Breve repaso de cómo y por qué necesitamos analizar los diferentes tipos de apariencias
Hemos estado hablando sobre las diversas apariencias a las que da surgimiento nuestra actividad mental. Las estamos analizando porque la manera en que las cosas aparecen ante nosotros afecta mucho la forma en que respondemos a lo que experimentamos en la vida, ¿no es así? Cuando respondemos de forma inadecuada a las cosas que aparecen ante nosotros, bajo la influencia de nuestro no darnos cuenta de cómo existen las cosas, y con la inseguridad y confusión que trae consigo, eso nos lleva a desarrollar emociones y actitudes perturbadoras. Estas activan las diversas tendencias kármicas para que actuemos de manera compulsiva. Entonces actuamos de manera compulsiva, mezclado también con emociones perturbadoras, y esto produce todo tipo de problemas. Especialmente si estamos tratando de ayudar a otros, esto realmente nos incapacita y nos impide serles de la mejor ayuda. Eso es así porque nos apegamos a ellos, o nos molestamos con ellos cuando no siguen nuestros consejos, y demás. O nos convertimos en fanáticos del control: pensamos que podemos controlar todo a nuestro alrededor. O nos volvemos perfeccionistas. Así que, estas emociones y actitudes perturbadoras, producen todo tipo de problemas, ¿no es así? Por lo que es muy importante ordenar estas diversas apariencias a las que da surgimiento nuestra actividad mental y ver cuáles son precisas, cuáles son imprecisas y demás.
Hay muchas variables relativas a estas apariencias que podemos evaluar. Podemos reconocer cuáles son los aspectos con los que necesitamos trabajar para deshacernos de ellos y cuáles son lo que siempre van a estar ahí y cuyas habilidades solo necesitamos desarrollar más. En otras palabras, necesitamos comprender lo que queremos decir con “purificación”.
Por un lado, “purificación” puede significar deshacernos de algo completamente – lograr la detención total de ello – o bien, puede significar obtener algún factor mental o facultad mental para trabajarlo más eficientemente. Si somos capaces de purificar con éxito todo aquello de lo que necesitamos deshacernos, ya no estaremos bajo la influencia de nuestro no darse cuenta, de nuestra confusión, de nuestras emociones perturbadoras y de la compulsividad del karma. Nos convertiremos en seres liberados, en arhats, que significa que ya no experimentaremos nacimientos incontrolablemente recurrentes. Eso significa renacimientos con el tipo de factores agregados que tenemos ahora: cuerpo, mente, todos los factores mentales y demás, que son la base para experimentar el sufrimiento de la infelicidad, así como el sufrimiento y los problemas de nuestra felicidad ordinaria, que nunca dura, que nunca nos satisface – siempre queremos más – y que cambia a infelicidad porque nos llegamos a aburrir de ella. Si continuamos con el proceso de purificación, podemos llegar a ser budas iluminados, para poder ver la interconexión de todo, particularmente en términos de la causa y el efecto del comportamiento, y conoceremos la mejor manera de ayudar a otros.
Podemos emprender este proceso de clasificación de estos factores mentales y de purificar aquellos de los que necesitamos deshacernos, si pensamos en términos del lam-rim, con los tres niveles de motivación. “Motivación” significa una intención para lograr cierto objetivo y hacer algo una vez logrado el objetivo, junto con la emoción detrás de la intención. Primero que nada, queremos clasificar estos factores mentales que aparecen en nuestra actividad mental, para evitar peores renacimientos, porque realmente tenemos cautela de eso; nos da miedo, y si seguimos consiguiendo renacimientos de preciadas vidas humanas podremos continuar avanzando para trabajar hacia obtener, de una vez por todas, la liberación de renacimientos incontrolablemente recurrentes. Estamos determinados a liberarnos de los renacimientos samsáricos; estamos hastiados, y no solo hastiados, sino en realidad aburridos de ello. Estamos aburridos de todos los problemas y sufrimientos recurrentes que tenemos por nuestras emociones perturbadoras y nuestro comportamiento kármico compulsivo. Queremos obtener la liberación, si pensamos en términos del Mahayana, para no tener obstáculos al ayudar a otros, por nuestros antecedentes emocionales y comportamiento. Entonces, motivados por el amor y la compasión y dándonos cuenta de la interconexión con todos, y de cómo todos somos iguales, trabajamos hacia el estado iluminado de un buda para poder ser de la mejor ayuda posible para todos.
