He estado involucrado en practicar, traducir y enseñar budismo durante muchas décadas, y uno de los grandes problemas que me encontré fue que muchas personas alcanzaban una meseta en su práctica y era muy difícil ir más allá de esa meseta. El gran obstáculo que encontré fue que a las personas les parecía muy difícil saber cómo aplicar las diversas enseñanzas y prácticas budistas en su vida diaria, en términos de problemas reales, problemas emocionales que enfrentaban. El problema era básicamente porque muchos de los problemas emocionales que todos experimentamos los conceptualizamos de una forma occidental y no se conceptualizan de la misma forma en el pensamiento budista tradicional.
Todos sabemos lo que es la inseguridad, qué es ser insensibles o ser hipersensibles, la baja autoestima, estar fuera de contacto con nuestros sentimientos, estar fuera de contacto con nuestro cuerpo, alienación, estrés – todas estas cosas. Y no hay palabras sánscritas o tibetanas tradicionales para la mayoría de estos términos, si no es que para ninguno. Ahora, eso no significa que los indios antiguos y los indios y tibetanos modernos no experimenten ninguna de estas cosas – sí las experimentan, es solo que las conceptualizan de forma diferente.
Así que desarrollé un programa y escribí un libro sobre él, llamado Desarrollar la sensibilidad equilibrada, como un puente, en cierto sentido, para mostrar cómo se pueden aplicar los diversos métodos budistas a estos típicos problemas que todos experimentamos. Lo hice al analizar estos diversos problemas de acuerdo con el marco de referencia conceptual budista; entonces se puede ver cómo aplicar los métodos budistas para lidiar con ellos. Y, francamente, una de las grandes motivaciones para desarrollar este programa es porque yo mismo lo necesitaba. Muy a menudo parece que el interés personal y la autoayuda son al menos parte de nuestros esfuerzos por ayudar a los demás. “Me ayudará, quizás. Espero que ayude a otros también”. Este tipo de acercamiento.
Lidiar constructivamente con problemas de sensibilidad
Identificar desequilibrios en la sensibilidad
Cuando revisamos estos diversos problemas, el tema central en el que me enfoqué fue en la sensibilidad. Cuando hablamos de sensibilidad, estamos hablando de sensibilidad emocional, y tenemos dos extremos: ser hipersensibles o ser insensibles. Lo que queremos hacer es tener algún tipo equilibrado de sensibilidad, una sensibilidad que sea saludable, que sea útil, que evite estos dos extremos.
Ahora, la sensibilidad puede dirigirse hacia los demás o hacia nosotros mismos, e implica básicamente dos factores: prestar atención (atención) y responder. Así, ¿a qué le prestamos atención y a qué respondemos? Puede ser a una situación, una situación de otros o nuestra propia situación, o también puede ser en términos del efecto de nuestra conducta, el efecto de nuestra conducta en los demás – lo que les decimos, cómo los tratamos – y el efecto de nuestra conducta en nosotros mismos. Hay muchas posibilidades de lo que podría estar fuera de equilibrio: podemos prestar demasiada atención o muy poca atención, podemos reaccionar exageradamente, no reaccionar en absoluto o reaccionar de una forma inapropiada – y luego los mezclamos y tenemos muchas, muchas posibilidades de lo que podría estar fuera de equilibro.
Cuando revisamos un poco más de cerca, hablando en términos de prestar atención: podemos prestar atención con o sin empatía. Como, por ejemplo: como hombre, podría tratar de prestar atención y ser receptivo al embarazo de mi esposa y al hecho de parir a un niño, pero es muy difícil como hombre empatizar con lo que realmente siente una mujer. Y prestar atención puede ser con entendimiento o sin entendimiento. Me doy cuenta de que realmente no me estoy sintiendo bien mentalmente, emocionalmente, y no entiendo por qué, qué es lo que realmente está mal, pero podría responder a ello tomando un descanso. Es un ejemplo en el que no hay entendimiento, pero aun así tenemos una forma equilibrada, sensible, de lidiar con ello.
Así que el primer paso en el entrenamiento es identificar y reconocer en nosotros mismos cuáles pueden ser nuestros problemas de sensibilidad.
El budismo, por supuesto, es muy útil, con muchos métodos para lidiar con estos asuntos. Lo que he hecho con este programa es tomar muchos métodos diferentes de muchas prácticas budistas distintas, y unirlas en un cierto orden que tenga sentido con cómo desarrollaríamos la sensibilidad equilibrada. Así que todo está basado en las enseñanzas budistas. Sin embargo, lo he presentado de tal forma que, aunque indico cuáles son las fuentes budistas, absolutamente no es necesario tener antecedentes budistas, ni siquiera conocer los antecedentes budistas, para poder ser capaces de practicar estos ejercicios.
