Segunda verdad noble – Las causas verdaderas del sufrimiento
Así como consideramos a la primera verdad noble de una manera más personal y con aceptación, asimismo necesitamos considerar a las otras tres verdades nobles, para que nuestra práctica budista nos pueda afectar personalmente de una manera mucho más significativa y transformadora.
Una vez que hemos reconocido nuestras dificultades en la vida y, en cierto sentido, nos hemos dado un poco de apoyo emocional, podemos considerar la segunda verdad noble: las causas del sufrimiento. Necesitamos saber cuál es la causa de que la tubería rota no funcione para que la podamos arreglar. Cuando buscamos las causas de nuestros problemas, es muy importante hacerlo de una manera personal, desde el punto de vista de un camino medio. En otras palabras, no queremos echarle la culpa sólo a cosas externas: “Yo soy así porque mi mamá me hizo tal o cual cosa cuando yo tenía tres años y la sociedad me hizo aquello y la economía me hizo lo otro”. Por otro lado, no queremos negar esos factores completamente y decir: “Todo es mi culpa”, cargándonos la culpa y la responsabilidad por entero.
Cuando hablamos sobre cómo nuestra ignorancia es la causa más profunda de nuestros sufrimientos y problemas, es bastante fácil distorsionarlo y pensar: “Soy estúpido, malo, no sirvo para nada, así que soy el culpable”. Todo esto se construye alrededor de pensar en términos del YO sólido, siempre siendo el estúpido que hace todo mal, el malo. Prefiero usar: “No nos damos cuenta de la realidad” en lugar de: “Somos ignorantes”. Esto puede ayudar a quitar un poco la cualidad censuradora a la segunda verdad noble, las causas verdaderas de nuestras dificultades en la vida.
Para realmente introducirnos cada vez más profundamente en una manera más constructiva de considerar a las verdaderas causas de las dificultades de nuestra vida, realmente tendríamos que combinar la segunda verdad noble con el entendimiento de la vacuidad. No hay un YO sólido dentro de mí, que es el estúpido que estropeó todo, ese YO sólido que justamente echó todo a perder y es el verdadero idiota. Usualmente usamos palabras más fuertes en nuestra mente.
Aunque podamos rastrear la fuente de nuestras dificultades en la vida hasta nuestra propia falta de darnos cuenta, esto no niega el surgimiento dependiente. Nuestros problemas no son producto de una sola causa, como en el ejemplo de la cubeta que no se llena ni con la primera ni con la última gota de agua. Asimismo, nuestros problemas en la vida no son causados por una sola cosa, demarcada por una gran raya sólida alrededor y sin que ninguna otra cosa haya afectado la situación. No es así. Todo ha surgido en dependencia con muchos factores, así que es la combinación de nuestra falta de entendimiento y confusión, junto con la sociedad, la economía y lo que hizo mi madre. Y todas estas gotas juntas han llenado el balde de nuestra difícil vida.
Cuando decimos que la causa raíz del sufrimiento es la falta de darnos cuenta, a lo que nos estamos refiriendo es que el no darnos cuenta, por no conocer la realidad o bien por conocerla incorrectamente, es la causa más profunda de nuestro sufrimiento y si queremos cambiar la situación, esto es de lo que realmente nos tenemos que deshacer. Esto es así porque las otras causas y condiciones, o bien son derivadas de nuestra falta de darnos cuenta o son algo que nos es imposible cambiar. No podemos cambiar algo que hicieron nuestras madres cuando teníamos tres años de edad. Eso ya pasó, es historia. Es muy importante trabajar con la segunda verdad noble sin hacer juicios, aplicando las enseñanzas de la vacuidad y del surgimiento dependiente.
¿Entienden la idea general? El proceso es muy similar al que aplicamos antes en relación a la primera verdad noble. Miramos hacia adentro y observamos que: “Claro, estoy confundido, por supuesto que no sé lo que estoy haciendo con mi vida”, pero tratamos de reconocer esto sin emitir juicios. Es un asunto delicado. Es como si nos cortamos mientras estamos picando verduras, podemos aceptar que nos cortamos nosotros mismos sin ponernos pesados al respecto, “Oh, qué estúpido soy, qué malo soy. . . ”. Quizá no fuimos muy cuidadosos o lo que sea, pero pasó. Cosas así pasan y, más o menos, lo aceptamos. Más aún, no nos cortamos sólo porque no estábamos prestando atención. Eso también surgió dependiente del hecho que el cuchillo estaba muy afilado. Si el cuchillo no hubiera estado afilado, no nos habríamos cortado. También depende de que estábamos hambrientos y de que resulta que tenemos un cuerpo humano que hay que alimentar cada día. De nuevo, si no hubiéramos tenido este cuerpo, el accidente no hubiera pasado.