Si ya estamos trabajando en el camino espiritual en el contexto de este nivel avanzado de motivación, la motivación Mahayana, entonces podemos trabajar para lograr cada una de esas tres metas sucesivas sobre la base del amor y la compasión. “¿Cómo voy a poder realmente continuar ayudando a otros si renazco como cucaracha, y todos los que me vean querrán pisarme? Eso no va a ser de gran ayuda para otros”. Además, “¿Cómo voy a ser de la mejor ayuda si continúo teniendo renacimientos? ¡Qué aburrido! Tendré que volver a ser bebé, tendré que volver a ir a la escuela, me voy a enfermar, voy a envejecer, y demás. ¡Aburrido! Además, Seguiré teniendo aferramiento, me seguiré molestando por todo y demás. ¡Realmente tengo que superar eso!”. Además: “Si las personas siguen apareciendo ante mi como si estuvieran encapsuladas en plástico y realmente no puedo ver toda la interconexión y demás, realmente no tendré una visión lo suficientemente amplia para ayudarlos de la mejor manera posible, ¡así que necesito deshacerme de esa limitación!”.
Todo esto significa que realmente necesitamos revisar todas estas apariencias a las que da surgimiento nuestra actividad mental.
Breve repaso de la actividad mental
Vimos que la actividad mental tiene dos aspectos; puede ser descrita desde dos puntos de vista. Uno es el dar surgimiento a un holograma mental, y eso es equivalente al segundo aspecto, a un involucramiento cognitivo con algo. De hecho, con el surgimiento de un holograma mental, es como conocemos las cosas. Aunque ambos son inseparables en nuestra actividad mental, sin embargo, conceptualmente, podemos separar estos dos aspectos para poder analizar de manera separada el surgimiento de varias formas de conocer las cosas y el surgimiento de varios tipos de hologramas mentales. Ambas formas, de conocer y de hologramas mentales, constituyen lo que aparece en nuestra actividad mental.
Hemos hablado sobre las formas de conocer que surgen y aparecen en nuestra actividad mental. Hemos visto que estas formas de darse cuenta de algo, para ponerlo en lenguaje sencillo, ambas dan surgimiento a los hologramas mentales y a conocerlos, mientras que las personas conocen los hologramas mentales, pero no les dan surgimiento. Pero una persona no es algo que esté separado de todo el proceso, ya sea, observando el surgimiento de los hologramas, desde algún lugar dentro de nuestro cerebro, o controlándolo o sin control alguno. Así que, cuando hablamos de actividad mental en términos de experimentar cosas, tendríamos que decir que “yo las experimento”. No es que nadie las experimente, y no es que “tú” las experimentes, la actividad mental es individual y subjetiva.
Hemos visto que cualquier involucramiento cognitivo conlleva conciencia primaria y factores mentales, así como ciertas maneras de conocer a las cosas que no están en ninguna de estas categorías, como aferrarse a una existencia verdaderamente establecida. Es así porque este aferramiento a una existencia verdadera interpola. En otras palabras, proyecta algo sobre los hologramas, que simplemente están siendo generados por la conciencia primaria y los factores mentales juntos.
No queremos deshacernos de la actividad mental; continuará como budas. Seguiremos teniendo conciencia primaria y factores mentales, aunque el anuttaratantra modifique y sustituya la conciencia más sutil de luz clara por conciencia primaria; pero permanezcamos con la explicación del nivel sutra en términos de conciencia primaria y factores mentales. Como budas, seguiremos teniendo cinco agregados, pero no serán del mismo tipo de agregados que tenemos como seres samsáricos o aun como arhats.
