Repaso
Hemos hablado sobre la importancia de comprender la vacuidad, ya sea que hablemos en términos de vacuidad del sí mismo o de otro, y hemos visto que es necesario para superar y lograr una verdadera detención de los verdaderos sufrimientos que todos experimentamos y de los verdaderos orígenes o causas de ese sufrimiento. También hemos visto que existen muchos niveles diferentes de sofisticación en la comprensión de la vacuidad. Con la vacuidad del sí mismo, estamos hablando de una ausencia de algo imposible.
- La vacuidad en el Gelug es la refutación y ausencia total de formas imposibles de establecer la existencia de algo. Los maestros Gelug, sin embargo, no se refieren a sus afirmaciones sobre la vacuidad como “vacuidad del sí mismo”.
- En el no Gelug, es la refutación y ausencia total de objetos convencionales, todos los cuales están establecidos de maneras imposibles.
Con la vacuidad de otro, estamos hablando del nivel más sutil de la mente, la mente de luz clara, el nivel de la mente que está desprovisto de ciertos otros fenómenos. Queremos aprovechar esta mente de luz clara para tener una cognición no conceptual de la vacuidad de lo que es imposible, ya sea que el sistema que afirma la vacuidad de otro llame o no a esta vacuidad conocida como “vacuidad del sí mismo”. Algunos sistemas restringen el término vacuidad del sí mismo solo a la vacuidad de lo que es imposible que puede ser conocido conceptualmente y no lo aplican a la vacuidad conocida no conceptualmente.
También vimos en nuestra discusión sobre la vacuidad del sí mismo que, cuando hablamos de una ausencia de lo que es imposible, podemos hablar de esto en términos de personas y de todos los fenómenos. En los términos más generales, esto puede discutirse en términos de una falta de un “alma” imposible de las personas y una falta de “almas” imposibles de todos los fenómenos.
También mencionamos el aferramiento a un “alma” imposible de las personas y a un “alma” imposible de todos los fenómenos. Nuestra mente da surgimiento a una apariencia engañosa que representa un “alma” imposible, y “aferrarse” a ella significa literalmente “tomarla cognitivamente”. Tomamos cognitivamente esta apariencia engañosa en dos sentidos: la tomamos como un objeto cognitivo, la conocemos y la consideramos como si correspondiera a la realidad, creemos que es verdadera. Nuestra comprensión puede estar basada en la doctrina: aprendimos acerca de esta forma de existir a partir de algún sistema de principios indio no budista, y creemos que es cierto. O podría surgir automáticamente. La representación de un alma imposible que aparece en cada uno de estos dos casos es diferente. Explicaré esa diferencia brevemente.
Nuestro aferramiento a una “alma” imposible va acompañado de lo que generalmente se traduce como “ignorancia”, pero yo prefiero la frase “no darse cuenta”. La “ignorancia” implica ser estúpido. No es que seamos estúpidos, sino que, dependiendo de la definición que sigamos, o bien no sabemos que esa apariencia engañosa es falsa o, por no darnos cuenta de que es falsa, la tomamos de forma inversa – en la forma opuesta a como realmente existe.
Si usamos la palabra general “vacuidad” con relación tanto a las personas como a todos los fenómenos, y hablamos de una manera que cubra todos los diversos sistemas de principios, entonces también vimos que es importante trabajar primero en comprender la vacuidad de las personas – primero nosotros mismos y luego todos los demás – y luego continuar hacia la vacuidad de todos los fenómenos.
Por el momento, limitaremos nuestra discusión a la presentación Gelug.
El “alma” imposible de las personas basada en la doctrina
Hablemos del “yo” imposible o del “alma” imposible de las personas, basado en la doctrina. Se trata de un “alma” o un atman, como se afirma en uno de los sistemas indios no budistas. Nos identificamos con tal alma o yo y pensamos que ese soy "yo", que eso es lo que realmente soy. Esta “alma” imposible tiene, en general, tres características:
- No se ve afectado por nada; en otras palabras, es estático; nunca cambia.
- No tiene partes, es un monolito.
- Puede existir independientemente del cuerpo y la mente cuando se libera del renacimiento incontrolablemente recurrente, el samsara.
Cuando nos identificamos con esta “alma” o atman imposible, nos identificamos con el paquete completo de las tres características, no solo con una o dos.
Veamos más de cerca cuáles son estas tres características. En primer lugar, debemos entender que el Gelug no niega que exista un yo o una persona. El Prasánguika Gelug afirma de manera única que cuando no se analiza desde un punto de vista convencional o último, hay un yo o una persona que existe como una “mera convencionalidad” (kun-rdzob-tsam) que no ha de ser refutada. Sin embargo, cuando se analiza desde cualquiera de estos puntos de vista, no se puede encontrar ninguna persona o yo que exista convencionalmente. Según los sistemas Gelug no Prasánguika, por otro lado, existe un yo o persona convencionalmente existente, desprovisto de existir de una manera imposible, que aún no se ha refutado. Para simplificar la discusión, llamemos al yo que no ha de ser refutado el "'yo' convencionalmente existente" y al yo que debe ser refutado, el "'yo' falso".