Lo mismo aplica a todos nuestros problemas en la vida. Surgen de una combinación de todas estas cosas y es tal como el hecho de que no somos malos por habernos cortado nosotros mismos. Repito, podemos hacerlo usando la aproximación de “alimentar al demonio”. Una vez que somos capaces de establecer este aspecto no censurador con nosotros mismos sobre las causas de nuestros problemas en la vida, entonces podemos también hacer lo mismo con los demás. Intentemos hacerlo.
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Segunda verdad noble – La verdadera terminación del sufrimiento
Con la tercera verdad noble estamos tratando con la posibilidad de verdaderamente detener nuestros problemas. Esto es lo que la palabra cesación significa, podemos poner alto a nuestros problemas, podemos deshacernos de ellos. En inglés la palabra “cessation” (cesación) no significa mucho para la gran mayoría de la gente. Es una palabra muy poco usada. No es una palabra común, así que muchos de nosotros no sabríamos lo que significa. Seguro que mi madre nunca supo lo que significaba esa palabra y nunca la utilizó en su vida. Así que, permítanme llamar a la tercera verdad noble “verdadera terminación”.
El asunto aquí no es sólo que tenemos la terminación o el final a nuestros problemas, sino también a las causas de nuestros problemas. Y no estamos hablando simplemente sobre un problema específico, porque obviamente, cualquier problema en particular va a terminar. Cuando cocinamos una comida y la comemos, el problema específico del hambre termina en ese momento. Sin embargo, un problema mayor es que vamos a volver a tener hambre. La causa de tener hambre esta noche, por supuesto, desaparecerá al cenar. Pero mi hambre no se acabará para siempre cuando cene esta noche. No estamos hablando de la eliminación de la causa de un problema particular, como estar hambriento en este momento. Estamos hablando de la eliminación del continuo surgimiento de la causa. Este es el principal interés aquí.
El asunto es: “¿Realmente creo que es posible deshacerme del incontrolablemente recurrente fluir continuo de la causa de mis problemas? Y si creo que es posible, ¿Cómo puedo realmente deshacerme de él?” En otras palabras, ¿es realmente posible obtener la liberación y la iluminación?
Esos son puntos muy difíciles. Si no estamos convencidos, al menos hasta cierto grado, de que es posible alcanzar la liberación de nuestros problemas para siempre, entonces: ¿Qué estamos haciendo en budismo? ¿A qué le apuntamos? ¿Tenemos nada más la meta de un logro fantasioso que realmente no creemos que sea posible conseguir? Si este es el caso, entonces, llegar a ser un buda y liberarse son tan sólo fantasías infantiles. Y nos estamos engañando a nosotros mismos, perdiendo nuestro tiempo tratando de lograr algo que no creemos que sea posible alcanzar. Esta es una pregunta seria.
Desafortunadamente, la línea de razonamiento para entender cómo es posible alcanzar la liberación y la iluminación es muy difícil. Tiene que ver con toda la presentación de la filosofía prasánguika, de que detener el sufrimiento es realmente equivalente a la vacuidad. Es realmente muy difícil de entender, entonces: ¿Qué significa para nosotros en este momento? Lo que significa, en el contexto de este curso de fin de semana, es que no vamos a entender instantáneamente cómo es posible la liberación. Será un proceso largo pero, a menos que entendamos que es posible, no vamos a convencernos de ello. Si no estamos convencidos, no lo vamos a sentir, como discutimos ayer a través de todo el proceso de cómo aceptamos algo una vez que lo hemos entendido. A lo que todo esto se reduce es que, provisionalmente tenemos que aceptar como acto de fe, que la liberación y la iluminación son posibles. Este es una manera provisional de trabajar con esto.