Entre estos factores mentales que seguiremos teniendo, hablamos de los cinco siempre operantes y los cinco determinantes. Cada uno de ellos opera sobre un espectro completo de valores. Como, por ejemplo, hablamos de la “atención”: podemos tener casi nada de atención o atención completa. Lo que queremos hacer es conseguir que todos estos diez factores mentales trabajen a sus niveles óptimos, y eso sería como un buda. Estos factores mentales continuarán operando entonces; solo que estarán trabajando a su mejor nivel posible.
Así, los factores mentales siempre operantes y los determinantes, no solo no tienen principio, sino que tampoco tienen final. Pero luego, hemos visto que hay otros factores mentales que tampoco tienen principio, pero que pueden tener un final. Estos incluyen algunos como el no darse cuenta y el aferramiento a la existencia verdadera. Eso se da porque pueden ser reemplazados por un opuesto exacto que es mutuamente excluyente y, en este caso, estaríamos hablando del darse cuenta que discrimina la vacuidad. Sin embargo, también hemos visto que hasta simples profesores académicos pueden tener una comprensión correcta de la vacuidad, pero solo pueden ser capaces de llegar a eso obteniendo el estado de shámata – un estado mental tranquilo, enfocado y estable. Podrían obtener concentración perfecta enfocada en la vacuidad con un entendimiento correcto. Sin embargo, no serían capaces de obtener un estado de vipáshyana enfocada en ello – un estado mental excepcionalmente perceptivo que discierne todos los detalles – y definitivamente no podrían ser capaces de tener una cognición no conceptual de la vacuidad. Creo que, en nuestros idiomas occidentales, podríamos decir que ellos podrían tener una comprensión intelectual perfecta de la vacuidad, pero nada más profundo.
Para que ese darse cuenta que discrimina de la vacuidad provoque la verdadera detención del no darse cuenta y la verdadera detención del aferramiento a una existencia verdadera, necesita tener, detrás, una enorme fuerza de otras cosas, que describimos ayer, particularmente un enorme entramado de fuerza positiva basada en la determinación de ser libres, o renuncia, y bodichita. Si podemos lograr la verdadera detención del no darse cuenta y del aferramiento a la existencia verdadera, lograremos de manera simultánea la detención verdadera de la actitudes y emociones perturbadoras basadas en ellos. Por lo tanto, cuando pensamos en las emociones perturbadoras en contraste con las positivas, como enojo versus amor, entonces, debido a que podemos deshacernos de las negativas – las emociones destructivas o perturbadoras – eso significa, y suena como una canción: el amor triunfará. No hay nada que pueda producir la detención verdadera del amor y la compasión. Así que estas emociones positivas pueden seguir hasta la iluminación, pero, por supuesto, que tienen que purificarse. Tendrán que trabajar a su máximo nivel.
Este es nuestro repaso de lo que hemos presentado hasta el momento. Ya que lo que analizaremos a continuación es bastante complejo, sería muy bueno que pudiéramos tener estos puntos en cuenta a medida que avanzamos. Por eso es que di una revisión más extensa.
Los diferentes aspectos de los hologramas mentales
Giremos ahora al otro lado de esta actividad mental, que son los hologramas mentales reales a los que da surgimiento la actividad mental. Recordemos que solo vamos a – el término técnico es “aislar conceptualmente” estos dos aspectos: el involucramiento mental que surge y el holograma mental que surge. En realidad, no existen aislados, encapsulados en plástico y separados uno del otro. Estamos hablando de la misma actividad, solo desde dos puntos de vista.
Una de las características únicas de la clarificación de Tsongkhapa de las enseñanzas budistas es que, además de las dos verdades sobre cualquier holograma mental que surja – su modo de aparecer y su modo de existir – su modo de aparecer también tiene dos aspectos. Una vez más, los dos miembros de cada uno de estos pares solo pueden ser aislados conceptualmente uno del otro, porque surgen inseparablemente juntos y son simplemente lo que se ve desde diferentes perspectivas.
- El modo de apariencia de un holograma mental es su verdad convencional, superficial. Es lo que una mente limitada, – la mente de un ser no iluminado – enfocada en la apariencia, conoce como verdadera. Tiene dos aspectos: (1) qué objeto parece ser el holograma mental, y (2) cómo parece estar establecido como si existiera de esa manera. Siempre aparece como verdaderamente existente.
