Ejercicio 12: Visualizar los cambios en la vida
El primer ejercicio para deconstruir las apariencias engañosas, nos ayuda a disolver las impresiones incorrectas que podamos tener de que las situaciones o las personas son permanentes. Necesitamos deconstruir nuestra sensación de que la apariencia de las personas, su comportamiento o nuestra reacción hacia ellas es algo fijo. Comenzamos mirando una fotografía o simplemente pensando en alguien con quien tengamos una relación cotidiana cercana, por ejemplo, un familiar. Notamos cómo la persona aparece como si existiera permanentemente de una misma edad, la presente o una pasada, y cómo tratamos a la persona insensiblemente debido a ello. Por ejemplo, pareciera que nuestros padres siempre han sido viejos y que nuestros hijos siempre son niños.
Para deconstruir esta apariencia engañosa, tratamos de visualizar retratos de nuestro familiar que incluyan cada año de su vida, desde su nacimiento hasta su muerte, proyectando cómo se verá en el futuro. Al visualizar estas imágenes una sobre otra de forma vertical, como una baraja, imaginamos que las de su infancia hasta el presente están de un lado de la persona, y aquellas que abarcan su vejez y su muerte están del otro lado. Al revisar rápidamente el conjunto de imágenes, tratamos de ver la imagen presente sólo como una más de la serie.
A pesar de la verdad de nuestra visión deconstruida, necesitamos mantener a la vista la etapa actual de la vida de nuestro familiar para poder relacionarnos significativamente. Por lo tanto, tratamos de enfocarnos en la persona a través de dos “lentes” de forma alternada. A través del primero, vemos sólo su apariencia actual precisa, y a través del otro, vemos su imagen cambiante que abarca toda una vida. Después de alternar una y otra vez nuestra perspectiva restringida y nuestra perspectiva ampliada, tratamos de percibir las dos de manera simultánea, como ver unas persianas y una calle muy transitada detrás de ellas. Podemos hacer esto mirando una fotografía mientras proyectamos los cambios de la vida sobre ella, o visualizando las dos imágenes sobrepuestas. Finalmente, dejamos que se asiente en nosotros la sensación de que la apariencia de nuestro familiar como concretamente de una sola edad, no representa su identidad duradera. Cuando hayamos avanzado en esta práctica, podemos repetir el procedimiento extendiendo la visualización para incluir imágenes hipotéticas de vidas pasadas y futuras, o al menos la sensación de su existencia.
El mismo método nos puede ayudar a deconstruir la sensación engañosa de que alguien tiene una identidad permanente y singular, basada en un incidente desagradable. Por ejemplo, cuando un familiar nos grita enojado, a menudo consideramos a esa persona exclusivamente bajo esa luz por varios días y perdemos de vista otras interacciones con la persona. Sin embargo, aquí trabajamos solamente con nuestra concepción de nuestro familiar. Podemos usar una fotografía como punto de referencia para ayudarnos a regresar al ejercicio si nuestra mente divaga. Sin embargo, una fotografía con frecuencia nos encierra en la escena en la que fue tomada y no es conveniente para representar cómo consideramos a la persona ahora.
Primero, nos enfocamos en nuestra concepción de nuestro familiar basada en el incidente y notamos qué tan fija la sentimos. Nuestra concepción puede tomar la forma de una imagen mental, una impresión más vaga de la persona gritando enojada o un término peyorativo para la persona. En cada caso, usualmente acompañamos nuestra concepción fija con una fuerte emoción. Luego recordamos otros encuentros en los que la persona haya actuado de manera diferente. Con frecuencia, la persona ha sido afectuosa, graciosa, astuta, etc. Al representar estas escenas también con imágenes mentales o impresiones vagas, las imaginamos aunadas a una variedad de posibles escenas futuras en las que la persona pueda actuar diferente, como diapositivas apiladas en ambos lados de nuestra concepción fija. Después seguimos el resto del procedimiento como lo hicimos antes.
Por último, dejamos que profundice en nosotros el entendimiento de que la apariencia aparentemente fija de nuestro familiar como una persona desagradable, es una visión limitada y engañosa. Así, desde la perspectiva de una vida entera, se aminora la importancia de cualquier escena emocionalmente difícil. Aun si el comportamiento molesto es un patrón recurrente en la vida de la persona, ésta también está integrada por otras formas de comportamiento. De cualquier manera, necesitamos lidiar apropiadamente con lo que ha pasado ahora.
Para deconstruir nuestros sentimientos aparentemente fijos hacia el familiar que nos molesta, podemos seguir la misma aproximación, usando una imagen mental o una impresión más vaga de la persona como punto focal para representar cada sensación. Como hicimos anteriormente, podemos usar una fotografía como punto de referencia. Cuando nuestros sentimientos parecen fijos, esto puede causar que olvidemos otras emociones que hayamos sentido hacia la persona a lo largo de nuestra historia juntos. También pueden obscurecer el hecho de que podemos sentirnos de manera diferente en el futuro. Necesitamos ver lo que actualmente sentimos en un contexto más amplio. Sin embargo, al mismo tiempo, necesitamos respetar lo que sentimos y no reprimirlo. Cuando deconstruimos el enojo, por ejemplo, ya no parece ser nuestro único sentimiento hacia alguien. Sin embargo, necesitamos lidiar con él hasta que sus últimos residuos hayan desaparecido.
Practicamos la segunda fase del ejercicio mientras nos sentamos en círculo con hombres y mujeres de la variedad más amplia de edades y antecedentes como sea posible. Al mirar a cada uno a la vez y seguir el procedimiento anterior, primero deconstruimos su apariencia engañosa como personas que siempre han tenido y siempre tendrán su edad o peso actual. Luego, para deconstruir la apariencia de que tienen una identidad singular aparentemente permanente, apartamos la mirada y trabajamos con nuestras impresiones de cada uno. Para ayudarnos a mantener nuestro punto de referencia, podemos volver a mirar a la persona ocasionalmente. Practicar frente a un compañero no es conducente para la deconstrucción, pues la tentación de mirarse mutuamente a los ojos es demasiado irresistible.
