Chitamatra, Svatántrika y Prasánguika: El yo

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No darse cuenta de cómo existimos y emociones perturbadoras  

Estamos hablando de la identidad, del “yo”, de cómo existimos y de cómo establecemos que existimos. Esta es una pregunta crucial que se plantea en el budismo. Cuando no nos damos cuenta de cómo existimos nosotros y todos, cuando no lo sabemos o lo sabemos de manera incorrecta, tenemos todo tipo de emociones perturbadoras. La forma en que experimentamos el no darse cuenta o la confusión es que nos sentimos inseguros y, debido a que nos sentimos inseguros, sentimos compulsivamente (y ahora entra el karma o el hábito) que tenemos que intentar de alguna manera estar seguros. 

En realidad, primero vienen las emociones perturbadoras, y estas emociones perturbadoras son mecanismos con los que sentimos que, de alguna manera, podemos sentirnos seguros. Algunas emociones perturbadoras son destructivas y otras son neutrales. Por ejemplo, la emoción perturbadora de la ira y la hostilidad sería el mecanismo de querer alejar ciertas cosas, lo cual nos haría sentir seguros. Eso conduce a un comportamiento agresivo compulsivo. O sentimos que, si podemos conseguir ciertas cosas o mantener ciertas cosas a nuestro alrededor, eso nos hará sentir seguros. Esto lleva al deseo anhelante de conseguir lo que no tenemos. Tenemos apego, que no queremos soltar lo que tenemos y la codicia, queremos aún más. Nunca estamos satisfechos. Estas son emociones destructivas que conducen a un comportamiento destructivo. 

También hay ciertas actitudes perturbadoras que subyacen al comportamiento tanto destructivo como constructivo. Por eso se los considera neutrales o, más concretamente, no especificados; pueden ir en cualquier dirección. Por ejemplo, hay uno que es muy dominante. Es un término muy técnico: una actitud engañosa hacia un entramado transitorio. A lo que eso se refiere, en cierto sentido, es a que arrojamos este entramado de “yo” y “mío” sobre todo. Ese entramado transitorio se refiere al entramado de nuestros agregados, cuerpo y mente, etc. Siempre estamos arrojando esta idea de "yo", como si fuéramos los poseedores, o sobre objetos que tenemos como "míos". Con base en eso, podemos tener emociones destructivas o perturbadoras constructivas. Por ejemplo, “yo”, tenemos que ser perfectos; ese es nuestro cuerpo, ese soy “yo”, y tiene que ser perfecto. El desarrollo muscular y demás puede ser neurótico y compulsivo porque identificamos al “yo” con un cuerpo y siempre con nuestra apariencia, este tipo de cosas. 

La definición de actitud o emoción perturbadora es que cuando surge, nos hace perder la tranquilidad y el autocontrol. Actuamos compulsivamente. El problema es que estamos tratando de asegurar algo que ni siquiera existe, por lo que no se puede asegurar; es inútil. Estamos tratando de asegurar a un yo imposible, algo que no existe en absoluto. No existimos así. Esta es la razón por la que este tema es tan importante. 

Hemos cubierto el yo burdo imposible y el yo sutil imposible. En el budismo, los Vaibáshika solo refutan lo burdo. Todos los demás refutan tanto el yo burdo como el sutil, imposible. El yo burdo es algo que nos tuvieron que enseñar. El sutil surge automáticamente, aunque también podríamos haberlo aprendido del Vaibáshika. 

La comprensión necesaria para alcanzar la liberación y la iluminación  

Ahora bien, excepto el Prasánguika, todos los demás sistemas de principios budistas dicen que esto es todo lo que necesitamos entender para obtener la liberación. Solo necesitamos comprender que el yo carece de existencia en estas formas burdas y sutiles imposibles. Si entendemos eso, ya no tendremos emociones ni actitudes perturbadoras. Por tanto, no tendremos conductas compulsivas; no tendremos más karma. No acumularemos más tendencias y potenciales kármicos. No tendremos emociones o actitudes perturbadoras que puedan desencadenar estas tendencias y actitudes en el momento de la muerte y, por lo tanto, no tendremos renacimientos incontrolablemente recurrentes, el samsara.