- El modo de existencia es la verdad más profunda sobre el holograma mental, o sea su vacuidad, su ausencia total de existencia verdadera de esta forma imposible. Es lo que una mente enfocada no conceptualmente en la vacuidad conoce como verdadero.
La actividad mental de una persona no iluminada no puede conocer ambas verdades simultáneamente. Las dos verdades son mutuamente excluyentes. Dichas personas solo pueden conocer una a la vez. Cuando están explícitamente enfocadas no conceptualmente en la vacuidad – “explícitamente” significa que surge un holograma mental de la vacuidad y aparece en su cognición – la apariencia convencional, superficial de la base para esa vacuidad no puede surgir. No puede surgir porque la base para la vacuidad aparece ante ellas como si fuera verdaderamente existente, que es mutuamente excluyente con la apariencia de la vacuidad, una ausencia de existencia verdadera. De manera similar, cuando las personas no iluminadas se enfocan explícitamente de manera no conceptual en la apariencia convencional, superficial de la base para la vacuidad, solo pueden enfocarse implícitamente en su vacuidad – “implícitamente” significa que un holograma mental de la vacuidad no surge ni aparece.
Las mentes iluminadas de los budas conocen solo la verdad más profunda, no la convencional, ni las verdades superficiales. Así que, ¿qué significa que los budas sean los únicos que pueden enfocarse en las dos verdades simultánea y explícitamente? Tsongkhapa explica que su habilidad para enfocarse en las dos verdades simultáneamente significa que los budas pueden enfocarse, explícitamente, en la vacuidad de las dos verdades simultáneamente. La vacuidad de las dos verdades puede ser aislada conceptualmente en la vacuidad de cada una de las dos verdades, pero los budas no aíslan ambas conceptualmente ni las conocen separadamente. Los budas solo tienen cognición explícita.
Aunque los budas no conozcan las apariencias de las verdades convencional y superficial, porque tales apariencias son apariencias de existencias verdaderamente establecidas y solo pueden surgir en la actividad mental de personas no iluminadas, eso no significa que los budas no sean omniscientes y que no conozcan todos los fenómenos válidamente conocibles. Tsongkhapa explica además que los budas conocen “objetos meramente convencionales” (kun-rdzob-pa tsam), no verdades convencionales. Pero esto no significa que haya “objetos meramente convencionales” encontrables que sean el locus común conocido por los budas como no verdaderamente existentes, y por los no budas como verdaderamente existentes. Tampoco significa, como lo afirmaría el Chitamatra, que no haya objetos externos – que la apariencia de objetos convencionales en la actividad mental de los seres iluminados y los seres no iluminados surge solamente de una tendencia a conocerlos como una imputación sobre cada uno de sus continuos mentales. Necesitamos tener cuidado de evitar estos extremos de tipo eternalista y nihilista. Con “objetos meramente convencionales”, lo que quiere decir Tsongkhapa es que surgen en la actividad mental cuando ésta no analiza ni escudriña ni la verdad convencional ni la verdad más profunda.
Me queda claro que lo que acabo de explicar es extremadamente avanzado y difícil de comprender, pero necesita ser mencionado, de otra forma sería muy fácil entender de manera incorrecta nuestra plática sobre las apariencias.
Apariencias precisas e imprecisas
Hablemos solamente sobre los hologramas mentales que surgen en la actividad mental de todos aquellos que no son budas y solo sobre la verdad superficial convencional de los hologramas mentales a los que da surgimiento su actividad mental. En otras palabras, solo hablemos sobre la forma de apariencia de estos hologramas mentales cuando aparecen explícitamente en nuestra actividad mental habitual. Recordemos que los hologramas mentales de verdades convencionales no pueden aparecer en la cognición no conceptual explícita de verdades últimas, de vacuidades.
Puesto que los hologramas mentales de verdades convencionales aparecen como verdaderamente existentes, todos son apariencias engañosas. Su forma de apariencia de cómo existen y su forma real de existencia son diferentes. Sin embargo, lo que parecen ser puede ser tanto preciso como impreciso. El ejemplo clásico es ver la luna. Si una apariencia de la luna surge confiando en ojos no defectuosos, es la apariencia de una sola luna y esa es una apariencia precisa. Si la apariencia surge sobre la base de ojos defectuosos, por ejemplo, en ojos estrábicos, entonces surge la apariencia de una luna doble. Esa es una apariencia imprecisa.