Para personas que no conocemos, tratamos de trabajar con la impresión superficial que obtenemos solamente al verlas, sea positiva o negativa. Tener una impresión positiva de alguien, por ejemplo, como una persona agradable que no tiene problemas, puede hacernos tan insensibles a su realidad como si tuviéramos una impresión negativa. Cuando una persona semejante nos cuenta algunas dificultades de su vida, a menudo las trivializamos o no las tomamos en serio, ya que no encajan con nuestra imagen de la persona. Si nos enteramos de aspectos oscuros y ocultos de su comportamiento, especialmente si creíamos que la persona era espiritualmente avanzada, podemos reaccionar de manera exagerada y perder toda fe.
Durante esta parte del ejercicio, visualizamos a cada persona del círculo dentro de un grupo de imágenes de otros aspectos de su personalidad y comportamiento, ya sean conocidos o hipotéticos. De manera similar, las meditaciones tradicionales budistas para obtener ecuanimidad, nos permiten ver a todos como amigos o enemigos potenciales. Cuando se practica adecuadamente, dicho entrenamiento no nos lleva a perder la confianza en todo el mundo, sino que en lugar de ello, produce una actitud realista y un equilibrio emocional. Concluimos esta fase del ejercicio deconstruyendo similarmente cualesquiera sentimientos en apariencia permanentes hacia cada persona, incluyendo la indiferencia. Lo hacemos también mientras apartamos la mirada y sólo volvemos a mirarlos como punto de referencia.
La tercera fase del ejercicio sigue el mismo procedimiento. Sin embargo, nos saltamos el paso de trabajar con el espejo por la misma razón por la que no practicamos frente a un compañero. Primero, nos enfocamos en nuestra autoimagen actual. Para deconstruir su apariencia engañosa como si tal fuera nuestra identidad singular y permanente, tratamos de verla en el contexto de otros aspectos de nuestra personalidad y comportamiento, tanto del pasado como de un futuro hipotético. Luego, repetimos el procedimiento para deconstruir cualesquiera emociones aparentemente fijas que podamos sentir hacia nosotros como somos ahora.
A continuación, para deconstruir nuestra identificación con nuestra apariencia física actual o con cómo nos veíamos en una etapa de nuestra vida, seguimos el mismo procedimiento al trabajar con una serie de fotografías pasadas y presentes de nosotros mismos, y añadimos imágenes proyectadas de cómo podríamos vernos en el futuro. Por último, usando las fotografías solamente como referencia, deconstruimos cualesquiera concepciones y sentimientos fijos que podamos tener hacia nosotros mismos, en períodos particularmente difíciles de nuestra vida. Dado que basamos dichas concepciones y sentimientos en recuerdos selectivos, necesitamos vernos bajo la perspectiva de un rango más amplio de recuerdos.
Esquema de Ejercicio 12: Visualizar los cambios de la vida
I. Mientras te enfocas en alguien de tu vida
1. Mientras te enfocas en una fotografía o en la imagen mental de alguien con quien tengas una relación cotidiana cercana
- Nota cómo la persona engañosamente parece existir como de una misma edad de forma permanente, sea la presente o una pasada, y cómo la tratas insensiblemente debido a ello.
- Para deconstruir esta apariencia, visualiza retratos de la persona que abarquen cada año de su vida, desde el nacimiento hasta la muerte, acomodadas en una pila vertical, como un mazo de baraja, con las abarquen desde su infancia hasta el presente de un lado y del otro lado las que abarquen desde su vejez hasta su muerte.
- Revisa rápidamente la serie de retratos y ve la imagen presente sólo como una más de la serie.
- Alterna enfocarte en la apariencia actual exacta de la persona y en su imagen cambiante a lo largo de una vida.
- Enfócate simultáneamente en las perspectivas restringida y ampliada, como al ver una calle transitada detrás de unas persianas.
- Permite que se asiente la sensación de que la apariencia aparentemente fija de la persona en una sola edad es una visión engañosa.
- Cuando hayas avanzado en esta práctica, repite el procedimiento extendiendo la visualización hasta incluir imágenes de hipotéticas vidas pasadas y futuras.
2. Mientras te enfocas en tu concepto de alguien que te alteró recientemente, utiliza una imagen mental o una impresión vaga para representar a la persona, y sólo mira una fotografía de forma ocasional, como punto de referencia
- Nota qué tan fija se siente tu concepción basada en este incidente.
- Para deconstruir esta concepción, recuerda otros encuentros en los que la persona haya actuado de manera diferente e imagina una variedad de posibles escenas futuras.
- Representa estas escenas con una imagen mental, un sentimiento, o ambos, e imagínalas como diapositivas apiladas a un lado de tu concepción fija.
- Repite el resto del procedimiento como antes.
3. Repite el procedimiento mientras te enfocas en tus sentimientos aparentemente fijos hacia la persona que te alteró, utilizando una imagen mental o una impresión más vaga de la persona como punto focal para representar cada sentimiento, y sólo viendo ocasionalmente una fotografía como referencia.
II. Mientras te enfocas en alguien en persona
1. Mientras te sientas en círculo con hombres y mujeres de una variedad de edades y antecedentes tan amplia como sea posible.
- Repite el procedimiento mirando a una persona a la vez para deconstruir sus apariencias engañosas como personas que siempre han tenido y siempre tendrán su edad o peso actual.
- Repite el procedimiento para deconstruir las apariencias de las personas como si tuvieran una identidad singular y permanente; aparta la vista, trabaja con tu impresión de cada una de ellas dentro del contexto de un grupo de imágenes de otros aspectos conocidos o hipotéticos de su personalidad y comportamiento, y voltéalas a ver sólo como referencia.
- Repite el procedimiento para deconstruir tus sentimientos aparentemente permanentes hacia cada persona, apartando la vista y sólo volviendo a mirar como referencia.
III. Mientras te enfocas en ti mismo
1. Mientras te enfocas en ti mismo sin un espejo
- Repite el procedimiento para deconstruir la apariencia engañosa de que tu autoimagen actual es tu identidad singular y permanente.
- Repite el procedimiento para deconstruir cualesquiera emociones aparentemente fijas que puedas tener hacia ti mismo, tal como eres ahora.
2. Mientras tienes frente a ti una serie de fotografías de ti mismo que abarquen toda tu vida
- Repite el procedimiento para deconstruir tu identificación con tu apariencia física presente o con cómo te viste en una etapa de tu vida, trabajando con las fotografías y añadiéndoles imágenes proyectadas de cómo podrías verte en el futuro.
