Las sensaciones tienen los cuatro aspectos del sufrimiento verdadero
Como hemos visto, los cuatro aspectos del sufrimiento verdadero también se aplican a las sensaciones. Todas las sensaciones - felicidad, infelicidad y neutras - son no estáticas, desdichadas, desprovistas de un “yo” burdo que las experimente y carecen de un “yo” sutil que las experimente. Esa es la forma general de verlas. Son insatisfactorias, en lugar de verlas como felicidad y satisfacción. En esta forma general de verlas, si tenemos infelicidad, es obvio que queremos separarnos de ella. Si tenemos felicidad ordinaria, no durará y, aunque no queramos separarnos de ella, vamos a separarnos de ella; se irá. La sensación neutra que se tiene en estas absorciones meditativas muy profundas -en estos planos superiores de existencia en donde se tiene una sensación neutra en el cuarto dhyana y en los reinos sin forma-, nos gustaría que no degenerara; pero estos estados mismos son impermanentes y van a llegar a su fin, se van a degenerar. Ninguno de ellos es satisfactorio, todos son problemáticos.
En un nivel más profundo, el primer tipo de infelicidad es el primer tipo de sufrimiento, el sufrimiento del sufrimiento. La sensación de nuestra felicidad ordinaria es el sufrimiento del cambio y la sensación neutra sigue siendo un ejemplo del sufrimiento que todo lo impregna de lo que vamos a tener con estos agregados que básicamente provienen del karma y las emociones perturbadoras; aún perpetúan el renacimiento samsárico.
Los doce eslabones de surgimiento dependiente
Entonces queremos enfocarnos en esas sensaciones en términos de los verdaderos orígenes del sufrimiento. Para eso, necesitamos comprender los doce eslabones de surgimiento dependiente. No quiero entrar en muchos detalles al respecto, pero permítanme darles un breve resumen.
Primer eslabón: No darse cuenta
Partimos del no darse cuenta. El no darse cuenta significa que no sabemos cómo existimos nosotros y los demás, o lo sabemos de manera incorrecta. Cuando hablamos del no darse cuenta, tenemos no darse cuenta de la causa y efecto conductual y no darse cuenta de cómo existen las personas. El no darse cuenta de la causa y efecto conductual no se incluye en el primer eslabón de surgimiento dependiente; solo se incluye el no darse cuenta de cómo existimos nosotros y todos los demás.
En los sistemas filosóficos budistas indios no prasánguika, existe una diferencia en la comprensión de cómo existimos nosotros y los demás y cómo existen todos los fenómenos. Todos los fenómenos incluyen a las personas, pero hay una comprensión menos profunda en términos solo de las personas. El Prasánguika dice que la comprensión es la misma en términos de personas y de todos los fenómenos. No hacen la distinción. Pero, en cualquier caso, de lo que estamos hablando aquí debe ser válido tanto para los sistemas Hinayana como para los sistemas Mahayana. Entonces, es simplemente no darse cuenta de cómo existen las personas, nosotros y todos los demás. Con ese no darse cuenta, o bien no sabemos, o pensamos que existimos de alguna manera imposible.
Aunque no se incluye formalmente en este primer eslabón, debemos incluir aquí a las emociones perturbadoras. Estas emociones perturbadoras incluyen el deseo anhelante, con el que queremos obtener algo. Experimentamos el no darse cuenta de nosotros mismos y de los demás como inseguridad, por lo que queremos conseguir algo para asegurar a ese “yo” imposible. Esto es imposible, por supuesto, porque estamos tratando de asegurar algo que no existe: un “yo” imposible. Es como tratar de hacer que los labios de pollo se vean bonitos poniéndoles lápiz labial. Bueno, no existen los labios de pollo, así que no podemos hacer que se vean bonitos. De esa manera, no podemos asegurar a ese “yo” imposible porque no existe tal cosa. Está condenado al fracaso sin importar lo que intentemos hacer. Imaginamos que, si conseguimos suficiente comida, suficiente sexo, suficiente dinero, nos sentiremos seguros, pero nunca tenemos suficiente, por lo que no funciona.
Otra estrategia es la emoción perturbadora del enojo (que, si la alejamos de nosotros, eso nos hará sentir seguros) o la ingenuidad, con la que simplemente negamos la existencia de algo que nos resulta amenazante para no tener que lidiar con ello, de tal forma que podamos sentirnos seguros.
Participante: Si no es posible hacer que un “yo” imposible se sienta seguro, ¿cómo puede sentirse inseguro?
Nuestro “yo” convencional puede sentirse inseguro. Y no es que podamos hacer sentir seguro alguna vez a nuestro “yo” convencional, porque no hay seguridad en el samsara. Entonces, a lo que podemos aspirar es simplemente a la ausencia de inseguridad. Es así, ya sea la ausencia o la presencia de inseguridad, en contraposición con inseguro versus seguro. Es ese tipo de par mutuamente excluyente.