Lo que estamos refutando aquí es que la apariencia engañosa que nuestra mente proyecta de un sí mismo o “yo” falso que tiene estas tres características corresponde al "yo" convencionalmente existente. Los sistemas no Prasánguika dicen que nuestra mente proyecta esta apariencia engañosa sobre el “yo” convencionalmente existente, mientras que el Prasánguika afirma que ni el “yo” convencionalmente existente ni el “yo” que es una mera convencionalidad pueden encontrarse mediante el análisis. Por lo tanto, no hay nada que se pueda encontrar sobre lo cual se proyecte el falso "yo".
A pesar de esta diferencia, todos los sistemas budistas, ya sean Mahayana o Hinayana, afirman un "yo" convencionalmente existente, una persona o un individuo. Todos estos sistemas budistas dicen que es un fenómeno de imputación sobre la base de un continuo individual de factores agregados que conforman cada momento de la experiencia. Sin entrar en los cinco agregados, cuya explicación llevaría mucho tiempo, reduzcámoslos a un cuerpo y una mente. Un fenómeno de imputación es algo que no puede existir y no puede conocerse de forma separada de una base. El “yo” convencionalmente existente, entonces, no puede existir ni ser conocido de forma separada de un cuerpo y una mente como base. Es sobre la base de un continuo individual de un cuerpo y una mente – o más detalladamente, un cuerpo, un tipo de conciencia, algo visto o escuchado, una sensación de algún nivel de felicidad y diversas emociones – que existimos y podemos ser conocidos como "yo".
Podemos etiquetar conceptualmente este “yo” con el concepto de “yo”, la categoría yo que tenemos de nosotros mismos y designar a este “yo” con la palabra “yo”. Pero el “yo” no es el concepto “yo” o la palabra “yo”, y el “yo” no es la base – cada momento de la experiencia. El “yo” es a lo que se refieren el concepto y la palabra “yo” en el contexto de esta base. Técnicamente, el “yo” es el objeto referente (btags-chos) de la imputación.
Podemos entender esto con la analogía de una película en particular, Piratas del Caribe, por ejemplo. ¿Qué es Piratas del Caribe? Hay una película Piratas del Caribe, ¿no? Ahora bien, ¿qué es Piratas del Caribe? No es el título “Piratas del Caribe”, el título no es la película real y no es ningún segundo o momento particular de la película. No vemos solo un momento de la película y listo. No todos los momentos de la película se reproducen simultáneamente, ¿verdad? Solo tenemos un momento de la película a la vez, en una secuencia adecuada, una secuencia lógica que tiene sentido, momento a momento, conectada por una trama. Entonces, ¿qué es la película Piratas del Caribe? Es a lo que hace referencia el título con base en la continuidad de todos esos momentos.
Repito, la película no es el título. No es ninguno de los momentos. La película no existe separada de momentos de la película, ni es igual a ningún momento de la película. Incluso si tomáramos todos los momentos y los pusiéramos en el suelo, aun así, no serían la película. Sin embargo, existe una película Piratas del Caribe y podemos experimentarla viéndola.
Es lo mismo en términos del "yo" convencional. Existen todos los momentos de un flujo individual de continuidad de experiencia. Existe la palabra yo, como el título de la película, que se puede designar sobre esta continuidad. Este yo individual podría incluso tener un nombre específico en una vida en particular, como “Sasha” o “Lena” o lo que sea, ¿verdad? Pero Sasha y Lena no son solo nombres, se refieren a personas. Ese “yo” no existe separado de estos momentos de experiencia, y no es lo mismo que cualquier momento, y los momentos no ocurren todos al mismo tiempo, y así sucesivamente. Sin embargo, sobre la base de este “yo” convencional, asumimos la responsabilidad de nuestras vidas, de lo que experimentamos con base en la causa y efecto kármico, de cómo interactuamos con los demás, etc.
Tanto el sistema Hinayana como el Mahayana coinciden en que el continuo mental no tiene principio y el Mahayana dice que tampoco tiene fin. Dentro del Hinayana, hay diferencias de opinión en términos de tener un fin, pero no entraremos en eso. Dado que el continuo mental es eterno (sin principio ni fin), también lo es el “yo” convencional, que es un fenómeno de imputación sobre él como su base. El “yo” convencional no tiene principio ni fin. El budismo, entonces, afirma que el “yo” convencional es eterno, dura para siempre y nadie lo creó. Siempre es individual; incluso cuando nos convertimos en budas, conserva su individualidad.
