Tantra: Las cuatro purezas

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Introducción 

Tantra, en resumen, es un sistema de práctica Mahayana para alcanzar la iluminación con el fin de beneficiar al máximo a todos los seres. Como lo connota la palabra “tantra”, emplea una continuidad interminable de práctica con figuras búdicas como un camino para purificar los factores que oscurecen la continuidad interminable de los factores de la naturaleza búdica que es la base, para alcanzar la continuidad interminable de los Cuerpos de Buda como resultado. Los diversos rostros, brazos y piernas de la figura búdica funcionan como un telar – el segundo significado de la palabra "tantra". Son un telar con el cual tejer todas las enseñanzas de los sutras que representan. 

El tantra es más eficiente que el sutra en cuatro puntos diferentes, si queremos analizarlo y tener un poco de estructura aquí. 

  • La práctica está más cerca de la etapa resultante.
  • Hay una unión más estrecha entre método y sabiduría, por lo tanto, una unión más estrecha entre método y darse cuenta que discrimina como camino.  
  • Hay una base especial para la vacuidad.
  • Hay un nivel mental especial para enfocarse en la vacuidad.

Este tipo de presentación se puede utilizar para discutir el tantra general, para el anutarayoga, la clase superior de tantra, y para el Kalachakra. Aquí probablemente solo tendremos tiempo para analizar el tantra general. Cuando hablamos de tantra general, este es el nivel común a las cuatro clases de tantra.

Las cuatro clases de tantra no se practican de la manera que lo hacemos, por ejemplo, en el lam-rim. No presentan un camino gradual, donde vamos de la primera clase a la segunda clase y así sucesivamente (no es ese tipo de sistema), o como los sistemas de principios del budismo indio que, de la misma manera, trabajamos para avanzar desde un sistema de principios al siguiente, de Vaibáshika a Sautrántika, a Chitamatra y a Madyámaka. No es así.

Cada una de las cuatro clases presenta un camino válido hacia la iluminación. 

  • Kriya, la primera clase de tantra, es tantra ritual, y esto pone mucho énfasis en las prácticas externas: limpieza ritual, ablución, ese tipo de cosas, prácticas de ayuno, etc.  
  • La clase charya, la segunda clase, a veces se denomina tantra conductual. Este pone igual énfasis en los métodos externos e internos. La forma general de práctica es muy similar a la primera clase, solo que un poco más compleja en sus visualizaciones.  
  • La tercera clase de tantra, el tantra yoga, pone más énfasis en las prácticas internas. También implica hacer una gran cantidad de mudras, estos gestos con las manos, y muchos rituales, pero tiene su propia forma especial y muy compleja de practicar.  
  • La cuarta clase es el tantra anutarayoga, el tantra de yoga superior, y que tiene métodos especiales de trabajo interno.

Es esa clase de tantra, anutarayoga, la que habla de los diferentes niveles de actividad mental, siendo el nivel más sutil la actividad mental de luz clara. Es esa clase de tantra que habla del sistema de energía sutil del cuerpo, con los chakras, los canales y los vientos y trabajar con ellos para disolver los niveles más burdos de energía y actividad mental para poder acceder al nivel de luz clara. En todos estos tipos de prácticas, el objetivo principal es, por supuesto, ser capaz de obtener una cognición no conceptual de la vacuidad como un camino verdadero, lo que provocará una verdadera detención de las dos primeras nobles verdades, el verdadero sufrimiento y su verdadera causa. O podemos considerar su tercera verdad noble en términos de una verdadera detención de los dos oscurecimientos: los emocionales que impiden la liberación y los cognitivos que impiden la omnisciencia o iluminación.

Ese nivel de actividad mental de luz clara es el nivel más eficiente para deshacerse de estos oscurecimientos, para lograr una verdadera detención, y siempre se menciona que, de hecho, para deshacerse del nivel más sutil de los oscurecimientos cognitivos que impiden la omnisciencia o la iluminación, es necesario acceder a ese nivel de luz clara de actividad mental. Sin él, no es posible hacer eso, porque la mente de un Buda es exclusivamente este nivel de actividad mental de luz clara, esta mente de luz clara. Entonces, incluso si estamos practicando sutra o una de las otras clases de tantra (las primeras tres clases de tantra), siempre dicen que, en el último paso, como en el décimo nivel bhumi del bodisatva, debemos cambiar al tantra anutarayoga. Que eso suceda de forma automática o que tengamos que realizar ciertas prácticas para lograrlo, eso depende de lo individual.

En la presentación Sakya, ese cambio al nivel de luz clara ocurre antes, en el camino del ver, por lo que allí tienen una presentación ligeramente diferente. Dicen que sucede incluso con el sutra, que uno necesita llegar a ese nivel para lograr incluso la primera instancia de una cognición no conceptual de la vacuidad, que es con una mente que es el camino del ver.