Todo ese mecanismo se describe mediante los “doce eslabones del surgimiento dependiente”. Las escuelas Mahayana afirman que no solo existen estas formas imposibles de existencia de un yo, sino que también existen formas imposibles de existencia de todos los fenómenos. Eso también hay que refutarlo. Cuando llegamos a los principios Mahayana, si queremos alcanzar la iluminación, debemos refutar y comprender la vacuidad de todos los fenómenos, incluido el yo. 

Por lo tanto, tenemos que deconstruir aún más el yo. El Chitamatra y el Svatántrika dicen que, para alcanzar la liberación, solo necesitamos la misma comprensión que teníamos antes con el Sautrántika. El yo está desprovisto de existir como esta alma burda o sutil. Eso es suficiente para alcanzar la liberación. Sin embargo, si queremos alcanzar la iluminación, debemos comprender la vacuidad de todos los fenómenos, incluido el yo. El Prasánguika no está de acuerdo y afirma que, incluso para alcanzar la liberación, tenemos que comprender la vacuidad de todos los fenómenos, incluido el yo. En realidad, esa es una gran diferencia. 

Mayor deconstrucción del yo en el Chitamatra 

Revisemos el Chitamatra. En primer lugar, lo que añaden aquí, refinando la visión Sautrántika, es que el yo no tiene un fin, mientras que tanto el Vaibáshika como el Sautrántika dicen que el yo sí tiene un fin. El Chitamatra dice que el yo continúa más allá de la muerte, incluso si hemos alcanzado la liberación o la iluminación. 

El Chitamatra también dice que el yo carece de existencia externa objetiva independientemente y antes de su cognición. La existencia del yo no puede establecerse fuera del contexto de su cognición. El Vaibáshika y el Sautrántika afirman que los agregados de una persona y una persona surgen de fuentes natales externas; por ejemplo, un cuerpo surge de elementos materiales como su fuente natal. La conciencia y los factores mentales que conocen l cuerpo y que conocen al yo como un fenómeno de imputación sobre él, surgen de sus propias fuentes natales internas individuales: tendencias o semillas, que son fenómenos de imputación sobre la base del continuo mental.  

El Chitamatra dice que tanto el cuerpo que vemos, que en realidad es un holograma mental de un cuerpo, como nuestra conciencia visual del mismo, provienen de la misma fuente natal, una interna. Ambos provienen de la misma semilla del karma. Dado que el yo es un fenómeno de imputación sobre el cuerpo, el holograma también será un holograma del yo, de ti o de mí. Por ejemplo, cuando me veo en el espejo, o te miro, o pienso en alguien, un holograma mental del cuerpo y del yo proviene de esa misma semilla que la conciencia del mismo. Todos los factores mentales que intervienen también provienen de esa misma semilla. 

El Chitamatra también afirma que, al igual que el cuerpo, el yo tiene existencia verdaderamente establecida. Su existencia no puede establecerse solo en términos de su cognición conceptual. Podemos verlo nosotros mismos. En esto, el Chitamatra está de acuerdo con el Sautrántika y el Vaibáshika. Además, según el Chitamatra, el yo también tiene un código de barras que establece su existencia. Ese código de barras existe del lado de la base de imputación del yo. Aquí en el Chitamatra, en lugar de que la base que existe en todas las vidas sea la conciencia mental, como afirma el Sautrántika, hablan de algo llamado "conciencia base". Por supuesto, el Chitamatra acepta que hay una conciencia mental que continúa; sin embargo, dicen que esa no es la base para la imputación del yo, o lo que contiene el código de barras del yo. Lo que contiene el código de barras del yo es esta conciencia base, que es alayavijnana en sánscrito. A veces se le llama "conciencia almacén" en inglés. Esta es también la base para la imputación de las tendencias del karma, los recuerdos y todo tipo de cosas. En cualquier caso, es la misma idea que en el Sautrántika de que el código de barras del yo se encuentra del lado de su base para la imputación, que es algún tipo de conciencia.

El Chitamatra, sin embargo, dice que los códigos de barras del yo y de todos los fenómenos son solo los códigos de barras de objetos individuales y válidamente conocibles. No tienen la información del código de barras de ser hombre, mujer, humano, un gusano, un perro, un fantasma, ni el código de barras para bien, mal, grande o pequeño, que el Sautrántika afirma que sí tienen. Todas esas características vienen en la cognición conceptual del lado de las categorías. En realidad, esto es muy importante. No somos inherentemente ninguna forma de vida en particular ni ningún género en particular ni nada por el estilo. Sin embargo, el yo continúa vida tras vida en cualquier cuerpo con el que esté asociado, y eso se genera a partir de tendencias kármicas. No hay nada inherente del lado del código de barras en sí que haga del yo una forma de vida, género o cualidad particular de bueno, malo, grande, pequeño, etc. 