- Repite el procedimiento para deconstruir cualquier concepción fija que puedas tener de ti mismo con relación a periodos difíciles de tu vida, recordando una gama más amplia de memorias y utilizando las fotografías meramente como puntos de referencia.
- Repite el procedimiento para deconstruir cualquier sentimiento fijo que puedas tener hacia ti mismo en periodos difíciles de tu vida, utilizando las fotografías sólo como punto de referencia.
Ejercicio 13: Diseccionar las experiencias en partes y causas
La primera fase comienza pensando en alguien que conozcamos muy bien, que nos haya molestado recientemente, por ejemplo, el familiar del ejercicio anterior que nos gritó enojado. Nos imaginamos que la persona actúa de esa manera. Si deseamos usar una fotografía de la persona como punto de referencia para ayudarnos a visualizar, nos aseguramos de escoger una con una expresión neutra. Al pensar en nuestro pariente que nos grita, notamos qué tan concretamente él o ella parece ser una persona perturbadora. Nuestro familiar parece tener una identidad sólida como una persona molesta, la cual es una característica inherente de su propio ser y que ha surgido independientemente de cualquier otra cosa.
Para deconstruir esta apariencia engañosa, necesitamos cambiar nuestro enfoque. Tratamos de ver a la persona y al incidente como un fenómeno que surge dependientemente. Cuando somos sensibles a los factores que contribuyeron a la existencia de nuestro familiar y del incidente, encontramos que la persona y su conducta son comprensibles. En consecuencia, parecen menos amenazantes y perturbadoras. Esto nos permite lidiar con nuestro familiar y con nuestros sentimientos con mayor equilibrio.
Primero, tratamos de visualizar que la imagen aparentemente concreta de nuestro familiar se disuelve en una colección de átomos. Después de que alternamos el imaginar su cuerpo como un todo e imaginarlo como una colección de átomos, tratamos de percibir las dos imágenes simultáneamente como en el ejercicio anterior. Después de todo, nuestro familiar no es meramente una masa de átomos, también es una persona.
A continuación, diseccionamos el comportamiento perturbador de nuestro familiar para apreciar los factores causales que condujeron a lo sucedido. Consideramos acciones previas y experiencias desde su primera infancia, personas importantes con quienes nuestro familiar ha interactuado y factores sociales, económicos e históricos que hayan jugado un papel importante. Por ejemplo, los padres o compañeros de clase de nuestro familiar pudieron haberlo tratado de cierta forma, y esto ocurrió durante el tiempo de la guerra. Nuestro análisis no necesita ser exhaustivo y nuestro conocimiento de estos factores no necesita ser específico. Unos pocos ejemplos y un sentimiento o reconocimiento del resto serán suficientes.
Una vez que hayamos hecho un breve análisis, tratamos de visualizar que la imagen aparentemente concreta de nuestro familiar enojado, se vuelve raída como un viejo calcetín y después se disuelve en un collage de estos factores causales. Nuestra concepción de estos factores puede tomar la forma de una imagen mental de algunos de ellos con una vaga impresión del resto, o puede meramente ser una sensación de la existencia de dichos factores. Nuevamente, alternamos y luego combinamos el imaginar a nuestro pariente gritando, simplemente como una representación precisa de lo ocurrido, e imaginar un collage de los factores causales que condujeron a esto, o meramente sentir la existencia de estos factores.
El siguiente lente para deconstruir aún más nuestra impresión aparentemente concreta, provee una visión de las generaciones pasadas. Siguiendo el mismo procedimiento, ahora consideramos que los padres de nuestro familiar lo trataron de esa manera porque ellos, a su vez, fueron afectados por sus propios padres, familia y conocidos, por su periodo histórico, etc. Lo mismo aplica para cualquier otra persona con quien nuestro familiar ha interactuado a través de su vida y para todos en cada generación. Sin embargo, pasar mucho tiempo analizando los detalles puede distraernos. Limitamos nuestro análisis a lo que conocemos de la genealogía de nuestro familiar y tratamos simplemente de tener una sensación del resto. El punto importante es tener una apreciación de cómo el comportamiento de la persona también surgió en dependencia de estos factores.
Cuando tengamos un mayor avance, añadimos una deconstrucción más: consideramos también las vidas pasadas de nuestro familiar y de todos los involucrados en las generaciones actuales y anteriores. También tratamos de tomar en cuenta los factores kármicos que han afectado a cada una de estas personas.
Para comenzar a integrar nuestra apreciación de los muchos factores que de manera interdependiente han dado surgimiento al comportamiento molesto de nuestro familiar, repetimos varias veces la secuencia de visiones. Hacemos esto enfocándonos en nuestro familiar mientras alternamos la frase clave “simplemente lo que hizo la persona” con cada una de las frases:
· “átomos”,
· “causas pasadas”,
· “generaciones pasadas”
· “vidas pasadas”.
Finalmente, tratamos de ver a la persona con un número cada vez mayor de visiones simultáneas, alternando “simplemente lo que hizo la persona” con dos, luego tres y por último las cuatro frases. Para la práctica inicial, podemos usar solamente una sensación para cada uno de los cuatro factores, cuando tratamos de darnos cuenta de ellos simultáneamente como un entramado interdependiente. En forma alternativa, podemos usar una imagen mental de un ejemplo para representar a cada uno.
Desactivar un incidente perturbador o nuestros recuerdos del mismo requiere trabajar, no sólo con la imagen perturbadora de la otra persona involucrada, sino también con la apariencia engañosa de nosotros y nuestro sentimiento perturbador. Necesitamos aplicar el mismo método para deconstruir el hecho de que nos identifiquemos con nuestra emoción y nuestro sentimiento resultante de ser alguien que, por naturaleza inherente, se altera cuando otros le gritan. Cuando somos sensibles a la miríada de factores que interdependientemente han dado surgimiento a que nos alteremos, nuestra emoción se siente menos sólida. Debido a que, en consecuencia, no nos aferramos a la emoción ni a nuestra identificación con ella, nuestra sensación de perturbación pasa rápidamente.