Entonces: ¿Cómo “fe ciega”? “¿¡Yo creo! ¡Aleluya!?” o ¿Cómo creemos en esto? Algunas personas tal vez respondan: “Yo puedo creer en ello porque mi gurú es un buda. Yo veo la iluminación en él, así que ésta es posible”. Esto no es muy estable para la mayoría de la gente, porque podemos ver varias fallas en maestros espirituales altamente desarrollados. A veces ellos cometen errores. Debemos diferenciar entre (y trataremos esto más tarde) toda la discusión de: “¿Es el gurú un buda desde su propio lado?”, o “¿El que el gurú sea un buda es algo que surge dependiendo de la relación entre el estudiante y el maestro?” Obviamente es el segundo caso. Las cosas surgen dependientes de un punto de vista. El ser un buda no es algo absoluto, establecido desde el propio lado del maestro como un hecho que debe ser tomado literalmente. Lo que pasa en la práctica es que encontramos que muchos de esos maestros que pensamos eran tan maravillosos, cometen errores. Y entonces nos sentimos decepcionados o desilusionados y podemos pensar que la iluminación no es posible.
Aplicación de la aproximación de los estados graduales del lamrim a la creencia que la liberación es posible
Podemos aplicar la estructura básica del lamrim, los estadios graduales del camino, para ayudarnos a tratar con el dilema de creer que la liberación y la iluminación son posibles. La versión de Atisha del lamrim presenta tres niveles de motivación, tres objetivos, tres metas. El más alto es la iluminación y el intermedio es la liberación. Asimismo, hay un nivel inicial de motivación, que es renacer en uno de los estados de renacimiento más favorables. Si queremos poner esta meta inicial en un lenguaje un poco más simple sin tener que tratar directamente con el renacimiento sería, básicamente, la motivación de mejorar el samsara, de mejorar nuestra existencia samsárica. Antes de poder pensar en mejorar nuestras vidas futuras, necesitamos pensar primero en mejorar la presente.
Lo que es importante aquí es ser honestos con nosotros mismos y no ser espiritualmente pretenciosos. Me parece que muy pocas personas, entre los practicantes budistas, pueden real y sinceramente decir que su meta es la liberación y la iluminación. Si realmente es la liberación nuestra meta, esto significa que hemos perfeccionado la renuncia. La mayoría de la gente no quiere ni siquiera oír hablar acerca de la renuncia, menos aún practicarla.
A lo que estamos renunciando no es al chocolate o a la televisión. A lo que estamos renunciando es a la causa de nuestros problemas, lo cual a nivel inicial es, básicamente, renunciar a los rasgos negativos de nuestra personalidad y a los comportamientos destructivos que devienen de ellos. Eso es a lo que tenemos que renunciar: a nuestro enojo, a nuestro egoísmo, a nuestra avaricia, a nuestras barreras La mayoría de nosotros no estamos dispuestos a deshacernos de nada de esto. Queremos agregar algunas cosas a nuestra vida, felicidad y todas esas otras cosas lindas, pero sin tener que soltar nada. Así que sin renuncia, cuando decimos: “Mi meta es la iluminación, mi meta es la liberación”, no estamos siendo muy sinceros.
Aquí es donde nos conviene darle otro brochazo a este asunto del “deber”. Muchos de nosotros tenemos el pensamiento: “YO DEBERÍA tener a la iluminación como meta porque si no, soy un mal practicante y mi gurú no me apreciará”. Eso es un poco infantil, ¿no es cierto? Lo que necesitamos tratar de ver aquí es que el alcance inicial, el nivel inicial de motivación, tener como meta mejorar nuestro samsara, es perfectamente legítimo. Está bien estar en el primer nivel. De hecho es un gran logro estar en el primer nivel. La mayoría de la gente no tiene ni siquiera el concepto de tratar de mejorar su vida, menos aún las futuras. Y aquí no estamos hablando de una vida mejor en lo económico, sino en términos de nuestro desarrollo interior. La mayoría de la gente en este mundo no está interesada en eso. Tener esta meta está bien y, con esta base, podemos entrar a la práctica del Dharma y a largo plazo, podemos tratar de entender que es posible obtener la liberación y la iluminación, porque puede ser difícil convencerse realmente de esto.