Tanto la apariencia de una sola luna como la apariencia de una luna doble son engañosas, sin embargo, ambas parecen tener existencia verdadera. Aun así, podemos diferenciar a una como convencionalmente precisa y a otra como convencionalmente imprecisa. Así que, las verdades convencionales, la apariencia de lo que algo es, pueden ser tanto precisas como imprecisas, mientras que la apariencia de cómo existe, siempre es imprecisa.
Aquí es importante diferenciar entre apariencias precisas e imprecisas y forma válida o no válida de conocer la apariencia. Tsongkhapa afirma muy firmemente que, solo porque la apariencia de cómo parece existir una sola luna sea engañosa y falsa, eso no descalifica a la cognición de una sola luna por una mente no iluminada de ser una cognición válida. De hecho, Tsongkhapa únicamente afirma que, incluso la cognición de una sola luna apareciendo como verdaderamente existente, es una cognición válida cuando conoce de manera precisa y decisiva esta apariencia de algo que asemeja existencia verdadera. Esa cognición no necesita ir acompañada por el darse cuenta que discrimina de que la apariencia es falsa, para poder conocer la apariencia engañosa de manera precisa y decisiva. De hecho, la cognición distorsionada de una luna doble también es una cognición válida desde el punto de vista de su cognición válida de la apariencia de una luna doble como también pareciendo ser verdaderamente existente.
Las apariencias de lo que algo es son relativas
Ahora se pone más interesante. Lo que algo parece ser convencionalmente, depende de la clase de seres que lo conocen. La apariencia de lo que es algo, solo puede ser precisa con relación a la clase especifica de seres.
Este punto no se refiere a lo que consideramos que es la apariencia y a cómo la etiquetamos. Por ejemplo, el holograma mental que surge en la actividad mental de un bebé y de un adulto puede ser el mismo. Sin embargo, los adultos interpretan lo que ven como “un reloj” y se lo ponen en la muñeca, pero los bebés lo consideran “un juguete” y se lo llevan a la boca. El mismo holograma mental surge en la actividad mental de ambos; la diferencia viene del factor mental de distinguir que acompaña a su conciencia visual. Este factor mental distingue marcas características definitorias del objeto. Los adultos distinguen las marcas características de que es algo que puede ponerse en su muñeca, los bebés distinguen las marcas características de que es algo que se pueden llevar a la boca. Ambos son correctos ¿no es así? Entonces, está el factor mental de la consideración: ¿qué consideran que es eso: un reloj o un juguete? Y es preciso que puede funcionar tanto como un reloj como un juguete ¿o no? Así que no estamos hablando aquí de esa diferencia cuando hablamos de los diferentes hologramas mentales que surgen en dependencia de la clase de seres cuyas actividades mentales les dan surgimiento.
La relatividad de apariencias se refiere a los diferentes hologramas mentales que surgen. Y como en el caso de las diferencias entre los hologramas mentales que surgen en la actividad mental de los seres iluminados y de los seres no iluminados, no es como si las diferentes clases de seres estén viendo un objeto que sea como una hoja de papel en blanco y que uno lo vea de una manera y el otro de otra manera. No hay nada verdaderamente establecido como “esto” o “aquello” o como una “nada” en blanco que diferentes seres puedan ver de diferente manera como “esto” o “aquello”.
Una diferencia en la que los hologramas mentales que surgen aparecen de manera diferente a las diferentes clases de seres, surge porque tienen diferentes tipos de aparatos sensoriales no engañosos. Cada uno percibe a través del aparato sensorial no engañoso específico de su forma de vida. Por ejemplo, el holograma mental que surge y aparece a nuestra actividad mental cuando vemos algo a través de las células fotosensibles y la estructura de nuestros ojos humanos es en realidad muy diferente de lo que surge en la actividad mental de una mosca que ve algo a través de las lentes multiprismáticas de las moscas. Es imposible decir cuál es más preciso, ¿verdad? ¿Lo que ve un humano o lo que ve una mosca? Ambos son relativos a la clase de ser que es.