Teoría del tantra general

Veamos estos cuatro puntos de por qué el tantra es más eficiente que el sutra en términos del tantra general. El tantra general sería algo válido para las cuatro clases de tantra. Lo que queremos hacer en el camino hacia la iluminación es lograr el cuerpo y la mente de un Buda, la apariencia del cuerpo físico de un buda y una mente que tenga el tipo de cognición de un buda. El par unificado del cuerpo y la mente de un buda corresponde a la discusión sobre la actividad mental que implica el par unificado de creación de apariencias y cognición. El cuerpo está del lado de la creación de apariencias y la mente está del lado de la cognición. 

La actividad mental puede describirse no solo desde el punto de vista de que es una forma de darse cuenta de algo con estos dos aspectos, sino que también puede describirse desde el punto de vista de la energía más sutil que subyace y sostiene esa actividad mental. Más específicamente, la energía más sutil sustenta el aspecto de creación de apariencias de la actividad mental y el surgimiento de la apariencia de un cuerpo físico.

Es sobre la base de la actividad mental y de la energía más sutil que la sustenta que queremos alcanzar un cuerpo y una mente de buda. Tenemos los materiales básicos de trabajo para ellos en términos de nuestros factores de naturaleza búdica, como nuestros entramados de fuerza positiva y conciencia profunda, pero están oscurecidos. Debido a ello, estos materiales de trabajo dan surgimiento a nuestro tipo samsárico de cuerpo y mente. Están oscurecidos no solo por los oscurecimientos emocionales, que, según la presentación Gelug, incluyen el aferramiento a una existencia verdaderamente establecida, el no darse cuenta y las emociones perturbadoras, sino también por los oscurecimientos cognitivos, que el Gelug afirma como los hábitos constantes de aferramiento a la existencia verdaderamente establecida, que dan surgimiento a la apariencia de una existencia verdaderamente establecida. 

Debido a esa creación de apariencia de existencia verdaderamente establecida, nuestra mente y nuestro cuerpo están limitados, incluso si nos deshiciéramos de las emociones perturbadoras. El problema es que nuestro aparato hardware es limitado. Solo podemos percibir lo que está básicamente delante de nosotros, en un campo limitado. Realmente no podemos ver lo que hay detrás de nosotros ni conocer las cosas del pasado, ni del futuro, ni todas las diferentes causas y todos los diferentes efectos de nuestras acciones. Tenemos lo que yo llamo “percepción periscópica”: es como conocer el mundo a través del periscopio de un submarino, por lo que nuestra mente es muy limitada. Nos sentimos como si fuéramos un “yo” sólido dentro del submarino, lo cual es una percepción muy distorsionada. Se siente así porque hay una vocecita en nuestra cabeza hablando, así que parece como si hubiera un "yo" dentro de nosotros hablando, un "yo" sólido. Necesitamos deshacernos de esa percepción periscópica que viene con tener un cuerpo limitado y una mente limitada. 

Nuestra actividad mental básica de creación de apariencias y cognición y la energía más sutil subyacente dan surgimiento, cuando están oscurecidas, a ese tipo de cuerpo y mente samsáricos limitados, con la mente limitada por la visión periscópica y las emociones perturbadoras, y el cuerpo limitado por las diversas influencias kármicas que hacen que se agote, envejezca, enferme y muera. En cambio, queremos que esta actividad mental y su energía den surgimiento al cuerpo y la mente de un buda, el estado resultante completamente purificado de nuestros factores de naturaleza búdica.

Entonces, ¿cómo hacemos esto? ¿Cuál es la forma más eficiente de hacer esto? En el sutra, trabajamos con los dos entramados constructores de iluminación, el entramado de fuerza positiva que surge de hacer cosas constructivas con una dedicación a la bodichita (normalmente se la llama “colección de mérito”) y el entramado de conciencia profunda. Según la presentación Gelug, el entramado de conciencia profunda consiste en la conciencia profunda de la vacuidad. Las otras tradiciones tibetanas incluyen también los cinco tipos de conciencia profunda: cual espejo, etc. 

En otras palabras, al adoptar un comportamiento cada vez más constructivo, construimos más y más fuerza positiva y todas esas fuerzas positivas se entrelazan. Lo mismo ocurre con la conciencia profunda, los momentos individuales de conciencia profunda que tenemos se entrelazan y construimos más y más fuerza. Para que estos dos entramados se conviertan en entramados constructores de iluminación y no solo entramados en constructores de samsara, todo lo que hagamos para fortalecerlos debe iniciarse con la bodichita, llevarse a cabo con la bodichita y dedicarse al final con la bodichita.