La forma en que entrenamos con estos ejercicios es que practicamos con personas reales. A menudo en la meditación budista nos sentamos y visualizamos e imaginamos compasión por todos los seres sensibles. Bueno, todos los seres sensibles – muchas gracias, muy lindo, pero ¿quién? Es demasiado vago, demasiado general. E incluso si lo dividimos en todos los humanos, todos los animales, todos los fantasmas y demás, aun así, realmente no toca nuestro corazón. Quiero decir, es demasiado abstracto. Ahora, tiene un beneficio en términos de tener una actitud igualitaria hacia todos. Así que, si pensamos en términos de todos, entonces no solo se trata de nuestros favoritos (este me gusta y este no me gusta). Por tanto, que se haga de esta manera general tiene un propósito en la práctica del Dharma general; pero hay otro estilo de práctica en la que empezamos con aquellos que conocemos y luego la ampliamos hacia todos los demás.
De esta forma, entrenamos con estas prácticas en tres fases:
- Primero con personas que no están presentes, que no conocemos, extraños y personas que no nos agradan. Y para muchos de nosotros no es fácil visualizar, así que usamos imágenes. Para las personas que no conocemos usamos fotografías que recortamos de alguna revista. Así que dirigimos nuestro enfoque a estas personas en términos de estar más atentos a su expresión, etc., desarrollar más sensibilidad hacia ellas. Y luego podemos trabajar con fotos de personas que conocemos y nos agradan, y luego con fotografías de personas que no nos agradan particularmente. Incluso si no se trata de alguien que conozcamos personalmente que no nos agrada, podría ser un líder político, podría ser cualquiera que no nos agrade. Siempre hay alguien que no nos agrada.
- Luego practicamos unos con otros. Para esta actividad generalmente nos sentamos en círculo y vemos a todos alrededor del círculo, y luego nos dividimos en grupos de dos en dos y trabajamos unos con otros.
- La tercera fase es trabajar con nosotros mismos. Para ello, podemos vernos en un espejo y dirigir nuestra atención hacia nosotros mismos, trabajar sin espejo y después trabajar con una serie de fotografías de nosotros a lo largo de nuestra vida en términos de nuestra actitud hacia nosotros en el pasado. Muy a menudo no estamos en paz con la forma en que solíamos ser. “¡Oh, era tan tonto cuando era joven!” y demás. Somos demasiado sensibles con respecto a estos temas. O hay ciertos momentos de nuestra vida que me gustaría olvidar lo más pronto posible; este tipo de cosas. Eso no es muy saludable.
Aquietar la mente y generar una actitud considerada
Para poder ser capaces de hacer cualquiera de los ejercicios, necesitamos una cierta envoltura mental y emocional – envoltura es la única palabra en la que puedo pensar – dentro de la que podamos guardar todos los ejercicios. Y esto tiene dos aspectos: uno es una mente tranquila y el otro es una actitud considerada.
Una mente tranquila
Mente tranquila no significa apagar la radio, que no sientas nada y estar completamente en blanco, no es así. Lo que queremos decir con una mente tranquila es aquietar o silenciar todo el parloteo mental que está sucediendo – “blablablá” – el cual puede ser juzgador (“Oh, qué feo vestido está usando esa persona”, etc.) o preocuparnos por nosotros mismos, todo este tipo de cosas, o estar distraídos (como cuando estamos con alguien, pero nuestra mente está en otro lado). Necesitamos tranquilizar eso. Para poder ser sensibles con alguien necesitamos prestar atención. Prestar atención significa que tu mente no está en ningún otro lado y no estás hablando en tu mente todo el tiempo, juzgando a los demás o comentando: “Oh, qué aburrido. Desearía que esta persona se calle ya para poder irme a mi casa”. Necesitamos tranquilizar este tipo de cosas. Y también necesitamos tranquilizar algunas de estas actitudes y proyecciones que tenemos. Entramos en una situación y pensamos: “Oh, esto va a ser realmente aburrido”, “me la voy a pasar muy mal en esta fiesta”, o lo que sea. Tenemos que tranquilizar este tipo de actitudes y prejuicios.
El budismo tiene muchos métodos para tranquilizarse, en términos de desarrollar concentración y demás. El más fácil es soltar. Nos entrenamos de una manera muy sencilla: Tenemos nuestra mano empuñada, la abrimos y soltamos; tratamos de hacer esto con nuestra mente cuando se presente todo este “blablablá”; simplemente soltamos. Obviamente el parloteo regresa, pero si nos entrenamos lo suficiente en soltar, con el tiempo podremos dejar ir.
Desarrollar esa habilidad de soltar es muy útil, particularmente cuando estamos tratando de conciliar el sueño y nuestra mente no deja de correr de un pensamiento a otro. Bueno, solo suelta, deja de pensar – no es tan fácil de hacer, pero podemos entrenarnos para hacerlo – y entonces, por lo general, nos quedamos dormidos muy rápidamente si podemos tranquilizar a nuestra mente. Realmente lo necesitamos, especialmente cuando nuestro pensamiento está relacionado con preocupaciones; eso puede ser muy incapacitante; estoy seguro de que todos sabemos al respecto.
