Un entorno conducente para la meditación
Para realmente comprometernos con la meditación, necesitamos circunstancias que sean conducentes para ello. Existen muchas listas de factores propicios para la meditación, pero generalmente se analizan o presentan dentro del contexto de hacer un retiro de meditación, mientras que la mayoría de nosotros meditamos en casa.
Incluso en casa, lo que es de más ayuda es no tener distracciones. Necesitamos un entorno lo más silencioso posible. Muchos de nosotros vivimos en calles ruidosas, con tráfico, y por ello es mejor meditar muy temprano por la mañana o muy tarde en la noche, cuando el tránsito ha disminuido. Además, no debe haber música ni televisión en el cuarto contiguo; ese tipo de cosas son muy importantes. Si no es posible tener un ambiente silencioso, intenten utilizar tapones para los oídos que no necesariamente bloquean todos los ruidos, pero ciertamente los hacen menos intensos.
Muchos de nosotros no tenemos el privilegio de tener un cuarto especial de meditación; en ese caso, pueden utilizar cualquier habitación disponible. Mediten sobre su cama si es preciso, ese no es un problema. La mayoría de los tibetanos que viven en la India meditan en su cama.
Otro factor que es sumamente importante es tener una habitación limpia y ordenada; eso influye a la mente para que esté limpia y ordenada también. Si la habitación está descuidada, desordenada o sucia, la mente también lo estará. Debido a ello, uno de los preliminares que siempre se enlista como requisito para la meditación, es limpiar el cuarto y hacer cierto tipo de ofrendas, incluso si se trata sólo de una taza de agua. Queremos mostrar respeto por lo que estamos haciendo, y si pensamos en términos de invitar a los budas y a los bodisatvas a estar presentes, nos gustaría recibirlos en una habitación limpia y no en un ambiente sucio y desordenado. Incluso en términos de un nivel psicológico estándar, es importante sentir respeto por lo que estamos haciendo y abordarlo como algo especial. “Especial” no significa crear un ambiente elaborado, como un escenario hollywoodense con incienso y velas, sino sencillo, ordenado, limpio y respetuoso.
Postura
En las diferentes culturas asiáticas, la postura que las personas utilizan para la meditación varía. Las posturas de meditación de la India/Tíbet, China/Japón y Tailandia son diferentes, así que no podemos decir que una postura específica sea la única correcta. Los indios y los tibetanos se sientan con las piernas cruzadas. Con frecuencia, los japoneses y algunos chinos se arrodillan. Los tailandeses se sientan con las piernas hacia un lado. Para la práctica tántrica en la que trabajamos con las energías del cuerpo se requiere la postura del loto completo, pero la mayoría de nosotros no estamos en esa etapa de la práctica. Sin embargo, si aspiramos a ser capaces de hacerla, se nos recomienda fuertemente que comencemos desde muy temprana edad a sentarnos en la posición del loto completo, porque es muy difícil empezar a utilizarla más tarde. Para los occidentales, funcionará muy bien si pueden sentarse en cualquiera de esas posiciones asiáticas tradicionales; si no, está bien que lo hagan sentados en una silla. El punto más importante es que la espalda esté recta.
Dirigir la mirada
Algunas meditaciones se hacen con los ojos cerrados, algunas con los ojos abiertos, otras con la mirada hacia abajo y otras con la mirada hacia arriba, dependiendo de la meditación. En general, los tibetanos no recomiendan que se medite con los ojos cerrados. Además del factor de que es mucho más sencillo que nos quedemos dormidos cuando tenemos los ojos cerrados, también tendemos a desarrollar un obstáculo mental con el que sentimos que, para poder meditar, necesitamos cerrar los ojos. De esa forma será más difícil que integremos en nuestra vida cotidiana lo que estamos desarrollando en la meditación. Por ejemplo, sería muy extraño que, si estoy hablando con alguien, cierre mis ojos para poder generar una sensación de amor. Por ello, en la tradición tibetana conservamos los ojos semiabiertos en la mayoría de las meditaciones, con la mirada hacia el piso y sin enfocarla particularmente en nada.