La práctica del tantra se asemeja al resultado: las cuatro purezas  

Cuando trabajamos para fortalecer nuestros dos entramados con los métodos del sutra, el método no es tan similar al resultado. Déjenme dar un ejemplo. Cuando hablamos de las causas de la apariencia física de un buda, nos referimos a la apariencia de un buda con 32 signos excelentes y 80 características ejemplares, las llamadas "marcas mayores y menores". Cada una de estas características indica su causa. Así es como se presentan. Por ejemplo, un buda tiene una lengua larga, y la causa es que mientras practica como bodisatva, cuida de los demás como una madre animal que lame a sus crías. Eso actúa como causa de tener una lengua larga. No es que practiquemos lamernos unos a otros para tener eso, sino que practicamos cuidarnos unos a otros, como una madre animal, y esto resultará en tener ese tipo de lengua larga.

La práctica de cuidar a los demás no se parece tanto al resultado. Se parece más por analogía. Y como la causa no es tan similar al resultado, la causa tarda bastante tiempo en producir el resultado. En cambio, en el tantra lo que hacemos es imaginar que ya estamos en esa etapa del resultado. Practicamos ahora en nuestra imaginación que somos un ser completamente iluminado, que tenemos el estado purificado de estos factores de la naturaleza búdica.

Específicamente, trabajamos con cuatro aspectos, llamados “las cuatro purezas”. Imaginamos que tenemos: 

  • Un cuerpo purificado, que incluiría el habla.  
  • Un ambiente purificado.
  • Una experiencia purificada de gozo.  
  • Una manera purificada de actuar o de acciones.

Es necesario imaginar estas cuatro purezas con bodichita. Estamos pensando en nuestro futuro logro de la iluminación, anhelamos eso como el estado resultante de nuestra continuidad interminable y, por lo tanto, esa es una base válida para el fenómeno de imputación "yo". Un fenómeno de imputación es aquel que no puede existir ni ser conocido independientemente de una base. Por ejemplo, una línea es un fenómeno de imputación sobre la base de una serie ininterrumpida de puntos. No puede existir ni ser conocida independientemente de esa serie de puntos. De manera similar, el “yo” convencional es un fenómeno de imputación sobre la base de la continuidad ininterrumpida de los momentos de un continuo mental individual. Entonces, ese punto futuro en el continuo en el que seremos iluminados es una base válida para el "yo", tal como lo es cualquier otro punto en ese continuo mental. 

Cuerpo purificado 

El “yo” convencional como fenómeno de imputación sobre la base de ese punto futuro es con lo que estamos trabajando aquí con las cuatro purezas. Entonces, imaginamos que nuestro cuerpo es el de un yidam, una figura búdica: yidam (yi-dam) es la abreviatura de yi y damtsig (dam-tshig, sct. samaya). "Yi" es la mente y "dam", abreviatura de "damtsig", es un vínculo estrecho. Queremos crear un vínculo estrecho con nuestra mente al hacer que nuestra actividad mental dé surgimiento a esta apariencia de una figura búdica y al considerar a nuestro "yo" convencional como un fenómeno de imputación sobre esa apariencia como base. Al establecer una conexión estrecha, un vínculo estrecho con la forma de esa figura búdica, familiarizándonos con ella una y otra vez como nuestra base para la imputación, eso actúa como una causa para que realmente nuestra energía se manifieste, en conjunción con la actividad mental, ante nosotros mismos apareciendo en esa forma.

Practicamos ahora en términos de eso en nuestra imaginación. Es como trabajar con un holograma interno producto de nuestra imaginación. La actividad mental de imaginar esa forma actúa como una causa para que la actividad mental proyecte, en cierto sentido, un holograma externo de nosotros apareciendo así en el mundo.

Trabajamos así no solo con un cuerpo purificado, sino también con un habla purificada al trabajar con mantras. Imaginamos que nuestra habla tiene forma de mantras. Cuando recitamos mantras, estos mantras, en cierto sentido, moldean nuestra energía. Siempre decimos que la palabra “mantra” significa algo para proteger la mente – proteger la mente de vagar por todos lados con charlas internas. En un nivel, podemos proteger la mente de esa divagación uniéndola a un mantra, algo así como un judo mental. Si el tipo de energía verbal interna que tenemos es tan apremiante, tan fuerte que es difícil simplemente impedir que produzca parloteo mental, entonces una forma de superar sus efectos debilitantes sería aprovechar esa energía verbal interna y darle la vuelta, en cierto sentido, haciéndole recitar un mantra, para que permanezca dentro de la estructura establecida del mantra. En ese sentido, protege a la mente.

Sin embargo, en un nivel más sutil, lo que hace la recitación de mantras es dar forma a la respiración, la cual, a su vez, da forma a la energía porque la respiración y la energía están íntimamente conectadas; es la misma palabra para ambas en tibetano y sánscrito (rlung, sct. prana). Es muy importante darle una forma estructurada a nuestra respiración y energía. 