En otras palabras, es más honesto pensar: “Yo realmente no puedo decir, en este momento que mis metas sean la liberación y la iluminación, porque no estoy realmente convencido que eso es posible de lograr y yo no quiero trabajar con un cuento de hadas. Así que, mi meta es tratar de entender que esto es posible, porque entonces puedo trabajar por ello sinceramente. Mientras tanto, voy a trabajar al nivel de tratar de mejorar mi situación samsárica, la difícil situación de mi vida y, en relación a esto, tengo cierta confianza en que es posible al menos debilitar las causas de mis problemas y eliminar ciertas cosas que son un poco más fáciles de eliminar que mi confusión”. Esta manera de pensar nos habilita para realmente trabajar con un maestro espiritual, de una manera que me parece más sana.
Ahora, no es importante el asunto de si el maestro está realmente liberado o realmente iluminado o no. Esta ya no es una cuestión vital. Más bien, el asunto es, si tal persona está más desarrollada que nosotros y si ha disminuido en gran medida su confusión, su enojo, y demás. Necesitamos pensar, “Aun si a veces esta persona comete errores y actúa emocionalmente disgustada, está bien. Más adelante, a medida que yo avance en el sendero, lidiaré con la manera de relacionarme con esto en términos de: ‘Mi maestro está tratando de enseñarme algo’ y ese tipo de cosas. Trataré esta cuestión más adelante. Ahora, en este nivel, es suficiente que pueda darme cuenta de que este es un ser altamente desarrollado. Si mi maestro es perfecto o no, no es algo que realmente me importe en este momento. Puede inspirarme a progresar por su manera de ser.
Aunque esto no está explicado así en las enseñanzas budistas, pienso que como occidental, es muy útil usar esto como una etapa en nuestro desarrollo espiritual, porque los occidentales, muy frecuentemente, vemos las cosas en términos de blanco o negro. En otras palabras, o el maestro es un buda perfecto o pensamos: “Olvidémonos de todo el camino espiritual porque yo lo vi cometiendo un error”. Para evitar ese extremo y también evitar el extremo de decir que estamos trabajando para la liberación y la iluminación cuando realmente no es así, pienso que este paso intermedio es de gran ayuda.
En mi propia práctica personal, me doy cuenta de que no me importa si mis maestros son realmente budas o no, o si tienen o no las cualidades del Buda. ¿Pueden atravesar paredes y volar por el aire y multiplicarse a sí mismos en diez mil millones de formas? Realmente a mí no me interesa eso, me da igual. Pero el hecho que ellos estén mucho más desarrollados que yo en términos de lo que puedo ver y con lo que me puedo relacionar respecto a cómo tratan a la gente, como manejan su vida y demás, me muestra que están mucho más evolucionados que yo. Eso me da la inspiración de que es posible lograr lo mismo.
Este es un nivel con el que podemos empezar a trabajar. Pienso que es mucho más accesible. Convencernos de que es posible detener las causas de nuestros problemas a este nivel, aún cuando no sea una verdadera terminación para obtener la liberación, es suficiente para habilitarnos a funcionar como personas, dentro de la motivación del primer nivel. Es un nivel perfectamente legítimo para estar en nuestra práctica espiritual y un nivel necesario para empezar. En otras palabras, cuando vemos a un maestro en tal nivel, empezamos a convencernos que al menos es posible alcanzar cierto nivel de terminación de las causas de los problemas, aún cuando no sea la verdadera cesación con la cual se alcanza la liberación. Simplemente tener la convicción de la posibilidad de este nivel de cesación de las causas de los problemas nos da confianza para ser capaces de funcionar sinceramente como una persona en el nivel inicial de motivación. Es una etapa muy necesaria. No sólo es adecuada, sino que necesitamos pasar por ella para tener un desarrollo espiritual estable.
Lo que necesitamos evitar, entonces, es saltar de entrada al nivel más alto de motivación y al desilusionarnos: ¡cataplum! caernos al piso. Este es un muy típico patrón occidental del encuentro de un estudiante con el budismo. Podemos evitar eso al no ser pretenciosos y trabajar primero para mejorar nuestro samsara, lo cual usualmente es, después de todo, la razón por la que las personas sinceras entran al budismo, no como si fuera un tipo de viaje o un tipo de deporte. Este es el primer nivel de involucramiento sincero con el budismo.
Entonces llegamos a la cuarta verdad noble: para dar lugar a esta auto transformación tenemos que hacer algo. Necesitamos ser activos ya que no va a caer simplemente del cielo sin razón alguna, sin esfuerzo. Necesitamos realmente cambiarnos a nosotros mismos.