El ejemplo clásico, que posiblemente han escuchado, es que lo que los humanos ven como agua, los espíritus hambrientos lo ven como pus y los seres divinos, los dioses, como néctar. Estos hologramas mentales diferentes surgen como resultado de las diferentes repercusiones kármicas de cada grupo de seres que han madurado en los cuerpos y mentes de su forma de vida actual. Los tres tipos de hologramas mentales son precisos, pero solo con relación a la clase específica de ser ante quien surgen. Recordemos que, uno de los resultados que maduran de las repercusiones kármicas es el tipo de apariencia que experimentamos a las que da surgimiento nuestra actividad mental. La actividad mental puede dar surgimiento preciso a apariencias infernales, a apariencias celestiales o a apariencias humanas mundanas.
Los tres criterios para evaluar si una apariencia es precisa o imprecisa
¿Se entiende? Los hologramas mentales que surgen en la actividad mental de diferentes seres pueden aparecer de manera diferente, dependiendo del tipo de sensores cognitivos y lo que ellos experimenten como el resultado de maduración de sus repercusiones kármicas. Pero todos pueden ser precisos. Claro que también pueden ser imprecisos. Así que ¿cómo evaluamos si el holograma mental que surge y aparece es preciso o no? El gran maestro indio Chandrakirti dio tres criterios. Dichos criterios no se formulan en términos de algo desde el lado del objeto, más bien, son formulados desde el lado de la mente, desde el lado de la actividad mental. Eso es muy significativo si estamos pensando, equivocadamente, en términos de la existencia de una realidad concreta y objetiva. En verdad no podemos identificar una realidad concreta y objetiva.
El primer criterio es que (1) algo que parece ser, necesita ser algo bien conocido, en el sentido de ser conocido comúnmente como un objeto convencional por una clase específica de seres. En el caso de los humanos, eso quiere decir que los seres ordinarios, como tú y yo, necesitamos haber tenido, ya sea una experiencia del objeto convencional, o bien, haber oído del objeto convencional. No significa que hayamos tenido que entenderlo. Por ejemplo, hemos oído del objeto convencional “vacuidad”, hemos oído del objeto convencional “karma”. En realidad, no los entendemos, pero son convencionalmente conocidos por nosotros; hemos escuchado sobre ellos. Tampoco significa que tengamos realmente que experimentarlos, como el ejemplo de la mangosta. Si no hemos ido a la India o no hemos ido a un zoológico, quizá nunca hemos visto una mangosta, pero hemos escuchado que existe tal cosa como una mangosta. Aunque nunca hayamos oído nada sobre una mangosta, la palabra “mangosta” está en el diccionario, así que se le llama “un objeto convencionalmente bien conocido”.
Luego, (2) la cognición de esta apariencia de algún objeto convencional bien conocido no ha de ser contradicho por una mente que conoce válidamente la verdad convencional. Esto se refiere a lo que algo es convencionalmente. Un ejemplo fácil: dijiste “sí”; yo oí “no”. Así que tengo que comprobar, ¿en verdad dijiste “no”? Si te pregunto nuevamente: “¿Qué dijiste?”, y entonces me dices que dijiste “sí”, eso contradice esa apariencia incorrecta de mi pensamiento de que dijiste “no”. O le preguntamos a otra persona: “¿Qué dijo esta persona?”. O volvemos a escuchar la grabación. “Pensé que habías dicho ‘bla, bla, bla’, pero ahora que vuelvo a oír la grabación, no está ahí”.
En este caso, para que lo que apareció en mi actividad mental – la apariencia del sonido de la palabra “no” - sea preciso, necesita no ser contradicho por la grabación. Sin embargo, aquí no estamos hablando de grabadoras porque no las tenían en el tiempo de Chandrakirti en la antigua India. Aquí estamos hablando de otra persona que en verdad escuchó correctamente lo que dijiste, o te pregunto a ti qué dijiste. O recordamos lo que dijiste, pero quizá nuestra memoria es imprecisa. Todas estas formas de verificar la precisión de lo que oímos son en verdad muy importantes en nuestras relaciones interpersonales. Muy a menudo malentendemos lo que otra persona dice o lo que hace, así que, cuando nos enojamos mucho, es importante verificar y confirmar si entendimos correctamente. Ven, lo que estamos presentando ¡tiene una aplicación práctica!
