Vacuidad de los diferentes niveles de un “yo” imposible

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Tres niveles de no darse cuenta

La vacuidad (stong-pa-nyid, sct. shunyata; vacío) es una ausencia total de formas imposibles de existencia: imposible significa que no existe tal cosa. Aquí estamos hablando específicamente de la vacuidad de las formas imposibles en las que el yo convencionalmente existente (“yo”, una persona), ya sea nosotros mismos u otros, podría existir. Las formas imposibles en las que podría existir son como:

  • Un alma imposible burda (atman) como afirman los sistemas de principios indios no budistas
  • Un alma imposible que, según la explicación Gelug, los sistemas budistas no Prasánguika clasifican como sutil y el Prasánguika clasifica como burda
  • Un alma imposible que el sistema Prasánguika clasifica como sutil.

Nos aferramos a que nuestro “yo” convencional exista en estas tres formas imposibles, lo que significa:

  • Nuestra mente da surgimiento a la apariencia de un “yo” falso (uno que no podría existir) como el que experimenta los sufrimientos verdaderos, los orígenes verdaderos del sufrimiento, las detenciones verdaderas y los verdaderos estados mentales que son el camino
  • Simultáneamente, los conocemos como si correspondieran a la realidad.

Ciertas formas de aferrarse a una forma imposible de existencia pueden estar basadas en la doctrina (kun-btags), lo que significa que se basan en haber aprendido y aceptado un sistema de principios no budistas indios en esta vida o en alguna vida anterior; no es necesario que hayamos aprendido y aceptado este sistema en esta vida. Mantenemos tendencias al aferramiento basado en la doctrina incluso cuando renacemos en alguna otra forma de vida además de la humana. Este aferramiento puede no manifestarse en esta vida como adhesión a uno de los sistemas de principios no budistas indios completos, considerando que tal vez nunca encontremos ninguno de ellos en esta vida. Pero ciertos aspectos de estas afirmaciones basadas en la doctrina pueden surgir incluso sin estudiar y aceptar uno de estos sistemas. Un ejemplo es la creencia en un yo estático e inmutable (“yo”) que nos han enseñado y aceptado sobre quiénes somos, a partir de un sistema de autoayuda occidental para descubrir “nuestro verdadero yo”.

Sin embargo, el aferramiento basado en la doctrina surge solo de manera intermitente, cuando se dan las condiciones que lo favorecen. Ciertas formas de aferramiento, por otro lado, pueden surgir automáticamente (lhan-skyes). Eso significa que acompañan cada momento de nuestra cognición, conceptual o no conceptual, excepto cuando se enfoca de manera no conceptual en la vacuidad de cualquiera de los tres niveles de estas formas imposibles de existencia.

Pero existe una vacuidad de esas formas imposibles de existencia; hay una ausencia total de cualquier forma de existencia que corresponda a ellas. En otras palabras, no corresponden a la realidad. Ninguna persona puede existir en ninguna de esas formas. Necesitamos comprender y reconocer la vacuidad de cada uno de estos tres niveles de formas imposibles de existencia de una persona.

En la actualidad, en nuestra mente surge una apariencia engañosa del yo que es un compuesto complejo de estos tres niveles o capas. Para comprender este compuesto, necesitamos entender varios puntos técnicos:

  • La palabra “aferrarse” (‘dzin-pa, sct. graha), que aparece tanto en el término “aferrarse a un alma imposible” (bdag-‘dzin), ya sea de las personas o de los fenómenos, como en “aferrarse a una existencia verdaderamente establecida” (bden-‘dzin), es el término para “tomar cognitivamente un objeto de cognición”. Simplemente significa conocer algo, y significa meramente dar surgimiento a una apariencia (un holograma mental) de algo, que es lo mismo que tener un involucramiento cognitivo con algo.
  • Ambos tipos de aferramiento van acompañados de una consideración incorrecta (tshu-lmin yid-byed) de ellos, que toma (conoce) lo que no corresponde a la realidad como si correspondiera.
  • Tales cogniciones también van acompañadas de no darse cuenta, con lo cual no sabemos que no corresponden a la realidad o creemos que sí lo hacen.

Por lo tanto, nuestra consideración incorrecta y nuestro no darnos cuenta acerca de estos tres son como tres niveles, cada una más profunda y subyacente a las superiores. Cuando eliminamos la creencia de que la capa superior corresponde a la realidad, es posible que aún no nos demos cuenta de las otras dos capas que aparecen debajo.

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