"Individual", sin embargo, no significa que todos seamos entidades totalmente separadas, encapsuladas en plástico e incapaces de interactuar los unos con los otros, así que, por favor, hagamos una distinción clara entre "individual" y "separado" o "aislado". Los individuos interactúan entre sí, pero aún conservan su individualidad. Con base en los potenciales kármicos que acumulamos a partir de nuestro comportamiento compulsivo, en algunas vidas los agregados que son la base del “yo” pueden ser los de un ser humano, o los de un animal, un insecto, un dios, un fantasma o lo que sea. La forma de vida con la que nacemos puede subir y bajar. Y no es que todos nos volvamos uno cuando estamos liberados o iluminados. No todos somos uno, como una gran sopa indiferenciada.
La primera característica: estático
La primera característica del “yo” imposible basado en la doctrina es que es estático: nunca sufre ningún cambio porque nada lo afecta. El término técnico para ese rasgo característico suele traducirse como “permanente”, pero “permanente” puede tener dos significados: “eterno” o “inmutable”. Aquí no significa eterno porque el budismo dice que el “yo” convencional es eterno. Aquí, esta palabra permanente significa que nada le afecta, estático, nunca cambia. Significa un "yo" que nunca cambia. Por ejemplo, la edad no nos afecta. “Puede que me duela el cuerpo, pero yo soy joven por dentro; siempre soy el mismo”. O lo que podría pensar una prostituta: “Puedes tener mi cuerpo, pero no puedes tenerme a mí. No me afecta lo que le hagas a mi cuerpo”.
La segunda característica: uno
La segunda característica – y estas características, como digo, todas vienen en un solo paquete y, en muchos sentidos, describen el mismo paquete desde diferentes puntos de vista – esta segunda característica se da con la palabra “uno” en sánscrito o tibetano, pero lo que tenemos que entender es que esto significa un monolito sin partes. El aspecto de “uno y lo mismo”, que es también un significado de “uno”, ya está cubierto por la característica de ser estático, de no cambiar nunca.
Ahora bien, existen dos variantes para ser un monolito sin partes. Algunos sistemas indios no budistas dicen que el atman, el yo, tiene el tamaño del universo, sin partes. Otros sistemas dicen que en realidad es del tamaño de una partícula diminuta o de un átomo sin partes, como una chispa de vida. Ser del tamaño del universo en uno de estos sistemas se refiere a la equivalencia de atman y Brahman, y todos son uno con el universo entero. Es solo una ilusión de ser individual y separado, encerrado en este cuerpo. Pero hay otros sistemas indios no budistas que afirman que el yo es del tamaño del universo, y no todos hablan de la equivalencia atman-Brahman. Por lo tanto, no lo reduzcan a un solo sistema; hay muchos sistemas indios no budistas. La otra variante es que el yo o el atman es como una minúscula chispa de vida, como del tamaño de un átomo sin partes. Es la idea de un alma que, como una chispa de vida, nunca cambia, no se ve afectada por nada, y entra en un cuerpo y una mente y los activa y anima, y luego entra, activa y anima otro cuerpo y mente.
La tercera característica: independiente
La tercera característica es que es independiente. Eso significa que cuando logra la liberación del renacimiento incontrolablemente recurrente, continúa existiendo totalmente independiente de un cuerpo o mente.
Variaciones
Además, hay dos variaciones principales de este atman que no se ve afectado por nada, un monolito sin partes y, cuando se libera, continúa independientemente del cuerpo y la mente. Ambos coinciden, sin embargo, en que cuando el atman entra en un cuerpo o en una mente, lo utiliza como posesión suya.
- Una es la posición Samkhya, de que este tipo de atman, o “alma”, o “yo”, tiene una cualidad de conciencia pasiva, pero sin ser consciente de ningún objeto. Cuando está en un cuerpo, anima el equivalente de un cerebro para conocer objetos.
- La otra posición, la Nyaya, afirma que no tiene ninguna cualidad de conciencia; pero también cuando está en un cuerpo anima el equivalente de un cerebro para que haya conciencia de las cosas.
Ambos coinciden en que el cerebro, como simple trozo de materia, no es consciente de nada; de lo contrario, un cerebro cortado en una botella tendría conciencia.
Como siempre señalaba mi maestro, no debemos pensar que estos sistemas son estúpidos. Son muy sofisticados, muy complejos y proporcionan una visión del mundo completa. Si nos examinamos a nosotros mismos, vemos que muchos de los aspectos de este tipo de “yo” imposible son lo que pensamos sobre nosotros mismos. No tenemos tiempo para entrar en un análisis profundo de cómo sostenemos algunas de estas opiniones indias no budistas, pero es algo muy útil de contemplar.