Practicamos esto con otros. Es un ejercicio muy interesante ser capaces de ver a otras personas en la habitación y no decir nada en nuestra cabeza – simplemente mirar, no comentar.
Así que este es el tipo de ejercicio en el que nos entrenamos. Y, por supuesto, esto lo podemos practicar en el autobús, lo podemos practicar en la carretera cuando vamos manejando y hay otros automóviles, cuando estamos atrapados en el tráfico, etc. – simplemente tener una mente tranquila, no comentar. Estar tranquilos de esta forma es muy útil para la salud mental, de hecho. Tener una mente tranquila; pero eso no significa que estamos aquietando a las emociones constructivas. Obviamente queremos tranquilizar, si podemos, un sentimiento de miedo, de inseguridad, de nerviosismo; aquietarlos.
Una actitud considerada
Una actitud considerada es el segundo aspecto de este espacio que tratamos de crear. Lo creamos, lo generamos, al ver a alguien más o pensar en alguien más o en nosotros mismos:
- Y primero pensamos: “Eres un ser humano. Tienes sentimientos, igual que yo”.
- “La forma en que te trato, la forma en que te hablo, afectará tus sentimientos, así como la forma en que me hables y actúes conmigo afectará mis sentimientos”.
- “Así que te tomo en serio a ti y a tus sentimientos. Me intereso por ti”.
- “Me interesa cómo te sientes”.
De hecho, es muy efectivo incluso si solo podemos recordar ese primer paso: “Esta persona es un ser humano y tiene sentimientos, y puede sentirse herida con lo que digo y con lo que hago”. Esa es una comprensión, una realización muy esclarecedora, ver a todos en esta habitación, por ejemplo, y ver: “Bueno, tú eres un ser humano, tienes sentimientos, tú tienes sentimientos, tú tienes sentimientos… Todos en esta habitación tienen sentimientos, nadie quiere ser ignorado, nadie quiere ser rechazado, todos tenemos sentimientos, todos somos iguales”. Esa es la actitud considerada.
Entonces, pasamos mucho tiempo tratando de desarrollar eso, estos dos aspectos – las dos alas, como las describo, sobre las que vuela toda la práctica – la mente tranquila (no juzgadora) y una actitud considerada. Y cuando hemos desarrollado eso, o al menos dado algunos pasos en esa dirección, eso crea el espacio protegido dentro del que podemos hacer el resto de las prácticas, porque entonces tenemos una sensación de que todos los demás en la habitación al menos están intentando no ser juzgadores y nos toman en serio como seres humanos con sentimientos. Todo eso está en la primera parte – la práctica es en cuatro partes – estos son los fundamentos.
Imaginar la sensibilidad ideal
A continuación, imaginamos cómo sería la sensibilidad ideal. Tenemos que tener una idea de qué es lo que anhelamos. Entonces, imaginamos la sensibilidad ideal, imaginamos que somos de esa forma y tratamos de ser un poco así. No seríamos juzgadores, no tendríamos ningún sentimiento de arrogancia: “soy mucho mejor que tú”. No tendríamos ningún sentimiento de que hay una pared sólida que nos separa por la cual no nos es posible relacionarnos con los demás. Podríamos tener miedo de la otra persona, o miedo de cometer un error, o miedo a no agradar, pero no tenemos ninguno de esos miedos. Sentiríamos que es un goce estar contigo o un goce estar conmigo mismo. Recordemos que tampoco tenemos juicios sobre nosotros mismos: “Oh, soy terrible”, etc. Tendríamos calidez emocional y comprensión, y autocontrol para no herir a la otra persona con lo que decimos y hacemos. Es muy importante darnos cuenta de nuestro tono de voz cuando hablamos con los demás; algunas veces es muy rudo porque no está relajado, así que el tono de voz es muy importante.
Y actuaríamos de forma considerada – por ejemplo, cuando alguien llega del calor exterior y somos considerados: “¿Te gustaría tomar un vaso de agua?”. Alguien llega a casa del trabajo, somos considerados: la persona está cansada, así que no la bombardeamos inmediatamente con lo que queremos. Si llamamos a alguien a su teléfono celular, preguntamos: “¿Tienes tiempo de hablar ahora? ¿Está bien si te llamo ahora o estoy interrumpiendo? ¿Es mejor que llame después?”. Existe este sentido de importancia personal con el que pensamos que la persona debería dejar de hacer inmediatamente todo lo que esté haciendo para hablar con nosotros – pensamos que podemos interrumpir en cualquier momento. Eso es muy insensible, ¿no es cierto? Y recuerden: “Tienes sentimientos, tal como yo los tengo”, y ese es el punto. Nos gustaría que fueran así con nosotros, así que tratamos de ser así con los demás.