El cojín
Si se sientan con las piernas cruzadas, es importante que elijan el cojín apropiado. Algunas personas pueden sentarse cómodamente sobre el suelo sin que se les duerman las piernas. Por ejemplo, Su Santidad el Dalái Lama se sienta así cuando imparte enseñanzas sobre su trono, pero la mayoría de nosotros experimentamos que nuestras piernas se duermen con mayor rapidez. Así que si tienen ese problema, traten de sentarse con un cojín bajo sus posaderas, de tal forma que su cadera esté más alta que sus rodillas. Elijan el tipo de cojín que les funcione mejor: grueso o delgado, duro o suave, etc. Cada persona es diferente. El punto más importante es que estén cómodos y que el cojín impida que sus piernas se duerman porque eso puede ser muy desagradable. Muchos centros budistas tienen zafus gruesos, redondos o cuadrados, pero esos zafus zen se utilizan para sentarse en la postura japonesa, de forma arrodillada. Quizás algunas personas puedan sentarse cómodamente en esa postura, pero para la mayoría son demasiado altos y demasiado duros. Si tu centro provee sólo zafus gruesos y te sientas con las piernas cruzadas, quizás quieras llevar tu propio cojín.
Elegir un momento para meditar
Para la mayoría de las personas, el mejor momento para meditar es, o bien a primera hora de la mañana o muy tarde por la noche, de tal forma que haya menos distracciones en términos de las actividades del día. Algunas personas están más despiertas por la mañana y otras por la noche (se les conoce comúnmente como “gente diurna o nocturna”). Ustedes se conocen a sí mismos y a su estilo de vida mejor que nadie más, así que pueden determinar cuál momento les resulta mejor.
Lo que nunca se recomienda es meditar cuando tenemos sueño. Si tienen sueño por la noche pero tratan de meditar antes de irse a dormir, es posible que empiecen a quedarse dormidos a mitad de la meditación, lo cual no es útil en absoluto. De igual forma por la mañana: si aún están medio dormidos, su meditación no será muy efectiva. Juzguen por ustedes mismos qué les funciona mejor. No hay ningún problema con que beban café o té antes de meditar por la mañana, aunque la mayoría de los tibetanos no tienen ese hábito.
Mi maestro Tsenshap Serkong Rinpoche fue uno de los maestros de Su Santidad el Dalái Lama. Solía describir cómo meditaban en las universidades monásticas tántricas del Tíbet en las que él se entrenó. Todos los monjes se sentaban en las salas de meditación y se quedaban dormidos ahí, sentados en sus lugares, como recargando su cabeza en el regazo del compañero; los tibetanos no tienen problema con el contacto físico. La campana sonaba para que se despertaran muy temprano, y se esperaba que sólo se sentaran y empezaran su meditación, sus recitaciones y demás. Sin embargo, a menos que seamos un doctor acostumbrado a despertarse a media noche y levantarse de inmediato a realizar una cirugía o algo así, resulta muy difícil empezar a meditar inmediatamente después de levantarse.
Cuánto tiempo meditar
Cuando apenas estamos iniciando una práctica de meditación, también es importante que las sesiones sean breves pero frecuentes. Cuando somos principiantes, tratar de sentarnos a meditar durante horas se vuelve un martirio. En algunos lugares sí se sigue ese tipo de régimen, pero en general los tibetanos no lo recomiendan porque si la meditación es un martirio ¡no tendremos ganas de hacerla! Esperaremos ansioso a que la sesión termine. Así que al principio sólo mediten cinco minutos más o menos; eso es suficiente. En los monasterios teravada, alternan la meditación sentada con meditación en movimiento, de tal forma que no hacen el mismo tipo de práctica durante mucho tiempo.
La analogía que utilizan los tibetanos es que si un amigo nos visita y se queda demasiado tiempo nos impacientamos por que se vaya, y cuando finalmente se va, no nos quedan muchas ganas de volverlo a ver. Pero si el amigo se va cuando nos gustaría seguir pasando tiempo con él, entonces nos dará mucho gusto verlo nuevamente. De igual manera, nuestra postura, nuestro asiento y la duración de las sesiones de meditación deben ser cómodas para que seamos entusiastas con la práctica.