Eslabones segundo y tercero: karma y conciencia
Estas emociones perturbadoras, basadas en el no darse cuenta, provocan la compulsividad de nuestro comportamiento. Ese es el karma, el segundo eslabón, formalmente llamado eslabón de los impulsos que afectan. Sobre la base de esa compulsión, actuamos de ciertas maneras y luego hay repercusiones kármicas de eso. Hay tendencias y hábitos kármicos, potenciales kármicos, etc. Es un sistema muy complejo. Todas esas repercusiones continúan como imputaciones sobre el continuo mental, y ese es el tercer eslabón, la conciencia o conciencia cargada. La conciencia pasa de una vida a otra, por lo que tiene dos fases: una en esta vida y otra en la siguiente.
Eslabones cuarto, quinto y sexto: desarrollo del feto
La segunda mitad de ese tercer eslabón y luego los eslabones cuarto, quinto y sexto – las facultades nombrables con o sin forma, los estimuladores cognitivos y el darse cuenta que contacta - describen básicamente el desarrollo del feto y el desarrollo del sistema completo de los agregados a partir de la unión del esperma y el óvulo. Lo relevante aquí es que una vez que todo el aparato de los agregados se ha desarrollado y está funcionando, lo que sigue es el séptimo eslabón, que es la sensación.
Séptimo eslabón: sensaciones
Esta es la sensación de un nivel de felicidad o infelicidad y eso madura a partir de estos potenciales kármicos y demás. El potencial kármico negativo de nuestro comportamiento destructivo, ya sea actuar, hablar o pensar de manera destructiva, se basó en las emociones perturbadoras: codicia, enojo e ingenuidad. Nuestro comportamiento constructivo neurótico compulsivo, como ser un perfeccionista y tratar de controlar todo siendo útil, proviene de la ingenuidad y la ignorancia que cree que hay un “yo” que existe independientemente y puede controlarlo todo. El potencial kármico negativo madura en infelicidad; mientras nuestro potencial kármico positivo madura en nuestro tipo ordinario insatisfactorio de felicidad.
Nuestras sensaciones de felicidad e infelicidad surgen sobre la base de un cuerpo que también surge a través del mecanismo de los doce eslabones, como se describe en estos eslabones anteriores. Entonces, las sensaciones deben entenderse en términos de lo que madura a partir de las repercusiones kármicas. De eso es de lo que estamos hablando cuando hablamos de sensaciones en el contexto del emplazamiento cercano de la recordación en las sensaciones, y luego estas sensaciones son el foco del siguiente eslabón.
Octavo eslabón: sed (deseo vehemente)
El eslabón número ocho se llama “sed”, aunque generalmente se traduce como “deseo vehemente” porque esa es en realidad la forma en que los tibetanos han traducido la palabra del sánscrito. Por qué los tibetanos lo tradujeron como “deseo vehemente”, no tengo idea, porque la palabra sánscrita, trsna, es la misma palabra que estar sediento. Es una sed, por lo que hay una especie de fuerte desesperación allí y tienes sed. Es una emoción perturbadora en la categoría de apego y deseo. Cuando experimentas la felicidad, tienes esta sed desesperada de no separarte de ella. Por ejemplo, tienes mucha sed y tomas un sorbo de agua y no quieres separarte de eso, quieres más. Si es infelicidad, tienes esa sed desesperada de separarte de ella. Con una sensación neutra, es la sed desesperada de que no se degenere ni se debilite.
Noveno eslabón: un obtentor (aferramiento)
La emoción perturbadora de tener sed de alguna sensación conduce a una emoción o actitud perturbadora obtentora. Una vez más, esto a menudo se traduce como “aferramiento”, pero no es la misma palabra que “aferrarse” en “aferrarse a la existencia verdaderamente establecida”. Entonces, es confuso traducirlo así. Significa obtener, es la palabra que significa obtener para nosotros un próximo renacimiento. Integra varios componentes y no necesitamos entrar en todos ellos.
Uno es el deseo anhelante por ese objeto con el que estamos experimentando felicidad. Si tenemos ese objeto, no vamos a querer soltarlo. “Tengo felicidad al comer esta comida y quiero que termine”. O podría ser pensar en términos de un “yo” o un “mío” imposible. “Yo, yo, yo - quiero ser feliz. Estas son mis sensaciones, mi felicidad, etc.”. Existe esta actitud perturbadora y los términos técnicos para ella es una actitud engañosa hacia un entramado transitorio. Un “entramado” significa un entramado de agregados, y “transitorio” significa que está cambiando todo el tiempo. La actitud engañosa hacia él es que es “yo” o es “mío”.
La explicación Prasánguika es que esta actitud engañosa está dirigida al “yo” convencional. Me gusta describirlo como arrojar una red de “yo” o “yo, el poseedor” sobre los agregados, como identificar el “yo” con el cuerpo. Entonces, es como lanzar esta red sobre todo como “yo”. “Poseo este cuerpo. Estoy experimentando esta sensación y no la quiero”. Lanzamos esa red todo el tiempo encima de todo. “Este es mi espacio, no lo invadas”, incluso un perro lo tiene.