Afirmar y acceder a nuestras habilidades naturales
A continuación, afirmamos y accedemos a nuestras habilidades naturales. ¿Soy capaz de ser así? Eso significa, a un nivel muy práctico, recordar lo que llamaríamos, en general, naturaleza de buda. ¿Qué nos permitiría convertirnos en buda? ¿Qué nos permitiría volvernos equilibrados en nuestra sensibilidad? Así que reafirmamos estos talentos básicos que tenemos: la habilidad de sentir gozo, de estar enfocados, de tener sentimientos cálidos, entendimiento y autocontrol. Y nuestro espíritu se puede elevar y podemos sentirnos inspirados. Reafirmamos estas habilidades al recordar experiencias cotidianas en las cuales las tenemos. Por ejemplo, no puedes escribir en una computadora o un mensaje en tu teléfono a menos que estés enfocado, somos capaces de hacer eso. Podemos tener sentimientos cálidos, como cuando acariciamos un gatito o un perrito en nuestro regazo. Entendemos cómo atarnos los zapatos. Utilizamos ejemplos comunes como estos para refirmar que sí tenemos estas habilidades naturales; solo necesitamos trabajar con ellas.
Refrenarnos del comportamiento destructivo
Luego, lo siguiente, muy básico, es determinarnos a refrenarnos del comportamiento destructivo. El budismo presenta diez tipos básicos de comportamiento destructivo, pero estos pueden ampliarse, entendidos en un sentido más laxo y amplio.
Así que tratamos de identificar, por ejemplo -no necesariamente nos vamos al extremo de matar a alguien o a nosotros mismos-, cuando somos dañinos físicamente, cuando hacemos algo que es físicamente dañino. Incluso podría ser caminar demasiado rápido cuando vamos con una persona mayor; eso es destructivo, ¿no es así? Hace que la persona mayor se sienta muy incómoda. También mentir, a menudo nos mentimos a nosotros mismos, nos engañamos a nosotros mismos, ¿cierto? Hay muchos, muchos ejemplos generales en los que podemos pensar. Groserías. ¿Qué tan a menudo nos decimos groserías a nosotros mismos en nuestra mente?
Así que tratamos de reconocer estas cosas – la forma en que hemos actuado hacia los demás, la forma en que hemos actuado hacia nosotros mismos – y en lugar de sentirnos culpables, solo: “Estas son cosas en las que necesito trabajar, realmente voy a tratar de evitar esto”.
Combinar la calidez con el entendimiento
Luego el siguiente ejercicio: existen decisiones en las que tendremos que tratar de combinar la calidez con el entendimiento. Estas son dos cosas muy necesarias al lidiar con otros, cómo respondemos – con calidez y entendimiento. Así que algunas de estas decisiones serán tomar a los demás en serio, no tener miedo de responder, tomar toda la información y no saltar a conclusiones, y abstenernos de dar ayuda o consejo no solicitado o innecesario.
Esa es la primera parte, los fundamentos.
Descubrir los talentos de nuestra mente y nuestro corazón
Cambiar el enfoque de la mente y de nosotros mismos hacia la actividad mental
La segunda parte del entrenamiento es descubrir los talentos de nuestra mente y nuestro corazón. Para esto necesitamos, primero que nada, cambiar nuestro enfoque de nuestra mente y de nosotros mismos hacia la actividad mental. Esto se basa en las enseñanzas de mahamudra, básicamente.
Entonces, lo que está sucediendo a cada momento es el surgimiento de algún tipo de holograma mental (una apariencia) y percepción. Todos estos impulsos lumínicos entran en los ojos, se convierten en impulsos eléctricos y químicos y luego, de alguna manera, el cerebro forma un holograma mental. Eso es lo que vemos, y eso es ver, o escuchar. Y no hay un yo concreto que esté separado de eso, que sea el observador o el controlador. Solo actividad mental, momento a momento a momento.
Esto nos ayuda, especialmente si somos exageradamente sensibles, a marcar un poco de distancia. Y aunque no hay un yo separado que sea el controlador, sentado en la parte posterior de nuestra cabeza, observando todo y presionando los botones, sin embargo, somos responsables de lo que experimentamos y de lo que hacemos. Y los contenidos de lo que experimentamos siempre están cambiando, y eso es específico de cada uno de nosotros, es individual. Lo que yo observo en una situación es muy diferente de lo que tú observas, y yo experimentaré los efectos de mi actividad mental: si yo estoy deprimido, yo me sentiré mal.
En cierto sentido, nos estamos desvinculando un poco de esta reacción exagerada, este: “yo, yo, yo”. Así que solo la actividad mental básica, momento a momento. Así que ahora hemos identificado lo que llamamos mente burda.