Establecer la intención
Antes de meditar es importante establecer la intención. De hecho, es algo que se recomienda hacer tan pronto como abrimos los ojos a primera hora de la mañana. Tan pronto como nos despertamos, mientras aún estamos en la cama, podemos establecer nuestra intención para el día. Podemos pensar: “el día de hoy trataré de no enojarme, de ser más tolerante, de desarrollar más pensamientos positivos hacia los demás. Trataré de que este día sea significativo y no desperdiciarlo”.
Hay un koan zen maravilloso, mi favorito, que dice: “La muerte puede llegar en cualquier momento. ¡Relájate!”. Si piensan en ello, es un pensamiento muy profundo. Si están muy tensos, nerviosos y alterados porque la muerte puede llegar en cualquier momento, no podrán lograr nada. Pueden tener pensamientos tales como: “no estoy haciendo lo suficiente, no soy lo suficientemente bueno”. Pero si saben que la muerte puede llegar en cualquier momento y se sienten relajados, entonces harán lo que puedan de forma realista y significativa, sin estar ansiosos, nerviosos ni tensos. Así que traten de recordar que la muerte puede llegar en cualquier momento ¡y relájense!
Antes de meditar, establecemos la intención: “trataré de meditar durante ‘x’ número de minutos. Trataré de concentrarme. Si me doy cuenta de que me estoy quedando dormido, me despertaré. Si mi atención divaga, la traeré de regreso”. Tómenselo en serio, no sólo lo digan de dientes para afuera, sino realmente traten de mantener su intención en mente y cumplirla a lo largo del día. Cumplir su intención puede ser muy difícil. Si adquieren el mal hábito de usar sus sesiones de meditación para pensar en otras cosas, aun si se trata de conceptos del Dharma, será un hábito muy difícil de romper. Les hablo desde mi propia experiencia: es un hábito realmente muy difícil de romper, así que traten de establecer y seguir una intención correcta antes de su sesión de meditación.
Motivación
La siguiente es la motivación. Dentro del contexto del budismo tibetano, la motivación está conformada por dos partes. La primera es la meta: ¿qué intentamos lograr? Las metas comunes se describen en las “etapas graduales del camino” (lam rim). Como se describen en el lam rim, las metas son: (a) mejorar las vidas futuras, (b) obtener la completa liberación del renacimiento y (c) alcanzar la iluminación para ser capaces de ayudar a todos los demás a obtener la liberación del renacimiento. La segunda parte es la emoción que nos conduce a alcanzar esa meta.
Al pensar acerca de nuestra motivación, es importante que seamos honestos con nosotros mismos. ¿Realmente creo en el renacimiento? La mayoría de nosotros no, así que decir “voy a hacer esto para asegurarme de obtener otro precioso renacimiento humano en mi próxima vida” o “estoy haciendo esto para obtener la liberación completa del renacimiento” o “lo estoy haciendo para alcanzar la iluminación y así ayudar a todos los demás a obtener la liberación del renacimiento”, son sólo palabras vacías.
Así que si están practicando la meditación como parte de lo que yo llamo el “Dharma light”, que es el budismo sin el renacimiento, eso está perfectamente bien. No tienen que decírselo a nadie más, sólo sean honestos con ustedes mismos acerca de su motivación: “estoy haciendo esto para mejorar mi situación en esta misma vida”. Esa es una motivación legítima, siempre y cuando seamos honestos con respecto a ella. Por otro lado, es importante tener respeto por las auténticas metas a largo plazo de lo que yo llamo el “Dharma auténtico”, y no pensar que la práctica del budismo es sólo para mejorar las cosas en esta vida.
