El samsara ulterior

Resumen

En esta formulación, el karma es exclusivamente un factor mental, un ímpetu o impulso. Es el impulso que, mientras se enfoca en un objeto, conduce a la conciencia primaria y a sus factores mentales acompañantes  a involucrarse, en el siguiente momento, en una acción específica dirigida hacia o con ese objeto, ya sea hacer, decir o pensar algo. Entre los  muchos otros factores mentales que atrae con él hacia un objeto, hay tres en particular que constituyen el estado mental motivador.

Uno es distinguir un objeto específico y una acción específica dirigida hacia ese objeto. Después está la intención motivadora o intención, la cual es el deseo de implementar esa acción prevista hacia ese objeto previsto. Después, hay una emoción motivadora que acompaña. Ésta podría ser una emoción perturbadora, como el enojo, la codicia o la ingenuidad, que usualmente acompañan el impulso de cometer una acción destructiva. O podría ser una actitud perturbadora, concretamente, identificar los factores siempre cambiantes de nuestra experiencia con un “yo” sólido, lo cual acompañaría cualquier tipo de acción: destructiva, constructiva o neutra. Las acciones constructivas son usualmente acompañadas por emociones positivas, como el amor y la compasión.

Estas emociones motivadoras algunas veces están invertidas. De tal forma que podríamos cometer una acción destructiva, como matar un mosquito, con una emoción positiva, como el amor que desea proteger a nuestro bebé. También podríamos cometer una acción constructiva con una emoción perturbadora, como darle a alguien un regalo muy caro porque estamos apegados a esa persona y codiciamos que corresponda nuestro amor. Las actitudes perturbadoras acompañan todas las acciones kármicas.

Diferenciamos un impulso kármico incitador que nos lleva a pensar acerca de y decidir cometer una acción kármica de cuerpo o palabra, sea que la llevemos a cabo o no, y un impulso kármico irresistible que nos conduce a cualquier acción kármica de cuerpo, palabra o mente, sea precedida o no, en el caso de las acciones de cuerpo o palabra, por un impulso incitador y una acción kármica de mente. También diferenciamos tener la sensación y la intención de cometer una acción prevista hacia o con un objeto previsto y el impulso mental que lleva a nuestra conciencia y a otros factores mentales a implementar un método para llevar a cabo esa acción. En ninguno de los casos el impulso kármico es la acción misma.

En el caso de las acciones kármicas de cuerpo y palabra, el estado mental motivador puede alterarse del impulso kármico incitador al impulso kármico irresistible. .Específicamente, lo que podría alterarse sería la intención motivadora y de la emoción motivadora. Durante la fase incitadora de la acción de pegarle a alguien, cuando solo estábamos decidiendo si hacerlo o no, nuestra intención podría haber sido sólo asustar a la persona. Pero cuando empezamos a pegarle, nuestra intención cambió a realmente tener el objetivo de lastimar a la persona. En términos de nuestra emoción motivadora, en un principio podríamos haber querido matar al mosquito que estaba en la habitación de nuestro bebé por compasión hacia nuestro bebé, pero cuando realmente nos involucramos en la acción de correr alrededor de él y tratar de matarlo, surgieron la hostilidad y el enojo.

Hay tres tipos de repercusión kármica que siguen de nuestros impulsos kármicos que preceden a nuestras acciones kármicas: fuerzas kármicas, tendencias kármicas y hábitos kármicos constantes. La acción en sí misma es una fuerza kármica obvia, ya sea positiva o negativa, usualmente llamada “mérito” o “pecado”. Cuando la acción termina, la fuerza kármica de la acción asume la naturaleza esencial de una tendencia kármica, pero aún se le llama “fuerza kármica”. Para diferenciarlo de la fuerza kármica obvia, la hemos llamado “fuerza kármica no obvia”. 

Al igual que una tendencia kármica, tanto la fuerza kármica obvia como la no obvia son  abstracciones no estáticas, pero a diferencia de las tendencias kármicas verdaderas, las cuales son fenómenos no especificados que empiezan solo cuando una acción ha llegado a su fin, las fuerzas kármicas son constructivas o destructivas. Así, hay fuerzas kármicas positivas y fuerzas kármicas negativas.

Una continuidad de fuerzas kármicas obvias y no obvias de un número incontable de acciones kármicas se entrelazan para conformar un entramado de fuerza kármica. Esto es como tener una continuidad de minutos y, sobre la base de ellos, tener una hora como un fenómeno de imputación. 

Una vez que la fuerza kármica de una acción específica dirigida hacia un objeto específico ha dejado de madurar para producir todos sus resultados, ya no es considerado una fuerza kármica. Asume la naturaleza esencial de un hábito kármico constante. Un entramado de fuerza kármica sólo incluye la fuerza kármica que aún no ha terminado de madurar y que tiene el potencial de madurar cuando las circunstancias estén completas. 

Además, los entramados kármicos pueden fortalecerse en la medida en la que llevamos a cabo más acciones kármicas similares, y así acumular más fuerza kármica. De esta forma, la base para la imputación de los entramados se hace más grande. Dado que, incluso cuando la fuerza kármica de una acción kármica específica hacia un objeto específico ha terminado de madurar, la fuerza kármica proveniente de acciones similares cometidas en el pasado aún no han terminado de madurar, nuestros entramados completos de fuerza kármica que abarcan las vidas sin principio nunca se agotan naturalmente. 

Desde la perspectiva budista, los fenómenos no estáticos existen sólo en la medida en la que son capaces de desempeñar una función. En el caso de la repercusión kármica, esa función es dar surgimiento a un resultado. Si algo que cambia momento a momento ya no puede producir un efecto, ya no existe como un fenómeno que acontece en el presente. Así que, si una fuerza kármica, tendencia o hábito constante ya no tienen el potencial de causar que actuemos de una cierta manera o que experimentemos un cierto resultado de ello, ese potencial es un fenómeno que ya no está aconteciendo, no uno que esté aconteciendo en el presente. Ya no es un potencial válido. 

Las fuerzas y tendencias kármicas tienen los potenciales para dar surgimiento a muchos tipos diferentes de resultado, y pueden agotar esos diferentes tipos de potenciales en diferentes momentos. Pero, finalmente, cuando las fuerzas y tendencias kármicas ya no tienen el potencial de dar surgimiento a ningún resultado, ya no tienen las naturalezas esenciales de fuerza kármica o tendencias kármicas. Sus naturalezas esenciales como fuerzas y tendencias kármicas ya no están aconteciendo. Al haber asumido las naturalezas esenciales de los hábitos kármicos constantes, ahora tienen los potenciales para dar surgimiento a un tipo diferente de resultado. Cuando estos hábitos kármicos constantes ya no tienen el potencial de dar surgimiento a esos resultados, entonces también se vuelven fenómenos que ya no están aconteciendo. Hemos alcanzado una verdadera detención de los llamados “obscurecimientos kármicos” (las-sgrib).