Primero, tratamos de sentir que nuestra sensación de aparente solidez se disuelve en la ligereza de los átomos. Al observar posteriormente nuestra educación, nuestro comportamiento previo y nuestros encuentros con otros, tratamos de enfocarnos en las diversas causas que nos llevaron a experimentar el molesto incidente y a nuestra reacción emocional perturbadora frente al mismo. Aunque analizar las posibles causas hace que esta visión sea más significativa, no debemos gastar mucho tiempo en los detalles. Podemos trabajar en eso por separado. Durante el ejercicio, tratamos de recordar escenas que meramente representen unos cuantos factores causales y luego trabajar principalmente con una sensación de un entramado de causas.
A continuación, tratamos de añadir los factores contribuyentes de generaciones pasadas y, por último, los factores kármicos de vidas previas. Es importante alternar cada visión con el reconocimiento y la sensación de nosotros mismos como una persona que se alteró cuando su familiar le gritó, como una descripción objetiva de lo sucedido. Esto nos ayuda a no perder de vista la existencia convencional de nuestra emoción y de nosotros mismos. Por último, tratamos de combinar las visiones usando las cinco frases clave, como hicimos antes.
Durante la segunda fase del ejercicio, tratamos aplicar la misma visión analítica a los miembros del grupo mientras están sentados en círculo. Miramos brevemente a cada persona, y luego desviamos la mirada y trabajamos con nuestras impresiones de la persona, volviéndola a mirar sólo como referencia. Aquí tratamos de deconstruir la apariencia engañosa de cada una como si tuvieran una identidad aparentemente concreta e inherente, independiente de cualquier otra cosa. Con extraños o personas que casi no conocemos tratamos de trabajar, igual que antes, con la impresión superficial que obtenemos de sólo verlas. Aunque no tengamos idea de su pasado o de su familia, tratamos de trabajar con una sensación abstracta de ellas, pues después de todo, todos tienen un pasado y una familia. Con personas que conocemos, podemos entrar en más detalle. Después, repetimos el procedimiento para deconstruir nuestra sensación engañosa de ser alguien que, por naturaleza inherente, experimenta una cierta reacción emocional hacia cada tipo de persona, incluyendo la indiferencia.
Durante la tercera fase, volteamos nuestra atención hacia nosotros mismos. Nos saltamos la práctica de mirarnos en el espejo y repetimos el procedimiento arriba mencionado. Primero, lo usamos para deconstruir la apariencia engañosa de nuestra autoimagen actual como si fuera nuestra identidad aparentemente inherente y concreta, e independiente de cualquier otra cosa. Luego, lo aplicamos para deconstruir la sensación engañosa de ser alguien que, por naturaleza inherente, se siente de cierta manera con respecto a sí mismo como es en la actualidad.
A continuación, colocamos frente a nosotros una serie de fotografías de nosotros mismos. Al usarlas meramente como punto de referencia, repetimos el procedimiento para deconstruir la apariencia engañosa de las autoimágenes que tenemos sobre nuestro pasado, como si constituyeran nuestra identidad inherente de entonces. Por último, de manera similar, deconstruimos la sensación engañosa de ser alguien que, por naturaleza inherente, se siente de cierta forma acerca de sí mismo como era en el pasado.
Esquema de Ejercicio 13: Diseccionar las experiencias en partes y causas
I. Mientras te enfocas en la imagen mental de alguien de tu vida
1. Mientras te enfocas en la imagen mental de alguien que conoces muy bien que recientemente se comportó de forma desagradable hacia ti
- Nota cómo la persona parece existir engañosamente como una persona molesta de forma concreta.
- Para deconstruir esta apariencia, visualiza que la imagen aparentemente concreta se disuelve en una colección de átomos.
- Alterna imaginar su cuerpo como un todo y como una colección de átomos.
- Enfócate en las dos perspectivas simultáneamente, como al ver una calle transitada a través de unas persianas.
- Disecciona el comportamiento molesto de la persona en los factores causales que lo provocaron,
considerando sus acciones y experiencias previas, desde su primera infancia, hasta las personas
relevantes con las que él o ella ha interactuado y los factores sociales, económicos e históricos
que han formado parte de su vida.
- Visualiza que la imagen aparentemente concreta de la persona molesta se desgasta como un calcetín viejo y después se disuelve en un collage de estos factores causales, representando estos factores con una imagen mental de unos cuantos de ellos y con una impresión vaga del resto, o con una mera sensación de su existencia.
- Alterna y después combina imaginar a la persona actuando de forma molesta (simplemente como una representación precisa de lo que ocurrió) con el collage de factores causales que condujeron a eso, o con una mera sensación de la existencia de tales factores.
- Sigue el mismo procedimiento con factores de generaciones previas que, con el tiempo, condujeron al evento.
- Cuando seas un practicante avanzado, sigue el mismo procedimiento con las vidas pasadas de la persona y de todos aquellos de generaciones anteriores y actuales que lo afectaron.
- Repite muchas veces la secuencia de imágenes enfocándote en la
persona mientras alternas la frase clave “simplemente lo que hizo la persona” con cada una de las frases:
- “átomos”
- “causas pasadas”
- “generaciones pasadas”
- “vidas pasadas”
- Ve a la persona con un número cada vez mayor de imágenes simultáneas, alternando “simplemente lo que hizo la persona” con dos, luego tres y por último las cuatro frases, y utilizando meramente una sensación para cada uno de los cuatro factores, o una imagen mental de un ejemplo para representar cada uno.
2. Repite el procedimiento para deconstruir tu identificación con tu emoción y con tu sensación resultante de ser alguien que, por naturaleza inherente, se altera cuando alguien actúa como lo hizo esta persona, trabajando con:
- Tu sentimiento de ti mismo como una persona que se alteró, como una descripción objetiva de lo sucedido.
- Imágenes mentales, impresiones vagas o la mera sensación de la existencia de los factores que contribuyeron a que esto sucediera.
II. Mientras te enfocas en alguien en persona
1. Mientras te sientas en círculo con el grupo y te enfocas en una persona a la vez
- Repite el procedimiento para deconstruir la apariencia engañosa de la persona como si tuviera una identidad aparentemente concreta, inherente e independiente de todo, viendo a la persona por un breve instante, después apartando la mirada y trabajando con tu impresión de él o ella, volviendo a mirar sólo como referencia.