Entonces, el tercer criterio es (3) que la cognición de la apariencia no ha de ser contradicha por una mente que conoce válidamente la verdad más profunda. Esto aplica a las apariencias de cómo existe algo. Por ejemplo, me parece que las cosas están encapsuladas en plástico, pero un arya que conoce la vacuidad no conceptualmente estaría en desacuerdo con nuestra creencia de que eso es realmente verdadero. Fíjense, la cognición no conceptual de la vacuidad de un arya, la verdad más profunda, no contradice el hecho de que lo que conocemos es una apariencia de algo que representa la existencia verdadera. Contradice que en realidad conozcamos la existencia verdadera en sí misma.
También lo podemos aplicar de una manera muy simple. Cuando visitamos en un asilo a un anciano que tiene demencia, que está en una silla de ruedas solo jugueteando con una toalla y babeando, parece que esta persona es verdaderamente así y que siempre ha sido así, y nos ponemos muy inquietos. Es verdad que esa persona aparece de esa manera, pero una mente que conoce válidamente, sabe que esta persona comenzó como un bebé, que vivió toda una vida como adulto y demás – ciertamente no fue así siempre – contradice que en realidad exista en la forma en que parece existir. Entender eso, nos permite tener más respeto por esa persona. Aunque parezca haber sido siempre así, esa es una apariencia falsa.
Así que estos son tres criterios muy importantes y podemos ver que todos están formulados en términos de la mente, de la actividad mental.
Las causas para el surgimiento de apariencias imprecisas
Cuando nuestra actividad mental da surgimiento a hologramas mentales que son imprecisos o engañosos acerca de cómo aparece algo o de cómo parece existir, cada una de estas apariencias defectuosas viene de sus propias causas específicas de engaño.
Las causas del engaño de lo que algo parece ser pueden ser sensores cognitivos defectuosos, como ser bizco o tener dificultad auditiva. O bien, la causa podría ser una enfermedad, como cuando tenemos alucinaciones por fiebre alta. O la causa podría ser una circunstancia externa, por ejemplo, estar en un restorán muy ruidoso, por lo que realmente no podemos oír lo que están diciendo nuestras amigas. O bien hay una terrible contaminación y smog, por lo que no podemos ver claramente las cosas a lo lejos.
Las causas del engaño de cómo algo parece existir, se refieren al hábito constante de aferrarse a la existencia verdaderamente establecida. Como ya dijimos, estos hábitos constantes dan surgimiento a apariencias de existencia verdaderamente establecida y la conocemos así. Podríamos solo conocerla como una apariencia y decir: “Bueno, parece como eso, pero eso no corresponde a la realidad”. Así sería un arhat. O bien, podríamos conocerla y considerarla, realmente, como si tuviera existencia verdaderamente establecida. A eso le llamaríamos el verdadero “aferramiento” a la existencia verdadera, es lo que tienen todos los seres samsáricos. Esa es la diferencia entre un ser samsárico y un arhat. Los budas han alcanzado la verdadera detención de estos hábitos constantes, así que ellos no experimentan el surgimiento de una apariencia de existencia verdadera ni se aferran a ella.
¿De acuerdo? Así que esa es la presentación de las apariencias precisas e imprecisas, ambas en términos de lo que algo es y de cómo existe. En lugar de comenzar con el siguiente tema, ¿por qué no hacemos algunas preguntas? El siguiente tema serán las apariencias puras e impuras; es otra variable. ¿Tienen alguna pregunta?
¿Todas las clases de seres tienen todos los factores mentales siempre operantes?
Cuando hablas sobre los factores mentales siempre operantes que tienen los seres sintientes aun cuando llegan a ser budas, ¿esto también implica que están funcionalmente presentes en estados de renacimiento como cucaracha, semi-dios, o dios o cualquier otro tipo de ser?