Si piensan en ello, la mayoría de las verdades budistas son muy evidentes. Un fenómeno estático no produce un efecto. Uno más uno es dos. Ese es un hecho. Es estático. Por el otro lado, si, por ejemplo, algunas veces sigue ocurriendo que veamos un ejemplo vivo de una cierta especie animal, esto significa que el potencial para que suceda este fenómeno no estático, el ver uno, aún está ahí. El potencial existe como algo que acontece en el presente porque puede producir resultados: ver animales vivos de estas especies. Si el animal se extingue, ya nunca podemos ver uno vivo. Entonces ya no podemos decir que hay un potencial para ver uno ¿o sí? Si el potencial para algo ya no puede nunca más provocar que ocurra, ese potencial se vuelve meramente un potencial que ya no está aconteciendo, no uno que esté aconteciendo en el presente.

El ver una cierta especie animal viva depende de la presencia de ciertas condiciones, tales como el ecosistema necesario. Dejemos de lado la posibilidad de ver uno en un zoológico. Si destruimos para siempre el ecosistema necesario, entonces no sólo el animal y el que alguien vea uno de ellos se extinguen, el potencial para ver uno de esos animales también se extingue. Ya no hay posibilidad de volver a ver uno. Todas éstas se vuelven cosas del pasado, cosas que ya no pueden acontecer, no cosas que pueden acontecer en el presente. De igual forma, cuando nos liberamos para siempre de la confusión (la condición necesaria principal para que los potenciales de repercusión kármica den surgimiento a resultados) no sólo los resultados se extinguen, también se extinguen los potenciales. Esta es una descripción simplificada de cómo nos purificamos a nosotros mismos del karma – o, más exactamente, cómo purificamos a nuestra continuidad mental de la repercusión kármica.

Los tres tipos de repercusiones kármicas, estos tres tipos de abstracciones no estáticas, son diferenciadas sobre la base de los diferentes resultados a los que dan surgimiento y con cuánta frecuencia les dan surgimiento. Dos de estos tipos de repercusión, fuerza kármica y tendencias kármicas, dan surgimiento a sus resultados intermitentemente, lo cual significa solo ocasionalmente. El tercer tipo de hábitos kármicos constantes, dan surgimiento a efectos todo el tiempo.

Las dos repercusiones kármicas que maduran intermitentemente se diferencian de acuerdo a cuando empiezan a existir, su estatus ético y el estatus ético de los tipos de resultados a los que pueden dar surgimiento. La fuerza kármica empieza en el momento de la acción kármica constructiva y destructiva y continúa después de que la acción ha terminado. A lo largo de su continuidad, la fuerza kármica es constructiva o destructiva. Solo puede dar surgimiento a fenómenos no especificados como sus resultados madurados. Las tendencias kármicas empiezan sólo después de que cualquier tipo de acción ha cesado –constructiva, destructiva o no especificada- y son éticamente neutras; no se especifican como constructivas o destructivas. Sirven como la causa que se obtiene de resultados de cualquier estatus ético – constructivo, destructivo o no especificado.

Las fuerzas kármicas que maduran intermitentemente maduran como sensaciones manchadas de felicidad, infelicidad o neutras, las cuales provienen de la confusión. Son problemáticas. No duran. No sabemos lo que ocurrirá a continuación y no nos satisfacen. También maduran en nuestra experiencia de un ambiente manchado, un cuerpo y una mente manchados, y en que las cosas nos ocurran de manera similar a lo que hemos hecho antes, así como sentir que repetimos lo que hicimos antes. Las tendencias kármicas que maduran intermitentemente contribuyen al surgimiento de todos estos resultados como su causa obtentora, pero también son la causa obtentora para el surgimiento de acciones constructivas y destructivas como las acciones que pretendemos repetir, similares a lo que hemos hecho antes. Estas acciones como lo que deseamos repetir no son el resultado madurado de fuerza kármica, porque no son fenómenos no especificados. 

Estos fenómenos que maduran de las tendencias kármicas y fuerza kármica maduran intermitentemente, lo cual significa que maduran algunas veces, no siempre. Desde nuestros puntos de vista ordinarios, no podemos predecir lo que madurará en el siguiente momento. No sabemos si seremos felices o infelices en el siguiente minuto, ni qué tendremos ganas de hacer. Esto es lo que es tan terrible acerca del karma. Sube y baja. Proviene de estas repercusiones kármicas que maduran intermitentemente.

Predecir lo que nos pasará personalmente

¿No hay manera de predecir lo que se viene?

Sólo un buda es capaz de predecir. Desde nuestro punto de vista personal, no tenemos ni idea.

Yo puedo predecir que siempre que camine en las montañas me sentiré bien.

Pero podría no suceder siempre. ¿Es un asunto de probabilidad? ¿Lo que nos pasa es simplemente una probabilidad matemática? Todo lo que podemos decir es que usualmente nos sentimos bien, pero no podemos predecir que esta vez será igual. Decidimos ir a las montañas y sucede que hay una tormenta terrible, a pesar de que el servicio meteorológico dijo algo diferente. Eso sería encontrarse con circunstancias similares a las del pasado y experimentar un ambiente. Todo esto explica nuestra experiencia.

No es que llueva como resultado de la maduración de nuestro karma personal. El desarrollo del ambiente mismo es la maduración del karma colectivo compartido por muchos seres, pero esa es una discusión complicada, así que dejémosla de lado, dado que hay muchas otras causas involucradas y no sólo factores kármicos. Lo que es relevante aquí es que, como resultado de la repercusión kármica personal, yo tuve ganas de ir a dar un paseo por las montañas en cierto momento y, como resultado de la repercusión kármica colectiva compartida con muchos otros, llovió mientras estaba allí. Más aún, por mi repercusión kármica personal, quedé atrapado en esa lluvia. La lluvia se volvió un objeto de mi experiencia y entonces la lluvia que experimenté fue el resultado de mi repercusión kármica. Eso es lo que madura de mis diversos tipos de repercusión kármica, así como de la repercusión kármica de otros y de muchos otros factores causales.