- Repite el procedimiento para deconstruir la sensación engañosa de ser alguien que, por naturaleza inherente, experimenta una cierta respuesta emocional hacia este tipo de persona.
III. Mientras te enfocas en ti mismo
1. Mientras te enfocas en ti mismo sin un espejo
- Repite el procedimiento para deconstruir la apariencia engañosa de tu actual autoimagen como tu identidad concreta, inherente e independiente de todo.
- Repite el procedimiento para deconstruir la sensación engañosa de ser alguien que, por naturaleza inherente, se siente de cierto modo con respecto a sí mismo como eres ahora.
2. Mientras tienes frente a ti una serie de fotografías que abarquen toda tu vida
- Repite el procedimiento para deconstruir la apariencia engañosa de las autoimágenes que mantienes de tu pasado como si constituyeran tu identidad inherente de entonces, utilizando las fotografías sólo como punto de referencia.
- Repite el procedimiento para deconstruir la sensación engañosa de ser alguien que, por naturaleza inherente, se siente de cierta manera acerca de sí mismo como eras en el pasado.
Ejercicio 14: Ver las experiencias como olas en el océano
La primera fase de este ejercicio comienza pensando en alguien cercano a nosotros, que recientemente nos haya perturbado con sus palabras. Continuemos con el ejemplo del familiar que nos gritó con enojo. Supongamos que nuestra reacción fue sentir: “¿cómo te atreves a decirme eso a mí?”. Aunque no hayamos reaccionado así, nos imaginamos que lo sentimos ahora. Notamos la impresión que tenemos de nosotros mismos parados concretamente de un lado, como la víctima o el juez, y nuestro familiar parado concretamente del otro lado como el ofensor.
Al analizarlo tratamos de ver que, durante el primer momento de nuestra experiencia, meramente escuchamos el sonido de las palabras de nuestro familiar. En consecuencia, proyectamos la apariencia dualista de víctima y opresor sobre los contenidos de la experiencia. Al creer en la verdad de esta apariencia, podemos haber reaccionado de manera exagerada con emociones perturbadoras. De manera alternativa, podríamos haber reprimido nuestros sentimientos y no decir nada.
Para deconstruir esta apariencia dualista, recordamos nuestra experiencia desnuda del surgimiento del sonido y el acto de escucharlo, y tratamos de imaginarlos como una ola en el océano de nuestra actividad de la luz clara. Sin imaginar la ola como un objeto que vemos debajo o delante de nosotros en medio del océano, tratamos de experimentar meramente una sensación mental de una ola proveniente de nuestro corazón. Conforme se desarrolla la experiencia, la ola se eleva, llenándose primero con una sensación dualista y luego con una emoción perturbadora.
Al ampliar nuestra perspectiva, tratamos de experimentar una sensación no dualista del océano entero, desde el fondo hasta la superficie. Esto significa no identificarnos concretamente con el océano ni imaginarnos a nosotros mismos como una entidad concreta, separada del mismo, ya sea dentro o fuera del agua. Tratamos simplemente de sentirnos como un océano vasto y profundo, con olas en la superficie. Recordamos que, sin importar cuán enorme y aterradora pueda parecer una ola, es solamente agua. Nunca puede perturbar las profundidades del mar.
Sin sentirnos como una entidad concreta que es golpeada por la ola, ahora tratamos de sentir que la ola naturalmente se calma. Conforme se hace más pequeña, la emoción perturbadora y después la sensación dualista se aquietan. Regresamos a la experiencia desnuda de meramente escuchar las palabras. Finalmente, este movimiento mental también se calma. Nos sentimos como el mar: plácido, aunque vibrante.
Al hacer esto, no negamos que el evento ocurrió, así como también ocurrieron nuestra experiencia original del mismo y nuestra experiencia actual al recordarlo. No nos volvemos como un submarino y tratamos de escapar de la tormenta sumergiéndonos en nuestra mente de luz clara. Sin embargo, tratamos de dejar de rasgar cualquiera de estas experiencias en dos fuerzas oponentes y de inflarlas con identidades aparentemente concretas y duraderas. Cuando ya no estamos perturbados, podemos manejar la situación, ahora respondiendo calmada y sensiblemente.
Supongamos que en nuestra agitación emocional respondimos con crueldad. Dado que nos arrepentimos de lo dicho, es posible que después nos hayamos sentido culpables. Al sentirnos culpables, nuestra mente produce una apariencia dualista de un “yo” idiota aparentemente concreto y las palabras estúpidas aparentemente concretas que dijimos. Esto ocurre al rasgar en dos nuestra actividad de la luz clara de producir palabras y percibir su sonido. Tratamos de deconstruir esta experiencia dualista de culpa, usando los mismos medios que usamos antes.
A continuación, aplicamos el método al acto de escuchar palabras agradables de nuestro familiar. Las experiencias dualistas no se limitan a eventos desagradables. Cuando escuchamos a alguien decir “te amo”, por ejemplo, también podemos rasgar la experiencia en dos. Por un lado está el “yo” aparentemente concreto, que posiblemente sentimos que no merece ser amado. Por el otro, están las palabras aparentemente concretas, como algo inquietante que la persona seguramente no quiso decir. De manera alternativa, podemos sentirnos concretamente como el amado y sentir al otro concretamente como quien nos ama. En consecuencia, proyectamos esperanzas y expectativas no realistas sobre la persona y nos perdemos en la fantasía, lo cual conduce inevitablemente a la desilusión. Deconstruimos el evento y nuestro recuerdo del mismo tratando de imaginarlos también como olas en el océano de la mente.
Algunas veces, un sentimiento o emoción fuerte pueden surgir inesperadamente, ya sea que estén relacionados o no con la situación o con las personas que nos rodean. Esto ocurre frecuentemente, por ejemplo, después de sufrir una pérdida, o cuando atravesamos la pubertad, la menstruación, el embarazo o la menopausia. Aplicar la imagen de la ola en el océano, puede ayudarnos a superar cualquier sensación dualista de alienación o agitación que pueda acompañar dichas experiencias. La ola de emoción puede ser grande o pequeña y puede durar mucho o poco tiempo, dependiendo de las energías involucradas. Sin embargo, no es más que una ola en el océano de la mente de luz clara.