Décimo eslabón: continuar la existencia
La combinación de esa actitud sedienta y de una actitud obtentora activa el potencial kármico y las tendencias kármicas. Ese es el décimo eslabón, continuar la existencia. Es darle el nombre del resultado a la causa. Son las tendencias y potenciales activados, y eso nuevamente es un tipo de karma, un tipo de compulsión. Es esa compulsión de continuar lo que luego produce el renacimiento, que se repite incontrolablemente porque ahora está bajo la influencia de estas emociones perturbadoras y esa compulsividad del karma. Solo nos agarramos. A veces me gusta describirlo como una rata que se ahoga y que simplemente se agarraría de cualquier cosa para sobrevivir. Entonces, simplemente agarramos compulsivamente otra base para continuar, que por supuesto será una que tenga todos los sufrimientos de acuerdo con lo que hemos discutido con el primer emplazamiento cercano de la recordación en el cuerpo.
Eslabones onceavo y doceavo: Concepción, envejecimiento y muerte
Luego, tenemos la concepción, que es el onceavo eslabón, y el envejecimiento y la muerte, que son el doceavo eslabón.
Considerar las sensaciones como “nada especial”
Esto es lo que estamos tratando de entender cuando nos enfocamos en las sensaciones: que estas sensaciones de felicidad e infelicidad -que están “manchadas” porque provienen del no darse cuenta o la ignorancia- no solo son el problema, sino también la causa del sufrimiento y la causa del renacimiento incontrolablemente recurrente. Esto se debe a que estamos sedientos de no separarnos de ellas, de separarnos de ellas o de que no degeneren, y luego nos apegamos a los objetos de esas sensaciones y nos identificamos con ellas y pensamos en términos de “yo” y cómo podemos poseerlas. Pensamos “estoy feliz; estoy infeliz y no quiero ser infeliz”, este tipo de cosa “yo-yo-yo”. Todo eso se basa en el no darse cuenta de cómo existimos. ¿Quién es quien quiere ser feliz y no infeliz? Todo eso activa este llamado karma que arroja que perpetúa el renacimiento incontrolablemente recurrente.
Esta es la base básica dentro de la cual entendemos y practicamos el emplazamiento cercano de la recordación en las sensaciones. Esa es realmente una práctica muy importante. A un nivel inicial de esta práctica la llamo la meditación “nada especial”. Hay un curso completo sobre eso en mi sitio web. Si nos sentimos infelices o felces, ¿eso qué? No es nada especial; qué esperábamos. Esa es la naturaleza de esta existencia incontrolablemente recurrente, tiene altibajos. A veces nos sentimos felices y a veces nos sentimos infelices. No es la gran cosa. Por supuesto, va a cambiar de un momento a otro y, por supuesto, la intensidad cambiará. Tiene altibajos. No tiene nada de especial, así que no exageremos: “Oh, estoy feliz, ¿acaso no somos felices? ¿No la estamos pasando bien?” Eso destruye la felicidad. O, “estoy tan deprimido, soy tan infeliz” y entonces simplemente nos identificamos con eso. Ese es el problema. Sin embargo, una actitud de “nada especial” no es lo mismo que una actitud de “me da igual”. “Me da igual” significa que no nos importa, por lo que no hacemos ningún esfuerzo para superar el sufrimiento y lograr una verdadera detención de él. Nos importa, pero no exageramos lo que sentimos ahora y dejamos que obstaculice nuestra práctica hacia obtener la liberación y la iluminación.
Entonces, lo que queremos hacer es adoptar esta actitud, en este mismo nivel inicial, de “nada especial”, para no quedar atrapados en nuestras sensaciones. Eso es lo que queremos hacer. Queremos no tener sed de estas sensaciones y no tener una de las actitudes obtentoras en términos de estas sensaciones, porque si tenemos eso basado en el no darse cuenta (este “yo” imposible que no quiere separarse de la felicidad que va a cambiar de cualquier manera, “yo, yo, yo”) perpetuará todo este ciclo de renacimiento incontrolablemente recurrente y más sufrimiento. Queremos dejar de perpetuarlo. Ese es el punto, lograr una verdadera detención de ese renacimiento incontrolablemente recurrente con un cuerpo que tiene todos estos problemas y con sensaciones que solo van a provocar más emociones y actitudes perturbadoras.
Queremos detener eso para que, en cambio, tengamos un tipo ilimitado de cuerpo como un arhat o un buda. En lugar de estas llamadas sensaciones manchadas, manchadas por este no darse cuenta que conduce a emociones perturbadoras y al comportamiento compulsivo, que luego conduce a este tipo de sensaciones, en su lugar solo tenemos lo que se llama “sensaciones puras”. Como arhat, a veces tenemos una sensación dichosa o, a veces, una sensación neutra, dependiendo del tipo de meditación que estemos haciendo. Los arhats pueden meditar en estos diversos trances profundos y demás y pueden tener una sensación neutra; de lo contrario, se sienten felices. O bien, podemos convertirnos en un buda, en cuyo caso podemos tener la felicidad dichosa no manchada de un buda. No queremos tener nuestras sensaciones ordinarias, muy insatisfactorias y con altibajos, de la vida ordinaria.