Un resultado de la repercusión kármica es involucrarse en una situación en la que nos pasa algo similar a lo que hicimos en el pasado. Una persona que es asesinada puede no haber asesinado a nadie durante esta vida, pero previamente debe haber tomado una vida de alguna forma. Podría haber sido un millón de vidas atrás. La pregunta que nos podemos hacer es “¿cuáles son las explicaciones alternativas?”. ¿Las cosas suceden sin razón, por suerte, o al azar?

El asesino está actuando bajo la influencia del karma, pero no la víctima. La víctima es asesinada simplemente por casualidad.

Bueno, si las cosas nos suceden por casualidad, entonces no hay absolutamente nada que podamos hacer al respecto y no hay razón para seguir un camino espiritual. Si alguien quiere creer en eso, está bien. Pero ¿cuál es la consecuencia de esta visión del mundo? No tenemos absolutamente ninguna capacidad de afectar lo que nos pasa en la vida. Desde el punto de vista budista, hay algo que podemos hacer respecto a esto. Podemos evitar repetir el tipo de acción kármica que produciría ese tipo de resultado otra vez. 

La cualidad de la experiencia es lo que es kármico.

Exactamente. Esa es la razón por la que diferenciamos experimentar el ambiente de experimentar sensaciones de felicidad o infelicidad. Todos estos componentes no provienen de la misma causa kármica. Cada componente de cualquier experiencia proviene de diferentes causas y todas ellas se juntan en una sola experiencia. Ir a las montañas justo cuando llueve proviene de una causa kármica, sentirse feliz o triste tiene otra causa kármica, y tener ganas de quedarse ahí o de irse, proviene de otra.

Así que por favor tengan en mente que sólo porque tengamos la causa kármica de estar atrapados en la lluvia, sólo porque tengamos ganas de ir en cierto momento y sólo porque realmente vayamos en ese momento, eso no garantiza que realmente nos quedemos atrapados en la lluvia. El resultado no existe ya dentro de la causa ni surgirá tan pronto como se abra su “caja kármica”. Muchos otros factores kármicos podrían madurar y afectar la situación en cualquier momento antes de que el resultado realmente ocurra.

Pero la lluvia no viene de una causa kármica.

No estamos diciendo que la lluvia provenga de una causa kármica personal. Decimos que uno de los factores causales que contribuyen a la lluvia es la repercusión kármica colectiva de todos los nacidos en ese ambiente. La vida en este planeta podría evolucionar en formas de vida que requirieran solamente agua en conjunción con la evolución de un ecosistema que pudiera proveer dicha agua. Entonces ambas, la evolución de un conjunto particular de formas de vida y la evolución del ambiente en el cual éstas podrían vivir, provienen inseparablemente de la repercusión kármica colectiva de los seres que renacerán en ese ambiente apropiado en una de esas formas de vida que pueden existir allí. Lo que proviene de nuestra repercusión kármica personal son las ganas de ir a las montañas en ese momento particular, nuestra experiencia personal de la lluvia, y la lluvia como nosotros la experimentamos personalmente.

Déjenme darles un ejemplo real de una amiga mía. Ella estaba en un tren, sentada frente a alguien. En un momento dado, surgió en su mente el deseo de pedirle a esa persona que intercambiara asientos con ella. Ella lo hizo, y cinco minutos más tarde hubo un accidente. La persona que tomó su asiento murió y ella no. De esto es de lo que estamos hablando: de las ganas de involucrarnos en una situación. ¿Por qué le surgieron a ella esas ganas de cambiar de asiento? El budismo dice que no sucedió por casualidad.

En ese momento, nada desencadenó ninguna causa kármica para que ella muriera, tal como experimentar estar en ese tren. En un lenguaje bastante sobre-simplificado, ella no tenía el karma para morir en ese lugar, en ese momento. Pero el experimentar algo diferente, como estar sentada en la sombra y tener ganas de tener el sol en su cara, desencadenó otras tendencias kármicas que ella tenía – por ejemplo, la de abstenerse de ser tímida y la de pedirle a otra persona que intercambiara su asiento con ella, quizá alimentada por una inquietud egoísta. Esto empezaría a explicar el proceso kármico.

Pero por favor tengan en mente que no se trata de que la sensación de pedir cambiar de asiento tuviera inherentemente predeterminado en sí mismo el resultado de que ella no muriera en el accidente. Dos conjuntos diferentes de repercusión kármica personal maduraron bajo la influencia de la misma circunstancia: que ella estaba en el tren. Uno maduró en tener ganas de pedir que intercambiaran asientos y uno maduró en experimentar el estar en un accidente de tren. Estar en el tren, sin embargo, no actuó como circunstancia para madurar la repercusión kármica personal de morir. Todas estas cosas ocurrieron juntas, y aún el que ocurrieran juntas no fue por casualidad. Todas estaban interrelacionadas. En el argot budista, “surgieron interdependientemente”.

Nadie está diciendo que tenemos que aceptar la explicación budista. Sin embargo, es muy útil ver las explicaciones alternativas en las que podríamos creer y observar qué tipo de visión del mundo y estilo de vida generan.

Las cosas que suceden por las leyes físicas de la naturaleza

He oído a Su Santidad el Dalái Lama decir que no todo lo que pasa necesariamente se basa en el karma. Hay leyes físicas de la naturaleza. El ejemplo que usó era el de las hojas que caen de un árbol. Cuáles hojas caen primero del árbol y el orden en el que caen y dónde aterrizan en el suelo no se debe al karma. El árbol no tiene karma. Las hojas no tienen karma, siguen leyes físicas. Sin embargo, lo que le pasa a una persona ocurre producto del karma. El karma explica lo que experimentamos, lo que nos ocurre.

¿Esas leyes físicas son casuales?

Su Santidad no dijo que fueran por casualidad, sino por las leyes físicas. Conozco un poco la manera de pensar de Su Santidad. Me parece que lo que quería decir en esta discusión, la cual fue con físicos cuánticos que estaban diciendo que todo era un asunto de probabilidad y caos, es que desde el punto de vista budista uno tiene que decir que la creación del universo y el tipo de universo que es, con sus leyes físicas particulares y demás, tiene una causa en términos de la repercusión kármica colectiva de todos los seres que aún no han nacido en él, pero que tienen las causas para renacer en tales condiciones físicas. Una vez que un universo empieza a existir a partir de las causas kármicas colectivas, entonces se dan todas las leyes de la ciencia, todas las leyes físicas. Esas leyes dictarán lo que en realidad ocurre con la caída de las hojas, las órbitas de los planetas, etc.