Así, como paso final en la primera fase del ejercicio, recordamos haber experimentado una emoción inquietante que haya surgido súbitamente. Si nuestro recuerdo nos hace sentir algo en este momento, aplicamos el método de la ola como hicimos antes. Es importante recordar que no estamos tratando de borrar todas las emociones. Sentir dolor por la pérdida de una persona querida, por ejemplo, es un componente saludable del proceso natural de curación. La agitación, sin embargo, nunca es útil. Si no somos capaces de sentir algo en este momento, podemos aplicar el método a cualquier ansiedad o vacío que podamos experimentar de manera dualista debido a no sentir nada.
Esquema de Ejercicio 14: Ver las experiencias como olas en el océano
I. Mientras te enfocas en alguien de tu vida
1. Mientras te enfocas en alguien cercano a ti que recientemente te molestó con sus palabras
- Recuerda haber sentido: “¿Cómo te atreves a decirme eso a mí?”.
- Nota la impresión dualista de ti mismo parado concretamente de un lado como la víctima o el juez y la otra persona parada concretamente del otro lado como el ofensor.
- Para deconstruir esta apariencia dualista, recuerda la experiencia desnuda del surgimiento y el escuchar el sonido de las palabras de la persona.
- Imagina la experiencia desnuda como una ola en el océano de la actividad de tu luz clara, experimentando meramente la sensación mental de una ola proveniente de tu corazón.
- Conforme evoluciona la experiencia, la ola se ensancha, llenándose primero con una sensación dualista y luego con una emoción perturbadora.
- Amplía tu perspectiva y experimenta una sensación no dualista del océano entero, del fondo hasta la superficie, sin identificarte concretamente con el océano y sin imaginarte a ti mismo como una entidad concreta separada de él, ya sea fuera o dentro del agua.
- Al sentirte simplemente como un océano vasto y profundo, con olas en la superficie, recuerda que, sin importar qué tan enorme o aterradora pueda parecer una ola, es solamente agua, no puede perturbar las profundidades del mar.
- Sin sentirte como una entidad concreta que es golpeada por la ola, siente cómo ésta disminuye de manera natural.
- Conforme la ola se hace más pequeña, la emoción perturbadora y la sensación dualista se calman.
- Vuelve a la experiencia desnuda de meramente escuchar las palabras.
- Al tiempo que este movimiento mental se aquieta también, siéntete como el mar plácido y, aún así, vibrante.
- Una vez que ya no te sientas alterado, imagina que manejas la situación respondiendo calmada y sensiblemente.
2. Mientras te enfocas en tu reacción hacia la persona que te molestó con sus palabras
- Recuerda haber respondido con crueldad y haberte sentido culpable después por lo que dijiste.
- Nota que, al sentirte culpable, tu mente produce una apariencia dualista de un “yo” estúpido aparentemente concreto y de unas palabras estúpidas aparentemente concretas que dijiste.
- Repite el procedimiento para deconstruir esta apariencia dualista, recordando la experiencia desnuda de la luz clara de tu mente que da surgimiento a tus palabras y que percibe su sonido.
3. Repite el procedimiento para deconstruir las sensaciones dualistas que tuviste cuando alguien te dijo palabras de amor, tales como la sensación engañosa de un “yo” aparentemente concreto que no merece el amor, y unas palabras perturbadoras aparentemente concretas que no es posible que la persona sienta en verdad.
4. Mientras recuerdas una emoción perturbadora que surgió repentinamente, sin estar necesariamente relacionada con la situación o con las personas que te rodean.
- Nota la impresión dualista de un “yo” inocente aparentemente concreto y una emoción intrusiva aparentemente concreta que no deseo experimentar en este momento, que subyace a tu sentimiento de alienación o agitación.
- Repite el procedimiento de deconstrucción experimentando la emoción como una ola que surge en el océano de la luz clara de tu mente.
- Si eres incapaz de sentir algo ahora, aplica el procedimiento de deconstrucción a cualquier ansiedad o vacío que, de forma dualista, puedas experimentar con respecto a no sentir nada.
II. Mientras te enfocas en alguien en persona
1. Repite el procedimiento mientras estás sentado en círculo con el grupo y mientras te enfocas en cada una de las personas a la vez, para deconstruir la sensación dualista de autopreocupación de un “yo” aparentemente concreto que está de un lado, que puede no gustarle a un “ tú” aparentemente concreto que está allá.
2. Repite el procedimiento mientras estás frente a un compañero, para deconstruir la sensación dualista de autopreocupación de un “yo” nervioso aparentemente concreto que se enfrente a un “tú” inquietante aparentemente concreto.
III. Mientras te enfocas en ti mismo
1. Repite el procedimiento mientras te ves en un espejo, para deconstruir la sensación perturbadora dualista de un “yo” aparentemente concreto que no se siente cómodo con un “yo mismo” aparentemente concreto
2. Repite el procedimiento sin espejo
3. Repite el procedimiento mientras ves una serie de fotografías de ti mismo que abarquen toda tu vida, para deconstruir la sensación dualista perturbadora de un “yo” aparentemente concreto de ahora que juzga a un “yo” aparentemente concreto de entonces.
Disipar el nerviosismo excesivo frente a otros
Practicamos la siguiente fase del ejercicio primero sentados en círculo con el grupo y luego frente a un compañero. Durante ésta, trabajamos con nuestra experiencia de ver a alguien de manera dualista, con un “yo” aparentemente concreto aquí y un “tú” aparentemente concreto allá. Las emociones perturbadoras, tales como la hostilidad o el deseo anhelante, pueden acompañar o no nuestra experiencia. Sin embargo, una señal segura de sentimiento dualista es un nerviosismo excesivo ante los demás. Podemos estar preocupados, particularmente con extraños, de caerle mal a la persona. Si somos hipersensibles, podemos estar preocupados incluso por cómo luce nuestro cabello. Aún más, podemos estar inseguros de cómo deberíamos actuar o qué deberíamos decir. Los bloqueos emocionales y el temor pueden incluso causar que experimentemos a la otra persona como un objeto inanimado sin sentimientos. En consecuencia, respondemos insensiblemente. Por ejemplo, en un encuentro inesperado podemos sentirnos abrumados con pensamientos de cómo escapar.
