Cognición inferencial
La cognición inferencial es la comprensión de un hecho oscuro a través de confiar en una línea de razonamiento correcta como su base. Al dividirse, se explican tres tipos: cogniciones inferenciales basadas en (1) la fuerza de la realidad de los fenómenos, (2) lo que es bien conocido y (3) la convicción.
[1] Para conocer explícitamente algo oscuro y no inmediatamente obvio, debes confiar en el apoyo válido, ya sea de la fuerza de la realidad de los fenómenos (dngos-po’i stobs), lo que es bien conocido (grags-pa) o la convicción (yid-ches). Por ejemplo, cuando tu vecino está haciendo mucho ruido, puedes enojarte e impacientarte porque no es obvio que el sonido sea impermanente. Sin embargo, si confías en la fuerza de la realidad de los fenómenos, puedes deducir y probarte a ti mismo que este ruido pasará simplemente porque es algo producido, en otras palabras, algo que ha surgido inmediatamente del esfuerzo. Para hacerlo, debes confiar en los tres factores de aplicabilidad al tema, inclusión e inclusión negativa. Este ruido fue algo producido; si algo se produce, es incluyente que es impermanente y pasará, y es incluyente que, si algo es permanente, no es algo que haya sido producido. Por lo tanto, a través de la cognición inferencial basada en la fuerza de la realidad de los fenómenos (dngos-stobs rjes-dpag), puedes tener certeza de que ese ruido también pasará. Con ese conocimiento válido, puedes controlar tu ira.
[2] Así como los occidentales han visto tradicionalmente un "hombre en la luna" al mirar sus cráteres, los indios han visto un "conejo en la luna". Cuando en la literatura sánscrita y tibetana lees sobre “aquello que tiene un conejo”, estas palabras no se refieren a su significado literal obvio. Sabes que tal alusión literaria se refiere a la luna a través de una cognición inferencial basada en lo que es bien conocido (grags-pa’i rjes-dpag) o una convención popular. En la literatura occidental, se sabe que el mejor amigo de un hombre es su perro por un medio válido similar. Este es también el método por el cual sabes lo que significa cualquier palabra cuando escuchas el sonido de alguien pronunciándola, porque todas las palabras son convenciones populares.
[3] Hay ciertas cosas que son extremadamente oscuras y solo cuando te conviertes en un buda puedes tener una cognición directa de ellas. Antes de eso, debes confiar en tu convicción en los textos escriturales de los budas para conocerlas. Dado que los budas son personas válidas y lo que han dicho es un discurso válido, puedes inferir que, al confiar en ellos, tendrás una cognición válida. Así, a través de una cognición inferencial basada en la convicción (yid-ches rjes-dpag), se puede estar seguro de que la prosperidad es el resultado de la generosidad previamente practicada.
La cognición inferencial y la cognición inferencial válida deben ser conocidas como mutuamente incluyentes.
Por lo tanto, todas las cogniciones inferenciales que se basan en líneas correctas de razonamiento son válidas.
Cognición válida en la que la determinación es autoinducida o debe ser inducida por otra cognición
La cognición válida en que la determinación (de su objeto) es autoinducida o debe ser inducida por otra (cognición) es la cognición válida de que la determinación decisiva puede ser inducida a través de su propio poder o el de otra (cognición con respecto al hecho) de que, si el significado de su propio objeto comprensible no se estableciera encima de (él, la cognición de este objeto como teniendo ese significado) no podría surgir.
La cognición válida de que la determinación de su objeto es autoinducida (rang-las nges-kyi tshad-ma) y la cognición válida de que la determinación (de su objeto) debe ser inducida por otra cognición (gzhan-las nges-kyi tshad-ma), equivale a saber válidamente que es o no autoevidente lo que algo es. Por ejemplo, hay un incendio en la distancia. Cuando lo miras, puedes reconocerlo simplemente como un objeto rojo o como un incendio. Cuando lo ves de la primera manera, pero no de la segunda, puedes saber válidamente dos cosas sobre este objeto.
- Puedes saber válidamente que tu determinación decisiva de que este objeto es rojo, se ha derivado de esta cognición directa visual misma, lo que significa darse cuenta de que es autoevidente que el objeto es rojo. Sabes válidamente que, si su significado como rojo no estuviera establecido en él, no podrías haberlo visto como rojo.
- Además, si desde donde estás parado no puedes estar seguro de si este objeto es un incendio o una tela roja, también puedes saber válidamente que, para determinar de manera decisiva si es un incendio, tendrás que confiar en el poder de otra cognición. En otras palabras, te das cuenta de que solo mirando más de cerca puedes estar seguro del hecho de que, si no fuera un fuego, no podrías verlo como un fuego. Por lo tanto, al ver este objeto simplemente como un objeto rojo, puedes saber válidamente que no es autoevidente que se trate de un incendio.
Otro ejemplo es ver un árbol a la distancia. Es autoevidente que es un árbol y sabes válidamente que tu cognición de él como tal ha sido autoinducida. Pero no es autoevidente que se trate de un roble y te das cuenta de que una determinación decisiva de si es un roble o un olmo tendrá que ser inducida por otra cognición. Solo cuando te acerques lo sabrás con certeza.
La cognición válida de que la determinación (de su objeto) es autoinducida puede ser cualquiera de cinco (tipos de) cognición válida: dos (tipos) de cognición válida: (1) cognición directa por darse cuenta reflexivo o (2) cognición directa yóguica – (3) cognición inferencial, o (cognición directa sensorial válida) de (4) algo en lo que (también) aparece su funcionamiento o (5) algo con lo que uno está familiarizado.