Así es como Su Santidad usualmente lo explica. El karma colectivo causa el tipo de universo en el que estamos y entonces las leyes de la física de ese universo toman el control. Cuando una roca cae, no es el karma de la roca lo que la hace caer, pero sí es el resultado de mi repercusión kármica el que hace que tenga ganas de caminar en ese momento y es el resultado de mi repercusión kármica el que hace que la roca me pegue. Sin embargo, ser golpeado por la roca no existía inherentemente desde antes en el caminar, ni en la repercusión kármica que maduró en tener ganas de caminar en ese momento. El karma colectivo da forma al tipo de universo que se produce en un Big Bang. Lo que pasa físicamente en ese universo proviene de las leyes de la física. Lo que cada ser experimenta proviene del karma, de la causa y efecto conductual.

Las continuidades mentales carecen de identidades inherentes

Nuestra continuidad mental o corriente mental no tiene las identidades inherentes de una forma de vida o de otra. Esto es por lo que decimos que la experiencia de un cuerpo manchado proviene de un conjunto de repercusiones kármicas. Si uno está constantemente nervioso, moviéndose de una cosa a otra y nunca puede calmarse en ningún lugar, la repercusión kármica de eso madurará en un tipo de cuerpo que se ajuste a esa mentalidad, como una mosca, por ejemplo. Este ejemplo no es de un texto. Los ejemplos de los textos podrían ponerles los pelos de punta a algunos de ustedes. Lo que causa que uno renazca con un cuerpo de hombre y la actitud que uno tiene que tener hacia las mujeres para lograrlo no concuerda con una mentalidad occidental. Dicen que al admirar la forma masculina y ver las desventajas de renacer como mujer, se renace como hombre.

Es cuestionable si un cuerpo masculino es realmente una ventaja.

Es lo mismo con un cuerpo femenino. ¿Por qué renace uno como mujer? Por apego al cuerpo femenino, pensar que el cuerpo masculino es terrible. Los textos también mencionan que las personas que están extremadamente apegadas a sus cuerpos pueden renacer como gusanos que se alimentan de los cadáveres en descomposición de sus cuerpos pasados. Podemos estar tan apegados al cuerpo de alguien, que podemos renacer como un piojo en su pelo o un parásito en su estómago. Estos son ejemplos de los textos. Uno utiliza ejemplos simples como una herramienta educativa para entender un principio. Así, uno puede adentrarse en explicaciones cada vez más complicadas.

Necesitamos una mente abierta para todo esto. Lo que tratamos de hacer al aprender el Dharma es quitar las tres fallas de la vasija. Si la vasija tiene un agujero en el fondo, lo que sea que vertamos en ella, se sale. No lo recordamos. La segunda falla es que, si la vasija está boca abajo, está cerrada y no se puede meter nada en ella. Esto es como decir inmediatamente “¡No!” a cualquier cosa que oigamos. La tercera falla es que, si la vasija está sucia, entonces todo lo que vertamos en ella se ensuciará. Si tenemos todo tipo de preconceptos, los proyectamos sobre lo que oímos. No escuchamos realmente. Por favor, traten de no rechazar una presentación antes de oírla. Escuchen el sistema completo. Traten de entenderlo. No simplemente rechacen cada punto difícil.

¿Cómo puede un niño que es abusado tener algo que ver con ese asunto?

El problema aquí es identificar equivocadamente esta continuidad mental con el renacimiento particular en el que la repercusión kármica madura. Muchas cosas maduran en cada vida. Un conjunto particular de repercusiones kármicas, o una combinación de ellas, causará un renacimiento y millones de otros conjuntos de repercusiones kármicas madurarán en experimentar lo que ocurre durante esa vida. Cada continuidad mental no tiene principio, lo cual significa que la continuidad mental experimenta ser todo tipo de forma de vida posible y hacer todo tipo de acción posible, tanto constructiva como destructiva. Si vemos el abuso como “el pobre pequeño niño no merece esto”, es verlo desde una perspectiva muy limitada, realmente identificándonos sólo con esa forma y sólo con esa vida, pensando que nada más la afecta. Decir que el menor es culpable de lo que pasó agrega aún más concepciones erróneas: la idea de culpabilidad y de castigo, que es ajena a la visión budista del karma. Decir que el menor lo merece implica que hay alguien más que está enviando el castigo. El budismo nunca dice esto.

Sólo un buda conoce por completo el karma

Como hay un millón de causas, lo que sucede resulta ser producto del azar.

No es azaroso. Es evidente sólo para la mente omnisciente de un buda capaz de considerar cada factor particular en el universo que nos afecta. Esa es la razón por lo que sólo un buda puede realmente entender el karma. Esto no quiere decir que el Buda determina lo que va a suceder. No es elección del Buda. No es que esté predeterminado, lo cual implica que alguien más ha decidido lo que va a suceder y que eso no se puede cambiar. Sí puede ser cambiado. El Buda sabe lo que necesitamos hacer para ser capaces de cambiarlo, de tal manera que, si hacemos este pequeño cambio ahora, las consecuencias serán enormes para nosotros, para todas las futuras generaciones y para todos los que nos encontremos. La vastedad de las consecuencias kármicas es increíble.

Los medios hábiles implican el conocimiento de un buda de los efectos de decir o sugerir algo. Nosotros hacemos lo mejor que podemos a nuestro nivel, pero estamos limitados por nuestra visión periscópica. Por ejemplo, no conocemos los efectos completos de algún aspecto de la forma en la que criamos a nuestros hijos y de cómo ellos, entonces, interactuarán con sus amigos. Sí, es muy complicado y sí, ante nosotros parece como si fuera azaroso. Pero esto es lo que hace tan horrible al samsara: desde nuestro punto de vista sí parece como si fuera al azar. Nuestra mente hace que las cosas aparezcan de esta manera limitada porque el hardware -este cuerpo y cerebro limitados- no puede hacer que las cosas aparezcan de ninguna otra manera. Está mezclado con confusión. Pensamos que es azaroso porque así aparece, pero no lo es. Lo que sucede está influenciado por un millón de cosas diferentes. Es increíblemente complejo, porque todo en el universo está interconectado.

El universo carece de justicia inherente

Si estoy practicando sinceramente, dada esta explicación, aún puede suceder que, debido a millones de causas, algo terrible madure. Con toda mi bondad, no soy capaz de cambiar nada de lo que me pase. Eso es aterrador.

Esto es absolutamente correcto, que cosas horribles pueden sucederles a practicantes sinceros. Vean el ejemplo de todos los grandes monjes, monjas y maestros del Tíbet que fueron arrojados a campos de concentración y torturados hasta la muerte. Muchos de ellos eran grandes practicantes. Sin embargo, eso no significa que no podemos afectar lo que experimentaremos en el futuro, pero no es tan fácil.