Esto es muy importante. Cuando no entendemos eso, arrojamos este entramado de "yo" hacia algún aspecto con el que nos identificamos, como "soy un hombre" o "soy una mujer". “Un hombre debe actuar así” o “una mujer debe actuar así”, y luego nos volvemos bastante neuróticos con un comportamiento compulsivo tratando de demostrarlo. Sentimos que tenemos que demostrarlo. Tenemos que establecerlo por lo que hacemos y cómo actuamos, pero nunca nos sentimos seguros, por lo que siempre estamos tratando neuróticamente de demostrar algo. Eso puede llevar a un comportamiento destructivo, un comportamiento constructivo compulsivo o algún comportamiento neutral, como simplemente prestar atención a nuestro cabello porque el cabello de un hombre debería verse así o el cabello de una mujer debería verse así. 

Todo está basado en un mito. Eso es lo que tenemos que entender. Aquí no hay nada que demostrar. Convencionalmente soy hombre, todos estarían de acuerdo, y aunque ahora tengo características de hombre o si fuera mujer, de mujer, esas características no establecen permanentemente este género como mi identidad inherente. ¿Bien? Empieza a ponerse bastante interesante desde un punto de vista psicológico. Esta idea del Chitamatra explica mucho sobre el comportamiento compulsivo. Si queremos convertirnos en un buda iluminado y ayudar a todos, tenemos que superar este tipo de visión incorrecta sobre nosotros mismos y los demás. Tenemos que superar esto si queremos poder ayudar a otros a alcanzar también la liberación y la iluminación. 

La visión Svatántrika del yo 

Ahora vamos al Svatántrika, que tiene dos ramas: Sautrántika Svatántrika y Yogachara Svatántrika. El Sautrántika Svatántrika dice que la fuente natal del yo y del cuerpo como base para la imputación es externa, no interna. Aunque la conciencia y los factores mentales dan surgimiento al holograma mental, eso es solo actividad mental, cómo funciona la actividad mental. Sin embargo, la fuente del cuerpo son los elementos externos como los de nuestros padres y los del cuerpo mismo. Sirven como circunstancia para que surja el holograma mental de ellos. Esto está en oposición a la afirmación del Chitamatra. En contraste con el Sautrántika Svatántrika, el Yogachara Svatántrika acepta y también afirma aquí la posición Chitamatra.

Ambas ramas del Svatántrika dicen que lo que es imposible es que podamos establecer la existencia del yo solo desde el lado del objeto o solo en términos del etiquetado mental. La primera es la posición Vaibáshika, Sautrántika y Chitamatra de existencia verdaderamente establecida. Esta última es la posición Prasánguika. El Svatántrika afirma que la existencia de todos los fenómenos solo puede establecerse en términos de etiquetado mental, pero solo en conjunción con algo que se pueda encontrar del lado del objeto. Tiene que ser una combinación de los dos. 

Para decirlo en un lenguaje muy simple, los objetos tienen características que los definen individualmente desde su propio lado. A diferencia de la afirmación Chitamatra, no solo tienen las características de ser objetos individuales conocibles, sino también características específicas, como las características físicas de un cuerpo. Los gatos tienen ciertos rasgos físicos y los perros otros. Sin embargo, estos rasgos por sí solos no pueden ser reconocidos como rasgos de gato o de perro independientemente de los conceptos o categorías de gato y perro. Solo en el contexto de las etiquetas mentales de las categorías “gato” o “perro” pueden establecerse como rasgos de gato o de perro. 

Los rasgos físicos son solo formas de la carne. Con solo verlos, sin los conceptos de gato o perro, no reconoceríamos que establecen a un animal como gato o perro. Un bebé, por ejemplo, ve a la criatura simplemente como un ser vivo. Necesitamos los conceptos de “gato” y “perro” para poder considerarlo como un gato o un perro. Solo los conceptos de “gato” y “perro” por sí solos, sin características físicas por parte de una criatura viviente, tampoco pueden establecer que la criatura sea un gato o un perro. Necesitamos una combinación de ambos: rasgos característicos definitorios y conceptos o categorías aplicados con etiquetado mental.