Los cinco factores mentales siempre operantes y los cinco factores mentales determinantes están presentes en todas las formas de vida posibles en las que podemos renacer. Hay un súper nivel de seres del reino sin forma y también absorciones meditativas en los reinos sin forma que podemos alcanzar aun como humanos, en los que estamos tan absortos en ciertos tipos de equilibrio meditativo que el distinguir se adormece. Sin embargo, ahí sigue en términos de la tendencia a distinguir. Así que, ciertamente, si renacemos como cucaracha, seremos capaces de distinguir que algo es comida, o peligro, y tendremos la certeza de que “esto es comida”, así que eso es el darse cuenta que discrimina. En un renacimiento como hormiga, seguiríamos teniendo presencia mental y recordaríamos dónde está nuestro hormiguero. Como vaca, seguiríamos siendo capaces de recordar dónde está nuestro establo. Tendríamos impulsos, sin importar qué renacimiento tomemos. Por ejemplo, como mosquito, tendría el impulso de alimentarme de ti. Como perro, seríamos felices o infelices. Los factores mentales siempre operantes están presentes en cualquier tipo de renacimiento que tengamos.
Tomen nota de cómo lo estoy diciendo. No estoy diciendo que estos otros seres tengan esos factores mentales, que esa cucaracha en el piso los tenga. Lo que digo es, “si renazco como una cucaracha, yo los tendré”. Esto es muy significativo si realmente vamos a comenzar a pensar en una forma Dhármica. No piensen en estas otras formas de vida en términos de “esos otros seres de ahí”. Más bien: “Estas son cosas que yo he experimentado y que continuaré experimentando a menos que haga algo al respecto para alcanzar la verdadera detención de esa posibilidad”.
Necesitamos trabajar mucho para convencernos de que podemos renacer con los cuerpos y las mentes de todos estos tipos diferentes de formas de vida. Ya que los factores mentales funcionan sobre todo un espectro de valores, nuestro factor mental de distinguir, podría distinguir muchas cosas sutiles como ser humano muy inteligente, o distinguir muy poco como insecto. En otras palabras, en cualquier renacimiento que abordemos, el tipo de cuerpo que tengamos, por ejemplo, el tipo de cerebro o de sensores cognitivos que tengamos, serán la base del nivel de los factores mentales que tendríamos.
Además, ya que para mucha gente es confuso, tendría que señalar que “felicidad” e “infelicidad” son maneras de darse cuenta de algo. No son lo mismo que placer y dolor. El placer y el dolor son sensaciones físicas. La “felicidad” y la “infelicidad” son estados mentales de cómo experimentamos cualquier cosa, ya sea física o mental. Así que, hasta podríamos experimentar el dolor con felicidad. Como si fuéramos una persona que hace ejercicio con pesas y que, al final de la sesión de entrenamiento, nos dolieran los músculos, estaríamos felices porque sabemos que hemos logrado cierto progreso en nuestro entrenamiento. Yo hago ejercicio con pesas tres veces por semana, así que sé lo que esto significa. Por otro lado, si nos violan, es posible que experimentemos placer sexual por ello, pero estaríamos muy infelices al respecto. Así que placer y felicidad son diferentes entre sí. Además, podríamos tener un tipo de cuerpo que puede experimentar el dolor más extremo y la infelicidad más extrema, que el cuerpo de un ser humano sea incapaz de soportar. Perdemos la conciencia si el dolor llega a cierto nivel.
Trabajar con estos factores mentales y entenderlos, y entender cómo trabajan sobre un espectro inmenso de valores, nos ayuda a comprender y a convencernos de que hay muchas otras formas de vida que podríamos experimentar en renacimientos porque, como seres humanos, solo experimentamos una pequeña parte de todos esos espectros. No estamos hablando solo de los espectros de los factores mentales, sino también de los espectros de los objetos cognitivos que podemos experimentar. En términos de placer/dolor como sensaciones físicas, ellos constituyen un espectro; o bien, en términos de qué tan lejos podemos ver: las águilas ven mucho más lejos que los seres humanos; los perros pueden percibir olores mucho más lejanos que los seres humanos, y así otros.