejados fuera. Sólo entonces es posible liberarnos del siguiente nivel; sin seguir este proceso, realmente es muy difícil.

Si vamos directamente al nivel más sutil de proyección y negamos eso, el modo imposible de existencia que refutamos puede sonar trivial. Por ejemplo, si nos preguntamos: “¿Dónde está el yo? ¿Está en la nariz, bajo nuestra axila, en las piernas o en el estómago?”. Cuando buscamos, no podemos encontrar el yo, ¿y eso qué? Dicho de esta manera, la pregunta del yo se ha convertido en algo trivial, porque no hemos atravesado todos los pasos previos para entender lo que realmente significa la pregunta.

Es como cuando llegamos a casa en un frío día invernal y nos queremos desvestir completamente; primero tenemos que quitarnos el abrigo, luego el suéter, la camisa y, finalmente, la ropa interior. No podemos sólo quitarnos la ropa interior sin pasar por las otras etapas. Me parece que esta es una imagen útil para recordarnos la importancia de atravesar cada uno de estos sistemas y realmente entender de qué están hablando, aunque ello tome mucho tiempo y paciencia. Cada uno de los sistemas es complejo y profundo.

Hoy en día, existen muchos libros disponibles que son traducciones de los textos sánscritos y tibetanos, que explican la vacuidad en el nivel más profundo, pero tenemos que preguntarnos ¿a quiénes estaban dirigidos originalmente estos textos? Estaban dirigidos a monjes que llevaban mucho tiempo estudiando. ¡Estos libros nunca fueron pensados como una introducción a la vacuidad para principiantes! Los tibetanos que se entrenan en los monasterios no estudian estos textos primero; necesitan estudiar lógica, debate y los diversos sistemas filosóficos durante muchos años, antes de abordar este material. Así que, aunque es un proceso largo, es útil comenzar con la llamada explicación “simple” de la primera escuela de principios filosóficos, y tratar de entender las implicaciones de la misma antes de pasar a las explicaciones más sutiles y profundas.

El ejemplo de la escuela vaibáshika

Como dice Shantideva: si podemos entender un principio básico en un nivel simple, entonces, con esta comprensión como analogía, podremos profundizar cada vez más. Déjenme darles un ejemplo: la primera escuela del sistema filosófico budista indio que estudiamos se llama vaibáshika; esta escuela describe que hay dos tipos de fenómenos verdaderos. Existen cosas que parecen sólidas y existen los átomos de los que están hechas estas cosas; tanto los objetos sólidos como sus átomos constituyentes son descripciones correctas de lo que aparece ante nosotros; pero debido a que son lo que aparece desde dos puntos de vista diferentes, se les llama las dos verdades.

Si pensamos en ello profundamente, el nivel en el que todo aparece como sólido es el nivel superficial, también llamado nivel de la apariencia, mientras que los fenómenos verdaderos más profundos son los átomos que constituyen la materia. Ambos fenómenos, los objetos sólidos y los átomos, son igualmente verdaderos, pero uno de ellos es una verdad más profunda. Piénsenlo un momento. Esta silla y mi cuerpo son colecciones de átomos; esto significa que son campos de energía y mayoritariamente espacio vacío; sin embargo, no me caigo al suelo a través de la silla. Las implicaciones de esos dos hechos son extraordinarias.

Ahora podemos entender el símil de que todo es como una ilusión. Es como una ilusión que la silla y mi cuerpo sean sólidos; parecen ser sólidos, pero en realidad son una colección de átomos. Por lo tanto, su solidez es como una ilusión. Pero ahora necesitamos añadir la frase más importante después de eso, que es “sin embargo, funcionan: no me caigo a través de la silla”. Si realmente podemos internalizar, pensar y asimilar que las cosas son como una ilusión, porque aparecen como sólidas pero no lo son, y aún así funcionan, si podemos aceptarlo y hacer frente a la vida bajo la luz de este entendimiento sin enloquecer, entonces estamos listos para ir al siguiente nivel de una ilusión más sutil.

El siguiente nivel de ilusión es que mi estado de ánimo, por ejemplo, aparece como sólido, pero de hecho es una colección momentos diminutos, todos ellos diferentes. Así que la solidez de mi estado de ánimo también es como una ilusión; sin embargo, aún así, este mal humor ha servido para arruinar mi día.

El lenguaje es aún más milagroso en su funcionamiento, porque todo lo que sucede en un momento, todo lo que escuchamos en un momento es una parte diminuta del sonido de una letra de una palabra; en el siguiente momento, ese sonido diminuto ya no existe; sin embargo, ¿no parece que las palabras y frases que decimos y que otros dicen son sólidas y reales? Su solidez es como una ilusión, y aún así podemos comunicarnos los unos con los otros.

No subestimen a la escuela vaibáshika ni piensen que es tan sencilla que simplemente se la pueden saltar pensado “ah, eso es cosa de niños”. Ofrece una comprensión increíblemente profunda del mundo, que es verdadera y requiere tiempo asimilarla y ser capaces de integrarla en nuestra vida. Podemos fácilmente entender de manera intelectual este conocimiento como parte del sistema filosófico, pero es sólo cuando lo hemos asimilado que estamos emocionalmente listos para continuar al siguiente nivel de proyección. Por lo tanto, la comprensión de que “todo es como una ilusión, pero aún así todo funciona” es como una escalera: si podemos entenderlo en el primer escalón, en el sentido de que los objetos están hechos de átomos y los eventos mentales de momentos, entonces estamos listos para pasar al siguiente escalón. Estamos listos para entender un nivel más sutil de lo que es como una ilusión, pero aún así funciona. Necesitamos comenzar a subir la escalera pisando el primer escalón, los escalones superiores son difíciles de alcanzar desde el suelo.