Además, cuando hablamos del habla, nos referimos a la comunicación, lo que se refiere a la capacidad de respuesta si lo vemos desde el punto de vista Nyingma. En otras palabras, tenemos este nivel básico de energía y esa energía se agota de forma natural. Eso es lo que hace. Va hacia afuera en respuesta a varias cosas. Se irradia, y esto es de una manera comunicativa, así que eso es el habla. En términos de practicar la pureza del habla, también imaginamos que nuestra habla irradia en respuesta a los demás y se comunica con todos en su propio idioma. Todo el mundo es capaz de entender lo que decimos; podemos comunicarnos con todos perfectamente.

Estas son las formas en que trabajamos con una figura búdica y mantras, y trabajamos con ambos dentro del contexto de la comprensión de la vacuidad y la bodichita. Ese es el primer aspecto, el cuerpo purificado que es similar al resultado. 

Ambiente purificado

También imaginamos que estamos en un ambiente purificado, y ese ambiente es el de un mándala. Un mándala es un edificio tridimensional, un palacio, y no es solo eso, sino también todo el entorno. Normalmente vemos dibujos de mándalas en dos dimensiones, y ese es el aspecto más común con el que nos encontramos, aunque en ocasiones podemos encontrarnos con un edificio en tres dimensiones. Hay uno, por ejemplo, en la Casa del Tíbet de Nueva York que podemos ver, y hay varios en India y Mongolia. 

Nunca se pretende que un mándala se practique como algo bidimensional. El diagrama bidimensional es básicamente como el plano de un arquitecto, y si sabemos leerlo, podemos ver cómo están dispuestos los distintos segmentos y divisiones de las paredes, cómo funcionan las puertas, los vestíbulos de entrada y todo ese tipo de cosas. El diagrama también indica algunas de las medidas y proporciones. Lo que queremos visualizar nunca es un mándala bidimensional, sino siempre un palacio tridimensional y que estamos en su interior en la forma de una figura búdica. 

El palacio es una estructura arquitectónica muy compleja, y cada una de sus características tiene muchos niveles diferentes de significado, así como todos los diferentes brazos, caras y piernas de una figura búdica tienen muchos niveles diferentes de representación. Nuevamente, nos ayuda como método para mantener juntas todas las comprensiones profundas que representan, como la urdimbre de un telar para tejer los hilos del sutra.

Lo que es importante recordar cuando se trabaja con mándalas y estas figuras búdicas es que nuestro “yo” convencional es un fenómeno de imputación sobre la base de todos ellos. No es que seamos solo una figura central en un palacio de mándala, sino que todos somos las figuras del mándala, ya sea una figura solitaria, una pareja o incluso las 722 figuras como en el mándala de Kalachakra. No solo somos todas las figuras en el entorno puro de este palacio de mándala, sino que también somos el edificio; somos un fenómeno de imputación basado en todo eso.

Eso se vuelve muy interesante si lo pensamos. Aquí, el Kalachakra es muy útil para ver el paralelo entre los niveles de significado externo, interno y alternativo, siendo el nivel nirvánico el nivel alternativo. En el nivel de nuestra apariencia samsárica ordinaria, somos un complejo de muchas, muchas cosas diferentes: el sistema circulatorio, el sistema digestivo, el sistema nervioso, todos los huesos y la piel que los recubre a todos; somos un fenómeno de imputación basado en todo eso. No es solo que nos basemos únicamente en el hígado, o el corazón, o algo así. Nuestra base para la imputación es un entramado de todos estos diferentes sistemas y sus componentes. 

De manera similar, nuestra base para la imputación puede especificarse en términos de todos los componentes de nuestros cinco agregados, con cada componente representado por una figura búdica. En algunos sistemas tántricos, hay una figura para cada agregado, una figura para cada uno de los elementos, una para cada uno de los sensores cognitivos (las células fotosensibles de los ojos, las células audiosensibles de los oídos, etc.) y cada uno para los cinco tipos de objetos sensoriales, como las imágenes que vemos, los sonidos que escuchamos, etc. Todos estos están representados por figuras búdicas. Así como tenemos piel que cubre todos los componentes internos de nuestro cuerpo, de la misma manera tenemos el palacio de mándala que cubre todas las figuras búdicas en su interior. Diferentes características del edificio representan cosas diferentes. Así, no es tan raro imaginar que tenemos este conjunto de figuras y el palacio como la base para la imputación del fenómeno “yo”. 

Cuando trabajamos con dicha visualización, e incluso si trabajamos solo con una pareja central, es importante hacerlo dentro del contexto de la comprensión de la vacuidad. Esto se debe a que muchas veces las personas tienen dificultades con estas prácticas debido a cuestiones de género. La cuestión de género es que “soy mujer. ¿Cómo puedo sentir que soy una figura masculina en este sistema?”. O “Soy un hombre. ¿Cómo puedo imaginarme que soy Vajrayoguini o Tara, una figura femenina?”. Y especialmente en términos de parejas en unión: “Bueno, ¿de qué lado estoy?”. Debido a la cuestión de género, las mujeres pueden sentirse incómodas siendo la figura principal masculina y entonces: “¿Se supone que debo ser la consorte o qué se supone que debo ser?”. O "la consorte es del género equivocado", o lo que sea. Por supuesto, esto es problemático para muchas personas.