Apreciar la naturaleza de luz clara de la actividad mental
Ahora, el siguiente. Para la mente sutil o la actividad mental sutil, vemos el rostro de una persona molesta. Así que existe la producción de un holograma mental y el verlo; eso estaba sucediendo. Y sin importar qué tipo de emoción pueda tener en respuesta a eso – molestarme yo también o asustarme o lo que sea – eso no bloquea la actividad mental de ver esta imagen, ver esta cara, ¿cierto? Y mi pensamiento verbal no lo bloquea tampoco, aún veo el rostro. Y si pienso que no me puedo relacionar con esta persona, eso no crea una especie de falla inherente. Aún puedo percibir y ver a esta persona sin importar lo que crea. En otras palabras, mis proyecciones, mi actitud y demás – “Oh, no me puedo relacionar con esta persona” – eso no bloquea la actividad mental. La actividad mental aún está ahí; aún está viendo a la persona. Y sin importar lo que yo piense, soy incapaz de cambiar la realidad. Así que podría pensar que esta persona es un monstruo y demás, pero eso no la convierte en un monstruo, aún estamos viendo su rostro.
Entonces, es muy importante reconocer que este nivel sutil de solo percibir – solo crear un holograma mental y percibirlo – eso está ahí con continuidad sin importar cuán alterados estemos, sin importar qué basura verbal esté sucediendo en nuestra mente. No importa; eso siempre está ahí. Eso es muy importante porque luego podemos acceder a ello.
Acceder a los talentos naturales de nuestra mente y nuestro corazón
Luego, el siguiente ejercicio: acceder a los talentos naturales de la mente y el corazón. Hemos identificado que esta continuidad, este nivel muy básico, está ahí todo el tiempo, así que ¿cómo accedemos a ella y a sus talentos naturales? Basados en este soltar que hemos estado practicando hasta ahora, primero relajamos nuestra tensión muscular, soltamos nuestro pensamiento verbal y las películas que estamos proyectando en nuestra mente, y nuestras preconcepciones y juicios no verbales (muy a menudo tenemos juicios no verbales, están ahí), y soltamos – ahora, esto es muy sutil – los roles proyectados y las expectativas asociadas que podemos tener de la otra persona y de nosotros mismos (“se supone que debo ser fuerte” o “tú eres el niño, yo soy el adulto”, “yo soy la madre” o “yo soy el padre” y todas las proyecciones y roles asociados que tenemos que llevar a cabo para cumplir con ese rol). Tenemos que soltar todo eso, solo ser un ser humano.
Si podemos hacer esta profunda relajación, soltar todo el estrés, todo este tipo de cosas, entonces tratamos de notar qué es lo que realmente sentimos en este estado cuando estamos simplemente con este muy muy sutil nivel de actividad mental. Y descubrimos que, cuando estamos realmente muy relajados, naturalmente hay una sensación de calidez, un nivel muy bajo de alegría (no es una sensación intensa del tipo: “¡viva, viva!”, pero no nos sentimos deprimidos ni nada, se siente bien), estamos muy abiertos a la otra persona (no estamos a la defensiva ni nada; estamos muy atentos e interesados de manera natural), y no hay duda ni ansiedad por responder con cualesquiera palabras o acciones que parezcan apropiadas.
Esa es la verdadera clave aquí, ser capaces de relajarnos y solo acceder a estos talentos naturales – esto proviene de las enseñanzas dzogchen – relajarse y acceder a los talentos naturales de la mente. Están ahí si tan solo podemos tranquilizarnos lo suficiente.
Aplicar los cinco tipos de conciencia profunda
Y luego trabajamos con los cinco tipos de conciencia profunda, como yo los llamo. Estos son talentos específicos que tenemos. Tienen que ver con cómo opera esta actividad mental.
- Somos capaces de tomar o recibir información.
- Somos capaces de ver patrones, unir cosas – patrones en la conducta de alguien, patrones en nosotros mismos, cosas que se ensamblan. Y eso es importante si nos estamos relacionando con alguien, tener alguna idea de sus patrones, ensamblar la conducta.
- Somos capaces de ver la individualidad de las cosas. No solo vemos a todos como: “Bueno, aquí dice en el libro que cuando alguien tiene este problema, esto es lo que hacemos”, y lo aplicamos con todos por igual; no es así en absoluto. Vemos la individualidad de las personas, y podemos ajustarnos a los individuos, porque somos capaces de reconocer a los individuos.
- Y luego podemos relacionarnos con las cosas. Esa es otra forma de darnos cuenta – qué hacer con algo. Sé qué hacer: puedo levantar este vaso, puedo ponerlo en mi boca y sé cómo beber. Sabemos eso. Esa es la forma básica en la que opera la mente.
- Y sabemos lo que son las cosas y que no existen de formas absolutamente imposibles y ridículas.
Así que eso es descubrir los talentos de nuestra mente, con lo que podemos trabajar.
