Aunque las dos principales sectas islámicas, sunitas y chiitas, no cristalizaron formalmente sino hasta el siglo XI, para facilitar la discusión hablemos de sus precursoras con estos términos. El movimiento Murjiah, sostenido por los omeyas, fue el precursor del suní. Apoyó la línea de sucesión del califato del cuñado del Profeta, Mu'awaiya, el primer califa omeya. Los chiítas evolucionaron a partir de la facción de oposición, que afirmaba que la legitimidad de la sucesión provenía del primo y yerno del Profeta, Ali. Dado que la mayoría de los árabes apoyaban a los omeyas y, por tanto, al islam sunita, la mayoría de los musulmanes no árabes favorecían a los chiítas.
Los califas omeyas eran árabes procedentes de la Península Arábiga. Favorecían a los árabes en todos los aspectos, mucho más que a los musulmanes en general. Prohibieron a las tropas musulmanas no árabes, por ejemplo, compartir el botín obtenido tras la victoria en la batalla. Por otro lado, se confiaba más en los árabes no musulmanes, como los cristianos o los judíos de Arabia, que en los musulmanes no árabes. Algunos incluso fueron nombrados gobernadores de regiones no árabes dentro del califato. Esta política partidista provocó un enorme resentimiento, especialmente entre los musulmanes iraníes que se consideraban culturalmente superiores a los árabes.
Abu Muslim era un bactriano converso al islam chiita de Balj. Se convirtió en asociado de Abu l'Abbas, un árabe descendiente de Abbas, tío del Profeta, mientras ambos estaban encarcelados en Bactria (Jorasán) por actividades anti-omeyas. Aprovechando la insatisfacción y la alienación iraní y de Asia Central, Abu Muslim encabezó más tarde una rebelión que derrocó a los omeyas en el 750. Después de conquistar Damasco, la capital omeya, proclamó a Abu l'Abbas, también conocido como as-Saffah (r. 750 – 754), el primer califa de la línea abasí. Como recompensa, as-Saffah nombró a Abu Muslim gobernador de Bactria. El califato abasí duró hasta 1258, pero gobernó Bactria y Sogdiana solo hasta mediados del siglo IX.
Dado que los califas abasíes eran árabes de un área cultural iraní, los musulmanes iraníes y de Asia Central inicialmente apoyaron su usurpación del poder. Pensando que los abasíes estaban lo suficientemente lejos de Arabia como para no tener los mismos prejuicios raciales que los omeyas, esperaban que la nueva dinastía ya no los tratara como ciudadanos de segunda clase.