Pero pensamos así. Parece como si hubiera una especie de “yo” que existe de forma independiente dentro de nosotros y que habla en nuestra cabeza. Al fin y al cabo, quién es el autor de la voz en nuestra cabeza y quién hace uso de las distintas cosas que tenemos. Pensamos: "Poseo un intelecto, así que usaré mi mente para intentar resolver esto". Es como: "Tengo una vaca, así que la usaré para obtener un poco de leche".
Ese tipo de "yo" es imposible. No existe tal cosa, nunca la hubo y nunca la habrá. En la formación budista, trabajamos a través de una enorme cantidad de razonamiento lógico para identificar las inconsistencias lógicas de todos los aspectos de este tipo de creencia, ya sea desde el lado de que sea una conciencia pasiva o del lado de que no tenga ninguna conciencia en absoluto.
Podemos desarrollar todo tipo de emociones perturbadoras basadas en la creencia de que existimos en la manera de este "yo" imposible. Podríamos pensar: "Soy el universo entero, así que soy dueño de todo y puedo hacer uso de lo que creas que es tuyo, porque en realidad es mío".
Tal atman que tiene estas tres características es lo que se llama el “‘yo’ burdo o imposible”, o el “‘alma’ imposible de una persona” y está basado en la doctrina. Alguien tuvo que enseñarnos eso y tuvimos que aceptarlo como verdad. El primer paso para comprender la vacuidad del yo (si podemos atribuirlo al Gelug solo para los fines de nuestra discusión) es comprender que no existe tal cosa como este tipo de “alma”, o “persona”, o “yo”. Hay una ausencia total de tal cosa. Eso es lo que significa la vacuidad del sí mismo: una ausencia total. No existe tal forma de existencia de una persona.
“Alma” imposible que surge automáticamente de las personas
Entonces, todos tenemos también un nivel sutil de no darse cuenta y confusión sobre cómo existimos. Nadie tuvo que enseñarnos esto; nadie tuvo que entrenarnos ni adoctrinarnos en este tipo de “yo”. Ya sea que todavía tengamos este no darse cuenta basado en la doctrina y este apego a un “yo” burdo e imposible, o nos demos cuenta de que no existe tal cosa, este no darse cuenta que surge automáticamente seguirá ahí.
El término técnico para este tipo más sutil de "yo" imposible es un "‘yo’ autosuficientemente conocible”. Eso significa un "yo" que puede ser conocido completamente por sí mismo sin conocer primero su base de imputación, seguido inmediatamente por conocer simultáneamente al “yo” y a su base. Para beneficio de nuestro erudito tibetano aquí presente, este es el término “rangkya tubpe dze-yokyi dag” (rang-rkya thub-pa'i rdzas-yod-kyi bdag), un término muy difícil.
Cuando nos aferramos a este “yo” sutil e imposible, nos miramos en el espejo, por ejemplo, y vemos una cara quizás un poco gorda, vieja, arrugada, con cabello gris, y decimos: “Ese no soy yo. Eso no es lo que soy”, como si hubiera un “yo” que existe y puede ser conocido por separado de este cuerpo. Cuando además de esto nos aferramos a un “yo” burdo e imposible, nos aferramos a que existimos como la persona siempre joven que parecíamos cuando éramos jóvenes.
Alternativamente, cuando miramos el reflejo de nuestro rostro en el espejo, aferrándonos a este “yo” sutil imposible, pensamos: “Me veo a mí mismo”. Ahora bien, no pensamos: “Veo una cara y, sobre la base de la cara, veo el fenómeno de imputación 'yo'”. No pensamos eso. Pensamos: "Me veo en el espejo", como si existiéramos de manera autosuficiente, por nosotros mismos, "Me veo". O con respecto a otra persona, puedo pensar y decir: "Conozco a Sasha", como si pudiera conocer a Sasha por sí mismo. No es que conozca una personalidad, conozco lo visible de un cuerpo, conozco experiencias de conversaciones y, con base en eso, conozco a Sasha. No. Simplemente, "Conozco a Sasha". O “Veo a Sasha. Ahí está”.
Si analizamos hablar por teléfono con alguien, esto se vuelve realmente muy, muy extraño, porque decimos: “Escucho a Sasha al teléfono. Estoy hablando con Sasha”. Bueno, ¿qué estamos escuchando? Estamos escuchando una vibración de alguna membrana en algún dispositivo que se activa por algún impulso electrónico que de alguna manera fue transmitido por una vibración de voz en algún otro dispositivo, y con base en todo eso, decimos: “Estoy hablando con Sasha".