Disipar la confusión acerca de las apariencias
La siguiente parte es disipar la confusión acerca de las apariencias. En otras palabras, si vamos a responder, necesitamos responder a lo que es la realidad. La actividad mental es hacer hologramas mentales, pero primero necesitamos ver si son válidos – ¿lo que aparece es válido? Porque podría ser que lo estemos distorsionando, realmente no estamos viendo la realidad.
Validar las apariencias que percibimos
Este primer ejercicio es muy general. El ejemplo que yo uso aquí es ver un fregadero lleno de trastes sucios:
- Primero tenemos que confirmar la apariencia convencional de lo que vemos: sí (la negación no ayuda aquí), no los lavé.
- Y luego tenemos que conocer cuáles son los sentimientos exagerados, este desastre horrible inherente y este compañero vago holgazán con el que vivo que no lavó los trastes.
- Luego, tenemos que desechar esta imagen y sentimiento al imaginar que es solo como pinchar un globo con un alfiler. Hemos inflado la situación y, no es que exista un yo separado que venga a pinchar el globo, sino que el globo simplemente se revienta.
Entonces, ¿qué es este globo inflado que reventamos? Es como un libro de cuentos – La Princesa y el desastre o La víctima contra el vago holgazán – porque mi compañero no lo hizo y entonces soy esta pobre víctima santurrona y esa horrible persona no lavó los trastes. Reventemos ese globo. Así, podemos usar la imagen de reventar el globo o el libro de cuentos de hadas de La princesa y el desastre. Cerremos el libro y simplemente veamos la situación, aceptando la realidad por lo que es. Esto es muy efectivo cuando nos vemos al espejo y empieza el cuento La Bella y la Bestia, la Bella viendo a la Bestia en el espejo: “¿Realmente me veo así?”. El libro de cuentos se cierra. Es muy efectivo, solo en términos de una imagen mental.
Si es una apariencia engañosa, como La Bella y la Bestia o lo que sea, o “eres una persona tan horrible”, entonces necesitamos deconstruir estas apariencias engañosas. Y hay algunos ejercicios aquí.
Visualizar cambios vitales
Para empezar, tenemos que visualizar cambios vitales. Lo que sucede es que nos molestamos mucho con alguien, y lo que hacemos es congelar a esa persona como en una fotografía fija. O tomemos el ejemplo de una persona mayor con Alzheimer en un asilo: está sentada en una silla de ruedas, jugando con una toalla y babeando – ya saben, la imagen común. Y el problema aquí, la apariencia engañosa, es que siempre fue así, y entonces nos volvemos muy insensibles y, de hecho, temerosos, en torno a cómo relacionarnos con esta persona. Así que tratamos de ver que: “Hey, esta persona fue una niña, fue una adulta, tuvo una familia, tuvo una profesión, tuvo una vida entera y esta es solo una pequeña parte de toda esa vida”. Así que tratamos de deconstruir el que sea solo una pequeña imagen fija, para ver toda la amplitud de la vida que atraviesa todos estos cambios. Entonces, es mucho más fácil relacionarnos con esta persona de una forma sensible.
Y podemos hacer esto también en la otra dirección, hacia el futuro, en términos de cómo nos relacionamos con un niño o con un adolescente, para darnos cuenta: “Esta persona se va a convertir en adulta y demás, y va a tener toda una vida”. Eso nos ayuda a desarrollar más respeto por esta persona; resulta que es una niña o un niño ahora, o un bebé. Algunas veces los padres sienten que simplemente pueden discutir y pelear delante de un niño de dos años: “Bueno, tiene dos años, realmente no le importa”. Pero sí les importa, sí tiene un efecto, se convertirán en adultos.
Dividir las experiencias en partes y causas
Luego, el siguiente ejercicio: dividimos las experiencias en sus partes y causas. Entonces, las partes son: “Esta persona es tan molesta” y demás. Bueno, está conformada por una colección de átomos, pequeñas partes de un cuerpo, etc. Así que este es solo un aspecto de su vida. Tiene muchas otras facetas en su personalidad, hay muchas otras facetas de nuestra relación con esta persona. Esta es solo una pequeña parte, una pequeña escena que ha sucedido. Olvidamos el contexto completo.
Luego, pensamos en todas las causas. Nunca pensamos en los factores causales que condujeron a este comportamiento molesto. Quizás la persona tuvo un día difícil en la oficina, quizás los niños le hicieron pasar un muy mal momento durante el día, quizás algo se descompuso en la casa y demás. Nunca pensamos en estas cosas. Solo reaccionamos exactamente a lo que vemos delante de nuestros ojos. Y luego, por supuesto, podríamos ser como los psiquiatras o los psicólogos y pensar en las causas en términos de la niñez, la forma en que la familia y la sociedad trató a las personas. Y si realmente lo analizamos, hay un millón de causas que están involucradas con por qué esta persona actuó de la forma en que lo hizo. Y, por supuesto, incluso podemos incluir las vidas futuras.