Ayer discutimos cómo deshacernos de las maduraciones kármicas. Hay tres etapas. La primera es la liberación. Esta es increíblemente avanzada. No sucede con el primer momento de cognición no conceptual de la vacuidad, cuando nos convertimos en aryas. Estamos hablando de la liberación del samsara. Después de eso nos tenemos que morir en esa vida para deshacernos de la siguiente parte y entonces iluminarnos para deshacernos de todo el paquete. Así que, incluso si llevamos una buena vida, meditamos e incluso nos convertimos en aryas, aun así podemos morir en un accidente automovilístico.

Eso nos parece injusto porque sentimos que hay justicia inherente en el universo, que está controlada por un juez o una alta autoridad. Esa autoridad debería impartir justicia y nosotros obtuvimos un veredicto equivocado del juez. La justicia y la injusticia provienen de un marco conceptual totalmente no budista que se encuentra muy fuerte en el pensamiento occidental. Los conceptos de inocencia, culpa, justicia y perdón también provienen del mismo marco conceptual. Muchas actitudes perturbadoras surgen basadas en un marco conceptual que hemos adquirido de quienes nos criaron: nuestra familia, nuestra cultura, nuestra educación, la propaganda política, la propaganda comercial, los medios, etc. Uno de ellos es que el universo debería ser justo y equitativo, y que existe tal cosa como la justicia. Esto es culturalmente específico. No es una ley universal. De acuerdo al análisis budista, no hay tal cosa como justicia que exista inherentemente en el universo desde su propio lado o puesta en el universo por su creador.

¿Qué pasa con un bebé que muere?

No tiene absolutamente ningún sentido si vemos sólo esta vida. Ningún bebe debería morir nunca y todo meditador debería tener un final feliz, pero no funciona así. Este es uno de los grandes dilemas que surgen en el pensamiento bíblico. Tenemos mucha discusión en nuestras tradiciones religiosas occidentales sobre el Libro de Job. Job era tan buena persona, ¿por qué lo castigó Dios? ¿Por qué hay sufrimiento si hay un Dios omnipotente que es justo e imparcial? Este es un gran problema en el pensamiento occidental. El budismo da una respuesta: la omnipotencia es imposible y no hay ninguna razón por la cual las cosas deban ser justas. Si hubiera un creador omnipotente, que además fuera compasivo, tales cosas como las que le sucedieron a Job no tienen ningún sentido.

¿Hay orden en el universo?

Si no hay justicia ¿no implica eso que no hay orden?

No, en realidad no. El budismo no tiene problemas con decir que hay orden en el universo. Orden no es lo mismo que justicia. Esta última significa que alguien hace un juicio. Implica un juez que puede dar un juicio correcto o incorrecto. No es así. Las causas de lo que sucede no tienen principio; así que, si uno sólo observa esta vida, no podemos explicar lo que sucede. Hay un orden en el largo plazo, estructurado por causa y efecto, pero la justicia introduce a un juez, y no existe tal juez.

Se siente injusto.

Exactamente. Se siente como si fuera al azar, o como si debiese ser justo, o como “pobre de mí, que me ha tocado la sentencia incorrecta”. Sí se siente así. Esto es lo que lo hace tan terrible. Esto es lo que se llama una “apariencia de existencia verdadera”.

Es imposible que no haya orden en el universo, pero si introduces la idea de justicia, es posible que lo que suceda sea injusto. En el caso de Job, su familia murió, le sucedieron todas esas cosas horribles y, a pesar de todo, él aún tenía fe en Dios. “¿Por qué me has enviado esto si eres compasivo?”. Entonces existen teorías como la que dice que Dios me pone pruebas para ver si yo aún creo y aún tengo fe. Existen todas estas soluciones judeo-cristianas a esta contradicción en el sistema de pensamiento.

Desde el punto de vista del Nuevo Testamento, Jesús tomó los pecados del mundo sobre sus hombros de manera que no necesitáramos sufrir mucho para ser probados.

Este es mi punto: esta idea de justicia proviene totalmente desde el punto de vista de un sistema que cree en Dios, el juez. Dios es el que envía lo que sea que te pase. Mientras que la idea de orden en el universo no depende de que exista un juez o un Dios.

Déjenme agregar algo a esto. Nosotros en Occidente somos herederos, no sólo del pensamiento bíblico, sino también de la visión del mundo de los antiguos griegos. Así que de los antiguos griegos heredamos la idea de la justicia civil: que las cosas deben ser justas a un nivel civil. Para que una sociedad funcione adecuadamente, necesita basarse en leyes que provienen de una legislatura, de la gente. En Occidente tenemos una historia completa de la dinámica entre la ley civil y la divina.

Activar la repercusión kármica para continuar el samsara

Ahora veamos el mecanismo a través del cual la repercusión kármica madura. En el caso de la repercusión kármica que madura en los agregados de un futuro renacimiento, hay tres factores involucrados. Como se explicó en el mecanismo de los doce eslabones de surgimiento dependiente, los tres son apego (sred-pa), un obtentor (len-pa, aferramiento) y existencia ulterior (srid-pa, devenir) – eslabones ocho, nueve y diez.

Apego

El apego es una forma de deseo anhelante (‘dod-chags). El término sánscrito original, trshna, significa sed. Mientras experimentamos sentir un cierto nivel de felicidad manchada, de infelicidad o una sensación neutra que acompaña nuestra cognición de algo durante los momentos inmediatamente previos a la muerte, tenemos apego por experimentar algo en el futuro. En el caso de que experimentemos felicidad manchada, nos apegamos a no alejarnos de ella – en otras palabras, a no perderla. Cuando sentimos dolor o infelicidad, tenemos apego a alejarnos de ello. Cuando experimentamos una sensación neutra, como cuando nuestra conciencia mental está profundamente absorta en los estados superiores de concentración, a saber, en el cuarto dhyana o más profundo, nos apegamos a que eso no se degenere. Probablemente experimentamos algo como una sensación neutra durante el sueño o cuando estamos en coma.  

En cada uno de estos casos, nuestro apego es una emoción perturbadora que acompaña una cognición en la que experimentamos la sensación de un nivel de felicidad como el resultado kármico que ha madurado de una repercusión kármica previa. Los resultados kármicos que experimentamos incluyen mucho más que la sensación manchada de felicidad y demás que acompaña nuestra cognición durante los momentos en los que morimos. Incluyen además el experimentar los otros cuatro agregados manchados (nuestro cuerpo y mente), experimentar que nos pasen cosas similares a las que hemos hecho en el pasado, etc. Nuestro apego es una condición que actúa simultáneamente necesaria (lhan-cig byed-rkyen) para obtener un renacimiento futuro.