Es cierto que muchos puntos de las prácticas, tales como “dentro de mi cuerpo hay tal o cual figura búdica”, parecen ser desde la perspectiva de la figura central, sin embargo, somos un fenómeno de imputación sobre la base de todo el asunto. Al basarnos en todo el conjunto, somos ambos miembros de la pareja. No es que seamos un miembro de la pareja y la pareja sea otra persona. No es así, somos ambos. Entonces, como fenómeno de imputación sobre ambos, la cuestión de género no es tan central. Además, en términos de continuo mental, el continuo mental no tiene un género innato. Dependiendo de factores kármicos, nuestro cuerpo puede tener un género en una vida determinada y otro género en otra vida.

Nuestro continuo mental tampoco tiene una especie innata. Somos especies diferentes en cada vida y, de manera similar, nacionalidades diferentes, etc. Realmente requiere un poco de comprensión de la vacuidad, ya que es un tema delicado y que realmente tiende a molestar a mucha gente en su práctica. 

También hay algunas prácticas en las que se dice que mantenemos el cuerpo de la figura, pero en ciertas partes de la práctica que implican la visualización de los órganos sexuales, si los órganos sexuales en particular parecen incómodos, podemos cambiarlos. No es absolutamente esencial en términos de mantener –para esa parte particular de la práctica–  la señal del género que normalmente acompaña a esa figura. Hay muchas maneras de trabajar con estas figuras, dependiendo de nuestro propio nivel de sofisticación y comprensión de la vacuidad.

Si tenemos una comprensión bastante estable de la vacuidad, la cuestión de género ya no es un problema, particularmente en términos de ser pareja, y no es tan extraño en términos de esta idea, esta autoimagen de ser pareja. Si en la vida real somos miembros de una pareja, sabemos lo que se siente pensarnos como pareja. 

Estamos tratando de visualizarnos todo el día en la forma de estas figuras búdicas, pero no es que: "Bueno, estoy caminando y hay una especie de consorte colgando de mí, y tengo que tener cuidado cuando me agacho, porque mi consorte puede caerse”. No es así, sino que, como decía Serkong Rinpoche, estamos todo el día usando ropa y no es que seamos conscientes de la ropa, pero está ahí; a menos que seamos sumamente vanidosos, simplemente es una parte de nosotros. Del mismo modo, la pareja es parte de nosotros y nosotros somos la pareja.

Además, al trabajar con las visualizaciones de nosotros mismos como figuras búdicas, debemos tener en cuenta que la figura búdica no es una estatua congelada, y simplemente nos elevamos un poco sobre el suelo, flotamos allí y nos movemos como una figura de acción de plástico sin mover realmente los brazos o las piernas, o nunca nos sentamos, si es una figura de pie. No es así en absoluto. Estas figuras búdicas son, por así decirlo, hologramas vivientes de la holocubierta de nuestra nave espacial. Podemos movernos, podemos sentarnos e incluso podemos realizar otras prácticas.

Recuerdo a un discípulo, que se visualizaba a sí mismo como Yamantaka todo el día, o al menos intentaba hacerlo, y le preguntó a Serkong Rinpoche: "¿Qué haces cuando practicas OM MANI PADME HUM?". Se sentía un poco incómodo y Serkong Rinpoche dijo: "¿No puede Yamantaka recitar OM MANI PADME HUM?". Por supuesto, podemos hacer cualquier tipo de práctica en cualquier tipo de forma, o podemos cambiar de forma porque un buda puede manifestarse en muchas formas. Entonces, Yamantaka puede manifestarse en la forma de Chenrezig. Por lo tanto, es importante, cuando se trabaja con estas figuras búdicas, no ser demasiado estricto con ellas; representan al buda viviente en el que nos convertiremos.

Entonces imaginamos que ahora tenemos esta apariencia pura y este entorno puro a nuestro alrededor. Los visualizamos y recordamos que la visualización se realiza con la conciencia mental, no con la conciencia sensorial. Por eso, cuando hacemos visualizaciones en la práctica budista tibetana, siempre es recomendable mantener los ojos abiertos. En realidad, hay muchas razones para mantener los ojos abiertos. Una de ellas es que ayuda con la motivación Mahayana. Si cerramos los ojos, es como excluirnos del mundo: "No me molestes, no me molestes, estoy meditando", y entonces realmente no queremos salir de la meditación y lidiar con todas las cosas que nos rodean; no queremos abrir los ojos. Mientras que, si meditamos con los ojos abiertos, mirando hacia abajo, vagamente enfocados, eso mantiene una conexión con el mundo, con la gente, por lo que es un poco más conducente para el amor y la compasión.