Entonces, ¿cómo puedo establecer que soy un hombre? El Svatántrika dice que no es que tengamos una especie de yo neutro, y luego en esta vida, vivo como un hombre. Nunca hay un yo neutro. El punto aquí es que nunca hay un momento en el que me quedo en blanco. ¿Cuándo habrá un momento en el que estará en blanco? No hay un momento así. Siempre, en cada momento, el yo va a ser un fenómeno de imputación sobre la base de los agregados, y los agregados, por ejemplo, el cuerpo, van a tener características físicas. En el contexto del etiquetado mental, esas características, como un código de barras, me establecen ahora como hombre. Es un poco como un código de barras en el costado de un paquete y un escáner. Solo en combinación entre sí establecen qué paquete es una caja de cereal y cuánto cuesta. 

Ahora soy un hombre con características de hombre, y lo que establece que soy hombre son esas características y la etiqueta “hombre”, la categoría “hombre”. Ahora hablo, así que está la característica de lo que pasa con mi cuerpo, el sonido que sale y el concepto de hablar y comunicar. No solo hago sonidos. Con suerte, ahora digo algo que sea constructivo. Del lado del sonido de mis palabras y de sus significados, hay rasgos que pueden etiquetarse válidamente como constructivos con el concepto de “constructivo”. Juntos, establecen que mis palabras son constructivas. Por supuesto, lo que digo está cambiando de un momento a otro, ¿no es así? A veces digo algo constructivo y otras veces algo que es pura tontería. En cada momento es así. El mismo análisis es válido para el yo. Hay rasgos característicos de un yo que se pueden encontrar y estos, en combinación con el concepto o categoría de un "yo", establecen la existencia de un yo. 

Al igual que los sistemas de principios inferiores, el Svatántrika también afirma que el yo tiene una existencia inherente y autoestablecida. El yo es una cosa referente encontrable que sostiene aquello a lo que se refiere la etiqueta mental y la palabra "yo". ¿Dónde está ubicado este yo? El Svatántrika dice que la base que tiene las características definitorias del yo es la conciencia mental, lo mismo que afirma el Sautrántika, está en la continuidad de la conciencia mental. 

Lo que se dice aquí en el Svatántrika es bastante sutil. El Svatántrika afirma que convencionalmente las cosas aparecen como lo que son y eso establece que existen, que convencionalmente existen. En otras palabras, cuando examinamos y analizamos convencionalmente, eso es lo que encontramos, el "yo" convencional que aparece con sus características definitorias que se pueden encontrar en su base para la imputación, la conciencia mental. Parece haber una existencia verdaderamente establecida, independientemente del etiquetado mental con conceptos y la designación con palabras. Sin embargo, cuando analizamos su verdad más profunda, nos damos cuenta de su vacuidad, la ausencia total de esta forma imposible de existir. Convencionalmente, podemos encontrar el yo, pero en el nivel más profundo, no podemos encontrarlo. Convencionalmente, podemos encontrar la cosa referente. Ahí está detrás de aquello a lo que se refiere la etiqueta mental, como sosteniéndola. Ahí está. En el nivel más profundo, cuando analizamos, no podemos encontrar que exista por sí mismo. 

La posición Prasánguika  

Por supuesto, ahora llega el Prasánguika y dice no, no, no. Lo que ustedes, los Svatántrika, afirman como el yo, no existe en absoluto. Estás diciendo que solo porque algo aparece, convencionalmente existe. Pero eso es confuso porque el yo que aparece lo hace con la apariencia engañosa de tener una existencia autoestablecida. Ya sea que analicemos en el nivel convencional o en el nivel más profundo, no podemos encontrar una cosa referente.

Entonces, ¿qué establece que existo según el Prasánguika? Lo único que podemos decir que establece nuestra existencia es a lo que se refieren la categoría "yo" y la palabra "yo" cuando se etiquetan conceptualmente sobre la base siempre cambiante de los agregados, cuerpo y mente. No podemos encontrar nada sobre la base del etiquetado, ni siquiera la característica definitoria de un yo. No podemos encontrar nada que establezca al "yo" y que se pueda encontrar ni del lado del "yo" ni del lado de la base. Sin embargo, el yo tiene, en cierto sentido, un código de barras que se puede distinguir de modo que podemos ver que soy yo y no tú, y tampoco la mesa. Pero este código de barras no se puede encontrar y no tiene el poder de establecer la existencia del "yo". 