El apego sirve como el soporte para el obtentor, que es otra condición que actúa simultáneamente y que necesita estar presente para obtener un renacimiento. El obtentor se refiere a cualquiera de entre un conjunto de otras emociones o actitudes perturbadoras que, junto con el apego, acompañarían nuestra experiencia de los agregados manchados. Es debido a la presencia de uno de estos obtentores que nuestros agregados manchados son también agregados “que se obtienen” en esta situación.

Un obtentor

Un obtentor puede ser apego a algún objeto sensorial deseable que estamos experimentando ahora, o deseo anhelante por algún objeto sensorial deseable que no estamos experimentando en este momento. Alternativamente, un obtentor puede ser una de las cinco actitudes perturbadoras, de las cuales la más prominente es una perspectiva engañosa respecto a un entramado transitorio (‘jig-lta). Con semejante perspectiva engañosa, consideramos algún aspecto o aspectos de nuestros agregados como “yo” o “mío”.  Así, escuchar una voz amada mientras nos encontramos en el lecho de muerte, podríamos experimentarlo con:

  • una sensación de felicidad,
  • apego por no separarse de esa felicidad, y
  • una, dos o las tres de las siguientes:
    • apego al sonido de la voz,
    • deseo anhelante por sentir el contacto de la mano de nuestro ser amado,
    • aferramiento a lo que estamos experimentando -el ser amado, esta felicidad, etc.- como parte de la identidad aparentemente sólida de un “yo” aparentemente sólido.

Existencia ulterior

Como condiciones que actúan simultáneamente, nuestro apego y el obtentor activan (gsos-’debs) o potencian (nus-pa mthu-can-du byed-pa) la repercusión kármica que madurará en los agregados de nuestro próximo renacimiento,  nuestra “existencia ulterior”. Con la activación de esta repercusión kármica, surge un impulso de karma que arroja (‘phen-byed-kyi las), el cual, de hecho, es el décimo eslabón de surgimiento dependiente, la existencia ulterior, usualmente traducido como “devenir”. La palabra que yo traduzco aquí como “existencia ulterior” significa, literalmente, “existencia”, refiriéndose a un futuro renacimiento. Aquí se le está dando el nombre del resultado a la causa. 

El impulso kármico que arroja es el impulso kármico irresistible que actualiza una existencia futura (yang-srid sgrub-pa’i las). Conduce a la conciencia mental a nuestro siguiente renacimiento, con sus cuatro fases: existencia de bardo (bar-do’i srid-pa), existencia de la concepción (skye-srid), existencia previa a la muerte (sngon-dus-kyi srid-pa) (el período desde el momento posterior a la concepción y hasta la muerte), existencia de muerte (‘chi-srid). Por esta razón, al décimo eslabón algunas veces se le especifica como el sufrimiento que todo lo impregna (khyab-par ‘du-byed-kyi sdug-bsngal) – el sufrimiento del renacimiento samsárico perpetuándose a sí mismo. 

De acuerdo con los sistemas filosóficos Chitamatra y Madyámaka, este mecanismo describe sólo la activación de la repercusión kármica que madura en los agregados de nuestro futuro renacimiento y conecta con ellos por medio de un impulso kármico que arroja. En el contexto de la presentación de los doce eslabones, los tres eslabones sólo se refieren específicamente a lo que pasa durante los momentos que preceden inmediatamente nuestras muertes. Sin embargo, me parece que podemos usarlo para describir el mecanismo por el que madura nuestra repercusión kármica en cada momento, aunque nunca lo he leído u oído explicado de esta manera.

Mis razones para pensar esto es que la existencia samsárica arrojada por el impulso de continuar la existencia tiene las cuatro fases de existencia, una de las cuales es la existencia previa a la muerte, cada momento de nuestra existencia después de la concepción y hasta que morimos. También es porque el sistema Vaibáshika afirma que los doce eslabones pueden completarse en cada momento de nuestra existencia samsárica, aunque los Vaibáshika definen los doce eslabones de manera bastante diferente a la presente descripción. Por ello, a menudo he explicado que el impulso por continuar la existencia es el impulso compulsivo de continuar existiendo, el cual nos arroja al siguiente momento, en el que la repercusión kármica que activa dará sus resultados.

Así que usemos esta descripción para explicar cómo extendemos nuestro samsara en cada momento, no sólo en el momento de nuestras muertes. En estos términos, necesitamos entender también que el conjunto específico de repercusión kármica activado en cada momento, depende de muchos otros factores mentales que también acompañan ese momento de experimentar algo de maduración kármica del pasado con apego y el obtentor. Lo más significativo es la manera en la cual prestamos atención a o consideramos lo que estamos experimentando. Esto involucra el factor mental de la atención o la consideración (yid-la byed-pa).

Diagrama para entender la generación de más samsara

Un análisis más detallado

Veamos esto más de cerca. En el momento presente estamos experimentando la maduración de varios conjuntos de repercusión kármica. Estamos experimentando felicidad o infelicidad, este cuerpo, cosas similares a las que hicimos a otros antes, etc. Una de las posibles configuraciones de maduraciones kármicas que podríamos estar experimentando podría ser explicada en términos de las ocho cosas transitorias en la vida (‘jig-rten chos-brgyad), usualmente traducidas como “los ocho dharmas mundanos”. Estos son sentirse contento o triste por elogios o acusaciones, placer o dolor, ganancia o pérdida, o escuchar buenas o malas noticias, lo cual también significa que las cosas vayan bien o que no vayan bien. Que experimentemos todas éstas – recibir elogios, acusaciones, etc.- son las maduraciones de un conjunto de repercusiones kármicas que maduran intermitentemente; son la experiencia de cosas que nos pasan similares a las que hemos hecho a otros anteriormente. Estas cosas que experimentamos suben y bajan, y no podemos predecir lo que sucederá a continuación. Aunque los textos hablan de ocho de estas cosas transitorias, estoy seguro de que podríamos contar muchas más, así como las diez acciones destructivas o los cincuenta y un factores mentales no están limitados a diez o a cincuenta y uno.

La felicidad o infelicidad que acompaña nuestra experiencia de recibir elogios, acusaciones, etc., es la maduración de un conjunto diferente de repercusiones kármicas que maduran intermitentemente. Esto también sube y baja. Esto es samsara, es lo que experimentamos, la maduración de repercusiones kármicas.