Podemos volvernos un poco más íntimos que eso en términos de nuestro bienestar emocional. La mayoría de nosotros tendremos la experiencia de pensar: “Quiero que me ames por mí. No me ames por mi apariencia, no me ames por mi dinero, no me ames por mi intelecto. Ámame solo a mí. Ámame por mí mismo” o “Realmente no me conoces a mí”. "Quiéreme a mí. Luego, por supuesto, tenemos todo tipo de emociones perturbadoras asociadas con eso. “Realmente no me amas”, etc. Nos enojamos y experimentamos mucho sufrimiento. "No me valoras a mí". Podemos encontrar más y más ejemplos a medida que empezamos a pensar realmente en ello.
Todo esto surge automáticamente. Nadie ha tenido que enseñarnos esto. Lo horrible de esto es que parece que existimos así, y dado que se siente así, entonces creemos que es verdad. Se siente así porque la mente da surgimiento a una apariencia de que existimos así. "Apariencia" no significa necesariamente visual; crea la apariencia de sentirse así. Siento como si hubiera un “yo” que de alguna manera está dentro de mí: “Hola. ¡Aquí estoy!" o que es algo que puede ser conocido y amado completamente por sí mismo. “Me estoy expresando”.
Hay muchas emociones perturbadoras que están basadas en la doctrina o surgen automáticamente, y a medida que trabajamos con este material, descubrimos más y más. Como, por ejemplo, "estoy alienado de mi cuerpo", "estoy alienado de mis sentimientos". Eso implica un “yo” que existe y puede ser conocido independientemente del cuerpo y de los sentimientos y que se siente alienado de ellos. Eso es bastante extraño, en realidad. O también recibimos todo tipo de extrañas ideas dualistas: "Voy a la India a encontrarme a mí mismo". ¿Cierto? o “Lo siento, anoche no fui yo mismo. Estaba borracho. No era yo mismo. Ese no era realmente yo. Ahora me voy a regañar, ¡oh, ayer estuviste mal!”. Es dualista, ¿no? Hay un “yo” que fue malo, y luego el “yo” que es el juez, el padre: “Oh, he sido demasiado duro conmigo mismo. Tengo que tratarme mejor”.
Todo esto surge automáticamente. Nadie tuvo que enseñarnos a pensar así. Tenemos una enorme cantidad de emociones perturbadoras y una cantidad de sufrimiento que proviene de estos puntos de vista distorsionados. No existen estos dos tipos de “yo” imposible, aunque, por supuesto, convencionalmente sí existimos.
¿Por qué no nos tomamos un momento para digerir eso antes de continuar? “Tengo que estirar las piernas”, como si fuéramos dueños de las piernas, y ahora vamos a levantarnos y estirarlas.
Creo que quizás este sea un buen momento para preguntar si hay alguna pregunta sobre lo que hemos estado discutiendo hasta ahora.
Preguntas
La película de la que hablábamos, ¿existe separada del espectador, del que va a verla? ¿Podemos hablar de una película sin hablar del sujeto que la ve?
¿Existe la película sin el espectador, la persona que ve la película? Bueno, esto se vuelve un poco complejo porque, por supuesto, podríamos tener una película en un cine sin que nadie esté sentado mirándola. Esta es una respuesta demasiado simplista. ¿Hay una película en cartelera? Bueno, no lo sabemos; alguien tendría que ir al cine para comprobarlo, y si lo hace, entonces la existencia de la película queda establecida por la relación con una mente. Si nadie entrara al cine, no habría forma de determinar si se proyectaba una película o no. O tendríamos que consultar con el proyector, o con el contador de electricidad, o algo así, para saber si se reproduce o no.
En términos de nuestras vidas, también debería haber alguien que observe las experiencias y las perciba, porque si lo comparas con una película, la analogía de una película, debería haber espectadores o un observador que las perciba, para poder decir: "yo".
La pregunta es, si usamos esta analogía para nuestras vidas, entonces debería haber un observador que experimente lo que está sucediendo. Bueno, ciertamente un “yo” convencional experimenta nuestra vida, pero ese “yo” convencional no es algo separado de nuestra vida, observándola, como sentarse en una sala de cine en nuestra cabeza y observar lo que aparece en la pantalla de nuestros ojos. No está separado de eso. Tampoco es idéntico a él. No es que entra en un cuerpo y luego sale y entra en otro cuerpo y mira la película que se proyecta en cada uno. No se puede conocer de forma separada de toda la experiencia, pero ciertamente hay alguien que experimenta cosas y hace cosas.
Si yo fuera un maestro zen tradicional y me hubieran hecho una pregunta así, me habría levantado y te habría golpeado con un palo. Y luego mi pregunta sería: "¿Alguien experimentó eso?" para que reafirmes que hay un “yo” convencional que experimentó el golpe. Pero no soy un maestro zen tradicional.