En cualquier caso, cuando hacemos visualización, incluso cuando intentamos obtener shámata (una mente tranquila y estable con perfecta concentración) y visualizamos una figura búdica, como Buda Shakyamuni, frente a nosotros a la altura de los ojos, no es que nuestros ojos lo están mirando. Nuestros ojos miran hacia el suelo y visualizamos al buda allí arriba. No es tan difícil de hacer. Si extienden la mano frente a ustedes, inténtenlo, extiéndanla a la altura de los ojos y miren hacia el suelo. Ahora, mientras miran al suelo, pueden ser conscientes de su mano, ¿no es cierto? Incluso si alejan la mano, pueden ser conscientes de ese espacio donde estaba. No es tan difícil como podría parecer.

Como decía, la visualización se hace con la conciencia mental, no con la conciencia ocular. Cuando nos visualizamos a nosotros mismos como una figura búdica y el entorno que nos rodea como un mándala, tratando de hacerlo todo el día, es muy difícil permanecer con recordación de esto. El “mindfulness” o recordación es como el pegamento mental que evita que nuestra atención abandone la visualización. Sin embargo, no deberíamos pensar que visualizar esto nos va a debilitar porque no interfiere con nuestra conciencia sensorial o nuestra conciencia ocular. No es que no podamos ver un coche que viene por la calle, porque todo es este mándala perfecto, por lo que es peligroso cruzar la calle. Con nuestros ojos podemos ver la apariencia ordinaria de las cosas. Sin embargo, con nuestra mente concebimos el mándala, estas formas de las figuras búdicas y el entorno puro. Eso embona muy bien con la perspectiva Sakya de la inseparabilidad de samsara y nirvana, que las dos apariencias coexisten, en un sentido, y son igualmente válidas. 

Trabajamos así, con un cuerpo puro y un ambiente puro. 

Experiencia purificada de gozo

Luego está la experiencia del gozo purificado. Normalmente, nuestra experiencia de gozo está mezclada con confusión, el “yo” sólido y el aferramiento a la existencia verdaderamente establecida del gozo y lo que nos da la alegría y el placer, y ese tipo de cosas. Lo que queremos hacer es poder experimentar el gozo de una manera no perturbadora, no mezclada con confusión. La mente de un buda es gozosa, pero ese no es el gozo del placer físico. No se trata de ese gozo, sino del gozo natural de estar libre de oscurecimientos mentales, de esos diversos oscurecimientos de los que estábamos hablando, algo así como el alivio, el gozo del alivio de estar libre de zapatos apretados al final del día.

Dado que la mente está naturalmente libre de estos oscurecimientos –son solo manchas pasajeras de las que podemos lograr una verdadera detención–, entonces ese gozo es el estado natural de la mente desde el punto de vista de nuestra actividad mental. Queremos intentar experimentar ahora, similar al resultado, este tipo de gozo o felicidad. Hacemos esto en tantra haciendo ofrendas. Hay muchísimas ofrendas en todas las prácticas de sadhana y, al hacerlas, imaginamos que podemos llevar gozo y felicidad a los demás, como puede hacerlo un buda. 

Eso es realmente bueno para la baja autoestima si la sufrimos. Imaginamos que en realidad somos capaces de complacer a los budas (no es que haya una figura de autoridad que siempre dice: “No eres lo suficientemente bueno”), sino que podemos realmente complacerlos dándoles algo realmente bueno para sus diversos sentidos. 

Hacemos ofrendas no solo a los budas, sino también a todos los seres sintientes, brindándoles igualmente gozo y felicidad. Una de las cosas que es única en la tradición Gelug, y en Tsongkhapa, es que también nos hacemos ofrendas a nosotros mismos como parte de las prácticas, y tratamos de imaginarnos disfrutándolas libres de toda confusión – sin preocuparnos por que la comida nos haga engordar, o que las flores nos van a hacer estornudar por culpa de las alergias. Están purificadas de todos estos factores potencialmente perturbadores.

Hay muchos, muchos niveles diferentes de ofrendas que hacemos. Hacemos estas ofrendas externas de objetos sensoriales en todas las clases de tantra, y cuando hablamos de ofrendas internas, secretas u ocultas, y ofrendas de la talidad, son exclusivas de la clase superior de tantra. Esos son niveles cada vez más profundos de cosas que ofrecemos y que podemos disfrutar sin confusión. Esa es la tercera pureza que practicamos: cuerpo puro, ambiente puro y gozo puro.