El yo, como cualquier otra cosa, no tiene su existencia establecida por el código de barras. Recuerden, todas las demás escuelas dicen que el código de barras, en cierto sentido, establece nuestra existencia o la existencia de algo porque es como si lo envolviera en plástico. Lo convierte en una “cosa”, una cosa referente que se puede encontrar allí, envuelta en plástico. Es el código de barras que está dentro el que hace eso. El Prasánguika dice que no. No existe tal cosa. El yo convencional tiene un código de barras porque es individual, y lo único que hace la característica definitoria es hacerlo individual, de modo que yo no soy tú. No establece un límite sólido alrededor de las cosas, alrededor del "yo". Esto encaja en toda la discusión sobre el surgimiento dependiente, porque si de hecho estuviéramos envueltos en plástico y todas nuestras características estuvieran allí, no podríamos cambiar. No podíamos interactuar con nadie y no podríamos hacer nada. Estaríamos congelados en plástico. 

El Prasánguika se considera la comprensión más profunda y sutil. Para entender el Prasánguika, necesitamos ir paso a paso a través de las refutaciones de formas imposibles de establecer la existencia del yo y de todos los fenómenos en las diversas escuelas menos sofisticadas porque, si no hacemos eso, entonces la posición Prasánguika se vuelve trivial. Dice que no podemos encontrarnos a nosotros mismos, por eso necesitamos buscar. ¿Está el yo bajo nuestro brazo? ¿Está en nuestra nariz? ¿Está en nuestro estómago? No, no podemos encontrarlo. Eso es trivial, ¿no? Por supuesto, no podemos encontrarlo. 

La refutación Prasánguika es muy específica y muy sutil. Dentro del contexto del etiquetado mental válido con categorías y designación con palabras, no hay nada en el costado de este cuerpo que lo convierta en "yo", ni un pequeño código de barras que diga: "Ese soy 'yo', ese es Alex". En una colección de fotos de Alex el bebé, el adolescente, el joven adulto, etc., se puede etiquetar y designar válidamente la categoría “Alex” y el nombre “Alex” sobre cada una de ellas, pero no encontramos ninguna característica definitoria compartida en cada una de ellas que haga que estas fotos sean todas fotos de Alex y no de Patrick. No hay ningún referente, llamado “Alex”, dentro de cada uno de estos cuerpos en las fotos.

Esta es la posición Prasánguika, y si la entendemos, no desencadenamos emociones perturbadoras. No tenemos comportamientos compulsivos, etc. Entonces, entendemos realmente que no hay absolutamente nada que probar, nada que asegurar. Básicamente, podemos dejar de preocuparnos. No hay nada de qué preocuparse. Simplemente sigue con tu vida, hazlo. 

Eso, por supuesto, no es tan sencillo; sin embargo, la solución para comprender y superar todos los diversos problemas que tenemos es comprender cómo existimos y cómo estamos desprovistos de existir de maneras imposibles, y ser conscientes de ello todo el tiempo.

La importancia de estudiar las cuatro escuelas  

Todos estos cuatro sistemas de principios se originan en el Buda según la explicación budista tradicional. El Buda enseñó muchos métodos diferentes, muchas explicaciones diferentes para adaptarse a diferentes mentalidades, diferentes niveles de inteligencia, etc. No los enseñó para aburrir a la gente. Los enseñó a ayudar a las personas a superar sus problemas. Las enseñanzas de estas escuelas llamadas “inferiores” nos ayudarán a superar cierto nivel de problemas. Sin embargo, necesitamos explicaciones más sutiles para deshacernos de ellas para siempre. Es por eso que necesitamos profundizar cada vez más en las explicaciones de cada uno de estos sistemas de principios, paso a paso, para comprender completamente la posición Prasánguika y deshacernos del malentendido más sutil. 

Preguntas  

¿Cuánto tiempo lleva entender esto realmente? 