La pregunta es sobre la fe o creencia budista o la confianza. Antes dijiste que solo los aryas perciben la verdad o la validez de esas declaraciones de las que hemos estado hablando aquí. No podemos percibirlas, no podemos verificarlas, así que solo tenemos que creerlas, darlas por sentado o tener fe en ellas. Entonces, algunas personas, a diferencia de nosotros, que no son budistas, no tienen fe en esos postulados, esas verdades. ¿Cómo podemos convencerlos o probar esas verdades, o demostrar que nosotros mismos tenemos razón, etc.?
La pregunta es que solo los aryas saben que las cuatro verdades nobles son verdaderas: esto es lo que perciben como verdadero, basándose en su cognición no conceptual de ellas. Nosotros, como seres comunes, no las percibimos y no sabemos si son verdaderas al verlas. Por lo tanto, tenemos que aceptar que son verdaderas por fe o algún tipo de creencia, por lo tanto, confianza, etc. Entonces, si ese es nuestro caso, ¿cómo podríamos convencer a alguien que no es receptivo a estas visiones?
En primer lugar, debo señalar que las escuelas indias no budistas afirman el sufrimiento, sus causas, su detención o cesación y una mente que es el camino de comprensión que produce esta detención. El Buda vio que estos no eran realmente los niveles más profundos del sufrimiento, sus causas, su detención y el camino de comprensión para lograr una verdadera cesación. Enseñó otro conjunto de estos cuatro, y los aryas los consideran verdaderos. Por eso se les llama “las cuatro verdades de los arya”, las cuatro verdades nobles o de los nobles. Cuando creemos que las versiones indias no budistas de las cuatro son verdaderas, tenemos un aferramiento basado en la doctrina de que son verdaderas. Pero como la mayoría de nosotros ni siquiera hemos oído hablar de las versiones indias no budistas de las cuatro, simplemente necesitamos estar convencidos de que las cuatro que el Buda enseñó son verdaderas. Entonces, la pregunta nos concierne a nosotros, los occidentales comunes y corrientes, que no hemos estudiado ni aceptado estos puntos de vista indios no budistas en esta vida.
Bueno, es muy difícil convencer a alguien de algo si no tiene la mente abierta y es receptivo. Incluso si debatimos con ellos con lógica, es posible que no acepten lo que decimos. En realidad, Shantideva afirmó que solo podemos tener un debate o una discusión con alguien si tenemos ciertas cosas en común. Una de las cosas que deben tenerse en común es la aceptación de la lógica, y esa lógica prueba o refuta las afirmaciones. Eso significa que, si lo que creemos es refutado y se demuestra que es ilógico, entonces aceptamos no aceptarlo más. Si una persona no acepta la lógica y dice: “No me importa lo que digas. Esto es lo que creo. Esto es así porque está más allá de lo que cualquiera puede comprender”, entonces es inútil. No hay forma de convencer a la persona, a menos que luego acepte poderes milagrosos, y saquemos un conejo de un sombrero, o algo así, y luego nos crea.
Sin embargo, cuando decimos que estas cuatro verdades nobles son hechos que los aryas conocen como verdaderos, y la gente común no pensaría que son ciertos –como, por ejemplo, que el sufrimiento puede terminar para siempre, no solo que podemos eliminarlo por un tiempo, pero va a regresar, así que lo mejor que podemos hacer es aprender a vivir con ello y hacer lo mejor que podamos– queremos decir que, a pesar de este punto, podemos, como practicantes, tener confianza en estos cuatro hechos, estas cuatro verdades nobles, antes de convertirnos en arya. Lo que pasa es que nuestro nivel de convicción en ellas no se basará en una cognición no conceptual de ellas. Estará basada en la lógica y será conceptual.
Hay muchas etapas para convencerse de la verdad de algo, y todo comienza con ser receptivo. Supongo que empezamos por sentir curiosidad y escuchar con la mente abierta alguna enseñanza budista. Luego tenemos lo que se llama “titubeo indeciso”: “Realmente no sé si es correcto o no. Me pregunto si tal vez sea correcto o tal vez incorrecto, pero estoy interesado, así que investigaré más a fondo”. Luego tenemos la suposición, que es básicamente que no entendemos realmente por qué esto es cierto, pero supondremos que es cierto y luego veremos lo que sigue.
A continuación, utilizamos la inferencia; basándonos en la lógica, inferimos que algo es correcto. Hay muchas líneas de razonamiento válidas que podemos utilizar para obtener una comprensión inferencial, por lo que comenzaríamos con la línea de razonamiento utilizada para convencernos de que el Buda es una fuente válida de información. Si el Buda es una fuente válida de información, y esto se basa no solo en la fe, o en "Me gusta el Buda", o algo así, sino que estamos convencidos a través de la lógica de que no hay ninguna razón por la que el Buda mienta o invente algo. Debido a que la única razón por la que pudo convertirse en Buda fue la compasión para ayudar a los demás, entonces llegamos a la convicción de que lo que dijo es verdad.