El factor mental del apego acompaña nuestra experiencia de este momento de maduraciones kármicas. Ansiamos no perder la felicidad que estamos experimentando mientras recibimos elogios, placer, ganancia o mientras oímos buenas noticias. O podemos tener apego a deshacernos de la infelicidad que experimentamos al recibir cosas que no nos gustan – acusaciones, dolor, pérdida u oír malas noticias. Por otro lado, quizá no nos importe lo que otra gente diga o lo que nos pasa. Aun así, podríamos todavía sentir apego por que la sensación neutra no degenere.

Una emoción o actitud perturbadora obtentora también acompaña nuestra experiencia de esta cosa transitoria de la vida. La forma más común aquí es la perspectiva engañosa respecto a un entramado transitorio. Esta es una actitud perturbadora que considera a nuestros agregados -nuestro cuerpo o mente- como un “yo” sólido o un “mío” sólido. Básicamente, consideramos que lo que está pasando está sucediéndole a un “yo” sólido, como “mi” experiencia. Esta persona está elogiándome a “mí” o está acusándome a “mí”.

Del apego y de esta perspectiva engañosa surge un impulso de continuar la existencia para seguir existiendo en el instante siguiente. Noten que como tenemos apego y esta actitud engañosa todo el tiempo, continuamente estamos experimentando impulsos de continuar la existencia. El impulso de continuar la existencia, todavía acompañado de apego y de perspectiva engañosa, conduce a la conciencia a experimentar lo que madurará de un nuevo conjunto de repercusiones kármicas que maduran intermitentemente en el siguiente momento, justo después de oír ese elogio o acusación. Por ejemplo, la combinación de (1) sentirnos infelices por escuchar una acusación, (2) apego por deshacernos de esa infelicidad, e (3) identificarnos con un “yo” aparentemente sólido que continuará libre de esa infelicidad, activa la siguiente configuración de repercusión kármica que madurará.

El conjunto específico de repercusión kármica que esta combinación activa depende de los otros factores mentales que acompañan nuestra experiencia de oír este elogio o acusación, especialmente cómo le prestamos atención, cómo lo consideramos. Podríamos escuchar acusaciones con infelicidad mientras las consideramos como algo insoportable y horrible, sintiéndonos enojados. Pero podríamos experimentar escucharlas con felicidad, mientras las consideramos con paciencia como una oportunidad de aprender de nuestras fallas y corregirlas. Los dos grupos distintos de factores mentales causarán que nuestro apego y el obtentor activen conjuntos diferentes de repercusiones kármicas.

Otro ejemplo

Veamos otro ejemplo para asegurarnos de que entendemos el principio. Estábamos sintiéndonos felices con la maduración de cierta repercusión kármica del pasado y entonces nos apegamos a no perder esa felicidad, mientras nos identificamos con la experiencia como un “yo” sólido. ¿Qué es lo que hace la ansiosa insatisfacción de ese apego? Actúa como una condición para que surja un impulso de continuar la existencia, un impulso de seguir existiendo en el siguiente momento para que este “yo” aparentemente sólido pueda sobrevivir y continuar experimentando la felicidad que temíamos perder. El apego y la actitud obtentora activan otro conjunto de repercusión kármica de manera que, en el siguiente momento, la repercusión madura y nuestro humor cambia. Ahora podríamos sentirnos infelices u otra cosa.

Si estoy aquí sentado pensando que existo como un “yo” sólido y realmente quiero que algo de esta felicidad continúe, a menudo esto mismo la destruye ¿no es así? Es como estar con un amigo y decir: “¿acaso no estamos pasando un muy buen rato?” y en el momento siguiente estoy infeliz. Mi humor cambia. ¿Por qué cambia? ¿Por qué dejo de sentirme feliz? ¿Por qué tenemos ganas de hacer algo en un momento dado y al siguiente momento ya no tenemos ganas de seguirlo haciendo? Algo más madura. ¿Por qué? Porque estoy aferrándome a un “yo” sólido y quiero que ese “yo” sólido continúe existiendo. Eso causa que algo más madure. Alguien nos elogia y nos sentimos felices. Queremos que continúe. Yo, yo, yo soy tan maravilloso. Eso activa algo y empezamos a dudar de la sinceridad del elogio y pensamos que realmente no lo dicen en serio y demás. En cada momento algo más madura de manera que nuestro nivel de felicidad e infelicidad sube y baja. Cambia. De otra manera, el nivel de felicidad debería ser siempre el mismo o simplemente decaer gradualmente, como una flor que se marchita. Pero no sucede ninguna de estas dos cosas. Esto explica cómo suceden los altibajos del samsara.

Puedo sentirme bien cuando alguien me elogia, pero esto puede cambiar cuando alguien me echa la culpa.

La cosa es que nos estamos sintiendo bien y nos apegamos a no perder esa sensación. Queremos que continúe. Puede disparar un siguiente momento de felicidad, infelicidad o una sensación neutra, independientemente de que escuchemos acusaciones. Cada momento de experiencia está madurando de conjuntos diferentes de repercusión kármica. La felicidad que estábamos experimentando era la maduración de algún entramado kármico del pasado. Todas las otras cosas que estábamos experimentando -las palabras que alguien dijo y el que nosotros las escucháramos, alguien entrando e interrumpiendo, el teléfono sonando- todas ellas son maduraciones de un millón de otras cosas diferentes. Toda nuestra repercusión kármica se activa y madura basada en el apego, una actitud obtentora tal como identificarse con un yo” sólido, y un impulso de seguir existiendo en el siguiente momento para sostener este “yo” aparentemente sólido. Esto es muy profundo.

Recuerden, de lo que estamos hablando es de cómo la repercusión kármica madura en el siguiente momento de felicidad o infelicidad que experimentamos, y en nuestra experiencia de lo que sea que esa sensación manchada acompañará. Estamos explicando cómo cuando estamos conversando con alguien, por ejemplo, nuestro nivel de felicidad cambia en cada momento. No se queda igual. Todo esto es la activación y maduración de repercusión kármica y todo surge porque durante la experiencia de cada momento de la conversación existe este apego, un obtentor, un impulso de continuar la existencia y una cierta manera en que consideramos lo que estamos experimentando. Cuando la conversación va bien, la consideramos interesante y queremos que continúe. Cuando no va bien, lo consideramos una pérdida de tiempo y queremos que termine, y nos identificamos con lo que está sucediendo a lo largo de ella.

Algo puede ser tan hermoso que no lo soportemos.