[1] Cuando tu facultad de darte cuenta reflexivo tiene un conocimiento nuevo y directo de un estado de conciencia, también conoce que su decisión sobre su objeto es autoinducida. No es necesaria más cognición. [2] Lo mismo es cierto para la cognición directa yóguica válida que conoce la impermanencia sutil o la falta de identidad burda o sutil de las personas. Si la decisión de lo que fue aprehendido por tal cognición no fuera autoinducida, no podrías haberla aprehendido en absoluto.
[3] Con una cognición válida inferencial se llega a una conclusión correcta a partir de una línea de razonamiento válida. No se requiere nada más para conocer esta conclusión, por lo tanto, tu cognición válida es autoinducida.
[4] Cuando tienes una cognición directa sensorial de la manifestación de la capacidad de algo para producir un efecto, como el consumo de combustible de un incendio, estás percibiendo directamente lo que está sucediendo. Si se requiriera otra cognición para saber qué es lo que estabas percibiendo, entonces no podrías decir que realmente estabas presenciando la manifestación de tal efecto. No sabrías específicamente lo que estás percibiendo en absoluto.
[5] Si has visto al hijo de tu amigo todos los días y estás totalmente familiarizado con él, entonces siempre que tengas una cognición directa sensorial válida de él, incluso a la distancia, es autoevidente que es el hijo de tu amigo. Si eres un reparador experto, cada vez que veas un electrodoméstico roto, sabrás de inmediato qué es lo que está mal y cómo repararlo. Debido a tu completa familiaridad, tu determinación decisiva de cuál es el problema es autoinducida sin necesidad de una cognición adicional.
Cuando se divide desde el punto de vista de la etimología, la cognición válida de que la determinación (de su objeto) debe ser inducida por otra (cognición) es de tres (tipos): cognición directa de algo (1) por primera vez, (2) cuando la propia mente es desatenta y (3) tiene una causa para el engaño.
[1] Cuando ves un loto utpala por primera vez, es autoevidente que es una flor azul, pero no de qué tipo específico es. Cuando ves esto, darte cuenta de que necesitarás más información y cognición para identificarla, es un ejemplo de este primer tipo de conocer que la cognición válida de su especie tendrá que ser inducida por otra cognición. Tendrá que ser "inducida por otros".
[2] El segundo tipo ocurre, por ejemplo, cuando alguien te dice algo mientras estás absorto pensando en otra cosa. Consciente de que has oído algo, te das cuenta de que tendrán que repetirlo para que conozcas válidamente lo que se ha dicho. Tal cognición válida a menudo ocurre con la cognición no determinante.
[3] Cuando ves un espejismo en un desierto y te das cuenta de que necesitarás mirar más de cerca para tener certeza de lo que has visto, este es un ejemplo de saber, cuando tu cognición actual se ve afectada por una causa para el engaño, que tu determinación decisiva de lo que es tendrá que ser inducida por otra cognición.
Estos dos últimos tipos de cognición son válidos en el sentido de que con ellos te das cuenta de que lo que estás percibiendo no es autoevidente. Pero debido a que las cogniciones en sí mismas no son determinantes ni distorsionadas, son válidas solo en un sentido etimológico y no en uno real.
También están las cogniciones válidas de que la determinación de (1) cuál es la apariencia (de su objeto) es autoinducida, pero lo que en verdad es, tendrá que ser inducido por otra cognición, (2) lo que es (su objeto) en general es autoinducido, pero lo que es específicamente, tendrá que ser inducido por otra cognición, e (3) incluso si algo ha aparecido tendrá que ser inducido por otra cognición. Aunque tales (cogniciones) han sido explicadas, es necesario tener cuidado al diferenciar cuáles son realmente (válidas) y cuáles lo son (solo) nominalmente.
[1] Un ejemplo de este primer tipo es ver algo rojo en la distancia. Lo que aparece ante tu cognición directa sensorial parece un color rojo, es auto-evidentemente rojo, pero que esto sea de hecho un incendio no es autoevidente. Por lo tanto, al ver este objeto, puedes saber válidamente que tu determinación de cómo aparece (aparece como un objeto rojo) ha sido autoinducida, pero lo que es en verdad tendrá que ser inducido por otra cognición.
[2] El segundo es ver un árbol a lo lejos. Lo que es en general, un árbol, es autoevidente. Para saber en concreto que se trata de un roble, tendrás que acercarte.
[3] Ves a un hombre en una colina con el rabillo del ojo. Sin estar seguro de haber visto a un hombre, te das cuenta de que tendrás que ver la colina con más cuidado para estar seguro. Este es un ejemplo del tercer tipo. Otro es ver a alguien y, preguntándote si alguna vez has visto a la persona antes, darte cuenta de que tendrás que volver a mirar para estar seguro.
Estas dos primeras son formas válidas reales de conocer algo. Pero darte cuenta de que la determinación de si algo ha aparecido ante ti tendrá que ser inducida por otra cognición, solo se llama válida nominalmente. En realidad, es no determinante o incluso puede ser distorsionada.
Aunque es incluyente que la cognición válida de que la determinación (de su objeto) debe ser inducida por otra (cognición) es una cognición válida, sin embargo, debido a que ese objeto, que uno conoció válidamente que la determinación (de lo que es) debe ser inducida por otra cognición, puede (en sí mismo) no ser válidamente conocido, se requieren detalles precisos sobre las inclusiones y demás.
Por lo tanto, puedes conocer algo de forma no válida, como un espejismo, pero darte cuenta válidamente de que tendrás que verlo de nuevo para estar seguro de lo que es. Esto es válido desde el punto de vista de conocer correctamente que la determinación tendrá que ser inducida por otra cognición. Pero debido a que se basa en una cognición distorsionada, en realidad esto no puede considerarse válido.