No deberíamos pensar en esto en términos de fe o algo así, porque podemos saber válidamente las cosas de esa manera. Por ejemplo, ¿cómo sabemos cuándo es nuestro cumpleaños? ¿Cómo sabemos? Tenemos la convicción de que nuestra madre no nos miente, por eso cuando nuestra madre nos dice que nacimos tal día, o lo vemos escrito en algún certificado en un hospital, lo tomamos como una fuente válida de información. No hay manera de que pudiéramos saber solos cuándo es nuestro cumpleaños, ¿verdad? Esta inferencia de que algo es cierto porque la fuente de información es confiable es muy básica. "¿Cuál es mi nombre?". Alguien tenía que decírnoslo.
Entonces existe una comprensión inferencial válida basada en la lógica y el razonamiento. Todas estas discusiones sobre la vacuidad se basan en la lógica. Mucho antes de convertirnos en arya, podríamos convencernos de que es posible deshacernos para siempre de un sufrimiento tal que nunca volverá si hemos comprendido las razones lógicas para ello, es decir, la lógica que demuestra la vacuidad del sí mismo. Al principio, tendremos que seguir estas líneas de razonamiento, la lógica, para renovar nuestra convicción de que la vacuidad es verdadera y que es correcto que sea el oponente directo del no darse cuenta, la ignorancia. Nuestra comprensión de la vacuidad en esta etapa depende en gran medida de seguir una línea de razonamiento.
En algún momento, con suficiente familiaridad, no tendremos que apoyarnos directamente en la línea de razonamiento. No tenemos que seguir la línea de razonamiento cada vez que queremos meditar o enfocarnos en la vacuidad, pero aun así nos enfocaríamos en ello conceptualmente a través de una categoría como “no existe tal cosa”, o cualquiera de las categorías de esto es una "una verdadera detención" o una "verdadera causa del sufrimiento". Con suficiente familiaridad con la cognición conceptual y suficiente construcción de fuerza positiva, nuestra cognición de la vacuidad y nuestra convicción de que la comprensión de la vacuidad es la verdadera mente que es el camino que conduce a una verdadera detención de los verdaderos problemas y sus verdaderas causas, será no conceptual.
Utilicemos un ejemplo más sencillo de cómo nos convencemos de que no hay chocolate en casa. Si lo pensamos con lógica, si hubiera chocolate en casa, solo podría estar aquí, o allí, o allí, o allá. Si buscamos en todos los lugares posibles donde podría estar y no encontramos chocolate, entonces tenemos que concluir lógicamente: si no está en ninguno de estos lugares, no hay chocolate en casa. Nos enfocamos en "no hay chocolate" siguiendo la línea de razonamiento: "No estaba aquí, no estaba allí y no estaba allí, por lo que no hay ninguno".
No es tan fácil porque realmente no queremos creer que no tenemos chocolate en casa o que realmente perdimos nuestras llaves cuando no las encontramos después de buscar en todos los lugares de la casa donde las pudimos haber dejado. No queremos aceptar eso, y por eso nuevamente buscamos chocolate en todas partes de la casa; buscamos las llaves en cada bolsillo y cajón. Al final, tenemos que rendirnos y decidir: “No hay chocolate” o “Perdí mis llaves”, pero no queremos hacerlo. El mismo problema ocurre cuando buscamos este “yo” imposible: es muy difícil renunciar a nuestra creencia de que eso es lo que somos. No queremos renunciar a ello, aunque sabemos lógicamente que no existe tal cosa.
En la siguiente etapa de nuestra búsqueda del chocolate o de nuestras llaves, no tenemos que seguir buscando el chocolate en todas partes de la casa ni buscar las llaves en todos nuestros bolsillos. No tenemos que apoyarnos en el razonamiento lógico: "Si no está ahí, no lo tenemos". Sin embargo, para enfocarnos en esta conclusión, todavía necesitamos recordarla a través de la categoría no hay chocolate o no hay llaves. Entonces, es media noche, realmente queríamos un poco de chocolate, pero miramos antes y sabemos que no hay chocolate, así que no tenemos que volver a mirar para convencernos. Sin embargo, cuando el antojo vuelve a surgir, tenemos que recordarnos y pensar: "Oh, no hay chocolate". Entonces, es la misma categoría, "no hay chocolate". Como diríamos en Estados Unidos: “Mala suerte, cariño. No hay chocolate".