Para deconstruir los sentimientos dualistas de preocupación nerviosa al mirar alrededor del círculo o a un compañero, aplicamos la analogía de la ola, tal como hicimos antes. Nuestra experiencia inquietante se debe a la sensación de una confrontación entre lo que parece un ser concretamente nervioso frente a un ser concretamente enervante, ubicados en lados opuestos de una valla. Para calmarnos, tratamos de considerar nuestra experiencia de incomodidad como una ola de la actividad mental, y conforme ésta se asienta, permanece la experiencia de sólo ver la visión de la persona. Tratamos de experimentar este proceso de asentamiento desde la perspectiva del océano entero, de las profundidades a la superficie.
Mientras experimentamos un encuentro sin censura y sin autopreocupación nerviosa, aún podemos relacionarnos con la otra persona. No dualista no significa que tú eres yo y que yo soy tú. En los ejercicios previos de deconstrucción, tratamos de mantener en mente tanto las apariencias convencionales como las profundas, usando la imagen de ver simultáneamente las persianas y la vista exterior de la ventana. Sin embargo, estábamos trabajando primordialmente con sensaciones más que con imágenes. Aquí, también tratamos de mantener dos cosas en mente. Mientras vemos la apariencia convencional de que es una persona la que está frente a nosotros, simultáneamente tratamos de sentir que no hay barreras sólidas entre nosotros. Nuestra deconstrucción quita la autopreocupación nerviosa y no elimina los sentimientos positivos.
Volvernos más relajados con nosotros mismos
Durante la fase final del ejercicio, nos enfocamos en nosotros mismos, primero mirándonos al espejo y luego sin él. Ahora, tratamos de deconstruir cualquier sensación de incomodidad que podamos tener con nosotros mismos. Tales sensaciones surgen de la impresión dualista de lo que parecen como dos “yos”: un “yo” que no está a gusto “conmigo”. La autopreocupación nerviosa, las críticas y el nerviosismo en general, usualmente acompañan la sensación perturbadora. Podemos desechar intelectualmente la idea de los dos “yos” por considerarla absurda, pero para estar más relajados con nosotros mismos necesitamos deconstruir lo que sentimos.
Para deconstruir nuestro nerviosismo, tratamos de ver nuestra sensación engañosa como una ola en el mar y dejamos que se asiente; subyacente permanece la experiencia de calma oceánica de enfocarnos en nosotros mismos con un entendimiento cálido. En otras palabras, descubrimos que la autopreocupación nerviosa es meramente una distorsión confusa de un sano interés y una conciencia de uno mismo. Deshacernos de la preocupación excesiva por nosotros mismos no elimina los sentimientos de calidez por nuestro bienestar, sino que les permite funcionar sin obstrucción alguna.
Por último, nos enfocamos en fotografías de nuestro pasado y observamos cualesquiera sentimientos críticos inquietantes que nos provoquen. Sentirnos incómodos con nosotros mismos como éramos entonces también surge de una apariencia dualista. Tratamos de deconstruir esta sensación enfocándonos una vez más en el océano, del fondo a la superficie. Al darnos cuenta de que nuestra experiencia engañosa está hecha sólo de agua, no nos quedamos atrapados en ella. Tratamos de dejar que se deshaga de manera natural, como una ola. Esto nos permite hacer las paces con aquellos tiempos.
Ejercicio 15: Combinar la compasión con la deconstrucción
Comenzamos la primera fase de este ejercicio pensando en alguien que nos haya hecho enojar recientemente, por ejemplo, el familiar que hemos usado en los tres últimos ejercicios. Primero, imaginamos a nuestro familiar actuando de forma molesta. Luego, tratamos de imaginar su apariencia física cambiante, desde la infancia hasta la vejez, como en el Ejercicio 12. Nos aseguramos de incluir vidas pasadas y futuras, por lo menos en la forma de una sensación de su existencia. Continuamos tratando de imaginar un collage de nuestro familiar actuando en una variedad de formas y regresamos a la imagen de él actuando de manera molesta.
Pensamos en lo triste que es que nuestro familiar no entienda la impermanencia. Nuestro familiar cree en la apariencia engañosa que su mente crea de que cada situación es permanente. En consecuencia, sufre enormemente al imaginar que las situaciones difíciles durarán para siempre. Al tener en mente la impermanencia y enfocarnos en la imagen mental o en una fotografía de nuestro familiar, tratamos de generar compasión. Sinceramente le deseamos que se libere del sufrimiento y de esta causa de sufrimiento. Entre más nos deshagamos de las impresiones fijas que tenemos de nuestro familiar, más profundamente sentida será nuestra compasión por él.
Dejamos la fotografía a un lado, si es que la estamos usando, y nos enfocamos una vez más sólo en la imagen mental de nuestro familiar actuando desagradablemente. Como en el Ejercicio 13, tratamos de ver a la persona secuencialmente en términos de átomos, de causas de su conducta en esta vida, de generaciones pasadas y de vidas pasadas, y luego de su apariencia actual, actuando desagradablemente. Luego complementamos estas imágenes con una sensación de la explosión de repercusiones que su comportamiento tendrá en el futuro. Tratamos de visualizar esto en tres niveles progresivos: las consecuencias en el resto de la vida actual de nuestro familiar, las repercusiones para las generaciones futuras y el impacto en sus vidas futuras y en las vidas futuras de todos los involucrados. Después de enfocarnos en estos niveles uno por uno, representando cada uno con un collage de imágenes o con una sensación de su existencia, regresamos a su apariencia actual.
Nuestro familiar no está consciente de la naturaleza de surgimiento dependiente de su conducta y no tiene idea de las consecuencias futuras que tendrá. Al percatarnos de esto, tratamos de generar compasión. Una vez más, dirigimos nuestra sensación hacia nuestro familiar a través de una imagen mental o de una fotografía.
Finalmente, haciendo a un lado la fotografía, recordamos la experiencia desnuda del surgimiento y el acto de escuchar el sonido de las palabras de enojo de nuestro familiar. Tratamos de imaginar dicha experiencia como una ola en el océano de nuestra actividad de luz clara. A medida que la ola de la experiencia aumentó, se llenó primero con la sensación dualista de un “yo” aparentemente concreto como la víctima y un “tú” aparentemente concreto como el opresor, y luego con una sensación de alteración emocional. Al imaginar ahora que la ola disminuye, tratamos de imaginar primero la emoción perturbadora, luego la sensación dualista, y finalmente el surgimiento del sonido y el oírlo asentándose en el océano de nuestra mente.