Es increíble cuán engañosas son las apariencias que percibimos. Como, por ejemplo, olvidamos el hecho de que esta persona tiene amistades y relaciones con otras personas. No soy lo único en su vida, entonces ¿por qué tendría que estar siempre disponible para mí? Pero así nos parece a nosotros, ¿no es cierto? Perdemos el contexto. No vemos que su relación con nosotros es solo una parte de su vida.
Ver las experiencias como olas en el océano
Luego, tenemos que deconstruir el dualismo. Y para ello usamos la imagen de ver las experiencias como olas en el océano. Entonces, el ejemplo es: “¿Cómo te atreves a decirme eso?”. Existe esta sensación dualista, el juez y el ofensor. Luego, recordamos: bueno, ¿qué fue realmente lo que pasó? Lo único que pasó es que escuchamos el sonido de la voz diciendo estas palabras; eso es lo único que en realidad pasó. E imaginamos la experiencia de escuchar esas palabras como una ola en el océano de nuestra actividad mental sutil. Y luego lo que pasó fue que, debido a nuestras proyecciones, esa ola se hizo cada vez más grande. Con esta cosa dualista del juez y el ofensor y “¿cómo te atreves?”, la emoción perturbadora – nos enojamos – y demás, se convirtió en una gigantesca ola monstruosa.
Así que imaginamos que somos el océano y, sin importar qué tan grande es la ola, es solo agua. No puede perturbar al océano mismo (el océano es grande). Y regresamos solo a la experiencia desnuda de – lo único que pasó es que escuchamos palabras. Y luego, en un estado mental de calma, sin exagerar nada, manejamos la situación. Tenemos una mente clara, así que vemos cómo manejar la situación.
Combinar la compasión con la deconstrucción
Luego tratamos de combinar la compasión con estos diferentes tipos de deconstrucción. Está integrado, en realidad, por tres ejercicios separados.
Bueno, esa es la tercera parte, deconstruir las apariencias engañosas. Así que tenemos nuestra base, la primera parte, y nos damos cuenta de que tenemos todos estos talentos naturales y cómo acceder a ellos, y luego tenemos que deconstruir las apariencias engañosas. Nos aseguramos que aquello a lo que respondemos es la realidad real, la situación real, y no exagerarla hasta convertirla en algo ni ver solamente un pequeño pedazo en lugar de ver la situación completa.
Responder con sensibilidad equilibrada
Ajustar nuestros factores mentales innatos
La cuarta parte es cómo responder de una forma equilibrada. Aquí vamos a tener que lidiar con estos factores que están involucrados en cada momento de nuestra experiencia, y podemos ajustarlos:
- Cuánta atención le prestamos a algo.
- Cuánto interés tenemos en ello.
Eso es algo muy importante. Si no estamos interesados, no prestamos atención.
- Tenemos que distinguir cuál es la expresión facial de la otra persona, cómo sostiene su cuerpo, si se ve tensa, cansada o enferma.
- Concentración.
- Intención.
Aceptar el sufrimiento y dar felicidad
El siguiente ejercicio es desbloquear nuestros sentimientos. Para poder responder – muchas personas tienen bloqueados sus sentimientos, entonces, ¿cómo los desbloqueamos? Bueno, primero necesitamos, de nuevo, relajarnos. Y entonces ahora lidiamos con otras variables en términos de relajarnos. Necesitamos tratar de soltar la tensión de alguna manera, la preocupación, el estar muy acelerados o muy aletargados, somnolientos. Necesitamos estar en un estado relajado y fresco, como después de tomar un baño refrescante, te sientes relajado y fresco. Eso es muy importante para ser capaces de desbloquear los sentimientos, no tener miedo de nuestros sentimientos: “Oh, no puedo lidiar con esto porque sería demasiado”.
Luego necesitamos desarrollar algún tipo de ecuanimidad, que es no aferrarnos a la otra persona, o sentir aversión o indiferencia. “A nadie le gusta estar aferrado, a mí no me gusta cuando una persona está toda aferrada a mí. No me gusta cuando me rechazan; a nadie le gusta ser rechazado. Y no me gusta cuando me ignoran, a nadie le gusta ser ignorado”.
También tenemos que ser cuidadosos de no tener este aferramiento, aversión e indiferencia hacia nosotros mismos. ¿Qué significa eso? Esta ecuanimidad hacia mí mismo significa que no voy a ser sobreprotector conmigo mismo, ni voy a ser temeroso de mis sentimientos y demás, y voy a dejar de estar demasiado ocupado u ocupada; estamos demasiado ocupados, por lo que no tenemos tiempo de sentir nada.
Y luego, estar abiertos e interesados, el dolor que los demás están sintiendo es real.