Con el tiempo, podríamos llegar al punto en el que realmente no tengamos que pensar en términos de esta categoría; simplemente sabemos que no hay chocolate. No tenemos que buscar; no tenemos que pensar en términos de esta categoría, este concepto de “no hay chocolate”, simplemente lo sabemos. Esa sería la cognición no conceptual de ello. Entonces, simplemente comemos otra cosa siendo plenamente conscientes de que no hay chocolate. No tenemos que pensar de nuevo, “no hay chocolate”, y no tenemos que mirar de nuevo.
Tal vez lo estoy simplificando demasiado, pero creo que esto da al menos una pequeña idea de lo que estamos hablando aquí cuando hablamos de cognición conceptual y no conceptual, lógica, etc., y cómo sabemos que algo es verdad. Sin embargo, a lo largo de todas estas etapas, el nivel de convicción es diferente: “Creo que tal vez haya chocolate en la casa”. "Bueno, creo que ya no queda chocolate". "Supongo que no hay ninguno, pero miraré de todos modos para asegurarme". Luego: “No encontré ninguno, así que no hay ninguno”. La convicción se hace cada vez más fuerte.
Disculpen que me tome un poco de tiempo para responder su pregunta, pero revela otro aspecto de esta enseñanza, que es, ¿cómo sabemos algo o estamos convencidos de algo? Estas son etapas que se aplican a la comprensión de la vacuidad, ya sea que hablemos de la vacuidad del sí mismo o de la vacuidad de otro. ¿Cómo sabemos que existe un nivel mental sutil y de luz clara? "No lo sé por experiencia propia, pero el Buda habló de ello". Empezamos allí y luego razonamos: "¿Por qué mentiría el Buda?". Lógicamente podríamos estar convencidos de que existe tal nivel mental, pero hasta que realmente lo experimentemos, y no solo pensando: “Ah, sí, una mente de luz clara”, sino experimentándolo de manera no conceptual, entonces nuestro nivel de la convicción no será 100% completa.
La mente de luz clara es, por naturaleza, no conceptual. Si durante la meditación pensamos: “Ah, esta es la mente de luz clara”, entonces es una indicación muy obvia de que no lo es, porque ese pensamiento es conceptual. Podríamos experimentar la mente de luz clara y no saber qué es (el término suele ser que no la "reconocemos") y eso sucede en el momento de la muerte. Eso no es gran cosa. Para estar convencidos de ello, no solo tenemos que experimentarlo, sino reconocerlo por lo que es, pero no conceptualmente. Esto es bastante difícil. Por supuesto, hay muchas etapas para ello. Cuando veo a Sasha, ¿tengo que pensar en “Sasha” para poder reconocerlo? ¿Necesito un concepto de “Sasha” para saber quién es cuando lo veo? ¿Necesito encajar al Sasha que veo ahora en la categoría Sasha que incluye todas las otras veces que lo he visto para saber que sigue siendo Sasha? ¿Pero no da eso la impresión de que es estático y no ha cambiado en absoluto? Estas son preguntas interesantes.
Por eso debemos tener mucho cuidado con nuestra terminología occidental. En inglés, podríamos decir que reconocemos a Sasha de manera no conceptual con solo verlo y no necesariamente de manera conceptual al encajarlo en la categoría y el concepto que tenemos de Sasha. En la terminología budista, solo usaríamos “reconocer” para el conocimiento conceptual de él, ya que allí lo estamos conociendo nuevamente, habiéndolo conocido antes y comparando lo que conocemos ahora con todas las veces que lo hemos conocido antes. Después de todo, “reconocer” significa literalmente conocer algo nuevamente.
Cuando escuchamos terminología como “reconocer la mente de luz clara”, esa es una traducción engañosa. Es "conocerle el rostro". Lo conocemos distinguiéndolo de lo que no es. Eso no tiene por qué ser un proceso conceptual; podría ser no conceptual. Por ejemplo, un bebé o un animal pueden distinguir la luz de la oscuridad, o el calor del frío. No necesitan tener palabras ni conceptos, pero pueden distinguir entre los dos. Esto simplemente subraya la necesidad de aprender y comprender las definiciones.
Terminemos aquí esta tarde y mañana profundizaremos en nuestra discusión sobre la vacuidad del sí mismo y veremos las formas imposibles en las que imaginamos y proyectamos que todos los fenómenos existen, y luego entraremos en la discusión de la vacuidad de otro.
Por favor, dediquen con sus propias palabras y pensamientos la fuerza positiva acumulada a partir de esto al logro de la iluminación para todos.
Ahora, después de la dedicatoria, podemos levantarnos y llevarnos afuera. ¿Pensamos así? Este es el asunto, ¿verdad? El despertador suena por la mañana y nos hablamos a nosotros mismos: “Oh, vamos, Alex. Levántate. Levántate, Alex”. Voy a levantarme y empezar el día. Este es el “yo” imposible.