Acciones purificadas

Las acciones puras, similares a las otras tres purezas, se realizan dentro del contexto de la comprensión de la vacuidad y la bodichita. Lo que imaginamos que podemos hacer es ejercer una “influencia iluminadora” sobre todos los que nos rodean – el término para una actividad de buda, que a veces se llama simplemente “actividad búdica”. Prefiero “influencia iluminadora” porque un buda actúa sin esfuerzo, de forma espontánea, sin tener que planificarlo, y en realidad no hace nada. La forma en que es un buda ejerce una influencia iluminadora en todos los que lo rodean.

Hay cuatro tipos de influencia iluminadora. Al primero se le suele llamar “pacificar”, es decir, calmar a los demás, tranquilizarlos. El solo hecho de estar en presencia de un buda (y podemos verlo en el caso de algunos de los grandes lamas) nos calma. Había un gran lama en la India que ya falleció, Rato Rinpoche, a quien conocían como el Bebé Lama cuando estuve allí. Las personas cuyos bebés lloraban constantemente y era realmente difícil calmarlos, los llevaban ante la presencia de este lama, y simplemente estando en su presencia, se calmaban.

Realmente era bastante sorprendente. Lo vi una vez en Bodhgaya, donde había una multitud despiadada de mendigos a tu alrededor, exigiendo dinero y realmente agarrándote. Solía acudir con una bolsita de monedas y tenía la capacidad de simplemente decir: "Hagan fila y les daré una moneda a cada uno de ustedes". Todos se calmaban y se ponían en fila. Nunca vi a nadie más capaz de controlar a este tipo de personas y calmarlas. 

Ese es un aspecto que tenemos, que podemos calmar a los demás, tranquilizarlos, lo que no significa dormirlos porque seamos muy aburridos, sino poder calmarlos si están nerviosos y alterados, una cualidad que es maravilloso tener, tener esa influencia sobre los demás.

El segundo tipo de influencia iluminadora se llama "aumentar". Eso significa "estimular", con la que tenemos una influencia estimulante sobre los demás. Cuando alguien está en presencia de un Buda, su mente está más clara y su energía es más fuerte. Son capaces de hacer muchas cosas que normalmente no podrían hacer, y todas sus diversas buenas cualidades aumentan en fuerza, son estimuladas. Además, podríamos imaginar que tenemos esa influencia estimulante sobre todos los que nos rodean y que podemos sacar a relucir todas sus buenas cualidades.

Recuerdo experiencias en las que acudía con el viejo Ling Rinpoche, el tutor principal de Su Santidad, antes de poder entender mucho tibetano, pero con él podía entender casi todo lo que decía. Era tan estimulante estar en su presencia que realmente hacía que mi mente estuviera mucho más clara y alerta. Ni siquiera era que él tuviera que hacer nada. Era casi como si su energía fuera así. De esto es de lo que estamos hablando con esta actividad búdica, esta influencia iluminadora.

El tercer tipo de actividad se llama “poder”, que consiste en ser capaz, en cierto sentido, de tener todo organizado y bajo control, de modo que todo lo que nos rodea se vuelva más poderoso, en cierto sentido. Cuando las cosas están desorganizadas y fuera de control, ya sean personas o cosas que nos rodean, entonces, simplemente por nuestra forma de ser, todos se acomodan. No es que todo el mundo esté bajo nuestro poder por medios tortuosos, o porque seamos maniáticos del control, ni nada por el estilo. Pero, repito, con una comprensión de la vacuidad, sin un viaje del ego ni nada por el estilo, simplemente podemos organizar todo lo que nos rodea, trabajar en conjunto y bajo control. Son casi como cualidades naturales de liderazgo, poder trabajar con un grupo y todo puede acomodarse de manera cohesiva solo por nuestra forma carismática de ser.

Otro ejemplo de este poderoso tipo de actividad búdica fue con Su Santidad. Recuerdo que en Rikon en Suiza, en el momento de la iniciación de Kalachakra allí en 1985, la gente quería tomar los preceptos de un día, los votos de un día, y Su Santidad dijo: "Bueno, eso es muy bueno, así que todos vengan aquí mañana a las cuatro de la mañana”. No fue fácil llegar a las cuatro de la mañana, pero alrededor de las tres cuartas partes de la gente llegó a las cuatro. 

Si dijéramos: “Todos vengan aquí mañana a las cuatro en punto”, nadie aparecería. Para tener esa influencia y poder reunir a todos para hacer algo positivo a las cuatro de la mañana, ni siquiera tenía que hacer nada. Simplemente dijo: “Está bien, mañana por la mañana nos reuniremos a las cuatro en punto”, y acudieron tres cuartas partes de las personas.