Con respecto a la segunda parte de nuestra motivación (la emoción que nos conduce a alcanzar nuestra meta) el primer nivel de la motivación auténtica es “anhelo alcanzar un precioso renacimiento humano en vidas futuras (la meta) porque me asusta lo terrible que sería renacer como una mosca, una cucaracha o cualquier otro renacimiento inferior (la emoción). Realmente deseo evitar semejante futuro y tengo confianza en que hay una manera de evitarlo”. La versión Dharma-light de esto sería: “anhelo que las cosas sigan yendo bien en mi vida y que incluso mejoren (meta) porque me asusta lo terrible que sería que las cosas empeoraran (la emoción) y sé que puedo hacer algo constructivo para evitarlo”. En cada caso, no se trata de un miedo paralizante, tal como: “la situación es desesperanzadora, estoy condenado”, sino que se trata de un saludable sentido de “realmente no quiero eso y veo que hay una forma de evitarlo”. Similar al temor de tener un accidente automovilístico, somos cuidadosos pero no estamos tan petrificados por el miedo que no podamos conducir en absoluto.
El segundo nivel auténtico es: “estoy totalmente disgustado, aburrido y harto con todo el sufrimiento que implica el renacimiento (la emoción) y quiero salir de él (la meta)”. La esencia de la emoción detrás de la renuncia es: “resulta increíblemente aburrido volver a ser un bebé, tener que aprender todo de nuevo, tener que ir a la escuela y descubrir cómo ganarse la vida. Es tedioso lidiar con el hecho de enfermar y envejecer una y otra vez. Es como ver una mala película repetidamente, ¡qué aburrido! ¡Ya tuve suficiente!”.
La motivación más avanzada anhela, con la bodichita, alcanzar la iluminación (la meta) y está motivada por la compasión (la emoción): “simplemente no puedo soportar que todos estén sufriendo tanto. Tengo que ser capaz de alcanzar un estado con el que pueda ayudar a los demás a superar el sufrimiento”.
La motivación también abarca lo que haremos una vez que alcancemos nuestra meta. Cuando practicamos en la tradición mahayana, cada uno de los niveles de motivación se inserta en el contexto de trabajar en última instancia hacia la iluminación. Así, alcanzar la iluminación permea lo que haremos una vez que logremos nuestra meta.
En el nivel del Dharma-light, nos gustaría hacer tanto progreso hacia la iluminación como sea posible, sin ser tan ingenuos como para pensar que será fácil y que entonces nos decepcionemos y deprimamos cuando nuestra muerte se aproxime y aún no nos hayamos iluminado.
- De los tres niveles auténticos de motivación, el primero es: “quiero obtener otro precioso renacimiento humano para continuar en el camino hacia la iluminación, porque tomará muchas vidas lograr mi meta”.
- El segundo es: “quiero obtener la liberación del karma y de las emociones perturbadoras porque no puedo ayudar a los demás si me enojo con ellos, si me apego a ellos o si tengo una conducta compulsiva. No puedo ayudar realmente a los demás si me siento orgulloso y arrogante por ello, así que necesito alcanzar mi propia liberación”.
- La motivación superior es “quiero alcanzar la iluminación de tal manera que tenga el conocimiento completo de cuál es la mejor forma de ayudar a cada persona”.
La motivación es muy importante. Tsongkapa enfatiza que la motivación es algo que necesitamos mantener a lo largo del día, no sólo al inicio de la sesión de meditación, y no deben ser sólo palabras lindas, sino algo que realmente nos tomemos en serio. ¿Y qué significa tomarlo en serio? Significa que hemos internalizado la motivación de forma tan profunda a través de la práctica de la meditación, que constituye una emoción natural y auténtica que se vuelve parte integral de nuestra forma de vivir la vida cotidiana.
Aquietarse antes de la meditación
Una vez que hemos creado el ambiente físico adecuado y que establecimos nuestra intención y nuestra motivación, necesitamos aquietarnos. Por lo regular, eso se hace con algunos tipos de meditación en la respiración, tales como contar las respiraciones. Hay algunos ejercicios más elaborados que podemos hacer con la respiración, pero el ejercicio de simplemente respirar por la nariz con normalidad y contar algunos ciclos de once inspiraciones y exhalaciones suele ser suficiente. Tranquilizar a nuestra mente de esta manera crea un espacio silencioso entre lo que estábamos haciendo y la meditación que haremos a continuación. Crear tal espacio nos ayuda a hacer la transición entre nuestra vida ocupada y la meditación.
La práctica de las siete ramas
Con frecuencia se recomienda que acumulemos cierta energía positiva al inicio de la sesión y para ello utilizamos lo que se conoce como “plegaria de las siete ramas” o “práctica de las siete ramas”. En este contexto, “rama” significa “paso”.