Eso es cierto, podemos destruir nuestra felicidad de muchas maneras.

Por el momento sólo estamos hablando de lo que causa que la repercusión kármica se active y madure. Una repercusión kármica desactivada no es karma. Cuando es activada, la repercusión kármica aún no es karma. Junto con la repercusión kármica activada, surge un impulso kármico, pero ese impulso kármico no maduró a partir de la repercusión kármica. Lo que madura de la repercusión kármica activada tampoco es karma. El karma, refiriéndose a la repercusión kármica, nunca madura en karma.

Lo que madura de la repercusión kármica es la felicidad, lo que tenemos ganas de hacer y nuestra experiencia de todo lo demás que nos sucede. Con base en cómo consideramos lo que experimentamos en este momento, nuestro apego continuo y una actitud obtentora activan otro conjunto de repercusión kármica y surge otro impulso kármico, que nos conduce a experimentar algo más como la siguiente maduración kármica. En cualquier punto, lo que tenemos ganas de hacer (que es una maduración de repercusión kármica) puede guiarnos al impulso de realmente hacerlo (otro karma) y después a realmente hacerlo. No es que simplemente actuemos.

El surgimiento de otros impulsos kármicos

Déjenme darles una explicación más detallada de cómo surgen otros impulsos kármicos. Supongamos que estamos experimentando la maduración de algunos conjuntos previos de repercusión kármica, por ejemplo, uno ha madurado en que escuchemos la voz fuerte de nuestro vecino, y otro ha madurado en experimentar esto con infelicidad. Nosotros probablemente hemos perturbado a otros con nuestra fuerte voz en alguna vida previa y, como una maduración previa de la repercusión kármica de eso, tuvimos ganas de mudarnos a un vecindario en el que habitan vecinos ruidosos. No sólo tuvimos ganas de mudarnos allí, sino que también, debido a la contribución de otras causas y circunstancias, realmente nos mudamos allí. Al escuchar el sonido con infelicidad tenemos el apego de deshacernos de esa infelicidad. Tenemos también una actitud perturbadora obtentora: nos identificamos con un “yo” sólido que no puede tolerar la situación, y esto provoca un impulso de continuar la existencia de seguir existiendo sólidamente libre de ello.

¿Qué es lo que hace la combinación de todo esto? Activa otro conjunto de repercusión kármica y así cierta tendencia y potencial de hacer una escena, madura en tener ganas de golpearle la puerta al vecino y gritarle. Muchos factores mentales acompañan este momento de cognición. Uno de los más importantes en este contexto, además del enojo y la intolerancia, es la manera en la que prestamos atención al sonido fuerte que oímos mientras tenemos ganas de hacer una escena. Podríamos prestarle atención como si fuera una intromisión horrible a nuestra paz mental, o podríamos considerarlo como un reto bien recibido para nuestra práctica de tolerancia y paciencia. Esto depende de las tendencias previas que hayamos acumulado.

El que consideremos al sonido como una intrusión, nuestra identificación continua con un “yo” sólido y nuestro apego a seguir viviendo libres del sonido, actuarían como circunstancias para activar otro conjunto de potenciales y tendencias kármicas. El potencial y la tendencia de sentirnos infelices en tales situaciones madurarán en que continuemos sintiéndonos infelices. Por otro lado, el que consideremos al sonido como un reto, junto con los otros factores causales, hará lo mismo para que ahora nos sintamos felices porque acogemos el reto.

Nuestra experiencia de tener ganas de golpear la puerta está ahora acompañada, en el primer caso, de considerar el golpear la puerta como beneficioso, y en el segundo caso, de considerarlo como perjudicial. En el primer caso, al continuar considerando el golpear la puerta como una buena solución, al continuar identificándonos con un “yo” sólido y al continuar apegados a alejarnos de la infelicidad que sentimos, nuestra sensación de tener ganas de golpear la puerta provoca el impulso de ir a hacerlo de verdad. Ese impulso de hacerlo, cuando aún está acompañado por el apego, un obtentor y la consideración, provoca que realmente golpeemos la puerta.

En el caso de considerar el sonido como un reto bienvenido, sentirse feliz, considerar ir a golpear la puerta como una mala solución, y nuestro impulso de seguir existiendo como un “yo” sólido con paz mental, activan un conjunto diferente de potenciales y tendencias. Podría activar el potencial y la tendencia de abstenerse de hacer una escena; y entonces ese potencial y tendencia activados madurarían en sentir ganas de abstenerse de golpear la puerta. La sensación de abstenerse provoca el impulso de contenernos y entonces realmente nos recostamos y no vamos. El mecanismo es el mismo que cuando vamos y golpeamos.

Entonces, vemos que el apego y una actitud obtentora -principalmente identificarnos con un “yo” sólido- tienen los roles cruciales en activar y madurar la repercusión kármica y en provocar el surgimiento de otros impulsos kármicos. Si nos deshacemos del apego y el obtentor, que viene del primero de los doce eslabones – falta de darse cuenta o confusión respecto a cómo existimos – de manera que no vuelvan a repetirse, entonces no hay más activación ni maduración de repercusión kármica y no hay más producción de karma. Así es como se ataca todo este sistema; este es su punto débil. Debemos deshacernos de nuestra identificación con un “yo” sólido que permea nuestro apego y nuestra actitud perturbadora obtentora. Para liberarnos de la identificación con el “yo” sólido, necesitamos deshacernos del aferramiento al “yo” sólido, lo cual sólo se logra si nos damos cuenta completamente de que no existe tal cosa. Necesitamos darnos cuenta vivencialmente de la vacuidad: el hecho que nuestro “yo” convencionalmente existente está totalmente desprovisto de formas imposibles de existencia.

Tomemos unos momentos para tratar de digerir esto.

Conclusión

Se nos acabó el tiempo para el seminario de fin de semana y debo disculparme. Preparé una cantidad mayor de material para este fin de semana, pero me parece que si podemos tener un entendimiento básico de lo que he presentado, es útil para empezar. Sólo si entendemos el sistema del karma y las debilidades del sistema – el apego a no separarse de la felicidad y a separarse del sufrimiento, y una actitud perturbadora obtentora, tal como identificarse con un “yo” sólido – podemos entender el proceso de la purificación.

Terminemos aquí con una dedicatoria. Lo que hayamos aprendido, que pueda profundizarse más y más. Que pueda actuar como causa para que con el tiempo podamos superar el estar bajo el control de este mecanismo del karma de tal forma que podamos alcanzar la iluminación y ser de la mejor ayuda a todos.

Top