No te va a gustar la respuesta. Para entenderlo, necesitamos acumular una enorme cantidad de fuerza positiva. La fuerza positiva suele traducirse como “mérito”, pero me parece una palabra horrible. Suena como una transacción comercial, como si tuviéramos que hacer el trabajo y luego nos hubiésemos ganado este entendimiento como recompensa. No tiene absolutamente nada que ver con eso. Ciertamente tampoco estamos hablando de una colección de méritos. No sé si hay eso aquí en Austria, pero en otros lugares puedes ir al supermercado y cada vez que compras algo te dan estos pequeños sellos. Los recolectas en el libro, y cuando juntas una cierta cantidad de ellos, ganas un horno tostador o un premio. No es así. 

Hablamos de un entramado. Un entramado es un término muy útil aquí. Si usamos el ejemplo de la física, es como si estuviéramos hablando de una transición de fase. Una transición de fase, por ejemplo, es lo que ocurre cuando ponemos suficiente energía en el hielo. Eventualmente alcanzará un cierto punto crítico y se convertirá en agua. Luego, le ponemos más energía y llegará a un cierto punto en el que superará el nivel crítico y se convertirá en vapor. Esa es una transición de fase. Lo mismo ocurre con nuestra mente, nuestros entendimientos. La fuerza positiva que surge de actuar de manera constructiva se conecta entre sí y construye un potencial cada vez más fuerte, de modo que, con el tiempo, superemos todos nuestros obstáculos mentales y emocionales y alcancemos un nuevo nivel de comprensión. Así es como funciona. 

Tiene mucho sentido si pensamos más profundamente en ello. Cuando pensamos egoístamente en “yo, yo, yo, yo”, nuestra mente se cierra. Tenemos mucho miedo y desconfianza como, por ejemplo, el perro que gruñe sobre su hueso, sintiendo que alguien se lo va a quitar. Cuando nuestra mente y nuestras emociones están muy cerradas, realmente no podemos entender mucho. Hay un bloqueo mental. Sin embargo, cuando hacemos cosas por los demás, en un ámbito muy amplio por los demás y no pensamos en nosotros mismos, entonces, en cierto sentido, nos abrimos mental y emocionalmente. Nos volvemos más abiertos mental y emocionalmente, y si esa apertura se fortalece lo suficiente, superaremos los bloqueos mentales y emocionales que nos impiden comprender realmente algo.

Tiene sentido. Sin embargo, según las enseñanzas, necesitamos acumular tres millones de eones de esta fuerza positiva. Esa es la respuesta que no te gustará. Literalmente, la palabra tropecientos es incontables, pero eso no significa que sea literalmente incontable. Es simplemente el número finito más grande del sistema matemático indio. La cuestión es que tenemos que acumular una enorme cantidad de esta fuerza positiva, y eso llevará mucho tiempo. Es necesario ser paciente. No esperen resultados instantáneos. 

Cuando leemos los sutras Mahayana – no sé si alguno de ustedes leyó alguno de ellos – pero a veces dice, por ejemplo, que, si recitamos este sutra, acumulamos 16 mil millones de eones de fuerza positiva, y si recitamos ese, son 23 millones. Dan todos estos números increíbles. No creo que eso deba tomarse literalmente. Sin embargo, creo que es muy útil para guiarnos y comprender que hay cosas que podemos hacer, como recitar un sutra, que acumularán una enorme cantidad de fuerza positiva. Los sutras Mahayana dan un número a esa cantidad, de modo que nos alientan a saber que realmente podemos hacerlo. Al recitar este sutra, acumularemos 32 millones de eones de fuerza positiva, lo que es al menos una pequeña mella en los millones. Es un medio hábil. 

Estos tres millones de eones de fuerza positiva son necesarios para llevarnos a etapas cada vez más avanzadas hasta que tengamos una cognición no conceptual de la vacuidad y, además, hasta que tengamos la eliminación total de todo este oscurecimiento. Cada una de las distintas escuelas tendrá una opinión diferente sobre cómo funciona esto, así que no entremos en eso. 

¿Cuál es el papel de la meditación en esto?  

Necesitamos comprender que deshacernos de nuestros oscurecimientos es un proceso triple, de tres pasos. Primero, tenemos que escuchar una explicación, una explicación correcta y, sobre la base de eso, obtendremos el darse cuenta que discrimina que surge de escuchar. Discriminamos correctamente que esto es lo que dice la enseñanza. Es esto y no es aquello. Nos volvemos muy seguros de eso, confiados en que esta es la enseñanza real, que esta es la explicación real. Tenemos que tener eso primero, de lo contrario no sabremos si lo escuchamos bien o si es la explicación correcta o no. 