(1) Postración, con refugio y bodichita
La primera rama es la postración, lo cual significa mostrar respeto por aquellos que han alcanzado la iluminación, por nuestra propia iluminación futura que anhelamos alcanzar con la bodichita, y por nuestra propia naturaleza de buda, que nos permitirá alcanzar esa meta. Así, hacemos postraciones dentro del contexto de darle a nuestra vida la dirección segura del refugio y el propósito de cultivar la bodichita. La dirección segura en la que deseamos involucrarnos es indicada por los budas, por sus enseñanzas del Dharma y sus logros, y por la comunidad Sangha de aquellos que están en el camino de alcanzar la liberación y la iluminación. Con el anhelo de la bodichita, enfocamos nuestra mente y nuestro corazón en convertirnos en budas.
(2) Ofrendas
La segunda rama es hacer ofrendas, lo cual también se refiere a mostrar respeto.
(3) Admitir nuestras limitaciones
A continuación sigue admitir abiertamente nuestros errores y limitaciones. Eso no significa que nos sintamos culpables por nuestras fallas; la culpa no es apropiada. La culpa es aferrarnos a nosotros mismos y a lo que hemos hecho, etiquetándonos como “malos”, y nunca soltar esa idea. Es como no sacar la basura, sino guardarla en nuestra casa y pensar: “esta basura es realmente horrible, huele muy mal”. En lugar de la emoción de la culpa, la tercera rama es el arrepentimiento por nuestros errores: “me arrepiento de mis acciones y haré mi mejor esfuerzo para no repetirlas y para superar mis defectos”.
(4) Regocijarse
El cuarto paso es regocijarse por las cosas positivas que nosotros y los demás hemos hecho, de tal manera que tengamos una actitud más positiva hacia nosotros y hacia los demás.
(5) Solicitar enseñanzas
Después les solicitamos enseñanzas a los maestros y a los budas: “por favor, enseñen siempre. Estoy abierto y receptivo”.
(6) Suplicar a los maestros que no se vayan
La siguiente rama es: “no se vayan; no desaparezcan. Estoy muy comprometido con el aprendizaje, les suplico que se queden con nosotros”.
(7) Dedicatoria
Finalmente, viene la dedicatoria que es, en cierto sentido, dirigir la energía de alguna manera. Pensamos: “que cualquier fuerza positiva, cualquier entendimiento que haya desarrollado, pueda contribuir hacia el logro de mi intención”. La analogía que me gusta utilizar es guardar el trabajo en nuestra computadora. Si no lo guardamos en una carpeta especial, la carpeta “Liberación” o “Iluminación”, entonces la configuración predeterminada guardará automáticamente nuestro trabajo en la carpeta “Mejorar el samsara”. Guardar nuestro trabajo en la carpeta “Mejorar el samsara” está bien, pero si ese no es nuestro objetivo, si queremos trabajar para abonar al logro de la liberación y la iluminación, entonces necesitamos guardarlo propositivamente en la carpeta “Liberación” o “Iluminación”. En eso consiste la dedicatoria. Y realmente lo decimos en serio, no sólo de dientes para afuera. Dedicamos la energía positiva con cierta emoción detrás, con compasión, etc.
Después de la plegaria de las siete ramas sigue la meditación como tal, y al concluir la meditación hacemos otra dedicatoria.
Resumen
La meditación es un proceso muy sofisticado y las instrucciones de cómo realizarla son sumamente precisas. Aquí se han presentado las instrucciones generales; cada meditación específica tendrá sus propias instrucciones, pero en todos los casos es muy importante saber qué estamos haciendo, cómo lo estamos haciendo y por qué lo estamos haciendo.
Existen algunas tradiciones budistas, como la zen, que sólo dicen: “siéntate, medita y descubrirás cómo hacerlo conforme avances”. Aunque esto puede funcionarles a algunas personas, puede ser bastante difícil para otras. Muchas personas encuentran que esa aproximación es muy compleja, por lo que en esta ocasión les he presentado la tradición indo-tibetana.