Todo esto está en el contexto de la práctica budista de dar y tomar, que consiste en aceptar el sufrimiento de los demás y darles felicidad. Y el gran problema con ello es que tenemos miedo de sentir su sufrimiento, sentir empatía. Entonces, para ello necesitamos no estar tensos, no estar preocupados, no aferrarnos a la persona, no tener miedo, no ignorar – simplemente estar abiertos e interesados.
Después desarrollamos interés. El dolor necesita ser eliminado, ellos necesitan consuelo. Como dice Shantideva: “El dolor debe ser eliminado simplemente porque duele, no porque tenga un dueño (que sea tu dolor o mi dolor)”. Y luego empatía y compasión, disposición para involucrarse.
No tener miedo ni sentir tristeza. Es solo un sentimiento, así que podemos entrenarnos. ¿Cuál es la diferencia entre hacer cosquillas en tu mano, pellizcar tu mano y solo sostenerla? Es solo una sensación, no es la gran cosa. Entonces, no tengamos miedo de sentirnos tristes cuando escuchemos que alguien está atravesando una situación realmente difícil. Como cuando nos dicen: “Oh, acabo de descubrir que tengo cáncer”, o algo así.
Luego, inhalas el dolor, lo aceptas, lo sientes. Y luego usamos estos ejercicios que utilizamos antes de ser como el océano. Así que lo sentimos, pero luego se tranquiliza, y accedemos a este nivel sutil que tiene calidez natural y demás. Entonces proyectamos calidez y consuelo a la otra persona.
Esta es una situación muy delicada, cuando alguien nos dice que tiene cáncer; por supuesto que nos sentimos tristes; hemos de aceptar su sufrimiento, pero no decimos: “Oh, estoy tan feliz de que tengas cáncer”. Entonces, ¿cómo sentimos su sufrimiento y, al mismo tiempo, les proyectamos y les damos calidez y consuelo y no solo decimos: “Oh, qué terrible” y nos ponemos a llorar también? Así que, este es el método.
Tomar decisiones sensibles
El último ejercicio es tomar decisiones sensibles. ¿Cómo decides qué hacer? Y esto aborda situaciones realmente difíciles, como ¿debería terminar esta relación, debería cambiar de trabajo, debería mudarme? Estas grandes decisiones que son muy, muy difíciles. ¿Cómo tomamos una decisión sensible?
La que más enfrentamos la mayoría de nosotros es en términos de una relación que simplemente no está funcionando. Así que primero tenemos que reventar el globo de la víctima (“pobre de mí”) y el opresor (“tú, persona horrible”) y luego tratamos de revisar los hechos: ¿Cómo me ha estado tratando esta persona? ¿Cómo la he estado tratando yo?, y demás. Y luego necesitamos examinar cuatro cosas (y tengo todo un análisis sobre esto):
- ¿Qué tengo ganas de hacer?
- ¿Qué quiero hacer?
- ¿Qué necesito hacer?
- Y ¿qué me dice la intuición?
Usaremos un ejemplo simple para ver que son bastante diferentes. Estoy a dieta, necesito perder peso; camino delante de una pastelería y veo mi pastel de chocolate favorito:
- Bueno, por supuesto que tengo ganas de entrar, comprarlo y comérmelo.
- Pero quiero perder peso.
- Y necesito perder peso por salud, por la presión arterial alta.
- Y la intuición: “Bueno, no lo sé. Quizás un pequeño pedazo no me hará daño”.
Como mi hermana siempre dice: las boronas del pastel no cuentan; otras personas se sirven el pedazo de pastel y entonces tú te comes las boronas que quedan en el plato. Este tipo de cosas.
Entonces, analizamos: ¿Por qué te sientes así? ¿Por qué tengo ganas de terminar la relación con esta persona, pero siento que nunca voy a conocer a otra pareja, pero necesito terminar? Entonces analizamos por qué. ¿Cuáles son los factores que afectan esto? Y podemos hacer una lista, de ventajas y desventajas. Y ¿es una razón legítima por la que quiero terminar la relación? ¿O es una razón legítima por qué siento que seré rechazado y demás? Bueno, eso es debido a una baja autoestima. ¿Eso es realista? Etc. Y llegamos a una conclusión de lo que decidimos hacer. Llegamos a una decisión basados en considerar todos estos factores, no solo decidiendo con base en lo que estoy sintiendo justo en este momento.
Conclusión
Así que este es el entrenamiento básico en la sensibilidad. Son dieciocho ejercicios. Es un programa muy completo y recorrerlo requiere alrededor de tres años si se hace una sesión a la semana (tenemos que hacerlo lentamente porque surgen muchas cosas). Los resultados que he visto con personas que han realizado este tipo de programa – realmente es muy útil. Hay cuatro ejercicios más, que llamo el entrenamiento avanzado, que son métodos más detallados para deconstruir las apariencias engañosas, porque eso es realmente muy difícil para la mayoría de nosotros, ya que simplemente vivimos en nuestras fantasías, en nuestras proyecciones.