Luego, tenemos que pensar en ella. Ese es el segundo paso. Primero, solo tenemos las palabras; estas son las palabras reales de las enseñanzas. Eso viene de escuchar. Ahora tenemos que determinar el significado de las palabras y utilizamos el proceso de pensamiento. El resultado del proceso de pensamiento es el darse cuenta que discrimina que surge del pensamiento. Discriminamos correctamente y entendemos lo que realmente significan las palabras, no solo lo que son. Conocemos las palabras conceptualmente a través de categorías de significado, juntando todas las palabras para entender lo que significan. 

No solo necesitamos entender correctamente lo que significan las enseñanzas sobre la vacuidad, sino que también debemos estar convencidos de que tienen sentido. Creemos en ellas, que son ciertas. También tenemos que estar convencidos de que, si realmente pudiéramos internalizar su significado, sería beneficioso. Además, debemos tener la aspiración, la motivación de querer hacerlo. 

Entonces podemos meditar. Ese es el siguiente paso. La meditación es un proceso repetitivo que hacemos una y otra vez. Habitualmente utilizamos la palabra práctica, como practicar el piano. Una y otra vez intentamos generar la comprensión y la confianza de que esta explicación es correcta y aplicarla a alguna situación de la vida. Tratamos de discernir esa situación a la luz de esta comprensión con el darse cuenta que discrimina que surge de la meditación.

Por ejemplo, tenemos un problema con alguien. No nos salimos con la nuestra. Queríamos que la interacción con la persona fuera de cierta manera y no fue así. Nos molestamos y culpamos a la persona o al clima o lo que sea. Con la meditación, nos sentamos y analizamos. Hacemos este análisis del yo. “¿Existo como algo sólido dentro de mi mente que de alguna manera siempre debería salirse con la suya? ¿Por qué debería siempre salirme con la mía? ¿Quién dice que siempre debo salirme con la mía? ¿Qué me convierte en la persona más importante del mundo para que las cosas siempre salgan como quiero?”. Eso es absurdo. Eso es imposible. Todo se basa en esta convicción errónea de que hay un “yo” sólido sentado en algún lugar dentro de nuestra cabeza, dentro de nuestra mente como su base para el etiquetado. Imaginamos que su existencia se establece desde su propio lado y, por lo tanto, en realidad está ahí y es tan importante que siempre debería salirse con la suya. No existe tal cosa.

Por lo tanto, nos enfocamos en la meditación en la vacuidad de ese tipo de yo imposible y en que no existimos de esa manera. Ahí está la situación. Ciertamente lo estamos experimentando: la identidad, “yo”, es un fenómeno de imputación sobre la base de esta experiencia. La situación ha surgido de forma dependiente de todo tipo de causas y circunstancias, por lo que, si podemos deconstruirla, podremos ver que no hay nada de qué enojarse. No podemos echarle la culpa a nada. Al darnos cuenta de esto, no estamos molestos por eso – porque no salió como queríamos – y simplemente enfrentamos la realidad de la situación y sacamos lo mejor de ella. Nos hace muy flexibles. Si pensamos en términos de un “yo” sólido, que así es como lo queremos, así es como debería ser, tiene que ser así, y no nos salimos con la nuestra, entonces nos enojamos mucho. Luego, decimos compulsivamente cosas de las que nos arrepentimos. Perdemos el control. 

La meditación significa desarrollar un hábito constructivo y positivo. Cuanto más repetimos esta comprensión de la vacuidad del yo y su aplicación, más se convierte en un hábito, de modo que eventualmente seremos capaces de aplicarlo automáticamente en todas las situaciones y no enojarnos más. No necesitaremos sentarnos y tranquilizarnos antes de poder calmarnos mediante esta meditación de deconstrucción. Podemos deconstruir todo el tiempo en cualquier situación. Solo tenemos que recordárnoslo a nosotros mismos, tener recordación de ello y no soltarlo. La recordación es como tener un pegamento mental, por eso no olvidamos esta comprensión. Necesitamos recordar siempre que no existimos de esta manera imposible. Debido a eso, nos damos cuenta de que no hay nada que asegurar, por lo que podemos relajarnos, aceptar la realidad y simplemente lidiar con ella de la mejor manera que sabemos, con suerte, de una manera que sea de máximo beneficio para todos los demás. 

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