El cuarto tipo de actividad búdica a veces se traduce como “iracundo”, que no es la palabra más grandiosa, pero sí “enérgico”. Implica una energía muy fuerte, contundente para liberarnos de situaciones peligrosas, cuando es necesario, simplemente por nuestra forma de ser, “ya basta”. Una vez estaba en un templo en el sur de la India asistiendo a una serie de iniciaciones que Su Santidad estaba dando cuando un enjambre de avispones voló dentro. Su Santidad detuvo el ritual, los miró fijamente y casi como si enviara algo de energía, "ya basta", los hizo darse la vuelta con fuerza y salir del templo. Lo vi con mis propios ojos. 

Estos ejemplos no son tan descabellados, podemos ver algunos ejemplos, al menos yo he visto algunos ejemplos en mi experiencia con los grandes lamas. Entonces, imaginamos que somos capaces de ejercer estos cuatro tipos de influencia iluminadora sobre los demás. Hacemos esto en las prácticas de sadhana cuando, mientras nos imaginamos como una figura búdica dentro del contexto de la comprensión de la vacuidad y recitando el mantra, nos imaginamos irradiando luces que ejercen este tipo de influencias en todos los que nos rodean.

En una sadhana tántrica, en realidad estamos haciendo algo así como un ensayo general para ser un buda. Nuestra mente tiene todas las diversas buenas cualidades (la comprensión correcta de la vacuidad, la bodichita y la compasión), representadas por los múltiples brazos y demás, con nuestro cuerpo siendo el de una figura búdica en un palacio de mándala, recitando mantras y participando en actividades búdicas, emanando todas estas luces, y tenemos todo eso al mismo tiempo. Este es el significado de la palabra “tantra”, que significa la urdimbre de un telar, en el que entrelazamos todos estos diversos aspectos y tratamos de hacerlos todos al mismo tiempo, que es lo que haremos como buda. 

Entonces, practicar ahora de manera similar al estado resultante que queremos lograr, actúa como si estuviéramos haciendo un ensayo general para una representación teatral. Actúa como una causa mucho más eficiente para poder alcanzar ese estado resultante que seguir simplemente los métodos del sutra. Nuestra práctica no es una mentira porque se realiza dentro del contexto de la comprensión de la vacuidad y la bodichita y dentro del contexto del “yo” como un fenómeno de imputación sobre la base de estos factores de la naturaleza búdica que permitirán nuestro futuro logro de la iluminación. Sabemos que aún no hemos llegado a ese punto. No es que estemos tomando literalmente, ni de forma concretamente verdadera, que “en realidad soy un ser iluminado y puedo hacer todo esto”. Es importante entonces que no sea un proceso de autoengaño; de lo contrario, se vuelve en algo que no es diferente de una persona lunática que piensa que es Cleopatra o Napoleón, y no es así.

Otro aspecto de trabajar con estas figuras búdicas es el aspecto de la autoimagen, no solo en un sentido gráfico sino también en el sentido de nuestro significado habitual de "autoimagen", los aspectos de la personalidad. Cada una de estas figuras búdicas representa la iluminación total de la budeidad con todas sus cualidades, pero dentro de ese contexto general, cada una de ellas tiene una característica especial que representa particularmente.

Por ejemplo, Chenrezig, Avalokiteshvara, representa la compasión; Manjushri representa la sabiduría o la claridad mental, este tipo de cosas. Esto también es muy útil cuando necesitamos tratar de ser más compasivos, trabajar con la autoimagen de ser Chenrezig: “Sí, tengo este amor, esta compasión; soy adecuado para poder ayudar a los demás”. O Manjushri, cuando nos sentimos bastante tontos, tener esta imagen de: “No, tengo claridad mental. Puedo entender”. Nos da confianza en nosotros mismos. 

O Kalachakra es un entramado de 722 figuras y muy compleja. Hay figuras para cada uno de los días de la semana del año, y cada uno de los huesos del cuerpo, y cada uno de los signos astrológicos, y planetas, y todo este tipo de cosas, toneladas y toneladas de figuras, y nosotros somos un fenómeno de imputación sobre la base de todo el conjunto. Entonces, esa es la autoimagen de ser capaz de manejar cualquier cosa que venga en los ciclos del tiempo, cualquier cambio, cualquier tipo de configuración astrológica, cualquier cosa que suceda durante el año.

Eso es muy útil cuando se acumula más trabajo en nuestro escritorio de la oficina: "Bueno, no hay problema, ese es solo otro grupo de deidades allí, en el tercer nivel de mi mándala, en esa esquina". Podemos manejarlo, no hay problema. Podemos manejar cualquier cosa que nos traigan los ciclos. Esa sensación de poder manejar toda la complejidad de la vida es una autoimagen muy útil, especialmente cuando nos adentramos en la autoimagen negativa de “Es demasiado. No puedo soportarlo”. Entonces, trabajamos así con estos yidams.

Esos son los cuatro tipos de purezas o purificaciones, y esa es la primera característica que establece que el tantra es más eficiente y más rápido que el sutra: se debe a que está más cerca de la etapa resultante. Piensen en eso por un momento.

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