Al regresar a la imagen mental de nuestro familiar actuando de forma molesta, reflexionamos cómo es que él o ella no ve esto. Nuestro familiar aún está atrapado en un síndrome recurrente de proyectar apariencias dualistas y creer en ellas. En consecuencia, sufre enormemente y continuará experimentando angustia. Tratamos de generar compasión para que nuestro pariente se libere de su sufrimiento y de esta causa de sufrimiento, y le dirigimos este sentimiento mientras nos enfocamos en su imagen mental o en su fotografía.
Durante la segunda fase del ejercicio, repetimos el procedimiento mientras nos sentamos en círculo con el grupo, y nos enfocamos en una persona a la vez para cada una de las tres secuencias de deconstrucción. Si nunca hemos visto a la persona actuar de forma desagradable, podemos trabajar con una escena imaginaria de él o ella actuando así. Miramos a cada persona sólo brevemente para tener un punto de referencia, desviamos la mirada mientras imaginamos el collage de imágenes de los cambios en su vida, etc.; y luego volvemos a mirarla mientras le dirigimos compasión. Aunque los otros miembros de nuestro grupo estén haciendo el mismo ejercicio, pretendemos que no.
Nos enfocamos en nosotros mismos durante la tercera fase, primero con un espejo y luego sin él, siguiendo el mismo procedimiento que usamos mientras estábamos sentados en círculo, pero recordando un incidente en el que nosotros hayamos actuado destructivamente. Por último, repetimos la práctica mientras trabajamos con una serie de fotografías de nuestro pasado. Cuando generamos compasión, deseamos haber podido tener estos entendimientos en aquel entonces.
Esquema de Ejercicio 15: Combinar la compasión con la deconstrucción
I. Mientras te enfocas en alguien cercano a ti que recientemente te haya molestado con sus palabras
- Imagina que la persona actúa de forma molesta.
- Imagina su apariencia física cambiante, desde la infancia hasta la vejez, asegurándote de incluir las vidas pasadas y futuras, al menos como una sensación de su existencia.
- Imagina un collage de la persona actuando de otras maneras.
- Regresa a la imagen en la que él o ella actúa de forma molesta.
- Piensa cuán triste es que la persona no comprenda la impermanencia y, en consecuencia, sufra enormemente al imaginar que las situaciones difíciles durarán para siempre.
- Al enfocarte en una imagen mental o en una fotografía de la persona, genera compasión deseándole sinceramente a él o a ella que se libere del sufrimiento y de esta causa de sufrimiento.
- Deja a un lado la fotografía, si es que estás utilizando alguna, y regresa a la imagen mental
de la persona actuando de forma molesta.
- Imagina a la persona como una colección de átomos.
- Imagina un collage de causas del comportamiento de la persona en esta vida, o genera una sensación de su existencia.
- Imagina un collage de causas provenientes de la influencia de generaciones pasadas, o genera una sensación de su existencia.
- Imagina un collage de causas provenientes de la influencia de vidas pasadas, o genera una sensación de su existencia.
- Vuelve a la imagen de él o ella actuando de forma molesta.
- Imagina un collage de consecuencias del comportamiento de la persona en el resto de su vida presente, o genera una sensación de su existencia.
- Imagina un collage de repercusiones para las generaciones futuras, o genera una sensación de su existencia.
- Imagina un collage de consecuencias en sus vidas futuras y en las vidas futuras de todos los involucrados, o genera una sensación de su existencia.
- Vuelve a la imagen mental de él o ella actuando de forma molesta.
- Piensa cuán triste es que la persona no se dé cuenta de la naturaleza de surgimiento dependiente de su conducta y que no tenga idea de las consecuencias futuras que tendrá.
- Enfócate en tu imagen mental o en la fotografía de la persona y genera compasión deseándole sinceramente a él o a ella que se libere del sufrimiento y de esta causa de sufrimiento.
- Deja a un lado la fotografía, si es que estás utilizando alguna, y regresa a la imagen mental
de la persona actuando de forma molesta.
- Recuerda la experiencia desnuda del surgimiento y el escuchar el sonido de las palabras perturbadoras de la persona.
- Imagina esa experiencia como una ola del océano de la actividad de tu luz clara.
- A medida que la ola de la experiencia aumentó, se llenó primero con la sensación dualista de un “yo” aparentemente concreto como la víctima, y un “tú” aparentemente concreto como el opresor, y después una sensación de alteración emocional.
- Imagina que la ola disminuye y que, primero la emoción perturbadora, después la sensación de dualismo, y después el escuchar el sonido, se asientan en el océano de tu mente.
- Vuelve a la imagen de la persona actuando y hablando de forma molesta.
- Piensa cuán triste es que la persona no se dé cuenta de que las apariencias dualistas son meramente proyecciones de la luz clara de su mente sobre las olas de experiencia; al creer en estas apariencias, él o ella sufre enormemente.
- Enfócate en tu imagen mental o en una fotografía de la persona y genera compasión al desearle sinceramente a él o a ella que se libere del sufrimiento y de esta causa de sufrimiento.
II. Mientras te enfocas en alguien en persona
1. Repite el procedimiento mientras te sientas en círculo con el grupo y te enfocas en una persona a la vez para cada una de las tres deconstrucciones
- Observa brevemente a cada una de las personas para obtener un punto de referencia; aparta la mirada mientras te imaginas un collage de los cambios de su vida y demás, y después vuelve a mirarla mientras le diriges tu compasión.
- Si nunca has visto a la persona actuar de forma desagradable, trabaja con una escena imaginada de él o ella actuando así.
III. Mientras te enfocas en ti mismo
1. Utiliza un espejo; repite el procedimiento que seguiste en el círculo al enfocarte en otros, pero recuerda un incidente en el que tú actuaste destructivamente
2. Repite el procedimiento sin espejo
3. Repite el procedimiento mientras tienes frente a ti una serie de fotografías de ti mismo que abarquen toda tu vida
- Cuando dirijas la compasión, desea haber tenido esos entendimientos profundos en aquel momento.