Al final, comprenderemos la vacuidad en el nivel más profundo: los hologramas mentales de las personas, los objetos y los eventos que aparecen ante nosotros son como una ilusión. La forma en que parecen existir las cosas no corresponde con la forma en que existen realmente. Hay una ausencia total (un vacío) de ese modo imposible de existencia. Sin embargo, a pesar de ser como una ilusión, todo funciona.

Preguntas

¿La proyección del niño de un monstruo debajo de la cama es el mismo tipo de fenómeno que nuestras proyecciones neuróticas adultas sobre, por ejemplo, amar u odiar a alguien en particular? ¿Marca alguna diferencia el hecho de que nosotros los adultos estemos condicionados desde hace un largo tiempo, mientras que los niños no?

Las proyecciones de los adultos y los niños son básicamente el mismo tipo de fenómeno: ambos son sucesos perturbadores que surgen de manera automática. Nosotros no tenemos que enseñarle al niño a proyectar un monstruo debajo de la cama, ni tenemos que enseñarle a un adulto a amar u odiar a alguien. En un nivel simple, podemos decir que todos exageramos, tanto los niños como los adultos. Añadimos cosas que no están ahí o exageramos lo que está ahí. La ira, por ejemplo, exagera las cualidades negativas de alguien; exageramos la importancia de “¡ me dijiste eso a ...!”, excluimos todo lo demás en nuestra relación con la persona y luego nos enojamos.

También podemos exagerar las cualidades positivas y sentirnos atraídos hacia otra persona sobre la base de una cierta forma en la que él o ella nos miró. Con la falta de darse cuenta, no reconocemos que este holograma mental exagerado no corresponde con la persona real, o lo tomamos en el sentido contrario: “¡Sí! Esta persona es la más fantástica del mundo”. De hecho, es sólo una persona que nos miró de una manera determinada.

La influencia de nuestra sociedad y cultura puede reforzar nuestra tendencia automática a exagerar los aspectos positivos y negativos de las personas, los eventos y los objetos. Pero incluso sin esa influencia, aún nos enojaremos o apegaremos a las cosas, exagerando algún aspecto de ellas. Del mismo modo, es posible que nuestra sociedad les enseñe a los niños sobre los monstruos; sin embargo, aún se asustarán automáticamente por los ruidos que escuchen en la noche.

Volviendo a la persona que se desviste. ¿Los diferentes sistemas filosóficos tienen el objetivo de darnos etapas graduales a través de las cuales podamos liberarnos de los diferentes niveles de nuestras propias proyecciones?

Sí, esta es la manera en que los tibetanos lo entienden. Históricamente, los sistemas filosóficos se desarrollaron en forma individual en la India en diferentes épocas y, con frecuencia, en diferentes lugares; originalmente, había personas y escuelas que simplemente seguían uno u otro de estos sistemas, y de esta forma el budismo llegó a China. Así que algunas escuelas budistas chinas sólo siguen un sistema filosófico indio. Sin embargo, en los últimos tiempos, estos sistemas se han estudiado en conjunto como un todo, en el plan de estudios de las universidades monásticas indias como Nalanda, por lo que los tibetanos que visitaron estos monasterios lo entendieron como un camino gradual.

También es importante recordar que el sistema filosófico más profundo puede no ser adecuado para una persona en particular, por ejemplo, para nosotros en la actualidad; con el tiempo puede ajustarse a nosotros, pero por ahora quizás necesitamos darnos cuenta de que esta escuela y esta explicación en particular son suficientes para mí, porque me funcionan ahora y es todo lo que puedo manejar por el momento. Eso está muy bien, sobre todo si somos conscientes de que hay niveles más profundos.

Necesitamos recordar que todos los niveles son beneficiosos y que podemos hacer grandes progresos en cada uno de ellos. También es importante no forzarnos demasiado a la hora de estudiar ni tratar de ir más allá de lo que intelectual y emocionalmente estemos preparados. Además, a pesar de que podamos leer los textos prasánguika antes de estar preparados para ellos y veamos que señalan las absurdas conclusiones que se derivan de las creencias de los sistemas filosóficos menos sofisticados, ni por un momento piensen que estas otras escuelas son tontas. Como solía decir mi maestro Serkong Rinpoche: pensar así es un signo de nuestra arrogancia. El Buda los enseñó todos para ayudar a las personas.

Cuando estamos bajo presión y proyectamos a gran velocidad, ¿qué podemos hacer para detener el flujo de las proyecciones?

Hay medidas provisionales y definitivas que podemos tomar. Comprender y aplicar la vacuidad es una medida definitiva. Como expliqué antes, necesitamos una gran cantidad de preparación, fuerza positiva, concentración y demás para ser capaces de aplicar un correcto entendimiento de la vacuidad.

Antes de lograr esto aplicamos las medidas provisionales, de las cuales la más sencilla es poner atención en la respiración. ¿Por qué? Porque nos permite volver a nuestro cuerpo y es bastante regular y constante. La respiración nos aterriza y nos trae de vuelta cuando nos perdemos en fabricaciones mentales. Se recomienda como una medida provisional básica; no resolverá el problema en forma definitiva, pero nos ayuda a calmarnos, lo cual es muy necesario.

Audio original del seminario

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